CAPITULO 29
HOPE
Solo veo oscuridad y siento algo de dolor.
Por ser lanzada contra el césped y aún estar encima de mí, lo que sea que me empujó contra el piso.
Me pesa.
Y me cubre bajo él.
Pero sí, puedo sentir y escuchar lo que pareció un disparo.
Seguido de otro.
Abro mis ojos lentamente, para encontrarme a Caleb sobre mí, jadeante.
Él...me protegió.
Su mirada está clavada en la mía y viaja como yo, luego de segundos desgarradores al tumulto que empieza a desatarse, por entrar en pánico y ante lo que acaba de suceder a nuestro alrededor.
Hombres de seguridad que no logro reconocer, como los de papá se agolpan en el lugar.
Gritos de horror y revuelo se desata en el jardín y entre los invitados, que en su mayoría están como todos contra el piso.
Solo a Cristiano como a mi padre con sus hombres, logro distinguir de pie y dando órdenes, al igual que a mi abuelito Collins acercándose al hombre que disparó Grands, mientras guarda un arma en su baja espalda y tras su traje oscuro, caminando hacia su víctima con pasos lentos pero decididos.
Y ahogo un gemido de terror, al notar que es uno de los pocos huéspedes que tenía la campiña y fuera de nosotros.
El muchacho estudiante, que inerte yace tirado contra el suelo y bajo un charco de sangre tiñendo a su alrededor.
Pero el llanto de Jun abrazada a tío Hollywood y contra el piso también, me hace girar a ella y al motivo de su tristeza.
Y lágrimas nublan mi vista y Caleb me envuelve más entre sus brazos y besa mi mejilla conteniéndome, cuando vemos a Caldeo lejos de fortaleza y salud por los estragos de su enfermedad, tambaleando intentando retener entre sus brazos.
A su hermano Constantine.
Cae de rodillas con él al suelo, mientras acuna contra su pecho su cabeza bañada en sangre por la hemorragia y producto de recibir un disparo.
Por él.
Y Caldeo grita como nunca su nombre.
Le ordena.
Lo abraza más contra él.
Le habla.
Le ruega y llora.
Y yo, lloro también.
Mucho.
Que se mezclan con el sonido de las ambulancias que llegan al lugar, con sus luces rojas y amarillas yendo y viniendo inundando como dibujando el jardín pisando la noche.
Todo es terror y confusión.
Y como en una película y en cámara lenta, cuando soy obligada por la voz rugiente de papá dando las órdenes a sus hombres, de que toda la familia seamos llevados dentro para resguardando como a cada invitado.
Me niego en quién sea que me saque de los brazos de mi primo, pero voy cediendo abrazada a mi misma, mientras Caleb me abriga con el saco de su smoking sobre mis hombros con cariño y besa mi frente.
- Ve Esperanza... - Me pide bajito. - ...yo voy ayudar como Cristiano a calmar a los invitados... - Susurra, retrocediendo sobre sus pasos para no dejar de mirarme y apenas sonríe, mientras se limpia algo de tierra a un lado de su rostro, producto de nuestra caída.
No respondo.
Pero me dejo llevar.
Yo...quería decirle sobre nuestro bebé.
Pero muerdo mi labio y trago de mis propias lágrimas por eso, porque no paran de rodar por mis mejillas.
Mis manos acarician mi vientre con ternura y por abajo de su saco de vestir que cubre mis hombros, mientras sobre su última mirada chocolate sobre mí, gira sobre sus talones y corre al gentío.
¿Mi última visión?
El cuerpo de Constantine también inerte y muy mal herido, siendo sacado de los brazos de Caldeo que forcejea contra ello, por un par de enfermeros para acomodarlo sobre una camilla, pidiendo colaboración y a Jun sobre el suelo arrastrándose para abrazarlo.
Mucho.
Con su alma.
Y por ese amor que se tienen.
Incondicional.
Y de siempre.
Ambos llorando y sobre el piso aún, cuando al fin cede y se buscan con ese abrazo para estar juntos.
Porque Juno y Caldeo, siempre lo estuvieron.
Siempre juntos, por más distancia que hubo entre ellos.
Y no por el cuerpo.
Sino, por el alma...
CALEB
- Felicitaciones. - La voz de mi decano, suena con su fuerte apretón de mano en la mía, luego de entregarme el papel que aún, no creo tener entre mis dedos.
- Pero, falta mucho para recibirme... - Digo dudoso, releyendo otra vez de un vistazo y porque, solo estoy cursando el primer año de mi carrera.
Sonríe desabrochando el único botón de su saco de vestir, para tomar asiento del otro lado del escritorio de su oficina, donde me mandó llamar.
Entrelaza sus manos frente a él y apoyado a ellas, me mira.
- El hábito no hace al monje, Caleb... - Me dice entre divertido y serio. - ...aunque, no eres con el mejor promedio de tus clases, tienes todas las aptitudes... - Pausa pensativa. - ...y yo, te recomiendo. - Finaliza decidido.
