26, Los secretos detrás de la joya.

 Jim se sentó en el borde de la cama, y vio con atención a Aria. En la mañana, y durante alguna clase en común, noto cierto cansancio reflejado. No era algo reciente, sino que venía observando desde el momento en que volvió a la vida. 

—Es un resfriado fuerte —dijo, y dio una sonrisa—. 

—Si, pero me siento mejor —contesto Aria. 

 Agacho la mirada, y tomo la mano de Jim, para volver a verlo, y sonreírle, con las mejillas ruborizadas. 

—Al menos ahora —añadió—, ¿Tu como te siente? Sabes que me puedes decir lo que sea. 

 Con la mano libre, rasco su nuca nervioso, y lo expreso con un risa algo trabada. No iba a negar que algo de vergüenza sentía. El haber bebido aquel café, y confesado el gran temor que ocultaba, no era lo que tenía en mente cuando hablo de un cita. 

 Sin embargo, viendo sus manos juntas, y luego aquella mirada verde, llena de brillo y calma, noto que tan mal no les fue, si ella aun seguía derramando aquel cariño. 

—¿Ahora? —dijo—, también me siento mejor. 

 Por un momento, y dejando la vergüenza de lado, se arrimo a ella. Cuando estuvo tan cerca que pudo sentir la calidez de su piel, Robert entro al cuarto, tomándolos por sorpresa. Jim y Aria podían enfrentarse a lo que sea, sin temor a los raspones, pero no veían necesario alzar la ira de un padre. 

—La puerta abierta —exclamo.

 Se acerco a ellos, y contra su voluntad, le sonrió al muchacho que parecía no entender que debía soltar la mano de su hijita. 

—¿Cómo te sientes, cariño? —pregunto y paso una mano por la frente de la adolescente—. Que raro, Meissa me dijo que estabas mal. 

 Ante los nervios, Aria se puso de pie de inmediato, y dando un vuelta con los brazos abiertos, le aseguro tanto a su papá como a Jim, que estaba mucho mejor. Logro verse en el espejo, hasta ella se noto en mejor condición que días atrás. 

Su piel trigueña volvía a tener un brillo natural, y el cabello castaño, caía sedoso por si espalda como nunca antes. En sus ojos verdes se refleja vida, igual que en su sonrisa.

—Es un milagro —dijo con entusiasmo—. Hasta siento que puedo pasar horas entrenando con Draal humano. 

—¿Draal? —pregunto Bob. 

—¿Draal humano? —pregunto Jim, mas sorprendido que Robert.  

 A esa altura, habían perdido la vergüenza de llevar mas humanos a donde estos no debían dar un paso mas. Y los troles no parecían tan incomodos con la presencia de las bolsas de carne. En su momento tuvieron a Blinky como uno, a la princesa y su sobrina, al cazatroll, y la guardiana con los amigos, ahora se le sumaba Draal, y Robert. 

—¿Esto es cierto? —pregunto por tercera vez. 

 Estaba tan asombrado como espantado. Amaba las piedras, y nunca llego a pensar que eso se mezclaría con lo que Alexia tanto amaba. La magia, la fantasía, y la ciencia (al menos eso quería creer él) se unían para darle vida a esos seres pesados y gruesos, rocosos, de voces rasposas, y tan irreales. 

—No los toques así —murmuro Aria, con una sonrisa. 

 Pasaba la mano por la barba de AAARRRGGGHH y este agitaba una pierna, haciendo que todo tiemble. 

—Esto es asombroso —exclamo—. Todos estos minerales, las capas de tierra, el nivel de oxidación. 

—Si señor G —exclamo Toby acercándose a él—, ¿Cierto que esto es una locura?

—La mejor de todas —respondió emocionado. 

 Mientras admiraban al resto de troles, Aria se alejó de ellos. Un leve dolor de cabeza, la obligo a ir a un refugio para evitar que alguien mas notara como de repente su piel perdió el brillo, y la piedra parecía pesar mas que en cualquier otra ocasión. 

 Gunmar tuvo un sueño. Oyó la voz de quien una vez fue su amada. Tan serena como la noche, y oscura como un cielo sin estrellas ni luna. 

—Esta voz es la cierta —hablo Nix—. Abre los ojos, observa quienes están de tu lado. 

 El troll giro hasta dar con la silueta oscura y repleta de estrellas en su interior. Era la primera vez en muchos años que la volvía a ver, y escuchar. 

—¿Qué necesito para que estés a mi lado de vuelta? —pregunto, ignorando la advertencia. 

 Juro a verla visto sonreír. Se encontró con su mirada violeta, y esta de pronto se lleno de brillo. 

—Tan romántico —dijo ella—. Aun sigues pensando en mi. 

—Nunca deje de hacerlo, menos ahora que hay una oportunidad —hablo el troll—. Te traeré de vuelta, despertaremos a Morgana, y el mundo nos pertenecerá.

—En ese caso ...

 La silueta se acerco a él, y lo rodeo como una sombra, hasta atravesarlo.

—Captura a la guardiana, y si puedes —murmuro—, consigue el Báculo de Avalon. 

 Despertó, con una sola idea en mente. Buscar a quien le hacía perder el tiempo, los traidores, a la guardiana y el instrumento de Merlín.    

 Cuando menos se dio cuenta, estaba otra vez con su papá y el resto. El dolor de cabeza desapareció, y la joya otra vez fue liviana. No sabía de que reían, y lo siguió haciendo estando cómoda con el momento. 

