Parte 2
La curandera del reino
Atravesaron el frio empedrado del castillo, por el inmenso patio que este tenía. Llegaron a un gran portón, similar al porton por el que entraron.
Hugo llevaba a la joven entre sus brazos. Tenia un tono de piel blanco como la nieve, y un cabello moreno precioso, muy cuidado. Miraba debilmente a el resto con unos bellos ojos verdes como una esmeralda. Era preciosa, a decir verdad...
Continuaban corriendo hasta el bosque que llevaba a la torre del sur, de la muralla exterior, donde previamente el maestro Viktor les había dicho que se encontraría la curandera.
Los chicos ya podian divisar la torre.
-¿Que clase de curandera será Izhel?- Dijo Hugo cansado
-Dicen que es muy buena, pero no se deja ver facilmente, y que la mayoria de la gente que va a verla no vuelve- Dijo Angel con un tono serio
- En ese caso hagamoslo lo mejor que podamos.- Dijo Roge, que miraba con una sonrisa decidida a los 2.
-Si... Hagamoslo por ella.- Dijo Hugo, que miraba al pálido rostro de la chica.
Entonces continuaron corriendo con aun más energia que antes.
Aparecieron 3 armaduras armadas delante de ellos.
-¡Nos atacan!- Exclamó Roge sorprendido
- Quedate aqui- dijo Hugo apoyando a la chica en el tronco de un arbol, sentandola en el suelo.
-Muy bien, venid.- Dijo Angel decidido, desenfundando esta vez la cimitarra que arrebató al bandido.
Entonces las 3 armaduras se lanzaron en su contra. Aplicando lo que sabian, los 3 jóvenes comenzaron a luchar, parando los incesantes ataques de las armaduras, armadas con espadas.
-¿Quienes sois?- Preguntó Roge.
Las armaduras solo siguieron peleando.
Hugo golpeo el yelmo de su contrincante, que salió despedido por los aires, y la armadura se descompuso, cayendo al suelo en el acto.
Angel y Roge hicieron lo mismo y las derrotaron en el acto.
-¿Eh?- exclamó Hugo extrañado.
-¿Que pasa?- Dijo Angel.
- No hay nada en estas armaduras.- Dijo hugo examinando un peto.
-¡Es verdad...!- Exclamó Roge, mirando al yelmo
- Arriba, nos tenemos que ir.- Dijo Hugo levantando a la chica
De pronto, una ráfaga de aire muy poderosa surgió de entre los arboles.
-Al fin sois dignos de verme.- Aullaban los vientos.
-¿Quien eres?- Preguntó Hugo.
El viento tan solo se desvaneció.
-No tenemos tiempo de averiguar eso ahora, vamos.- Dijo Roge señalando el camino hacia la torre.
Los chicos comenzaron a andar por el bosque. Solo se escuchaban los pájaros cantando y el paso de los chicos al rozar las sandalias por la tierra del camino.
-Ya estamos llegando.- dijo la chica, que parecia estar algo mejor.
-Si.-Dijo Hugo. -Esto... ¿Cual es tu nombre? Si no es mucha osadia preguntartelo... -Dijo Hugo, intentando no parecer muy brusco
-María, mi nombre es María. No te preocupes, no tengo un cargo muy alto en esta sociedad, puedes hablar tranquilamente.- Respondió la chica.
-Aun siendo una pueblerina te cuidas realmente bien, tienes un cabello precioso.- Dijo Hugo
-Gracias...- dijo María pensativa y algo sonrojada. -Me alagan sus palabras, noble señor.-
-Por favor, no me trates como a un noble, ¿vale? Te he salvado, ahora somos amigos, no te preocupes.
María solo sonrió en brazos de Hugo.
-Hugo, ¿Vienes o que?- Pregunto Ángel impacientado, que estaba más adelante con Roge
-¡Ya vamos! Agárrate, María.
Maria se agarró a el peto de cuero de Hugo. Este comenzó a correr hacia Roge y Angel, y finalmente llegaron a la fachada de la torre, que era una antigua torre de piedras de color dorado, que antiguamente serían de color plateado, pero que con el paso de los años se habian ido ensuciando. No era una torre enorme. Llamaron a la puerta, y les recibió una anciana bajita, que tenía el pelo plateado, la cara algo arrugada y los ojos entrecerrados.
