Capitulo IV: Terapia Nocturna
La Guardiana del Gato
Capitulo IV: Terapia nocturna
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Los Kwamis, sin decir nada, observaban como Marinette iba y venía desde su máquina de costura a su terraza. Había estado así gran parte de la tarde, incluso cuando el padre de la guardiana subió al balcón para colocar unas maderas para darle forma de carpa a las telas que su hija estaba cosiendo, tuvieron que ocultarse en la caja.
Tom estuvo a punto de preguntar por qué planeaba cerrar el balcón, pero al verla tan atareada, tratando de concretar la idea que tenía, no dijo nada y prefirió asociarlo a los cambios de la adolescencia que seguro estaba experimentando. Él quería que su Marinette fuera una niña para siempre, pero si podía darle privacidad en ese lugar, se la daría, sin problemas.
Cuando Tom terminó con el trabajo, ella le agradeció dándole un beso en la mejilla y lo despidió para seguir trabajando en darle un aspecto más acogedor, pues realmente esperaba que Chat Noir la visitara esa noche y pudieran comenzar a platicar de todo eso que los tenía separados como superhéroes.
...
Adrien iba y venía en su habitación, como un león enjaulado, sin entender qué era lo que lo tenía así... ¿por qué se sentía tan ansioso?
Sí, había sido un día de locos, pero entrar en una rutina con Marinette fue divertido y lo tuvo bastante contento, incluso a pesar de aquella pequeña discusión que pudieron arreglar tras conversar.... Tenía que haber otra razón, ¿pero cuál? ¿Por qué lo ponía tan nervioso la simple idea de ir a reunirse con ella?
¿Sería por cómo se comportó cuando se despidieron?
Sí, porque aquella faceta de Marinette lo tomó con la guardia baja completamente, dejándolo muy impresionado.
—¿Vas a ir o no? —la voz de Plagg lo hizo sobresaltarse, haciendo que lo mirara—. Digo, para saber si me termino el queso ahora o espero al regreso —le preguntó, haciendo que la mirada verde del chico bajara a la bandeja de queso, donde quedaban solo dos trozos— ¿A qué le tienes miedo? —ante la pregunta, volvió a sobresaltarse.
—Es que... —dudo en responder porque sabía cómo era su Kwami, pero terminó confesando —... no sé cómo comportarme con ella después de lo de la escuela —informó, tomándose las manos como si estuviera nervioso, notándolas levemente transpiradas—. Es como si fuera una Marinette distinta a la que conocía, como si fuera otra persona.
—¿Acaso no era esa la idea de este juego? —consultó, confundido por las palabras de su portador—. Tú le mostrarías que eres más que una cara bonita y ella que era más que una bolsa de palabras incoherentes.
—¡Plagg! —lo reprendió por aquella analogía.
—¿Qué? —preguntó, haciéndose el desentendido—. Marinette está siendo contigo como realmente es, así como querías, ¿cuál es el problema? —al ver que Adrien no podía hablar porque sus mejillas se pusieron completamente rojas, Plagg se echo a reír con clara alevosía— ¡¿Será que temes que mis palabras sean ciertas y descubras que sí te gusta?!
—¡Claro que no! —dijo, completamente abochornado por las palabras de su Kwami.
—Yo creo que sí —respondió con voz cantarina—. Por eso al verla comportarse como lo hace con el resto de la gente o como con Chat Noir, estás completamente perdido.
—Nada que ver —protestó, cruzándose de brazos, indignado—. Marinette no me afecta a ese punto. Ella es solo una buena amiga y nada de lo que haga o diga va a cambiar mi opinión sobre ella.
Plagg iba a reírse de su portador, pero no le dio tiempo de hacerlo pues le pidió que lo transformara para acudir a la cita.
Y si bien el chico había dicho que nada iba a hacerlo cambiar de opinión, sintió que lo que dijo era una vil mentira, en cuanto llegó al balcón de su amiga.
Mientras se acercaba al lugar, lo notó distinto. Había una tela rosada dándole un aspecto de carpa, con una leve abertura que imaginó que sería la entrada, pero cuando finalmente estuvo en el barandal y observó los cojines en el piso, la bandeja de chouquettes en una mesita y a Marinette sentada en la reposera con una bata de laboratorio blanca, un marco de anteojos azul sobre sus ojos y una libreta en sus manos, se sintió completamente indefenso.
¿Huir sería una opción en ese momento?
