CAPITULO 4

HOPE

- ¿Anoche, me dijiste que eras soltero? - Suelta la chica con cierta acusación y tono a Caleb, que me dan ganas de arañar más su cara, acomodando mejor su cartera al hombro y que sin poco disimulo me mira de arriba abajo.

Pero me contengo y solo me limito a arquear una ceja.

Eres una señorita Hope Mon, me recuerdo.

Caleb refriega sus ojos con su mano, sin moverse de la puerta y yo lo agradezco, porque el borde de su remera baja y ya no puedo babear por su vientre tonificado.

Pero, duró poco.

Lo vuelve a elevar y apoyar ambos brazos en el mismo lugar.

Auch...

Su mirada, también me recorre lentamente y con tristeza.

- Lo soy. Me divorcié antes de casarme... - Murmura.

Y frunzo mi nariz y la rubia también por su reflexión.

¿Pero qué, burrada de frase fue esa?

¿Existe?

Y quiero reír.

Porque, para el mundo de vida paralela como opinólogo y filosófico del alegre Caleb, eso existe.

Pero mi sonrisa cae en mi mente, ya que esa estúpida y graciosa frase, fue sarcasmo dirigida a mí.

Y me dolió como la mierda.

Mi mano vuelve a reposar en mi estómago.

Ay, mi úlcera otra vez...

La chica rubia ante su respuesta, se voltea dándome la espalda, ignorándome y como si no existiera.

Que perra.

Sus dedos reposan en un hombro de él, para con una caricia, limpiar una pelusa imaginaria.

- ¿Eso quiere decir, que nos vemos luego en la tarde? - Su voz melosa y de zorra del sábado a la noche, reaparece. - Mi turno termina a las 17h... - Acota.

Ruedo mis ojos y Caleb lo nota, que sin bajar sus brazos del alto marco de la puerta.

Y puto vientre plano y marcado, que deja ver.

Se balancea algo divertido y esa jodida sonrisa a toda potencia, nace.

A ella, obvio.

- Claro... - No deja de mirarla con esos ojos endiabladamente hermosos.

Hace a un lado su pelo con un movimiento de su cabeza.

- Nos debemos, lo último... - Promete sonriendo.

¿¿Ehhhh??

Y mi corazón golpea.

Porque eso sonó asqueroso, pervertido y jodidamente caliente.

Mi sangre hierve.

Ni una mierda.

Sobre mi cadáver, rubia oxigenada.

Me interpongo entre ellos y de sus miradas follándose en vivo y en directo con los ojos.

Y tomo un brazo de mi primo, empujándolo para el interior de su casa, bajo su cara perpleja.

No me importa.

Me giro a ella y de forma dulce la miro.

- Hoy mi primo no puede... - Ni mañana, ni pasado, ni nunca... - ...mucho trabajo. - Finalizo con una sonrisa y cerrando la puerta en su rostro.

Que se joda.

Punto.

CALEB

¿Qué, me perdí?

Trastabillo por el empujón de Hope, al interior de casa sin entender nada mientras cierra la puerta.

¿Qué, fue eso?

Un gruñido y el pisotón de tacos alejándose de afuera, me confirman que la rubia se va.

Y hago una mueca, mirando el techo pensativo.

Porque, nunca recordé su nombre.

¿Me lo dijo al final?

Puta borrachera de anoche.

Otros tacos caminando de forma dura, pero esta vez de mi No.Jodida.Y.Futura.Esposa subiendo las escaleras y en dirección a mi habitación, me saca de mis pensamientos.

Llevo mis manos a mi cabeza enredando mis dedos en mi pelo, de forma agotada mirando por segunda vez el techo.

¿Y ahora, qué?

Resoplo, dejando caer mis hombros de forma pesada y apoyando una mano en la baranda como un pie en el primer escalón, para subir la escalera y al ver que el Todopoderoso, ni una luz divina responde por mí, como tampoco me iluminan.

No me queda otra.

Que enfrentar arriba a la versión Anabelle pero en carne y hueso, ejecutiva y sin esa mierda del conjuro.

Me paso otra vez una mano por la cara ya arriba, cuando la puerta de la habitación se abre de golpe por ella muy enojada y de un movimiento.

Sip.

Por Anabelle...

Lo juro.

Es escalofriante.

Su mirada se detiene en la cama sin hacer y toda revuelta.

No me molesto en ocultar, lo que parece ser y pasó hora antes.

Por dos simples razones.

Una.

No es la primera vez que mis amigos y en estos incluyo a mis primas, caen un domingo y a veces para encontrarme con resaca y semi desnudo, así que no le encuentro diferencia ahora.

Y dos.

¿A quién, quiero engañar?

Mi habitación podía estar llena de mujeres desnudas ahora, por una noche sexual y descontrol, oliendo a mala vida, sexo y whisky.

Y hasta le agregaría para placer látigos, cadenas, mucho cuero y una jodida mazmorra para esas chicas, tipo puto amo.

Pero, eso en vano en mi Anabelle ejecutiva.

Ya que, me di cuenta que es inmune a mis mierdas de amor.

Hago un morrito triste.

Desde que era chiquito.

Luego de segundos mirando de forma dura todo en mi cuarto, arrugando su nariz va en dirección a mi ventana, corriendo de un fuerte tirón sus cortinas claras y abriendo estas para que circule el aire.

La luz y la brisa fresca de la mañana, invade el ambiente y mi cerebro palpitante lo agradece.