-Buenas, ¿Es usted Izhel? Venimos a buscarla por un asunto urgente. -Dijo Angel educadamente.
Si, soy a quien buscais, Roge, Angel y Hugo, y se que es lo que quereis. -Respondió la anciana Izhel.
Los 4 se quedaron impresionados al ver que estaba al tanto de todo.
-Entonces, ¿Puedes hacer algo? Necesitamos curar sus heridas. - Pregunto Hugo extrañado.
Claro, puedo darle medicación, pero tendrá que reposar en cama un tiempo. Hugo, por favor, llevala arriba, hay una cama en la que puede descansar. -Dijo Izhel señalando las escaleras que conducian al piso de arriba.
Hugo subió al piso de arriba, con Maria en brazos aún. Entonces vio una cama con las sabanas bien desechas perfectamente para que María pudiera descansar.
-Sabía todo de nosotros...- dijo Hugo extrañado. -En cuanto a ti, duerme y descansa, te vendrá bien.- Dijo Hugo dejando a María en la cama con cuidado.
-Gracias...- Dijo María susurrando y con lágrimas en los ojos
-Ey, ¿Que pasa?- Preguntó Hugo al verla así y volvió rápido a la cama, poniendose de rodillas junto a ella
-Nunca habia tenido a nadie que se preocupara tanto por mi.- Dijo María entrecerrando los ojos por las lágrimas.
- Oh, por favor, no llores. No es algo que pueda permitirse una dama tan bonita como tu. -Dijo Hugo intentando buscar una manera de que se pudiera calmar.
María se sonrojó, no podía articular palabras a penas.
- Gracias, de verdad- Fue lo único que pudo decir María, que estaba comenzando a quedarse dormida.
-No te preocupes, a partir de ahora yo te cuidaré...- Dijo Hugo hablando con Maria, pero esta se quedó dormida, sin poder escucharlo. Hugo solo le acarició la cabeza y la arropó para que durmiera cómoda. Después salió del cuarto y bajó las escaleras para reencontrarse con Roge y Angel, que estaban practicando esgrima con sus espadas de madera en la explanada de en frente de la torre.
-Me uno al entrenamiento.- Dijo Hugo decidido
Entonces los 3 comenzaron a entrenar, se oía el resonar de los choques de sus espadas. Izhel los observaba desde una ventana del segundo piso, en la habitación en la que también se encontraba María durmiendo.
-Eres una chica muy mona, se ve que han hecho un duro camino para que puedas recuperarte. Tienes bastante suerte de que estos 3 chicos estuvieran ahi en el momento preciso.- Dijo Izhel, mirando a María, que seguia durmiendo plácidamente. -Esta bien, manos a la obra.-
Mientras tanto, los chicos se dieron cuenta de que comenzaba a atardecer. El cielo se teñia de varios colores volviendose tonos cada vez más cálidos en el horizonte. Solo sonaban los graznidos de los pájaros y sus aleteos entre las ramas de los árboles, signo de que ellos tambien se iban a retirar a dormir.
-Esta bien, es... Suficiente por hoy.- Dijo Angel clavando su espada de madera en la tierra y apoyándose en ella para descansar.
-Al final nos forzamos más que con los maestros.- Dijo Roge cansado
-No creo que os de tiempo a volver al castillo. ¿Que tal si descansais aqui esta noche? Tengo una habitación con 3 camas extra. Normalmente son para soldados, pero hace tiempo que nadie viene a hacer guardia. Esta torre esta tan olvidada que no es necesario.- Dice Izhel desde la puerta, encogiendose de brazos.
-Esta bien, vamos.- Dice Roge.
Los chicos entraron en la habitación. Dentro estaban las 3 camas al frente, entre ellas 2 ventanas. Habia un armario en la pared de la izquierda, un espejo justo en la otra pared, encima de un amplio escritorio con una silla. En medio de la habitación una alfombra y estaba iluminada con faroles.
-Esto es muy acogedor, la verdad.- dijo Hugo
-Si, mejor que durmamos, yo no me tengo en pie apenas, ando cansado.- dijo Roge
Los chicos entraron a las camas y comenzaron a dormir.
A media noche estaba todo oscuro, en una ventana de la habitación se veía un farol encendido.