—Señor Noir —el tono serio de Marinette hizo que detuviera su huida y finalmente decidiera entrar en esa cosa extraña que la chica había preparado para él —. Buenas noches, pensé que no vendría.
—Casi no lo hago —confesó, haciendo que Marinette se pusiera de pie y caminara hacia él con el ceño fruncido. El chico retrocedió un paso, protegiéndose con sus brazos, pensando que iba a gritarle o algo así, pero lo único que hizo ella fue acercarse al barandal y cerrar la abertura para que nadie viera lo que pasaba ahí—. Eso me asustó —se dijo, con la mano en el pecho.
Cuando Marinette terminó de acomodar la tela, lo miró de reojo, pero no dijo nada, volviendo a su asiento en la reposera.
—Tome asiento —le dijo, señalando los cojines en el suelo—. Puede sentarse o acostarse, como guste... Ahora dígame, ¿por qué no pensaba venir?
—¿Siendo sincero?
—Por favor.
—Me estás dando miedo, Marinette...
—¿Y por qué? —le preguntó, sin quitar su pose de seriedad.
—Porque no pareces tú misma —la señaló.
—Oh —acto siguiente, se quitó las gafas y la bata blanca, dejando ver su típico atuendo: su polera blanca y su jean rosado —¿Ahora sí soy yo?
—Claro que sí —dijo, retomando la confianza que minutos atrás había perdido.
—Bueno, como verás, eso es exactamente lo que sentí cuando descubrí quien estaba bajo tu máscara.
Ahora fue el turno de Chat Noir de abrir la boca y dejar escapar una exclamación.
—No importa cómo nos vistamos o si tenemos algo que cubra nuestros ojos —dijo, tomando los marcos de los anteojos—. No cambia quiénes somos. ¿No es así?
Chat Noir tomó asiento sobre uno de los cojines, inmediatamente antes de responder.
—Eso me ha dejado sin palabras —dijo, observándola.
—Mi mamá me aconsejó... —le contó, levantándose de la reposera para sentarse frente a él —... y por lo visto tiene mucha razón, ¿no? —preguntó, recostándose sobre los cojines. Chat Noir la imitó y aquella posición hizo que ambos quedaran mirándose fijamente.
—Tu madre es una persona muy sabia —contestó, mirándola. Marinette ni siquiera supo donde sacó fuerzas para elevar su mano y apoyarla en la mejilla izquierda de Chat Noir— ¿Eh?
—Quiero ayudarte Chat, así que confía en mí... —le pidió cerrando los ojos—, Puedes decirme lo que quieras, lo que no puedes gritarle al mundo... y yo lo tomaré y lo guardaré para mí.
—Marinette... —susurró para luego elevar su mano y apoyarla sobre la de la chica para retirarla, lo que hizo que ella tomara esta acción como si le hubiera molestado el gesto. Luego de esto, Chat solo se movió sobre los cojines para quedar boca abajo, lo que hizo que notara como la tela de lunares que tenían sobre sus cabezas, parecía brillar.
—Es una tela mágica que brilla en la oscuridad —respondió a la pregunta no realizada por el superhéroe.
Chat Noir elevó su brazo derecho y lo pegó a su frente, cerrando los ojos.
—¿Sabes Marinette? Siento que no soy lo suficientemente confiable para que Ladybug me diga las cosas. —ante esto, Marinette se sentó de golpe para mirarlo—. Hasta ahora la culpaba por confiar en otras personas y no en mí, pero ahora me pregunto, ¿y si soy yo? ¿Qué tal si es porque no soy una persona digna de confiar?
—Pero... —Marinette estaba sin palabras por lo que Chat Noir decía, ¡Claro que era alguien de confianza para ella! ¿Por qué pensaba eso?
—Es la verdad... —soltó, mirándola —... Y no es solo de ahora sino que viene desde siempre. Tal vez solo soy una persona que debe verse y no escucharse, solo un rostro, como el que aparece en las publicidades que hay por todo París —Marinette quería decirle algo, pero lo vio tan a punto de explotar que solo lo dejó que soltara todo—. Toda mi vida ha sido así. Desde que tengo uso de razón, recuerdo que todo se me ordenaba, todo se me exigía, porque según mis padres, todo era por mi bien y por eso nunca me dejaron decidir por mí mismo. ¿Qué quiero usar? Lo que mi padre diga ¿Qué quiero hacer? Lo que mi mamá diga ¿A qué clase de idioma me quiero unir? A la que Nathalie aconsejara. Siempre fue así, ¿sabes? Adrien solo sigue ordenes de todo lo que le digan... Creo que por eso también, solo seguía a Ladybug cuando empezamos esta cruzada, porque estaba muy acostumbrado a que me dieran órdenes, que me dijeran qué hacer, porque no podía hacer nada por mi cuenta. Al final, era como un títere que no tiene voluntad propia, a quien todos manipulan y usan a conveniencia.