La miro raro, mientras busco cualquier par de pantalones que podría haber arrojado por el piso anoche y por notar que ambas manos de ella se cierran como puño apoyada en el borde de esta, mirando afuera y a la pequeña plazoleta de árboles frente a casa y del otro lado de la calle, conteniendo la respiración pensativa.

¿Deliberando?

¿Pensando?

¿Pero, qué?

Y en el resoplido que pensé que iba a mandarme a la mierda, se gira a mí.

Pero para mi sorpresa, de forma tranquila.

- Iré a prepararte café... - Sus ojos vagan otra vez a mi cama, donde los indicios de sábanas señalan que dormí con alguien y luego a mí.

Arruga otra vez su nariz, recorriendo mi cuerpo con ella.

Que bonita es.

- ...y necesitas ducha... - Me gruñe y no espera mi respuesta y antes de que pudiera buscar la primer zapatilla, ya sus pasos se sienten escalones abajo.

HOPE

Paso una y otra vez con mis manos cargada con agua fresca del grifo de la cocina, en mi rostro importándome una mierda el maquillaje que llevo puesto.

Corto un par de servilletas de papel del rollo y me seco con cuidado, en el momento que la cafetera suena por el café hecho para Caleb.

Dios...

Me duele el orgullo.

Me duelen los huesos.

Y me duele el corazón por lo que vi.

¿Ahora, Hope?

Sí, ahora.

Toda la vida lo vi con mujeres y desde temprana edad.

¿Cómo, no?

Si es un jodido imán para ellas desde patito feo a lo que se convirtió.

Un sexi y bonito cisne.

Y aunque, algo me molestaba ello y de siempre.

Algo dije.

Nunca como hoy.

Nunca.

Porque mi ira despertó y me tomó todo de mi control, para decirle a esa perra que quitara su mano de mi primo.

Porque, él era mío.

Suelto una risa nerviosa apoyada en la encimera de la cocina, tapando mis ojos y por escucharme.

¿Mío?

¿Si él es un dolor de trasero, Santo Dios!

Porque, Caleb Montero.

Es todo lo que no quiero para mi vida organizada para cumplir mis metas personales.

Siendo una simple Junior en la empresa de papá.

El escalafón más bajo y como lo hizo tía Mel.

Quiero subir y llegar lejos.

A la vicepresidencia de TINERCA.

¿Mi objetivo?

¿Mi plan de vida?

Administrar las T8P.

Y con el orgullo personal y el de papá, de que lo hice por méritos propios como él lo hizo de adolescente, bajo la tutela de su padre y abuelito que nunca conocí, Vincent Mon.

Caleb es mi anti tesis.

Fiestero.

Mujeriego.

Irresponsable.

Y el motor principal de mi desequilibrio perfecto de mi vida mega organizada.

Niego.

Ya que, ni un atisbo de posibilidad hay entre nosotros.

Somos diferentes.

Vidas y metas diferentes.

Nada nos une.

Y nada, pero absolutamente nada...en común.

Sus pasos viniendo a la cocina y su carcajada, hacen elevar mis ojos del piso.

Y oh mierda...

Porque su sonrisa cortando la llamada de su celular con quién sea que hablaba, era jodidamente hermosa, por no mencionar que esa risa sincera y alegre me hizo querer sumergirme en ella y guardar un poquito si se pudiera de ella, en un frasquito para más tarde.

- Gracias... - Solo dice al ver su taza de café humeante y recién hecho para él, con dos analgésicos que encontré en los cajones.

Las toma dejando su celular sobre la mesada y demás mencionar, sin sonrisa alegre para mí.

Mis ojos van a la pantalla aún encendida, mostrando su último llamado.

La dueña de esa risa.

Una tal, Sofi.

Y muerdo mi labio, porque ni siquiera esa rubia, lo hizo reír así, como nunca yo tampoco lo hice.

Creo...

Empiezo a darme golpecitos con la uña en uno de mis dientes de arriba nerviosamente, mientras lo veo beber algo de su café de forma despreocupada.

¿Sofi?

¿Quién es?

Y maldita sea, porque tiene hasta nombre dulce.

¿Lo será?

¿Y qué, otras cosas dulces para Caleb hará, que lo hace tan feliz para regalarle sus sonrisas?

- Te espero en mi coche... - Suelto y sin mirar hacia atrás, me dirijo a la puerta de salida y en dirección a mi flamante y amado BMW coupé rojo.

Aire.

Necesito aire, susurro abriendo esta.

Y froto mi pecho.

- Cabrón encantador de bragas. - Susurro bajito y entredientes, cerrando de un portazo.

               CALEB

Miro de forma fija la puerta y como un cuadro de mamá que está al lado y cuelga con la imagen en blanco y negro de una campiña francesa, se mece suavemente por el portazo que dio Hope a esta.

La miro sospechoso, para luego bajar a mi celular donde mi jodida Anabelle miró sin poco disimulo, cuando colgué la llamada.

Dice Sofi en grande por la última llamada.

Y para mi sorpresa, me encuentro sonriendo.

¿Eso, fue...celos?

Suelto una carcajada negando y cambiando mi café a una taza térmica para llevar al Holding.

Divertido abro el refri por algo de comer, sacando una banana y sobre mi café hecho por mi No.futura.Amada.Esposa, sacudo con una mano el pomo de crema, para llenarlo arriba de este.

Le doy un sorbo lamiendo mi bigote blanco de ella, arriba de mis labios alegres.

Y otra risa se me escapa.

Gracias, Sofi...


















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