— ¡Qué fácil, es un juego de bebés! —exclamó Santiago.

— Sí, ¡qué fácil!, igual juguemos, así lo devolvemos al señor Jarandilla antes de que vuelva.

Presionaron el botón de inicio e inmediatamente pasó algo extraño. Una luz misteriosa salió de la computadora y de repente los niños aparecieron en otro lugar...

Ya no estaban frente a la computadora, ni tampoco en casa de Santiago. Era una especie de selva, pero no una selva cualquiera; estaba a la orilla del mar y a lo lejos podían verse montañas y volcanes en erupción.

— ¡¿Qué pasó?! ¡¿Dónde estamos?! —gritó Belén.

— No sé, ¿crees que nos chupó el juego?

—Santiago parecía bastante nervioso.

—Creo que sí...

Estaban muy asustados. Sin estar seguros de qué hacer caminaron sin rumbo, esperando encontrar a alguien.

De repente escucharon música de videojuego y un ruido más fuerte que sobre pasaba ese sonido. Eran pisadas que se acercaban; de algo muy, muy grande...