CAPITULO 6
HOPE
<< Antes, tenemos que hacer una parada por casa...>>
Suspiro indecisa, apagando el motor de mi coche ya estacionada sobre la acera de ella, recordando su únicas palabras en el estacionamiento del Holding.
Me apoyo en el volante y lo observo como baja del auto cerrando la puerta.
Pero hace dos pasos, se da vuelta y se inclina a la altura de su lado de la ventanilla con una sonrisa.
- ¿Qué esperas?
¿Yo?
Miro a un lado y luego a él, sin entender.
Se vuelve sobre sus pasos haciendo caer sus hombros, para luego apoyar sus brazos en la ventana abierta y mirarme.
Una seña.
- Baja, Hope.
Ladeo mi cabeza, porque esto se pone sospechoso.
Tíos viajando.
Casa sola.
Caleb.
Yo.
Su habitación.
¿Dije, Caleb?
Hombre y mujer.
Cóctel, sensualmente peligroso.
Nop.
Niego.
- No creo, que sea buena idea. - Aclaro mi garganta y como si nada, aliso mi falda con mis manos. - Te espero, aquí...
Y su carcajada me hace elevar mi vista, para encontrarme la suya divertida con esos ojos alegres, de mierda y muy sexis, con su barbilla entre sus manos relajado.
Hace a un lado su pelo.
- No te voy a coger, Hop...
Santa.Mierda.Con.Su.Sinceridad.
Su rostro, se inclina más dentro del coche.
- Sería incapaz de tocarte solo por sexo... - Sus ojos bajan a sus pies por un segundo pensativo, para luego sostenerlo con los míos de forma profunda y decidida. - ...porque, te amo futura esposa... - Mis manos como puño, arrugan el borde de falda al escucharlo.
Se sonríe al verlo.
- ...y si estoy dentro de ti, es porque haremos el amor y... - Su índice me señala. -...porque tú, me lo vas a pedir sea en un sofá, contra una pared o en la cama hasta volvernos locos de amor los dos y te tenga temblorosa como húmeda por ello...
Dos veces, Santa.Mierda.
Se endereza, ya afuera del coche y extiende una mano hacia mí, esperando sonriendo y como si nada.
Jesús.
Fue lo más cochino, porno y hermoso, que me dijeron en la vida.
Pero ruedo mis ojos para disimular y salgo con un resoplido, seguido de un fuerte golpe al cerrar la puerta de mi coche.
Se me da bien últimamente, lo del portazo.
- En tu sus sueños... - Gruño, tirando mi pelo atado detrás de mi hombro con suficiencia y paso por su lado con mi barbilla en alto, sin esperarlo y siendo mis tacos altos, el único sonido entre nosotros dos por el caminito de piedras a la puerta principal.
Sin moverse, sus ojos me siguen con una media sonrisita.
No me importa.
Lo espero cruzada de brazos sobre mi pecho y con pie descansando, con aire de impaciencia en la entrada.
Esa postura rígida es obligada o desfallezco contra el piso como gelatina, porque mis piernas aún, retienen ese juramento caliente y tan lindo como ordinario.
Se detiene a metro mío, buscando sus llaves en el bolsillo trasero de sus jodidos jeans oscuros, gastados y sexis.
Y aprieta un botón del llavero, causando que la puerta automática de la cochera se eleve.
¿Eh?
- No iremos en tu coche. - Responde a mi mirada curiosa.
Me acerco y estrecho mis ojos para mirar en la oscuridad.
- No iré en tu moto, Caleb. - La señalo en un rincón estacionada y con una funda encima.
Es de color negra y grande, pero lo que tiene de hermosa, lo tiene de peligrosa por su tamaño.
Niega divertido y yendo al otro extremo.
Saca su bicicleta todo terreno sacudiendo el polvo de su asiento con un golpe de su mano.
Arrugo mi nariz y ríe por eso.
Acto seguido, saca otra.
Una verde y muy bonita.
- La de mamá... - Dice.
¡Eh!
Sacudo mi cabeza.
- No.
Su sonrisa vuelve, ubicándola al lado de la otra.
- Sip. - Niego y sus ojos se achican. - Prometiste acompañarme a mi cita... - Argumenta.
- ¡Mentira! ¡Jamás, dije eso! - Chillo.
Se sonríe.
- Pero tus ojos, sí.
Abro la boca y la cierro.
Mierda.
No sé, que decir.
- Es cerca, Hop. - Promete, agachándose para verificar las ruedas de ambas si están infladas.
