Parte 11

El viejo Sir Garand

Los chicos volvieron a sus casas, tras el entrenamiento, y llegaron a la aldea de noche. No había ni un solo alma en la calle. Las puertas estaban bien cerradas, y no había ninguna luz encendida en su interior. El único sonido que se podía distinguir del agudo silencio era el débil murmullo del viento, silbando entre las rendijas de las paredes y en medio de las calles. Todos dormían, y entonces...

-Es el momento, debo ir...- Dijo Roge, que llevaba su espada bien equipada en la cintura, que era tapada por una túnica de tela negra para que no fuera distinguido de la oscuridad. 

Roge salió de Aznarepse por la noche. Solo y sin dejar sospechas, emprendió el camino hacia Zul andando, y evitando que los guardias lo detectaran, logró escapar de la aldea. A la mañana siguiente se encontraban Ángel y Hugo en la misma puerta de la casa de Hugo. Roge no aparecía...

-Vamos a su casa, igual tiene algún problema.- Propuso Ángel.

-¿Por qué no?.- Dijo Hugo.-Pero rápido, si hacemos esperar a los maestros se enfadarán.- Dijo Hugo, y comenzaron a andar.

Al llegar a casa de Roge se la encontraron vacía, pues Roge no se encontraba dentro. 

-¿Que ha pasado aquí?- Dijo Ángel 

-¿Hmmm...?- Se escuchó detrás de los dos chicos. Era Jairo, mirando tras ellos.

-Ah, buenos días Jairo, es que Roge no ha aparecido esta mañana y no se sabe a donde ha podido ir.- Explicó Hugo. 

-Comprendo. ¿Sabéis el jaleo que llevan armando los guardias toda la mañana?- Dijo Jairo.

-¿Por  qué?-Preguntó Ángel.

-Resulta que anoche, según dicen, vieron una silueta negra merodeando por la aldea. Podría ser él.- Dijo Jairo.- ¿Creéis que ha podido ir a algún sitio?

-No lo sé.- Dijo Ángel.- Quizás haya ido a el castillo de Aznarepse ya, aunque lo veo raro. Siempre viene a por nosotros antes de salir a entrenar.- Siguió explicando.

-Ahora mismo es lo mejor que tenemos. Vamos a ver si es verdad.-Dijo Hugo.

Los chicos continuaron avanzando hasta el castillo. Mientras, con Roge, que se encontraba al lado de 3 cuerpos ensangrentados, que estaban tirados en el suelo.

-Eso estuvo cerca.- Dijo Roge.- Si hubieran atacado un poco antes no lo hubiera contado.- Dijo, examinando el cuerpo de los tres bandidos. En uno de ellos encontró un arco con flechas.-Me los llevo.-Dijo. Los guardó y siguió andando, dejando atrás los tres cuerpos.

Comenzaba a hacerse tarde, y el aún no estaba ni a medio camino de Zul. El sol se estaba poniendo, por lo que decidió acampar ahí, en medio del camino y con el riesgo de posibles bandidos acechando.

Volviendo con Jairo, Ángel y Hugo, unas horas antes de anochecer...

-Roge aún no ha aparecido, maestro. ¿Donde creéis que puede estar?- Dijo Ángel.

-No lo sé, joven. Solo mantén la calma, mañana iniciaremos un viaje a Zul y desde allí daremos una orden de búsqueda. Ahora volved a casa, se está haciendo tarde.- Dijo el maestro.

-Si, maestro.-Dijo Ángel.- En ese caso, vayámonos Hugo.- Le dijo girándose a Hugo. Hugo solo asintió y volvieron a la aldea.

Pasó la oscura noche, sin nadie vigilando en el campamento de Roge, por suerte. Los chicos dormían intranquilos en sus casas, y Viktor andaba pensativo, apenas podía dormir. Roge siguió durmiendo, al lado de una hoguera que había prendido con una antorcha, unos palitos y algo de aceite. Nadie se atrevía a acercarse a el después de lo que había hecho a los bandidos de atrás. Al día siguiente, Roge retomó su rumbo hacia Zul, apagó la hoguera y continuó caminando. Por la parte del resto, salieron de por la mañana hasta Zul, y tras un largo viaje, llegaron, pero no encontraron a Roge. Hablando del rey de Roma, que se encontraba en las puertas del castillo de Zul.

-¿Quién va?- Dijo uno de los guardias

-Rogelio, de la noble casa Glaridian, señor.- Respondió el joven.

-Oh... Si, señor. Por favor, pase.- Dijo el Guardia.- ¡ABRID LAS PUERTAS!- Gritó desde lo alto de la muralla.