Aclara su garganta con un puño en su boca.
- A menos, que no quieras... - Acomoda unas carpetas de su escritorio entre sí, pero sin dejar de mirarme a través de sus pequeños lentes redondos.
Y mis ojos, bajan por tercera vez a la hoja y al final de esta.
Donde su firma en puño y letra con sello del establecimiento y del mismo director de la U, me recomienda a un trabajo estudiantil como pasante.
Lo que muy pocos logran.
El de mi sueños y de lo que estudio.
Fisioterapia y Rehabilitación terapéutica.
Hago una mueca sospechosa.
- Pero usted sabe y fue participe que en mis prácticas, que mis calificaciones fueron bajas por mis métodos... - Todavía no me lo creo.
Niega divertido y apoyando un dedo en su sien, sobre el apoyabrazos de su silla.
- ¿Por enseñar a una niñita en silla de ruedas, que se puede bailar sin los pies? - Murmura.
Sip.
A eso me refiero.
Poco más de una semana, pasó de lo sucedido en el casamiento de Juno y Caldeo.
Días caóticos.
Dicen que una historia puede comenzar feliz, pero luego terminar con un final triste.
Pero.
¿Puede una historia, comenzar triste y su final terminar feliz?
Los de mis amigos, sí.
Porque, dentro de las lágrimas por la pérdida del fallecimiento de su hermano Constantine, hubo lágrimas de alegría.
Ya que, su muerte se convirtió en vida.
Vida para Caldeo.
Gracias al trasplante de hígado donado por su hermano fallecido y que tras esa cirugía y pronósticos alentadores del cuerpo médico post-operatorio, mi amigo tiene una oportunidad de vivir.
Donde el festejo por ello de parte de todos nosotros, se mezcló con los finales del trimestre de muchos.
Como el mío.
Y cual, aprobé con bastante éxito mis parciales escritos, pero me fue para la mierda en mi par de prácticas por intentar robar una sonrisa a la niñita de nombre Camille, con parálisis y postrada en su sillita de ruedas y demostrarle después de sus sesiones de fisio y bajo su confesión en mi oreja bajito, que aunque ama la música y el ballet, ella no podría hacerlo jamás.
Y haciendo a un lado el protocolo del estudiante pasante frente a mis compañeros y nuestro coordinador estudiantil negando mi actos, puse mi música en mi Ipod y buscando decidido una silla de un extremo de la habitación para ubicarla en el centro, la tome entre mis brazos con cuidado de la camilla y la puse sobre mi regazo con la aprobación de su madre, pese a las negativas de mi coordinador e intentar interponerse.
- Cierra los ojos, Camille. - Le murmuré, cuando la canción comenzó y ella obedeció, seguido con suaves movimientos de su brazos y torso, al movimiento de los míos entrelazados y al son de la música suave, pero pop.
Le demostré que si se puede bailar, por más que sus piernitas se nieguen a ello.
Y que, es solo cuestión de sentir y llevarla dentro.
Muy dentro.
- Tu tutora de baile, lo avala... - Murmura mi decano, sacándome del recuerdo de mi práctica de días atrás.
Inclino mi cabeza.
¿Oí bien?
- ¿Sofi? - Pregunto.
¿Pero, cómo?
Apoya mejor su espalda en el respaldo de su silla, mientras de un cajón que abre de su escritorio saca otra hoja y me la extiende.
Es de carta.
- Aunque el concejo estudiantil, deliberaba mi propuesta hacia ti como a otros estudiantes para nominarte... - Suspira. - ...y no estar muy de acuerdo junto a tu coordinador por su informe, en como llevaste tu capacitación de la práctica... - Otro suspiro, pero esta vez sonriente. - ...yo sí, Caleb... - Se pone de pie para caminar a la ventana, que con sus cortinas abiertas regala desde su cuarto piso, la gran vista del gran campus universitario.
Pone sus manos en los bolsillos de su pantalón.
- ...siendo el decano, podría haber aprovechado de mi autoridad... - Se gira a mí. - ...pero, no es mi propósito, ya que creo fervientemente en las curas alternativas, bajo el procedimiento medicinal convencional. - Aclara. - Y creo, en ti. - Señala el papel escrito por Sofi, con su barbilla. - Como la recomendación que pedí a tu tutora, para presentar al concejo como se hace en casos como estos.
Guau.
- ¿Ella también me recomienda? - Digo, intentando leer la hoja escrita por Sofi.
Pero los nervios y la emoción me lo impiden.
Maricón total, lo sé.
Pero no me importa.
Suelta una carcajada.
- En una palabra me dijo, luego de una extensa recomendación hablando de ti maravillas... - Ríe más, limpiando sus lentes con el borde de su saco. - ...que si no apruebo este proyecto de pasante laboral contigo a la cabeza, sería el peor error de mi vida y el patán e idiota más grande del universo.