Juego con la punta de uno de mis zapatos en el piso.
Uno de mis favoritos.
Estiletos extra tacón altos y poderosos en color azul.
Con ellos puestos, supero a Caleb por unos generosos y más de diez centímetros en altura.
Y mis mejillas pican, porque estoy algo avergonzada por lo que voy a decir.
- Yo, no puedo...
Su mirada se levanta, pero sigue con las ruedas agachado y me recorre con ella.
- ¿Por tu ropa? - Se encoge de hombros, despreocupado. - Te prestaré algo mío...
Niego todavía y pensando por qué, diablos accedí.
¿Por qué, dije que si?
¿Y por qué, por unas de sus burradas voy a faltar por primera vez a clases?
Santo Dios.
¡Eso provocará, que colapse mañana mi agenda diaria y programada!
- Deja de hacer eso. - Su voz me saca de mis pensamientos. - Ya te dije, que te sale humo. - Se yergue sacudiendo sus manos entre sí y contra sus jeans.
- Yo no sé, andar en bicicleta... -Suelto al fin, haciendo caso omiso a su broma.
Me mira.
Me sigue mirando.
Y sus labios, hacen una mueca mordiendo ellos.
¿Reteniendo la risa?
Y elevo mis manos al cielo.
- Ríete lo que quieras, pero es la verdad. - Las señalo. - Todo lo que tiene dos ruedas es sinónimo de peligro para mí... - Dejo caer mis hombros y con ellos, mis brazos.
Se le escapa una risa y la señala.
- ¿Les tienes miedo a una bicicleta?
Lo miro con odio.
- ¡No! - Balbuceo. Mierda conmigo. - S..solo, respeto...
Toma mi mano y otra vez, esa descarga por sentir ambas unidas.
- Lo solucionaremos a ambos... - Dice, jalándome con él a la puerta interna que da a la casa.
- ¿Ambos? - Pregunto, dejándome llevar y sin entender subiendo las escaleras una vez dentro.
Ríe, abriendo la puerta de su habitación.
- Sip. Y empezaremos con la primera...
Arrugo mi nariz.
No sé, si, porque suelta mi mano o por verlo abriendo cajones y saca una camiseta estilo playera blanca y un pantalón de gimnasia claros de hombre y me los lanza tomándolos en el aire.
- ¡Yo no me voy a poner esta mierda, Caleb! - Chillo.
Me mira por sobre su hombro.
- ¡Claro, que sí!
Niego tirándolo sobre la cama, aún desprolija por amanecerse con su follada rubia de turno.
- ¡No! Es de hombre. - Busco cualquier justificativo. - Me va grande y no es sexi...
Se acerca a mí y yo, retrocedo esos pasos que da.
Su rostro casi roza el mío, sus ojos me recorren y sus manos reposan a ambos lados de mi cadera.
- Créeme, será lo más sexi que vi en mi vida, Hope... - Me susurra, para luego descender sus manos por el contorno de mi cuerpo y lentamente seguir sobre mi falda y mis piernas desnudas, hasta llegar a mis zapatos.
Mi cuerpo convulsiona al sentir sus pulgares acariciar mis talones.
Porque, es con ternura.
Carajo.
- Sostente de mi hombro, Hop... - Dice, sin dejar de mirarme a través de sus pestañas y lo hago, al ver que solo me quiere ayudar a quitar el primer tacón.
Luego el otro.
Y un suspiro sale de él, cuando se eleva y nuestros ojos casi se nivelan uno frente al otro, sin mis zapatos.
Caleb, solo me pasa por un centímetro escaso sin ellos puestos.
Y sus ojos, sonríen divertido.
Mierda con ellos, lindos y sinceros.
- Yo volví a ser alto por un rato y tu normal. - Murmura, por casi nuestras alturas iguales.
Suelto una risita, mientras pone sobre mis manos la ropa que lancé a la cama.
- Por favor... - Ruega bajito. - Quiero que vengas a mi cita...
CALEB
¿No sabe andar en bicicleta?
Quería desparramarme por el piso de la risa y tuve que usar de toda mi voluntad y la que no, para no hacerlo.
¿Por qué?
Y su mirada es de decepción, ante ella misma por confesarlo.
La gran Hope Mon.
Señorita perfección.
La que todo controla y rige su vida en base a ello.
La del carácter fuerte, que enfrentaría al mismo diablo sin titubear.
Mi Anabelle...