—¿Nada de lo que haces te gusta? —preguntó finalmente, tras la pausa que hizo —. ¿Ni chino, ni básquetbol, ni esgrima?
—¿Cómo sabes lo del basquetbol? —preguntó Chat Noir, sentándose para mirarla —. Lo hago en un taller privado, nadie sabe de eso.
—Ah, es que... —algo nerviosa se rascó la frente, en la que el superhéroe pudo notar un parche para desinflamar. La vio suspirar y meditar antes de confesar—... me sé toda tu agenda.
—¿Qué?
—Eso, que me sé toda tu agenda de acá a los próximos... tres años.
—Wow —fue lo único que pudo decir, sin saber cómo reaccionar, pues a pesar de estar acostumbrado a tener fans, a que la gente le tome fotos, incluso que tengan una gigantografía tamaño real de él... no hubiera imaginado eso de Marinette... Ella nunca dejaba de sorprenderlo.
—Sé que debe ser super raro y lo siento... —le explicó —, pero siempre he sido admiradora de tu padre. Mi meta era llegar a ser tan conocida como él en el mundo de la moda.
—Sí, eso lo sabía. —creía haberlo oído de Alya alguna vez, sobre los sueños de diseñadora que Marinette tenía.
—¿Recuerdas cuándo nos conocimos? —al ver que éste asentaba con la cabeza, continuó—. Alya fue la que hizo que te reconociera, porque si bien tu cara me resultaba conocida, no lograba recordar de dónde.
—¿De verdad?
—Sí —afirmó, bastante muerta de la pena—. Y como siempre he tenido una mala relación con Chloé, ya que prácticamente era su "juguete", lo que menos quería era caer en manos de otra persona igual, así que fue más que nada por eso que no quería nada contigo al inicio.
—¿Qué te hizo cambiar de opinión?
—Pues tú mismo —respondió sin titubeo —. Te paraste a mi lado, arreglaste el problema y me ofreciste tu amistad. Eso para mí fue muy significativo, aunque no sé por qué motivo empecé a comportarme de esa manera tan torpe.
—Pero es adorable —al terminar la frase, Chat se cubrió la boca con sus dedos enguantados y Marinette corrió la mirada a las bandejas de chouquette.
—¿Quieres uno? —ofreció, muy nerviosa.
—Sí, claro —Chat Noir tomó uno y se lo llevó a la boca, dejó que pasaran un par de minutos en silencio y volvió a retomar el tema —. Entonces... ¿Cómo sabes mi agenda?
—Bueno... —corrió la mirada hacia el tragaluz que daba a su habitación —... fue solo cuestión de investigar pues ya tenía algunos de tus horarios por ser la representante de la clase. Un día, la profesora Bustier me pidió que la ayudara con los horarios de las materias extracurriculares y sin darme cuenta, ya estaba toda esa información en mi cabeza —se rio de forma nerviosa —. El resto lo fui investigando y con toda esa información, armé un calendario.
—Realmente estoy muy sorprendido.
—Imagínate yo al descubrir que eras Chat Noir. Veía tu agenda y me preguntaba cómo rayos lograbas escabullirte.
—Bueno, ahora se me está dificultando un poco más. Mi padre me tiene totalmente absorbido desde que Nathalie se enfermó.
—¿Y ella está bien?
—No lo sé, lo único de lo que estoy seguro es que tiene la misma enfermedad de mi madre, así que estoy muy preocupado... —resopló, dejando caer sus hombros—... y cansado a la vez, porque ahora recibo más ordenes de mi padre y eso me agota, y hace que ya no disfrute ser Chat Noir como antes.
—Lo lamento —susurró, pensando en todo lo que cargaba Chat Noir tras su alegre personalidad.
—El esgrima sí lo hago porque me gusta —respondió con algo de emoción recuperada —... y me ha servido mucho a la hora de ser Chat Noir.
—Es que eso puede verse en tu cara. La emoción durante la competencia, la sonrisa cuando ganas... es algo maravilloso de ver, es como si brillaras —dijo tan emocionada que cuando se percató de lo que había dicho, ambos se vieron totalmente sonrojados, teniendo que correr la mirada una vez más. Chat Noir tomó otro chouquette y se volvió a recostar sobre los cojines.