Se me escapa una risa, limpiando con el puño de mi camiseta mis ojos húmedos de lágrimas.
Muy de Sofi.
Ahora él, inclina su cabeza curioso.
- Entonces...¿vas a aceptar o dejar que tu tutora crea, que soy el idiota más grande del mundo? - Pregunta.
¿Mi respuesta?
Cinco minutos después, con mi mochila colgada de mi hombro, corro escaleras abajo esquivando estudiantes y en dirección al estacionamiento en busca de mi motocicleta, con la sonrisa más grande de mi vida y los papeles aceptando la pasantía.
Para ir.
Junto a Hope.
Porque en esta semana dura, tanto en lo sucedido por la boda de mi prima con Caldeo como su cirugía exitosa, para luego retomar su quimio.
Fue también, por fechas exámenes de estudios, siendo imposible encontrarla en mis ratos libres.
<< - Muchos estudio. - Me dijo una tarde Marcello, muy sonriente al no encontrarla mientras con precisión y cuidado, cortaba tallos largos de rosas blancas del jardín para un florero. >>
<< - En el médico. - Me dijo otra vez Tatúm, mientras la ayudaba a cargar un par de cajas a la cajuela de su coche con lo último, para su mudanza definitiva a su casa otra mañana que fui. >>
Y con un suspiro triste desistí, ya que mi Anabelle con eso del médico debía estar acompañando a Jun por Caldeo.
Pero ahora sonrío, arrancando de una patada mi motocicleta que ruge en el estacionamiento.
La jodida semana de exámenes ya finalizó, como también y con pronósticos muy positivos luego del trasplante, la recuperación y su lucha contra el cáncer de uno de mis mejores amigos.
No había más excusas y nada, que se interponga para encontrarnos y verla.
Nada.
A excepción de Marcello y esta vez junto a tío Hollywood, disfrutando de una fresca limonada en la cocina de la casona, cuando llego y que me nieguen por tercera vez, el paradero de mi frustrante y cabrona futura mujer que no encuentro.
Dejo caer mis hombros, desinflado por ello.
Y quiero llorar y tirarme contra el piso tipo berrinche, ganándome la risita de ambos desde el otro lado de la mesa de desayuno.
- ¿Y si pruebas en el Holding, sweet heart? - Me consuela tío Hollywood, con su uña pintada de violeta a juego con su saco puesto, apoyada en su barbilla pensativo.
Niego, robando un pedazo de queso que meriendan acompañado del jugo.
Lo mastico de mala gana.
- Llamé a su piso y me dijeron que mi prima hace una semana no va a trabaj...
- Renunció... - Marcello, me interrumpe.
¿Qué?
Mi boca cae y con ella, un pedazo del queso que masticaba.
- ¿Hop... - Susurro. - ...renunció al Holding?... - Titubeo sin poder creer.
Nana Marcello niega divertido, mientras busca una palita y escoba.
- ¿No te lo dijo? - Dice, limpiando lo que escupí en el suelo y pido disculpas con la mirada por ello, para luego negar.
- No pude encontrarla las veces que vine, nana... - Respondo sincero.
Palmea mi hombro con cariño.
- ...estas mañanas estuvo muy atareada y sus tardes las ocupa en el trabajo nuevo que encontró...
¿Trabajo nuevo?
Cruzo mis brazos.
- ¿Y de qué, si se puede saber?
Sospechoso todo.
Su mirada se cruza con su marido.
- Creo hijo, que mi niña te lo respondería muy feliz a eso...
¿Hope, feliz?
¿Nana dijo eso?
¿Que mi Esperanza, está feliz por dejar el Holding?
¿El trabajo de su vida y la meta de sus sueños?
¿Los números y el control?
¿Para dominar las T8P como empresaria ejecutiva que siempre quiso ser?
Frunzo mi ceño.
Como que todo esto, está muy raro.
- Pero si no la encuentro, tío... - Digo tristón y por la obviedad de no saber de ella.
- ¿La amas? - La voz de tío Hollywood, me hace voltear a él y juego con el borde de la mesa de desayuno, con mi dedo al escuchar su pregunta.
- Desde siempre... - No pienso ocultarlo y tío Hollywood, sonríe complacido.
- Ce plus fort que les cinq sens, mis sur l'amour... - Recita en francés y yo no entiendo una mierda.
Pero lo que prosigue, sí.
- Darling...buscas a nuestra sobrina desde el punto de vista de Hope Mon, en donde podría estar... - Su dedo, acaricia su barbilla más pensativo. - ...y no, desde el punto de vista del alma de solo y únicamente Hope. – Y una media sonrisa, tan igual a tío Herónimo dibuja en sus labios por ser ambos casi un clon. - La pregunta sería...¿dónde crees que estaría nuestra Hope fuera de ese control que mandó a pasear, para sentirse solo ella?
No respondo.
Porque solo me lanzo sobre él, para besar esa blonda caballera a medio rapar del abrazo que le doy.