Le teme a una simple bicicleta de color verde.
Apoyé mi índice en mi barbilla pensativo y sonreí, porque no iba ser un obstáculo eso que me dio como primer excusa.
Mis ojos la recorren.
Y por la segunda, tampoco...
HOPE
Me giro de perfil frente al gran espejo de su baño con su ropa puesta y suelto una risa, terminando de secar mi rostro lavado con la toalla de mano.
Soy un costal de lo grande que me va.
Si mamá me viera.
Estiro más el cordón que ciñe la cintura y me agacho para doblar más el ruedo de los pantalones, para no pisarlo con las zapatillas blancas de tía Mel que me alcanzó Caleb.
Aliso con mis manos, el largo de la camiseta que me llega un poco arriba de las rodillas.
- Listo... - Suspiro y saliendo en busca de mi primo, que bajó por agua y para darme algo de privacidad.
Pero a mitad de las escaleras, me detengo al verlo venir.
Totalmente en su mundo, bebe un sorbo de la botella chequeando su celular y mis ojos recorren su brazo flexionado y elevado que con ese movimiento, provoca que la tela negra de su camisa se ciña y marque su brazo tonificado.
Miro su boca, bebiendo.
Es tan llena y perfecta.
Todo Caleb se ve sexi, caliente y tierno, exudando esa energía tan él de alegría que es como un imán para mí.
Sus ojos se elevan y antes de que se dé cuenta que lo estuve mirando tipo babosa, pongo las manos en la cintura tipo sargenta.
- ¿Cómo me veo? - Murmuro con su ropa puesta.
Sonríe y apoya un hombro en la pared, guardando su celular en un bolsillo delantero de sus jeans oscuros.
Me mira y mierda otra vez, con sus ojos lindos.
- Como para hacerte, tres hijos de una... - Me susurra suave.
Y carajo, con ese calorcito que nace de mi bajo vientre...
Suelta una carcajada, antes de que yo pueda decir algo por su mierda pervertida, subiendo las escaleras.
Se detiene en el peldaño que quedé, inclinando su cuerpo levemente a mí.
Y mi mano aprieta con fuerza la baranda de madera ante su proximidad, invadiendo mi espacio personal.
Su nariz roza lo mía, mientras eleva ambas cejas gruesas y delineadas.
- Mi turno. - Dice con tono divertido y sin perder tiempo, prosigue viaje hasta su habitación.
Cuando escucho su puerta cerrarse, es la señal para derrumbarme sobre los escalones, cual lo hago y exhalo aire.
- Jesús... - Susurro con una mano en mi pecho, frotando. - ¿Qué mierda, es todo esto?
CALEB
Cerré la puerta de mi habitación con fuerza y con toda mi espalda sobre ella, me dejé caer deslizándome sobre esta, hasta quedar sentado en el suelo.
Necesitaba escapar.
En realidad una distancia, porque mi cuerpo pedía a gritos el suyo y mi promesa de no tocarla hasta que Hope me lo pidiera, se iba a ir a la mierda.
Cambiarme por algo más cómodo, fue la excusa perfecta.
Elevé una rodilla y apoyé un brazo en ella, tirando mi pelo a un lado.
- Jesús. - Dije bajito. - Cuanto la amo... - Susurré, frotando mi pecho con mi otra mano.
Porque verla con mi ropa holgada puesta, fue la visión más hermosa que vi en mi vida.
Tan simple.
Sin trajes.
Ni tacos.
Y con su rostro lavado de maquillaje, que y aunque le queda de muerte el puesto en su rostro, lejos de ello mi Anabelle simplemente normal y fuera de sus locas responsabilidades con metas personales.
Era hermosa.
HOPE
- ¡Ni una, mierda! - Chillé sin moverme de la acera, cruzando más mis brazos y retrocediendo dos pasos para hacer más grande la distancia de Caleb.
Que montado en su bicicleta y con ropa deportiva, ríe a mi espera descartando la de tía Mel.
Me guiña un ojo y dando una palmadita al caño de esta.
- Será divertido. - Me dice alegre.
¿QUÉ?
¿Ser llevada por él?
Miro el caño entre él y el manubrio.
Niego.
- ¡Ni lo sueñes! Eso es peligroso. - Elevo la llave de mi coche. - Te sigo en el auto.
- ¡Claro, que no! - Dice él.
- ¡Claro, que sí! - Digo yo.
Y no lo pienso dos veces, me encamino a mi coche.
Que se joda si no le gusta.
