CAPITULO 5
HOPE
Ya en mi coche, me ajusté mejor en mi asiento para acomodar mis piernas y cruzando mis brazos, me dispuse a descansar mi cabeza en la ventanilla a la espera del enano metiche.
Que no fue mucho, porque aparece en el umbral de su casa minuto después y cerrando la puerta, acomodando su chaqueta negra con sus manos y sosteniendo con su boca, un vaso térmico con café y...
Arrugo mi nariz.
¿Crema chantilly por arriba y desbordando de ella?
Y digo desbordando del verbo mucho, por lo empalagoso y muy espumoso.
Le arqueo una ceja cuando entra y toma asiento en el acompañante.
Porque ya no hay vestigio de su tristeza y sus ojos mirándome, vuelven a ser el del Caleb sonriente a la vida.
¿Pero qué, pasó?
Pestañeo indecisa.
Ya que no sé, si maldecir su jodida bipolaridad o besarla en los pies, por devolverme a mi primo alegre de siempre.
Le da un sorbo a esa cosa y me regala una amplia sonrisa con bigotes blanco por la natilla sobre su labio superior.
Dios.
¿Qué tiene, 10 años?
Pero mi ceño fruncido se desvanece y siento que las comisuras de mis labios se quieren elevar y algo alegre, pica mi estómago y para mi sorpresa, es risa contenida.
Porque, jodidamente se ve tan lindo.
Mierda, conmigo...
No te rías, Hope.
Lo disimulo, mirando la hora de mi reloj pulsera y haciendo girar la llave encendiendo el motor del coche.
Aclaro mi garganta.
- Ya se hizo tarde...
Me mira curioso verificando en su reloj también, mientras se relame la crema de sus labios.
Y yo, quiero ser la crema.
¿Eh?
Sacudo mi cabeza.
- Falta como '20 para la entrada del Holding. - Suelta, dando otro trago a esa cosa viscosa de forma relajada sobre el asiento y con un brazo extendido sobre ambos asientos.
Mi corazón palpita de la impotencia, porque llegar justo y a tiempo, significa tarde en mi idioma.
- ¡Yo salgo una hora antes Caleb, siempre! - Gruño.
Deja de beber para mirarme.
- ¿Con solo '15 de viaje en coche?
Afirmo, mientras maldigo el tercer semáforo consecutivo que me hace demorar por su alto en rojo.
Mierda.
Y mi cabeza, calcula por ello.
Con tres minutos de demora en cada uno, sería un total nueve de retraso más para llegar.
Chequeo otra vez la hora.
Carajo.
Solo casi diez, para llegar justo.
O sea, tarde.
- ¿Quieres parar? - Su voz me saca de mis cálculos matemáticos.
Suspiro de alivio al ver que se pone en verde.
- ¿Qué? ¿Que pare, qué? - Digo zigzagueando coches, para tomar el carril rápido con mi vista al frente.
- De pensar tanto las cosas... - Pestañea y eleva un índice. - ...de tu cabeza, sale humo. - ¿Eh? - Y créeme, asusta... - Finaliza.
Lo miro odiosa y quiero decir algo a su broma, pero la llamada entrante de su celular me calla siendo atendido de forma apurada por mi primo.
- ¡Hey, Sofi! - Dice alegre, bajando el volumen de audio de música del coche, con su mano libre. - ¿Qué hay, nena? - Sonríe.
Y mi estómago se retuerce.
¿Otra vez, ella?
¿Esa tal Sofi?
¿Y le dijo, nena?
Papá le dijo nena a mamá, desde el momento que se conocieron.
Y la sigue llamando así.
Porque era suya, desde la primera vez que la vio.
Su gran amor.
Ay, mi pancita...
Aprieto con fuerza el volante, escuchando como ríe por algo que le dice del otro lado.
- ...Sí, puedo una hora antes, hoy no tengo entrenamiento de básquet en la U, nena... - Responde y no puedo seguir escuchando.
Porque, sucumbo en mis pensamientos.
¿Sonó a cita?