- ¡Eres un puto genio, tío! - Exclamo feliz, por descubrir donde está Mi.Fantasma.No.Futura.Mujer.
- Lo sé corazón, lo sé... - Responde sonriendo, tan feliz como yo. - ...ahora ve donde sea que te iluminé que está, que tienen mucho que conversar... - Augura, cuando con otro saludo me despido de nana Marcello.
Y arquee una ceja y quise preguntar por eso último, pero mis ganas por verla por lo mucho que la extrañé esta semana y llegar rápido, me podían.
HOPE
Acomodo mejor parte de mi pelo suelto, que vuela y azota por la brisa a un lado de mi rostro y me abrazo más a mí, misma de pie y contra el barandal mirando todo el predio.
Sonrío y cierro mis ojos ante el calor y los fuertes tonos en la gama de los naranjas, que me baña el sol en su últimas horas, escondiéndose detrás de los grandes edificios que se aprecian a la lejanía desde este alto.
Me sonrío con paz y felicidad.
- ...la única parte en mi vida, en que no sigo un plan... - La voz de Caleb con cierto esfuerzo, interrumpe el silencio repitiendo lo que dije la primera que subió y le enseñé, mi lugar favorito.
Donde estoy ahora como esa vez.
Arriba del estanque.
Sonrío otra vez.
- Viniste... - Solo digo. - ...sabía, que me encontrarías... - No me pregunten, el por qué.
Solo lo sabía.
Acaricio mi vientre.
Lo sabíamos...
Sacude sus manos sobre esos jeans prelavados y gastados que le quedan de muerte de lindos, por apoyar sus manos en el piso arenoso de cemento para trepar más rápido.
- Si... - Jadea, caminando a mí. - ...y no, gracias a ti, prima... - Me reprocha con tono y morrito infantil, haciendo a un lado su pelo con una mano. - ...y agradece por ello al vaso a yogurt con cereales... - Señala su cabeza con orgullo y satisfacción e impresionado por su deducción inteligente. - ...y un pedacito de queso, que comí esta mañana... - Acota, luego serio.
Y Jesús.
Quiero reír a carcajadas por ser tan adorablemente hermoso como idiota.
Lo que tanto odiaba y me sacaba de mis casillas y ahora amo, cuando lo hace este hombre.
Se pone a la par mía para contemplar el paisaje.
- Nana me dijo que renunciaste al Holding... - Murmura.
Exhalo aire, totalmente segura.
- ...sí, lo hice.
Sube un pie al barandal, para poder apoyar un brazo en su rodilla flexionada.
- ...y me dijo, que de hace una semana tienes trabajo nuevo... - Prosigue, intentando disimilar y parecer natural su curiosidad.
Es hermoso, el muy pendejo.
Y ambos seguimos mirando desde nuestra altura el paisaje.
Siempre.
Jamás a nosotros.
- Si. Así, es. - Confirmo y sonrío al recordar mi trabajo de medio tiempo que me ocupa todos los días y me hace feliz.
Suelta una risita, negando.
La muy Caleb.
Esa a toda potencia.
Y del tipo baja braguitas y que noquea a la que tiene el placer de ver, pero es algo nerviosa, cuando por fin se gira a mí, tomando un gran aire.
- No entiendo nada... - Declara sincero, con sus ojos chocolate puestos y fijos a los míos. - ...yo vi, algo diferente en ti en el altar, Anabelle... - Mi risita por llamarme así, lo interrumpe y se sonríe, pero prosigue. - ...y con lo sucedido luego, aunque quise, no pude preguntarte... - Suspira otra vez. - ...y esta semana que no fue menor en complicaciones, te busqué y nunca te encontré. Para luego nana Marcello con tío Hollywood me digan ¿que renunciaste...al Holding? - Finaliza, sin poder creerlo.
Ahora yo, me giro a él.
Pero no, para responder su pregunta.
Sino, para hacer la mía.
- ¿Caleb, me amas? - Y lo hago.
Y aunque toda yo es decidida en ella, cierto nervio me traiciona por la espera a su respuesta.
Porque esta semana de grandes cambios para mí, en cuanto a decisiones en mi nueva vida y que me hacen sentir, mi pecho inflarse por mi respiración contenida a los cambios que vendrán con ello.
Cambios que amo, lo deseo por primera vez y por sobre todas las cosas en mi vida que alguna vez añoré.
Y es, una familia con Caleb en ella.
Por eso muerdo el costado de mi labio, porque estoy cagada de miedo y no tener el control por primera vez en todo esto, como siempre me regí de forma mezquina.
Solo yo.
Siempre y únicamente, yo.
Y porque, esto...se hace de a dos.
Pero como esos rayos de sol que minutos antes en sus fuertes tonos naranjas bañaban mi rostro, dándome ese calor y fuerza que necesitaba, frente a mis pensamientos con nuevas decisiones.
Ahora, el rostro de Caleb me lo da ante su respuesta a ese calorcito y fuerza, cuando dibuja su sonrisa como respuesta.