 Hasta que llego Candra, junto con Asteria, las dos de mal humor, mas aun la joven cazadora. Quien lejos de verse contenta como el resto, no dejaba de fruncir el ceño. 

—Que lindo, no sabía que te gustaba la bisutería de trolls —se burlo Jim. 

 La rubia vio lo que decoraba su muñeca, y se cruzo de brazos, dándole a Jim la peor de las miradas. 

—Si, sigue riendo, porque en cuanto me saque esto, pateare tu flacucho trasero —gruño la rubia—. No es tan difícil como crees, ya lo hice antes.  

Cuando se entero que aquella muñequera no la iba a detener en eso, corrió a Jim,  y este huyo de ella tan rápido como pudo. Asteria no dejaba de ser una gran cazadora, ágil y veloz. No tardo en alcanzarlo, y acorralarlo.   

—Con eso sabremos donde esta en todo momento —explico Candra. 

—¿Cuál es su castigo? —pregunto Toby. 

—Ser de los buenos por una vez en su vida —dijo la joven troll. 

 Aunque Asteria veía aquello como un castigo, no lo iba a decir, pero agradecía esa segunda o quizás tercera oportunidad que le estaban dando. Conoció una realidad que nunca tuvo presente, la de ser comprendida y perdonada, pues el resto de cazadoras le dieron la espalda en cuanto supieron como flaqueo antes las oportunidades de demostrar la grandeza de un linaje. 

 Ahora vivía con su abuela paterna, pues ni la madre o la otra abuela, ambas antiguas cazadoras, eran capaces de verla a los ojos sin sentirse decepcionadas. 

—Quizás ahora pueda ser como nosotros —dijo Aria. 

—¿Cómo? —pregunto Candra. 

—Ya sabes, como adolescentes casi normales —respondió y dio una sonrisa—, creo que todos merecemos eso, ¿No?

 Sin esperar una respuesta, salió corriendo en dirección del resto que parecían divertidos, entre gritos y juegos. La joven guardiana, había decidido no dejar pasar esas pequeñas oportunidades en donde podían ser niños jugando al cuento de fantasía.

 Meissa veía con enojo tanto a la princesa como a la bruja. Las dos parecían niñas que no sabían como defenderse de una travesura. 

—Sabía que no eras una mujer común —murmuro la princesa. 

—¿Qué dices? —cuestiono Meissa. 

 Ahora no lucia como la dulce anciana. Mas bien, se veía un poco mas joven, sin el cabello lleno de canas, la piel trigueña brillante, y emanaba una fuerte energía mágica.

—Solo tenías una tarea, siempre tuviste una tarea, y no dejas de meter la pata —dijo la mujer. 

 Arabella vio a Aria, y como su mirada celeste se iba cristalizando por las lagrimas. 

—Oiga señora, ella no tuvo la culpa de lo que paso —exclamo la rubia. 

—Cierra la boca, bruja —dijo la mujer—. Esto paso, porque no puedes mantener la cabeza en un único objetivo. Ahora mi nieta corre peligro por algo que se pudo evitar. 

 Aria abrió la boca y de esta no salía ninguna palabra. No podía evitar pensar en algo sin que el enojo la cubriera por completo. 

—¡No! —grito, y se puso de pie. 

 Se acerco furiosa a la mujer. 

—Se supone que estabas muerta, como el resto de nosotras —gruño—. Yo estoy muerta, viendo a lo lejos como la gente que amo sigue, sin dejar de contemplarlos a lo lejos, porque no puedo hacer mas nada. 

La gata blanca de la bruja, se sentó en el regazo de esta, para evitar que dijera algo, y hacer que la situación se tornara mas calurosa. 

—Espera, también quiero respuestas —dijo, y las vio—. La princesa tiene razón, todos los que conocemos la historia sabemos que para que la joya pase a alguien mas, la antigua portadora debía morir. 

—Arabella, no te metas —murmuro la gata. 

—Ah ah —negó con la cabeza—. Quiero saber.

—Oh, por las diosas, no puedes mantener la boca cerrada —dijo la gata—. Lo haces a propósito.

—No, le doy un empujoncito —murmuro la rubia.

Aria vio a la bruja, y después a la mujer. No podía creer que estuviera del mismo lado que la rubia.

—Zelda, tu tendrías que estar muerta, hay libros de magia que dicen como moriste —dijo, acercándose a ella—. Yo morí, por algo que me pudiste advertir, mientras que tu formaste una familia. 

Tomó aire, y contuvo las lágrimas.

—Vi como mi familia se desarmaba, por mi culpa, y tú no hiciste nada para evitarlo —dijo, conteniendo las ganas de llorar—. Me pudiste ayudar.

—No sabes de que hablas niña —gruño Meissa. 

—Te equivocas, se muy bien de lo que hablo —respondió. 

 Su mirada reflejaba el enojo que la invadía y lo traicionada que se sentía. Frente al silencio de la mayor, decidió irse. Aun con una verdad revelada, no podía dejar que a Aria le pasara algo por una maldición que estaba segura que se podía evitar. 

★★★

Hola mis soles, ¿Cómo les va?

Pidan un deseo, hay una actualización 😎 y también cambie la portada, ¿Por qué? Porque puedo.

Ja, este capítulo, es la recta final. La que no tengo escrita, y otra vez me olvide como iba. Así es, está autora no siempre escribí sus ideas 😭

Bueno, no hay mucho que decir, salvó que el próximo capítulo se viene uf uf uf uf

✨ Besitos besitos, chau chau ✨


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