Muerdo mi labio.
Caleb tiene una cita con esa Sofia y por el rabillo del ojo, veo que juega su dedo con el borde de su vaso térmico, sin dejar de hablarle.
Jesús.
Eso, es síntoma de que ella le importa mucho...
CALEB
Cuelgo la llamada, sonriendo.
Sofi es una gran persona y pese a que la conozco solo hace unos meses, lo siento como de toda la vida.
- Muy catedrático... - Suelta Hope por lo bajo, pasándose una detención en semáforo casi en rojo, ganándose bocinazos de algunos coches y demás está decir con cierta velocidad.
¿Debo preocuparme?
Estoy acostumbrado a las pequeñas escenas de mi sexi prima y futura no esposa, con sus mierdas de mi vida parrandera y de mujeres.
Nada nuevo para mí.
Y sospecho que se viene uno de sus sermones con ironía, hasta el punto de hacer sangrar mis oídos.
Créanme, eso existe.
Pero ahora, lo siento diferente.
Hay cierto reproche de dolor en ello y siento que es por Sofi.
¿Será?
Y niego, divertido otra vez.
Exhala aire sin dejar de manejar.
¿Resignada?
- ¿Esa mujer, te quiere? - Me pregunta con un suspiro.
Y no puedo, no dejar de notar, que enrosca con más fuerza sus manos en el volante al decirlo, provocando que sus nudillos se tensen.
Y suspiro para mis adentros, descansando mi mejilla en una mano.
Qué bonito le quedan lo celos y con toda mis fuerzas, contengo mi alegría por eso.
Reacciona, Caleb.
Y toso, dejando mi vaso de café a un lado.
Seriedad, hombre.
- ¿Sofi? - Pregunto y afirma con su cabeza, mirando por el espejito retrovisor los coches detrás.
Me encojo de hombros, pensando verdaderamente en ello.
- A su manera, sí... - Supongo.
- ¿Y tú? - Acelera.
Sonrío.
- Mucho... - No lo dudo.
Y lo que pensé que fue una casualidad, me lo confirma que no.
Hope realmente, pasa otro semáforo y esta vez en rojo.
Más vocinazos.
Más velocidad.
Mierda.
Creo que sí, tengo que preocuparme.
Bufa.
- Tu actitud es de un cretino Caleb, esa chica no merece lo que le haces... - Suelta, doblando en la próxima intersección y tomando ya, la gran avenida que lleva a TINERCA.
¿Dije, que rápido?
Me cruzo de brazos.
¿A ver, que no entiendo?
- Explícate... - Digo curioso.
Se encoge de hombros como si nada, pero sus ojos azules dicen otra cosa.
Fuego en ellos.
- Tú y tu mierda, de cabrón encantador de bragas. - Gruñe. - Te acabo de sacar de tu cama y de la entrepierna de una zorra de turno, cuando programas una cita con...con... - Titubea, cerrando fugazmente sus ojos. - ...esa Sofia, que parece una chica bien...
No lo discuto.
- Sip. Sofi es toda una mujer de bien.
Y sus dos pies al mismo tiempo, aprietan con fuerza los pedales provocando una frenada de forma chirriante y tan grande, que juraría que los neumáticos dejaron su huella en el asfalto al escucharme en el último semáforo en rojo que lleva a la metalúrgica.
Y creo, que no es por respetarlo.
Es por lo que dije, ya que su cuerpo tiembla sin dejar de mirar al frente y enroscando con más fuerza sus manos alrededor del volante.
¿Ira?
Se voltea a mí, con esa mirada mordiendo sus labios.
Y oh, Dios.
Anabelle regresó.
Espeluznantemente sexi.
Oculto mi sonrisa.
Me gusta su coche.
Para describirlo.
Un BMW deportivo de diseño agresivo y fuerte, que jodidamente combinaba tanto con mi compañera de viaje y dueña.
Hasta su color.
Todo rojo pasión, como en toda mi Futura.No.Mujer.
Sus ojos son puñales y tan fríos como duros, que podría apostar que cuajaron la crema de mi café.