Una sonrisa tan grande y sincera, que los bordes de sus ojos chocolate se arrugaron por ello.
Y me di cuenta.
Que lo amaba, más todavía.
Mucho más, pese a este periodo de días de no vernos, mientras entrelaza mis manos con las suyas y nivela nuestras miradas.
- Sé, que no soy tu mejor opción, prima... - Murmura, acariciando su pulgares mis manos. - ...no soy organizado, detesto usar trajes y me gusta divertirme y robar sonrisas a la gente. - Niega divertido. - ...que, no es lo mío un trabajo de oficina con su horario puntilloso y detallista, porque me gusta lo espontáneo y dejar que la vida solo me sorprenda el día a día... - Una de sus manos me suelta, pero solo para acariciar mi mejilla con cariño.
Como la mirada de sus ojos, que nunca me abandonan.
- ...no tengo el mejor promedio en mi clases, porque no soy el más inteligente. - Ríe. - Y creo, que voy a tener dos bajas este trimestre por mis prácticas... - Confiesa sincero. - ...pero, amo mi carrera como bailar... - Se acerca un poquito a mí, con timidez. - ...y por sobre esas dos casos que tanto quiero Hope, mi única pasión y amor con locura...es solo a ti... - Finaliza, apoyando su frente en la mía. - ...siempre a ti, Hope Mon...
Mis ojos se levantaron y se encontraron con los de él.
Siempre fijos en mí.
Lindos y dulces como su confesión poco madura e infantil, pero la más hermosa para mí y llenos de ese sentimiento y emoción, que descubrí que sentí de siempre de niña como él y quise negar.
Y ahora siento con el alma y no quiero disimular o esconder más como Caleb tampoco.
Porque nuestros pechos a centímetro del otro y algo jadeantes por estas nuevas emociones y respiración algo irregular, propia de los nervios mezcla de felicidad y miedo a esto nuevo, se siente entre nosotros.
Y no me aguanto, porque todas las razones que tenía, como mis miedos y mi inseguridad a lo nuevo.
Se evaporaron.
Ya, no existían.
Como magia desaparecieron.
Sonrío.
Porque, es la magia del amor.
Y me lanzo sobre él, por ese abrazo contenido y mis ganas locas de besarlo.
Fuerte.
Duro.
Pero dulce.
Siempre dulce.
- Oh, mierda... -Gimió de felicidad entre mis labios y mi pecho, se sacudió de la risa por ello y los de él también, chupando más los míos para entrelazar con otro gran beso, nuestras lenguas que se buscan con desesperación.
Y jadeé por ello, besándolo más.
Maldita sea.
Porque, su boca siempre iba ser mi perdición.
- Yo también, te amo, Caleb... - Susurré entre sus labios nerviosa, sin jamás romper ese abrazo como ese beso y por sentirme decirlo en voz alta.
Y Caleb hizo lo peor que posiblemente podía hacer para amarlo más, aparte de esbozar esa sonrisa de mil voltios tan él.
Hacer una pequeña distancia para mirarme y acunar con sus manos mi rostro, para decirme.
- Yo te amo como eres Hop... - Otro beso. - ...frustrante, controladora, dulcemente odiosa como cabrona y contradictoria en todo... - Su mirada baja a mi pies, que llevan una bajas zapatillas claras. - ...y con esos tacones de siempre, que aunque te veías como el infierno de sexi... - Ríe. - ...y me hacían enano... - Hace un morrito.
Muerdo mi risa.
Dios, como lo quiero.
- ...te amo, Hope... - Hace a un lado mi pelo suelto, detrás de mi oreja que se despeina la brisa. - ...olvida la apuesta, ¿sí? Fue tonto... - Murmura. - ...yo perdí... - Me mira fijo. - ...yo necesito perder, porque te quiero tal y como eres, nena... - Ruega, señalando mi atuendo y zapatillas. - ...y no, obligarte a lo que no eres...
CALEB
Murmuré sincero y casi rogando.
Quería decirlo y que supiera.
Que no quería dejarla ir y que sintiera, lo que era ella para mí, pero siendo ella misma y no la que obligué en la apuesta.
La Hope de ese amor, que me provocaba desde niños.
En definitiva.
Que era mi mundo y que yo, daría todo.
Absolutamente todo sin titubear.
Por la chica que tengo frente mío y que siempre fue como su nombre, mi esperanza...
Mi gran amor.
Aún con mi mano con la suya, me obliga a tomar asiento en el piso, uno frente al otro y tipo indio.
Y exhalando una fuerte respiración, sus lindos ojitos iguales en color como mirada a tío Herónimo, me miran.
- La verdadera Hope, es la que ves primo... - Me dice.
Y yo la miro raro y de lado.
- ¿Me estás jodiendo?
Niega divertida.
- Jamás dije algo tan convencida, Caleb... - Exclama feliz y suelta mi mano, para buscar algo de su bolso que estuvo apoyado contra el suelo, estirándose algo para alcanzarlo y sacar de su interior varias hojas.