-Uhmr... ¿Hugo?, ¿Que haces?- Dijo Roge, con un tono somnoliento.
-Solo quiero asegurarme de que todo esta bien.- Respondió el joven, que salió por la puerta.
Hugo fue a la habitación de María, pero ya no estaba en la cama.
-¿Que?- dijo Hugo, y de pronto escuchó un ruido arriba.-¿Que esta pasando aqui?- dijo y salió del cuarto.
Subió las escaleras, pasando por el tercer piso, en el que se encontraba su habitación y continuó subiendo hasta la azotea de la torre
Alli se encontraba María, mirando al cielo. El viento aullaba en el oscuro cielo, donde se reflejaban las motitas de luz, que eran símbolo de el caos de llamas muertas que realmente son las estrellas. Ella estaba ahi parada, de pie, observando el paisaje al completo.
-María, ¿Que haces aqui?, deberias estar en...- María le cortó
-Chss... ven aqui, a mi lado.- Dijo la joven con un tono bajo intentando no alertar ni a Izhel, ni a Roge, ni a Ángel, que se encontraban durmiendo.
-¿No deberías estar en cama? Aquí hace frio.- Dijo el joven Hugo, intentando convencer a María.
-Solo mira esto...- dijo María, señalando el cielo.- ¿No es bello?- pregunto la joven sonriendo mientras veía el gran paisaje de estrellas y oscuridad que se podía apreciar desde la torre.
-Si...- dijo Hugo con una voz tranquila.
- Dime, ¿Nunca paraste a mirarlo?- Dijo ella, mirandole dulcemente a los ojos.
-Je...- Sonríe Hugo.- La verdad es que no.- contestó el joven.- Nunca me paré a mirarlo. Es algo que siempre ha estado ahi, pero nunca me había fijado en lo bonito que es realmente.
-Respondió Hugo embelesado por lo que estaba presenciando.
-A veces las cosas mas simples bastan para hacerte sentir bien.- Le dijo María. -Nada de lujos, ni caprichos que quieren esos sucios nobles que nunca estan contentos, nada de fiesta, ni idioteces por el estilo. Esto es algo que siempre ha estado ahí, y es igual de bello o incluso más bello que algo que se puedan permitir esos nobles.- Dice Maria, mientras una lágrima le cae por la mejilla. -O al menos eso decia mi padre.- Dijo la chica, que intentaba contener sus emociones.
Hugo la abrazó sin nada más que decir.
-No intentes ocultar tus emociones.- Dijo Hugo. -Eso no te servirá de nada.-
María comenzó a apretar a Hugo con los brazos, haciendo fuerza para contener el llanto. Y empezó a llorar.
-Gracias... de corazón...- dijo la chica, que seguía abrazada a el.
-Por favor, no me des las gracias, somos amigos- Dijo Hugo sonriendo con una lágrima, debido a que María le contagió el llanto. -Ahora, volvamos a las habitaciones, intentaremos que nadie sospeche.-
-Si.- Respondió María algo más calmada y tranquila. Bajaron las escaleras con cuidado hasta llegar al piso en el que estaba la habitación de María.
-María...- Dijo Hugo
-¿Si?- Dijo la chica, abriendo la puerta de su cuarto.
-Gracias por enseñarme lo que me has enseñado esta noche.- Dijo Hugo sonriendo.
La chica solo sonrió feliz y entró a su habitación.
Hugo volvió a su habitación también.
-¿Que tal ha ido todo, has visto algo interesante?- Preguntó Roge.
-Si... Lo más interesante que he vivido hasta el momento...- Dijo Hugo con una sonrisa en la cara.
Roge se quedó extrañado. Hugo apagó el farol y se metió en la cama.
A la mañana siguiente, estaban listos para irse.
-Gracias por dejarnos descansar aquí esta noche.- Dijo Angel a Izhel.
- No hay de que... María aun no esta repuesta del todo. Se quedará conmigo un poco más de tiempo hasta que se recupere.- Respondió la anciana.
-Esta bien, la dejamos en tus manos.- Dijo Hugo. -Vamos chicos.- Exclamó mientras comenzaba a andar hacia el camino de vuelta.
Roge y Angel solo le siguieron.
Continuará...
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