—Gracias...
Marinette también volvió a recostarse sobre los cojines y sonrió.
—Gracias a ti por dejar que escuche lo que tenías que decir, pero ¿sabes? —dijo con decisión—. No creo que Ladybug no te diga las cosas porque no confía en ti, quizás hayan otros factores, cosas que no puede decirte... o simplemente porque ignora por todo lo que estás pasando. ¿Has planeado hablar con ella de todo esto?
—¿Y para qué? —le dijo, como si estuviera resignado—. Ella ya carga mucho con lo de ser guardiana, como para encima sumarle mis problemas.
—¿Y no pensaste que quizás el que no le digas nada, le suma más peso a su responsabilidad? No sé qué significará ser guardiana, pero estoy segura de que hay algo. Eres su compañero, el primero que tuvo, el que siempre la anima y la ayuda cuando siente que sus fuerzas se desvanecen, ¿cómo no vas a importarle?
—Puede que tengas razón...
—La tengo, confía en mí —le dijo, animada—. Aunque creas que eres una persona que no debe ser escuchada, creo que estás muy equivocado porque me hizo sentir bien escucharte, saber lo que piensas y lo que sientes... Te hace ver más como un ser humano, con emociones, con sentimientos llenos de incertidumbre, lejos de la imagen de Ángel de París o el superhéroe Chat Noir. Me gusta esto de conocerte más, Adrien.
La mención de su nombre hizo que él se sorprendiera, pero luego, casi sin pensarlo mucho se acercó a Marinette y le dio un beso en la frente, con sutileza pues recordaba el golpe que tenía.
—Y a mí me gusta esto de conocerte mejor, Marinette —le dijo, mirándola a los ojos —. No paras de sorprenderme y me gusta saber que ambas versiones de mí pueden contar contigo.
Ella solo sonrió, pero por dentro era una bola de nervios que solo quería gritar por aquel movimiento del chico.
Chat Noir se volvió a sentar, tomó otro chouquette y se puso de pie.
—¿Ya te vas?
—Creo que hablé mucho hoy. Ya estoy cansado.
—Entiendo —dijo, también poniéndose de pie.
—Gracias por todo, Marinette.
—Si necesitas seguir hablando de todo lo que sientes, aquí estaré.
El superhéroe solo le sonrió antes de abrir las amarras de la tela y poder salir de aquel balcón.
Cuando se alejó, Marinette cayó arrodillada sobre los cojines con los ojos llenos de lágrimas.
—¿Marinette? —dijo Tikki, apareciendo a su lado— ¿Estás bien?
—No —respondió—, por supuesto que no.
...
Adrien no pudo dormir bien aquella noche por todo lo que había pasado. ¿En que demonios estaba pensando?
La imagen de Marinette mirándolo, consolando, abrazando tus pedazos rotos, le habían dado el impulso de besarla, y si no fuera porque el traje de Chat Noir le daba cierto poder de reacción, fue lo suficiente hábil para desviarse y besarle la frente, aun sabiendo que tenía un golpe ahí, y así despistar su real movimiento.
Es que... ¡por todos los cielos! ¿Qué demonios le estaba pasando con su amiga Marinette?
¿Acaso estaba tan vulnerable que sus palabras de aliento y ánimo lo habían hecho sucumbir ante la emoción de la escena? ¿Cómo miraría a Marinette a la cara a partir de ahora?
Y lo peor era escuchar la voz de Plagg burlándose de que siempre tuvo razón... pero a él no podía gustarle Marinette, ¿verdad?
Sí, la quería, pero solo porque era una gran amiga para él, y más ahora que podía compartir su secreto con ella, haciéndola aún más especial, única...
Sí, eso tenía que ser... No podía haber otra cosa.
Se mantuvo con ese pensamiento todo el camino al colegio y respiró profundo mientras se acercaba al salón de clases, pues la risa de Marinette parecía llenar todo el espacio, agitando su corazón. Cuando se paró en la puerta y vio que todo se debía a que, sobre sus ojos celestes, tenía los mismos anteojos azules que había usado en la noche y la gorra roja de Nino como si estuviera imitándolo, con ambos morenos riéndose con ella, se sintió paralizado.
—Hey, viejo —lo saludó Marinette, imitando al chico junto a ella y haciendo que Alya volviera a reírse del acto.
Adrien volvió en sí, frunciendo el ceño al escuchar el saludo.
—¿Hola? —dijo, acercándose a ellos para tomar asiento en su lugar— ¿En qué estaban?