Me mira extendiendo la primera, para que la tome y lo lea.
Y mi mandíbula se desencaja al verla.
Niego al terminar de leerla.
- No puedes, Hop. - Digo sin estar de acuerdo y leyéndolo por segunda vez.
Imposible, no re leerlo.
Se lo devuelvo cuando lo confirmo.
- ¿Estás loca?
Se encoje de hombros mientras lo toma de vuelta.
- No... - Ríe feliz. - ...jamás estuve más cuerda, primo. - Hace a un lado esa hoja.
Inclino mi cabeza dudoso.
- ¿Dejaste de estudiar?
Asiente sonriente.
- Amo los números y el control de lo que ello da frente a una empresa. - Señala todo el inmenso y gran predio que es TINERCA, para luego mirarme de esa forma tierna y feliz, pero tan no Hope Mon de siempre, que me da miedito.
Lo juro.
Es algo escalofriante esa dulzura en mi terrorífica y en este momento lejana Anabelle de antes.
Abraza más contra su pecho los papeles restantes, cuando mira por ciertos segundos todo lo que nos rodea, para luego a mí.
- Caleb cuando caminaba al altar, quería correr hacia ti... - Toma mi mano, con la que no sostiene con tanto cariño esos papeles.
Arqueo una ceja.
Raro eso.
Y quiero preguntar de que mierda son, pero su sonrisa me calla.
Es linda.
Muy linda.
Y yo sonrío también, porque me gusta que sonriamos los dos.
- Yo...soy esto... - Dice sincera. - ...y era lo que quería decirte, antes de que pasara todo el caos en el casamiento de mi hermana con el rarito... - Murmura, fingiendo poco cariño por Caldeo arrugando su nariz y me hace reír.
Ok.
Su orgullo Hop de hermana sobreprotectora, estaba vigente todavía.
- La apuesta Caleb, me enseño lo que no quería ver... - Cierra sus ojos por unos segundos. - ...que no era ganar o perder. - Los abre. - Sino, quién amaba más... - Sus ojos van a los dichosos papeles que abraza. - ...amar en muchos aspectos. Y aunque, se puede querer algo en la vida como tus metas, no es lo que amas en definitiva. Como descubrir que tu carrera y lo números, nunca lo fueron pese a que te gusta mucho... - Me mira tocándose el pecho. - ...pero, no se compara con el trabajo que te llena de pasión como de felicidad y supera a un escritorio con oficina propia y el traje ejecutivo más bonito y caro de diseñador. - Mira las prendas que lleva puesta.
Sus simples jeans y camiseta.
- ¿Tu trabajo nuevo? - Pregunto curioso.
Asiente, sacando otra hoja de la media docena que resguarda contra su pecho para entregármelo.
Lo leo y no sé, si reír o llorar.
Por lo que dice.
¿Es un chiste?
Y es, porque Sofi la contrató y opto por lo primero sin poder creer.
- ¿Por solo seis meses? - Solo sale de mí, entre risa al leer el contrato.
Se encoje de hombros otra vez como respuesta y pega mi hombro, con la hoja que saca entre mis manos, para dejarlo al lado de la otra que desechó.
- Idiota... - Me reprocha también riendo. - ...que quieres? Estoy aprendiendo. Luego de ese periodo estipulado y bajo un curso intensivo con Sofi, tendré mis propios alumnitos.
Y me recuesto contra el piso y miro el cielo sin poder creer y tomando mi estómago con mis manos por mi carcajada.
Tiro mi pelo para atrás, luego de descargar mi risa.
Y guau.
Porque mi Hope Mon dejó el Holding, por un trabajo de medio tiempo como ayudante de baile, en su clases a Sofi a niños pequeños.
Y otra vez, Guau.
Mucho por procesar.
Me giro a ella.
- ¿Es lo que amas? - Me cuesta creer. - ¿Enseñar a niñitos a bailar?
Y en sus ojos hay luz.
- No. No lo amo... - Porque brillan de felicidad. - ...es mi pasión, Caleb... - Me corrige.
Me incorporo ante esa sinceridad.
- Hop...
- ...jamás estuve tan convencida de algo en mi vida... - Sonríe feliz, interrumpiéndome. - ...los números pueden haber sido mi meta de algo que anhelaba...pero, no mi sueño... - Muerde su labio.
Jesús, es tan bonita.
- ...un sueño que me daba miedo reconocer y está tan en mí, con su poder como control que tiene por sobre todas las cosas.
La miro de lado.
- Y eso, es... - Digo dudoso.
Se sienta sobre sus talones para con esa siempre mano libre de los restantes papeles que no suelta, apoyarla en mi pecho.
- De tu amor y la música Caleb... - Me declara.
- ¿Quieres dedicarte a la música?
Asiente.
- Y a ti... - Murmura.
- ¿No hay números? - Insisto.
Niega sonriendo.