Y mis pelotas.
- ¿Y ella, lo sabe? - Solo dice.
- Sip, porque le cuento todo... - Murmuro.
Y su lindo rostro maquillado se desencaja.
- T..u...tú... - Su índice acusador, me señala.
Y quiero reír.
Porque un hermoso desastre, hace de todo esto y no lo puedo evitar, seguir jugando.
Y arqueo una ceja sugerente, interrumpiendo la sarta de improperios que está por decirme.
Me inclino hacia ella.
- ¿Quieres conocerla, Hope?
Su boca cae.
- ¿Trío?
Me trago la risa y hago que pienso.
- Llámalo así, si lo deseas.
- ¡Cerdo! - Chilla, acelerando al dar verde y haciendo que golpee mi espalda contra el respaldo por el arranque.
Quiero acotar algo, pero con el dispositivo del volante eleva el volumen de la música a toda potencia, invadiendo el interior.
No más, conversación de su parte.
Intento, otra vez hablar por sobre la canción.
Explicarle, pero su mano en alto frente a mi nariz me detiene y me hace el tratamiento del silencio.
Lo intento otra vez, pero vuelve a frenarme con su mano y yo, quiero lamer cada dedito de esa mano.
Pero, hago una mueca al final.
Porque lo que quedaba de viaje, iba ser dolorosamente silencioso y eso, me molestaba hasta el último nervio.
Mierda.
Fui demasiado lejos.
HOPE
Después de esa extraña propuesta indecente de Caleb en el coche no volvimos a hablar, porque me llené de ira y lo llamé al silencio y por ende, lo mandé a la zona fría de amigos.
Tómenme por loca inestable.
Pero jodidamente fue una jarra de agua fría, saber su poca consideración con esa chica Sofi.
Y aunque reconozco, que cierta alegría golpeó mi pecho de saber que en el fondo no le importaba tanto.
En honor al gremio femenino y ser parte de él haya zorras o no, me enceguecí de forma justiciera.
Y ahora, mastico de forma nerviosa mi bolígrafo entre mis labios y como comadre de vecindario, espiando por abajo y un lado de mi box de trabajo en el área administrativa.
Sin poder creer y mirando a mi primo como es presentado a todos en el piso, por un coordinador asignado junto a mi padre.
Ya que, mi mismo padre lo recibió en su oficina haciendo a un lado otras obligaciones y previas reuniones con clientes, para darle la bienvenida a la familia T8P y enseñarle el edificio que compone el Holding de TINERCA.
Y dándole sus opciones laborales como Junior.
Cierro mis ojos negando y todavía sin creer.
Porque Caleb, eligió entre muchas cosas que le ofreció papá, ser el chico de los mandados.
En otra palabra.
Un cadete de la empresa y su pecho se infló de orgullo al decirlo.
Porque así, comenzó tía Mel con la misma edad de él.
¿Pero, había necesidad de ello?
Cuando tranquilamente las opciones eran variadas y con la posibilidad de subir de escalafón como llegar muy alto.
Y no pude disimular cierta decepción al escuchar su elección, pero para sorpresa mía, papá se sonrió muy orgulloso.
No lo entiendo.
¿Será, porque tan solo esto, es un pasar laboral temporal?
Sip.
Debe ser, ya que el encantador de bragas, estudia para ayudante terapéutico o una mierda así.
Una voz, me sorprende sobre mí y a mi espaldas.
Su jodida y linda voz...
- Te saldrá una joroba si sigues en esa posición, prima... - Su sonrisa dibuja su lindo e infantil rostro, con su codos cruzados sobre mi box y cabeza apoyada en el de forma relajada.
Maldita sea, se dio cuenta que lo estaba espiando.
¿Pero en qué momento, vino hasta aquí?
Yo y mis putos pensamientos.
Me incorporo de golpe.
Toso, tocando el lóbulo de mi oreja.
- Se me cayó un pendiente...
Su rostro de facciones perfectas, me miran raro y divertido.
Ok.