—Marinette llegó hoy con lentes —le explicó Alya, quitándole la gorra para devolvérsela a Nino, lo que hizo que el cabello que Marinette ocultaba en la gorra cayera sobre su espalda, completamente suelto. Adrien la miró embelesado sin pronunciar palabra y al parecer Alya lo notó, ya que inmediatamente le prohibió a Marinette volver a hacerse las coletas, para luego agregar—. Mira, Adrien, ¿No sé ve bonita Marinette así?
—Ehhh —dijo, completamente abochornado mirando a su amiga. ¿Qué decir? ¿Qué se veía preciosa? Eso solo alimentaria el fuego que veía en la mirada de Alya, que parecía como si buscara hacerlo admitir algo. ¿Era tan notorio su actual estado mental?
—¿Adrien? —volvió a insistir.
—Ya no lo molesten —dijo Marinette, tomando uno de los colets rojos que tenía en su muñeca izquierda para volver a atar su cabello.
—Se ve bien —dijo Adrien de golpe, poniéndose de pie, sobresaltando a los chicos—. Digo, no es como si antes no se viera bien, pero es que con el cabello suelto se ve mucho mejor y no es como si con las coletas no se viera bien también, ella es una chica preciosa y... —cuando se vio tan enredado con sus palabras y al ver la sonrisa victoriosa de Alya, se volvió a sentar, ocultando la cabeza entre sus brazos.
¿Qué demonios fue eso que salió de su boca?
—¡Alya! —la amonestó Marinette, en cuanto la vio chocar los cinco con Nino, como hacían cada vez que algo les salía bien—. Ya no lo molestes.
—Está bien... —dijo, elevando el tono de voz con la clara intención de que Adrien la escuchara—, pero solo digo que si es que van a jugar a ser los mejores amigos de la noche a la mañana, por qué no admitir que te ves bien cuando te ves bien. Los lentes hacen que te veas linda —resaltó.
—¡Alya! —volvió a protestar Marinette, haciendo que la chica levantara las manos en señal de derrota y tomara asiento, justo cuando empezaron a llegar sus demás compañeros al salón.
Marinette se quitó las gafas y tomó su teléfono celular, encorvándose contra él para que nadie viera lo que escribía. Tras mandar el mensaje, guardó el móvil y suspiró para tomar su Tablet y prenderla.
Adrien sintió la vibración de su teléfono, lo tomó y observó que tenía un mensaje de Marinette.
«Lamento lo de Alya, no le hagas caso. No puede tolerar que ahora cambie de mejor amigo». Aquello hizo que Adrien ladeara levemente la comisura de sus labios. «Y por lo de anoche, no te preocupes. Lo que me dijiste me lo llevaré a la tumba». Sus palabras acompañadas con un monito azul que simulaba estar muerto, sosteniéndose una flor, hicieron que finalmente se riera. Observó a su alrededor, notando que los demás lo miraban extraño y finalmente se enderezó en su asiento, guardando el teléfono en su bolso.
Marinette tomó la risa de Adrien como una señal de que todo estaba bien entre ellos y suspiró aliviada. La jornada escolar inició y estuvo completamente tranquila, hasta que la señal akuma hizo que la profesora Bustier activara el protocolo de emergencia para que cada uno de sus estudiantes estuviera a salvo. Alya ayudó a la profesora para darle la posibilidad a Marinette de escabullirse y así poder convertirse en Ladybug.
Cuando el traje rojo con motas negras la cubrió por completo, la superheroina supo que había llegado el momento de enfrentar también a Chat Noir.
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El Rinconcito de la que escribe:
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Nuevamente llegamos a otro capitulo... Mari con Chat va avanzando y el corazón de Adrien empieza a entrar en conflicto. ¿Terminará de sucumbir ante los encantos de Marinette?
¿Qué pasará cuando se vuelvan a ver como Ladybug y Chat Noir?
No se lo pierdan, en la próxima actualización...
xD Con el spoiler de Gloob de hoy, este capitulo y el que sigue están bien ad hoc.
Cabe aclarar que este fic es posterior a Efímero. Así que todo lo que ha pasado previo a Efímero tendrá relevancia en este escrito.
Así que nos vemos en cuanto tenga el capítulo cinco de la mano de mi siempre compañera Kary, quien realiza el beteo de cada capítulo.
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Y eso, muchísimas gracias por darle una oportunidad y leer cada uno de mis escritos.
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Aquatic
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10 de Enero 2022
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