- ¿Ni tacos altos sexis como el infierno?
Vuelve a negar.
- ¿Ni trajes bonitos y oficina? - No me aguanto.
Me rueda los ojos como un no.
- ¿Aunque ganes la cuarta parte como ayudante de danza y mueras en la miseria total por eso?
Me cruza los brazos, para estrecharme los ojos con odio.
- ¡Imbécil, solo será por un tiempo hasta que me perfeccione! - Chilla. - Voy a ser la jodida, mejor bailarina de este país.
Y es suficiente para mí.
Su maldición odiosa y soberbia, es lo que necesitaba para confirmarme.
Que mi Hope, nunca se fue.
Y ahora soy yo, el que no me aguanto y me lanzo sobre ella, robándole un chillido de alegría mientras rodamos por el piso.
- Hay otra cosa, Caleb... - Murmura abajo mío, obligando a que suelte esos benditos papeles para entrelazar mis manos con los de ella, mientras riego de besos su cuello.
- ¿Si? - Digo, siguiendo mi camino con ellos a su clavícula y pechitos por sobre su remera.
- Si... - Susurra jadeante, al sentir que muerdo uno de sus pezones por sobre la tela humedeciendo esta y se arquea por ello hacia mí.
Me gusta eso.
- ...estoy embarazada... - Susurra suavecito y ante mi lluvia de besos.
HOPE
Sus besos se detienen en el valle de mis pechos y yo, cierro mis ojos con fuerza por ello, mordiendo mi labio a la espera de su respuesta por mi confesión.
Pero, ella no llega.
Caleb no habla.
Solo silencio.
Del mucho.
Para luego, solo sentir que sus manos que estaban entrelazadas con cariño con las mías por sobre mi cabeza y aún, recostado sobre mí y en ese perpetuo silencio que hay entre los dos.
Me suelten y desciendan al mismo tiempo lentamente, dibujando el largo de mis brazos, aún extendidos por sobre mí, en contorno de mi cuerpo seguido a la altura de mi cintura.
Y con cuidado, elevar el borde de mi remera con sus dedos para desnudar mi vientre y con su rostro y labios que jamás abandonaron mi piel, desciendan de forma suave hasta mi ombligo.
Y sentir.
Solo sentir, la tibieza de sus labios besando con devoción mi vientre.
Y lágrimas inundan mis ojos, cuando cada beso despacito que da a mi estómago, se mezcla con humedad de sus propias lágrimas.
Porque, Caleb llora.
Está llorando de felicidad.
Como yo...
- ¿Voy a ser padre? - Gime contra mi piel con un susurro de la emoción y mis manos bajan a su cabeza para acariciar su pelo siempre revuelto, que oculta su rostro contra mi abdomen.
- Si... - Murmuro entre lágrimas y su boca, se convirtió en una sonrisa dibujando mi piel.
Lo vuelve a besar con suavidad, para luego acariciarlo con la punta de su nariz con cariño a mi estómago plano.
- Hola bebito... - Susurra a mi vientre con ternura. - ...soy tu papá... - Se presenta y río por eso.
Me incorporo sobre mis codos, secando mis lágrimas con el dorso de mi mano.
- ¿Caleb recuerdas lo que me dijiste en nuestra primer salida luego de buscarte, para llevarme y conocer a Sofi, cuando me viste bajar las escaleras vestida con ropa tuya puesta?
- ¿Con mis pantalones deportivos y camiseta? - Pregunta, sin dejar de acariciar mi vientre.
Asiento con la cabeza y ríe recordando.
- Si. Que estabas de linda, como para hacerte tres hijos de una. - Responde certero.
Arqueo mi ceja.
Y me mira de lado curioso.
Entonces, sonrío señalando mi barbilla los restantes papeles esparcidos sobre el piso.
Y su boca se abre sin poder creer, para mirar mi vientre y para luego ellos y suelto una risita, confirmando a lo que piensa, mientras toma los papeles y lee cada uno tomándose su tiempo.
- ¿Estamos esperando...tres bebés? - Murmura desencajado, al terminar con su lectura.
Se me escapa otra risa.
- Sip...
Se sienta sobre los talones, pasando varias veces sus manos por su pelo.
Me mira.
- ¿Trillizos, Hop? - Pregunta, intentando procesar la noticia y acaricio mi vientre feliz.
- Trillizos, Caleb... - Le respondo mirando mis bebés que aún, no se notan en mi vientre, pero los estudios que me hice todas estas mañanas lo confirman.
Y algo me cubre de golpe con una lluvia de papeles sobre nosotros por ser lanzados por él, al envolverme con otro enorme abrazo.
Pero esta vez, con cuidado me recuesta sobre el piso.
- ¡Tengo una familia... - Dice bajito sobre mí y recorriendo con su mirada, cada centímetro de mi rostro con ternura. - ...una familia numerosa! - Suelta una carcajada, con más lágrimas y me abraza más contra él.
