CAPITULO 6.5

HOPE

A medida que subimos los escalones de la gran escalera, me voy dando cuenta que no solamente el viejo edificio te engaña con su fachada de enfrente, algo deteriorada por su edad.

Sino, su interior también.

Ya que, parece desde el exterior algo pequeña su construcción y sin embargo es grande, espaciosa y muy bien cuidada.

Y aunque, su mobiliario y decoración es escasa como también antaña.

Más bien, lo justo y necesario.

Todo, está en perfecto cuidado y aseo.

Subo cada escalón despacio, siguiendo a Caleb y trastabillo en uno, por prestar atención en el recibidor del primer piso al pasar.

Por una gran foto mural que da la bienvenida y ocupa, casi todo su ancho en la pared principal con un par de bailarines.

Me detengo para observarlo con cuidado.

Porque, es...hermoso...

Tan bello que difícil, no detenerse a contemplarlo.

Es una pareja.

Fotografía en color sepia como con ciertas matices en blanco y negro.

Y aunque sus sombras y tono de ella, por sus vestimentas oscuras y lugar en que lo hacen, se mimetizan y juegan con la vista de uno, por la focalización del artista fotógrafo.

No deja de ser asombrosa y digna de ser admirada.

¿Y no entiendo...por qué?

Ya que no sé, qué, danza o baile que están bailando al ser algo estático, pero causa que mi piel se erice y cierto ahogo inunda mi pecho.

Mis manos sudan.

Porque me atrae.

Me llama.

Mucho.

Y mis ojos la recorren.

Ella, es hermosa y joven.

Por el color de la fotografía y su peinado con un recogido alto como tenso, sería difícil de definir su tono de pelo.

Tal vez, rojizo.

Pero todo ella, irradia sensualidad y feminidad con su vestido corto, pero de corte extraño, ceñido y sexi.

Tiene su cuerpo contra él, vestido ambos de negro y red.

Sus manos en posición, están entrelazadas y un brazo de él.

Moreno, caliente y de forma posesiva, retiene una pierna de ella en una sexi posición flexionada.

Y aunque sus rostros de perfil están a un respiro de besarse de distancia, no es eso lo que provoca cierta excitación.

Sino.

La postura y forma en que sus cuerpos se tocan.

Exudan.

Trasmiten.

- Mierda... - Murmuro, tocando la foto con cuidado.

- ¿Lindo, no? - La voz de Caleb, me hace dejar de observar la foto.

Asiento.

- Es hermoso. - Señalo a la chica. - Ella es hermosa.

Caleb se pone a la par mía para mirarla en detalle también y con las manos en los bolsillos de su pantalón deportivo.

- Sip. - Solo es su respuesta.

Frunzo mi nariz.

¿Solo eso?

Viniendo de él, esperaba por lo menos un abecedario de adjetivos calientes, contra ese cuerpo femenino sexi.

Toma mi mano y con su barbilla, señala el mural.

- Otro día, te cuento su historia. - Me dice. - Debemos seguir... - Mira la hora de su reloj. - Voy llegando tarde y ya deben estar esperándome...

¿Eh?

- ¿Deben, estar? - Repito por lo plural y ríe delante de mí, subiendo el último tramo de escaleras a el segundo piso.

Y resoplo, dejándome llevar.

Porque, no entiendo nada...

Quiero preguntarle algo más, pero la suave música con cada paso que subimos, aumenta y nos colma.

Un recibidor más pequeño que el anterior, nos recibe y con ella, una gran puerta de doble hoja en madera y amplios vidrios de donde cuelgan de su interior, largas cortinas en cada una de un blanco marfil.

Está a medio abrir y desde adentro, nace la música que escuchaba algo intangible a la distancia y piso más abajo.

A medida que nos acercamos mi boca se va cayendo y más, cuando Caleb empuja de ella conmigo de la mano, para entrar y veo.

https://youtu.be/ic4PQ-tnwJw

Mi cuerpo se detiene en seco, causando que Caleb también en su marcha, de golpe al querer rodear el salón para cruzarlo y llegar del otro lado.

Porque en él, varías parejas están bailando al ritmo de la música.

Son una media docena de ellas.

Hombres y mujeres.

Que con ropa escasa, sexi y como si fueran espejos entre ellos por seguir a tiempo la coreografía, danzan al compás.

Del Tango.

Y la fotografía del gran mural piso abajo, viene a mi mente.

Dios...

¿Esto es acaso?

Miro a Caleb.

- Un estudio de danza latinas... - Responde por mí y sobre esa música llena de acordeón con piano sensual.

Con su índice en alto, señala el techo.

- ...en el último piso, los ritmos Salsa, Merengue y Cha-cha-cha... - Y su sonrisa se amplía, cuando mira a los bailarines y lo que nos rodea. - ..acá Tango, Hop...

Mis ojos bajan a su mano que tiene entrelazada a la mía, porque su pulgar acaricia mis nudillos, para luego volver a mirar a las a las parejas.

Roces de cuerpos, sudando sensualidad.

Tango.

El latir de dos siendo uno, con cada paso marcado y manos dibujando el cuerpo del otro.

El dulce, Tango.

Piernas entrelazadas.

Movimientos y acrobacias en el aire.

Sensualidad.

Y el señor...Tango.

Con mi mano libre acaricio mi otro brazo porque un escalofrío, me recorre por una sensación nueva y extraña sin poder dejar de mirarlos.

Un imán.

Es agradable y lleno de miedo.

Oh mierda...

¿Qué, me pasa?

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