Punto.
Y la alarma desactivándose de este, suena sobre su voz.
- ¡Cobarde! - Que me dice.
¿¡Ehh!?
Me detengo de golpe y mis manos se hacen puños a mis lados y lo miro odiosa por sobre mi hombro.
- Repítelo... - Gruño.
Y una media sonrisa, dibuja sus labios y no se intimida.
Porque, su mirada es desafiante.
- Cobarde.Hope.Mon. - Exclama de forma lenta y deletreando perfecto.
Pero, que pendejo.
Me giro a él, de forma dura.
Y como tal, con mi mano apuntando el coche, activo otra vez su alarma y también de forma dura, camino hacia él y a la máquina maldita de dos ruedas.
- Hazte a un lado... - Mastico la orden, corriendo su brazo de un manotazo, provocando que ría para acomodarme sobre él y ese caño del infierno. - ...no...soy cobarde... - Acoto indecisa sin saber que hacer y mirando para todos lados por una postura que ante mi indecisión, sus manos fuertes toman mi cintura y su voz acaricia mi oreja.
Oh Mierda.
- Lo sé, Hop... - Me dice bajito y con un movimiento, me levanta para sentarme de lado y arriba del caño.
Y mis manos, se aferran a sus brazos con fuerza por miedo.
Sonríe acomodando mejor la mochila en su espalda y sobre el asiento, mientras sus brazos toman el manubrio y me rodean.
- Tranquila... - Me dice a los ojos. Mierda. - Nunca, dejaría que te hicieras daño. - Besa mi mejilla ¿Eh? - Prometo que será divertido, prima. - Finaliza y con un grito mío, porque comienza a pedalear mientras nos sumergimos en las calles.
El aire cálido de la tarde acaricia mi rostro, haciendo que mechones de mi pelo atado de forma tensa en la mañana, ya ahora algo flojo, se suelte por mis lados y vayan al ritmo de la brisa.
Vecinos en sus patios delanteros de sus casas que al vernos, nos saludan mientras riegan su jardín o simplemente hablan entre ellos.
Niños de las cuadras en bicis también o skate, nos acompañan una distancia entre sus risas infantiles.
Y yo, río con ellos.
No lo puedo evitar.
Y mi mano, se eleva a mis labios sorprendida.
Sip.
Lo estoy haciendo.
De verdad, estoy riendo.
Mucho.
Y por estar montada en una bici por primera vez, mientras me dejo llevar.
Porque, se siente bien.
Y cierro mis ojos elevando algo mi rostro, para que los rayos de sol bañen mi cara.
Suspiro.
Ahora entiendo a Juno y su amor por andar en bicicleta.
Siempre me decía ante mis caras raras por verla sobre ella, que el paisaje montada en una, no es lo mismo que ir en coche o caminando.
Que era especial...
Los abro para encontrarme los del Caleb que sin dejar de pedalear, me mira y aunque no sonríe como los niños que iban a nuestro lado o como yo.
Sus ojos...sí...
CALEB
Termino de encadenar la bicicleta sobre la acera en el lugar para ellas, sin dejar de contemplar a Hope que sosteniendo mi mochila entre sus brazos junto a su pecho, mira el viejo edificio de tres plantas de ladrillo visto.
Cual, desde el último piso por sus grandes ventanales de vidrio que están corridos, sale los acordes de una vieja bachata regalando a todo peatón que pasa bajo esta.
Y mi corazón, se descompone de amor al verla llevar puesta mi ropa.
Unos holgados pantalones de gimnasia, zapatillitas y mi camiseta favorita.
Su rostro, luego mira la cuadra.
Es un sector viejo en construcciones y viviendas.
Una de las primeras que se construyó de este lado de la zona en que vivimos, pero sus viejos diseños y color la hacen pintoresco.
Como su gente.
Las campanadas de un viejo tranvía a un par de cuadras, se siente y me abre los ojos por ello.
Me acerco riendo y tomando la mochila por ella, para cargarla sobre uno de mis hombros.
- Sip. - Respondo a su mirada perpleja. - Todavía existen...
Tomo su mano para que entre al viejo edificio conmigo.
Y arruga su nariz.
Dios, es hermosa.
- ¿Acá, es tu cita con la tal Sofi?
Mi sonrisa se expande.
- Tendrás que comprobarlo por ti misma...
Y un mierda de ella que sale de sus labios dejándose llevar por mí, hace que ría a carcajadas mientras empujo la puerta para que entremos.
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