-Gracias.- Dijo Roge, y continuó andando.

Al rato entro a el gran salón de la entrada, y bajo las escaleras que daban al segundo piso había una puerta, por la que entró. Esta llevaba a los sótanos del castillo, que eran zonas a las que poca gente accedía. Roge bajo sosteniendo en su mano un candelabro con la vela encendida. Bajo hasta uno de los sótanos más profundos de este, donde se encontraba un hombre recluido, que estaba entrenando con su espada con unos maniquíes. En cuestión de segundos, los hizo trizas con su espada.

-Esperaba encontrarte aquí.- Dijo Roge al señor.

-Roge...- Dijo aquel señor, con una larga blanca, cubierto de vendas por todo el cuerpo, que tenía la cara despejada, el pelo blanco igual que su barba, y una espada algo mellada, acompañada de una armadura vieja y algo agrietada. Se podía percibir a simple vista el paso de los años en él.

-Podías haberte dado algo más de prisa, un poco más y mi propio maestro casi me reduce a cenizas.- Dijo el joven con una sonrisa.

-Je... No me esperaba que Lira viniera diciéndome que Rogelio, el hijo del rey Petrus y mi pequeño pupilo hubiera asesinado a la reina Janna. Aunque claro, ella no sabía eso. Solamente tuviste suerte de que Lira llegase a tiempo.- Dijo de nuevo el hombre

-Y que Jairo parase ese ataque...- Pensó Roge.- Hace mucho que no te veo, ¿Que tal te ha ido todo por el castillo?- Le preguntó al señor de pelo blanco.

-Hace mucho que me retiré como soldado, así que me recluí aquí, donde suelo entrenar diariamente.- Dijo el señor.

-Wow... Realmente hace tiempo que no te veo, como ha cambiado todo.- Dijo Roge.- Desde que me fui aquella noche...- Pensó Roge.

-Debo preguntarte algo...- Dijo el señor.

-¿Sí?- Dijo Roge.

-¿Recuerdas lo que te dije cuando te marchaste del castillo en busca de tu propia fuerza real?- Dijo el señor

-Hmmm...- Pensó Roge.

Hace unos años...

-¿De verdad estas seguro de que quieres hacer esto?- Dijo un caballero.

-Debo hacerlo, solo volveré cuando me haga más fuerte.- Dijo un joven encapuchado, que llevaba una túnica negra, y una espada de madera atada con un cinturón a la cintura.

-Comprendo... En ese caso, debemos despedirnos aquí.- Dijo el señor.

-Esta bien.- Respondió el joven.

-Una cosa más antes de irte...- Dijo el señor.

-¿Si, señor Garand?- Dijo Roge.

-La muerte es como el viento, siempre te acompañará, este a tu favor o en tu contra.- Le dijo el señor.-Recuerda estas palabras y medita sabiamente acerca de ellas.-

-Comprendo...- Dijo Roge.

Volviendo a el tiempo real...

-Las recuerdas, ¿cierto?- Dijo Sir Garand.

-Así es, señor.- Dijo Roge.

-¿Y que significado les decidiste dar?- Le preguntó Sir Garand.

-Es difícil de explicar. Tengo varias teorías, pero la más fuerte es que tanto puedo morir, pero también puedo decidir si matar, tengo el poder de escoger el destino de otros solo con mi arma.- Dijo Roge.

-Es un buen significado.- Dijo Sir Garand.

-Ha pasado bastante tiempo, he tenido mucho tiempo para meditarlo.- Respondió Roge.

-Estoy de acuerdo. Dijiste que solo regresarías cuando te volvieras más fuerte, ¿Es así?

-Si, pero esto es más bien una prueba.- Dijo Roge.

-¿Una prueba? ¿Que tienes en mente, joven?- Le preguntó Sir Garand.

-Pienso encontrar al asesino de mi madre, y acabaré con el con mis propias manos. Pero para ello, debo volverme mucho más fuerte.- Dijo Roge.

-Así que te has hecho fuerte,¿ Y crees que enfrentándote a el y derrotandole podrás probarlo?- Dijo Sir Garand.

-No me ha entendido con claridad, señor.- Dijo Roge desenvainando la espada.- La prueba...- Dijo apuntandole con ella.-¡Es usted!

-Justo eso quería oír, prepárate.- Dijo Sir Garand, y acto seguido desenvainó su espada rápidamente y chocaron el uno contra el otro, usando las espadas para repelerse.

