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Ko' Atal fue su primer amigo en su nueva vida. Claro, Syzoth intentaba ser amigable con mucha gente, era uno de los defensores del reino; muchos estaban agradecidos con el por su papel en la corte real, aún después de todos los crímenes cuando sirvió a Shao Kahn.
Pero Kotal... Ellos dos realmente se entendían. No siempre estaban de acuerdo en todo, pero se apoyaban el uno al otro. Ellos se amaban, no como fue con la hermosa Edeniana, pero había un amor fraternal que era extraño de ver. Podía ver a Syzoth y a Reptile, de la misma manera que él podía ver a su amigo y a su emperador.
Y luego el murió.
El murió salvándolos. El murió salvando a todos, el máximo sacrificio sin regreso. Acepto entregar su vida a Shao Kahn para asegurarse de que todos los que estaban como prisioneros y el Mundo Exterior no volviera a sufrir ante el... Al menos evitar gran parte de ese sufrimiento... Podía darle un crédito así a alguien tan desalmado como Shao Kahn y era que el siempre fue fiel a su palabra.
Había entendido la idea de marchitarse en los brazos de Fentavk, como si supiera que a el también le había gustado la idea de acompañarlo en un punto. Habían hablado de ello, habían hablado en la corte de ello y ambos llegaron a la conclusión de que simplemente se los necesitaba demasiado. Que así eran, les guste o no. Que esto era lo que necesitaban ser.
Sin embargo, Kotal se guardó eso. Jade le dijo a Syzoth, ella le contó cómo Kotal había luchado con armas y dientes para ser el único en irse. Y no lo hizo como el Kotal Kahn, el emperador justo. Lo hizo como Ko'Atal, el mejor amigo de Syzoth, alguien que conocía a su familia y legado, y era el padre del niño que ella esperaba. No lo hizo como un deseo egoísta, lo hizo buscando finalmente equilibrar su destino. Lo hizo como una buena persona, que hizo todo lo posible por sus seres queridos. El no murió como el cruel emperador que muchos terminaron señalando. El murió como el mismo.
Syzoth no quería morir como Reptile. No le entusiasmaba la perspectiva, pero era algo que había aceptado. Lo aceptó, hasta que volvió a su cabeza el viaje en el tiempo.
Y luchó tan duro. No quería morir como un asesino, pero para eso estaba hecho y no podía convertirse en otra persona en ese momento, con todos esos ojos puestos en él. Podía alejarse la sangre todo lo que quisiera; todavía lo haría retroceder.
Syzoth era digno de ser el consejero del emperador hace tantos años. Pero tal vez ahora, el consejero del emperador no podría ser Syzoth.
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