Ni yo me la creo, pero sin embargo no dice nada a eso.
Gracias Dios.
El silencio se hizo entre nosotros, donde Caleb me mira con su mejilla de lado, aún entre sus brazos descansando sobre mi box siendo bonito sin esfuerzo.
Sus dedos van al compás de la música que suena en el piso y me sorprendo mirando como lo lleva el ritmo preciso de este.
Como la mano de un artista sobre las teclas de un piano.
Vaya...
Es una canción alegre, de mucha vida e invitándote a vivir.
Como Caleb.
Me sostiene la mirada mientras me pongo de pie y eso me pone nerviosa, causando que tire de un movimiento torpe unas carpetas, casi es la hora de salida y yo tengo clases después en la U.
Pero con un paso, está a mi lado y ayudando a juntar el papelerío.
Y mi rostro arde, por parecer incompetente frente a él,que inclinado como yo junta las cosas.
- Gracias... - Murmuro, recibiendo la última hoja que me alcanza ya de pie y los dos, casi rozando nuestros dedos en el cruce.
Y una dulce descarga eléctrica me recorre.
Muy dulce.
Sonríe.
- De nada, prima. - Solo dice.
Silencio.
Un silencio, alegre para él y uno vergonzoso para mí.
Sudo.
Reacciona Hope.
Y la alarma de su celular me salva.
Respiro aliviada.
Lo saca del bolsillo trasero de sus jeans y lo chequea.
- Ya debo irme.
¿Eh?
Entrecierro mis ojos.
Cierto.
Su cita con esa Sofi.
Se ríe por mi cara y creo que puse la rara, porque inclina la suya divertido.
- Acompáñame, Hope...
¿Ruega?
- ¿A tu cita? - Exclamo, acomodando dichas hojas.
Cualquier cosa, menos que vea la tristeza de mis ojos, porque se va con ella.
Asiente.
- Sip.
Las guardo en un cajón y cierro esta con fuerza, provocando que varios compañeros de trabajo se volteen a mi box.
No me importa.
Y elevo mis brazos al cielo.
- ¡Dios! ¡Eres asombroso, Caleb! - Salgo de mi box con mi cartera cruzada sobre mí, pensando si apagué la computadora o no.
A la mierda.
Que quedé encendida hasta mañana.
Necesito huir.
- Gracias... - Dice a mis espaldas siguiéndome y con sus manos en los bolsillos.
Me giro a él, con bronca.
- ¡Fue sarcasmo, idiota!
Me vuelvo sobre mis pasos, para seguir caminando en dirección a la salida y los ascensores, pero su mano envolviendo mi brazo me detiene.
Me la quedo mirando, porque es una suave presión y cálida como una caricia.
Causando que un escalofrío recorra mi columna, mientras bebo con disimulo el contacto de su piel y la mía.
Y le prohíbo a mi corazón, latir más acelerado por ese contacto.
Y carajo, porque no me hace caso.
- Por favor... - Continúa.
Niego, sin dejar de mirar sus dedos en mi brazo.
- Tengo clases y jamás falté a una... - Me justifico.
- Por favor, Hop... - Susurra.
Mis ojos se elevan y se topan con su mirada chocolate.
Caleb siempre sonríe con ellos, aunque sus labios no lo hagan.
Son profundos y te llenan de calidez.
A quién sea.
Por eso, es tan querido.
En el tono de su voz o mirada, no hay broma ni jugarreta, ni tampoco mala intención.
Mis ojos se abren y ladeo mi cabeza entendiendo, pero sin saber el motivo.
Porque esa cita, no es para coger o perderse en un bar.
Tampoco, para hacer un trío pervertido.
Y su mano se desliza con suavidad al responder mis ojos traicioneros por mí, recorriendo y dibujando mi brazo, para llegar y entrelazar nuestros dedos.
Y ambos, miramos nuestras manos unidas.
Y yo lucho.
Mucho.
Pero, no lo puedo evitar.
Sonrío y Caleb, también me sonríe.
Porque con esa Sofi, es una cita...especial.
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