Comenzaron a mirarse el uno al otro, dando vueltas en círculos a lo largo del cuarto sin apartar la mirada, y acto seguido se acercaron, choque arriba, choque abajo, choque por el lado, y hacia atrás. Roge era capaz de prever sus movimientos con una gran velocidad, pero Garand continuaba atacando con una gran astucia, de forma que cada vez engañaba más a Roge. Si uno lanzaba un buen golpe el otro podía pararlo, sin el menor problema.

-Si que has mejorado, si.- Dijo Garand.

-Je, estos años no han sido en vano.- Dijo Roge.

-Bien, si es así, permíteme que te ponga a prueba...- Dijo Garand.-¡Lápis!- Gritó, y el suelo se rompió, levantando una gran piedra que había debajo.- ¿Conoces las destrezas elementales de las armas?¡Para esta!- Dijo de nuevo, lanzándola.

-Je, me subestimas.- Dijo Roge.-¡Acua!- Dijo, y de la punta de su espada salió una bola de agua a presión que destrozó la roca en pedazos.

-No puede ser...- Dijo Garand.-¿Dominas la destreza elemental?

-Más o menos...- Dijo Roge, que se estaba sujetando el hombro, del cual salía constantemente humo.- Aún no soy capaz de controlar la cantidad de poder vital que lanzo.

-Comprendo, parece ser  que me adelanté a los hechos.- Dijo Garand.-Bueno, es suficiente. Ya he podido comprobar como de fuerte eres realmente.- Dijo sonriendo.- Te has hecho todo un hombre .- 

-Me gustaría poder seguir hablando aquí, pero seguramente ya hallan llegado a buscarme, ¿Que te parece si lo hablamos fuera?.- Dijo Roge.

-Me gustaría, pero no he visto la luz del sol en meses.- Dijo Sir Garand.- Nadie sabe ni siquiera que sigo vivo, y prefiero que sea así.

-Comprendo.- Dijo Roge.

-Vales mucho, joven. Sal y demuéstrales a todos lo que realmente eres capaz de hacer.- Dijo el anciano.

  -¡Sí!- Dijo Roge, y subió las escaleras.

-Ah, y una ultima cosa...- Dijo Garand.

-¿Sí, señor?- Dijo Roge.

-No olvides que no va a ser un camino fácil. Ya no se trata de un juego. Es un camino que has decidido recorrer, y puede haber sangre y muchas depresiones de por medio.- Explicó Sir Garand.- No se andan con tonterías, y si deciden matarte y tienen la oportunidad lo harán sin dudarlo dos veces.- Decía con una expresión seria en la cara.- Prepárate bien, si quieres enfrentarlos lo agradecerás después.-

-Si, señor.- Dijo Roge y subió a la planta de arriba.

Cuando salió tras las escaleras se encontró una escena en la que el maestro Viktor, Hugo y Ángel subían las escaleras hacia la segunda planta. Todos miraron tras escuchar la puerta de madera cerrarse a Roge, que hizo que su expresión en la cara primero se alegraran y luego pasaran a un tono algo más... Ofendido.

 -Roge...- Dijo Viktor acercándose a el, mientras el sombrero le hacía sombra en los ojos de forma siniestra.

-¿S-Si, maestro?- Respondió Roge temblando. 

El miedo recorría sus venas con más velocidad con cada paso de Viktor hacia él. Aquella guantada hizo retumbar toda la ciudad. Hizo que los gatos que había durmiendo por los tejados se levantaran y huyeran, que los niños pequeños comenzaran a llorar por la calle y que todos los bandidos de cerca temieran por sus vidas y corrieran despavoridos.

-Auch...- Dijo Roge sujetándose su cara roja como la capa del maestro.

-Como lo vuelvas a hacer te quedas sin cabeza.- Dijo Viktor ocultando su enfado con un tono algo más alegre.

-Bueno, pues todo solucionado...- Dijo Ángel.

-Si. Hora de volver a casa.- Dijo Hugo.

Ese día Roge contó lo ocurrido por el camino, llegaron a Aznarepse por la tarde/Noche. En vez de quedarse en el castillo aprovechando el tiempo, Viktor decidió darles tiempo libre a los jóvenes. Estos fueron a algunas tiendas de Aznarepse, a comprar comida para por la noche. Roge, como disculpa, invitó a Ángel y a Hugo a cenar a su casa por la noche. Aprovecharon para hablar de todo lo que habían hecho, Roge enseñó el arco que recogió de los tres bandidos con los que acabó. Pasaron la noche riendo, y comiendo y bebiendo hasta la saciedad. Luego los tres se separaron, Roge se quedó en su casa y los otros dos jóvenes, Ángel y Hugo, se fueron a sus casas respectivas.

A la mañana siguiente Viktor los citó en el castillo, y emprendieron el camino hacia este...


Continuará...









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