Y esa risa de felicidad, se siente desde arriba de nuestro tanque y juraría que llega a todo el predio.
Siendo testigo, toda esta inmensa metalúrgica que tanto amo, en el comienzo de esa nueva vida que tanto anhelo, deseo y es...mi verdadera felicidad.
¿Y lo más lindo?
Lleva lo que adoro.
Control y números.
El control, de nunca dejar de amar.
Y números, porque somos cinco.
Que sumado da igual a familia.
Mi ecuación favorita de matemática...
CALEB
- ¿Estás seguro, que quieres hacer esto solo? - La voz de mi Hop algo dudosa pregunta, una vez que entramos al ascensor.
Hago rotar mis hombros, para aflojar mis nervios como mi cuello.
- Sip... - Aprieto el botón número 30, al cerrarse las puertas con nosotros solos dentro. - ...es lo que cualquier hombre haría por amor a sus hijos y mujer. - Respondo orgulloso y mirando como mi chica, los números del display ascender de a un piso por vez.
Se apoya a un lado de este y cruza sus bonitos brazos sobre sus pechitos.
- No lo sé, Caleb... - Murmura todavía, poco convencida por mi decisión. - ...yo llamaría a mamá para que esté presente o a tía Mel...ellas dominarían la situación... - Viene a mí y me abraza. - Están en su piso. - Me mira suplicante. - ¿No quieres que vaya por ellas?
Y río, porque no nombra a papá.
No confía en él, para este tipo de situación de confesión "embarazosa" como respaldo para mí.
La abrazo más contra mí, en una detención del ascensor en un piso por la llamada de gente y la atraigo a un rincón, mientras saludamos cortésmente haciendo lugar para que ingresen.
Acuno sus rostro para besar sus labios y borrar ese morrito de preocupación en ellos.
La miro con ternura.
- Nena...es algo que debo hacer a solas con tío Hero... - Susurro bajito, para que solo ella escuche. - ...aunque, me gane toda su persecución pidiendo mi cabeza y comandada por sus hombres y hasta con tío Grands bajo ese mando...solo yo, debo hacerlo y a solas... - Digo totalmente convencido y sin importarme la seria posibilidad, de que corra sangre por eso y que tenga que pedir exilio político en el país más cercano.
El suave bip suena anunciando su piso, cuando sus puertas de acero se abren de par en par, pero la mano de Hop sobre mi brazo nos detiene a mitad del corredor mientras caminamos.
La miro raro.
- Si vez que se toma el pecho, es su angina... - Me murmura con sus ojos fijos en los míos. - ...buena señal, porque es de emoción y se solucionaran las cosas...
- Ok. - Digo ante su consejo y quiero retomar el camino, pero vuelve a detenerme.
Inclino mi cabeza curioso por eso, pero solo eleva su dedo explicativo frente a mí.
Suspira.
- Pero...si ves que se le hincha la vena derecha de su cuello...es su aneurisma... - Hace un ademán con su otra mano en el aire tajante y entre nosotros. - ...solo, corre Caleb... - Besa mi mejilla. - ...corre mucho, Caleb...
Y sin más y robándome un beso, toma asiento muy tranquila junto a unos silloncitos en cuero blanco y a un extremo de la recepción.
Camino dudoso sin dejar de mirarla ante su último consejo, mientras toma la primer revista que tiene a su alcance de la mesita baja, para ponerse a leer en mi espera y sonríe ante mi cara y se limita a solo elevar sus dos pulgares, en el aire y a mí dándome fuerza.
Maldita sea, si su sonrisa alentadora era jodidamente la cosa más hermosa.
Por ti, me enfrento al mismo diablo nena, si es necesario.
Solo negué con mi cabeza y también sonreí, tratando de alejar mi nerviosismo en el momento que me anuncié a la recepcionista y me dejaron pasar cerrando la puerta tras mío.
Para estar a solas.
Con Herónimo Mon.
Mi padrino.
¿Y futuro suegro?
CA.RA.JO.
- Ahijado... - Solo dice como saludo, sentado al verme del otro lado de su escritorio y cerrar su laptop, para tener toda su atención mientras la hace a un lado.
Exhalé un fuerte aire que retenían mis pulmones y escasamente podía eliminar del nerviosismo creciente, que me lleno e impidió hacer un paso más.
Extiende la mano que sostiene su pluma, ofreciéndome la silla que tiene frente a él y del otro lado de su mesa.
- ¿No sentaras, tu culo? - Me dice entre divertido y serio, acomodándose mejor sobre el respaldo de sillón.
Aflojé mis hombros desde mi lugar y desde el centro de la gigante oficina donde me encuentro, como mis manos que como puño que se apretaban en mis lados.
Y asintiendo, caminé tomando asiento frente a él y se hizo el silencio mientras me inspeccionó por unos segundos.
Aclaración aparte.
Segundos desgarradores.
Tira toda su espalda hacia atrás para acomodarse mejor contra su sillón y apoyar un codo en uno de los apoyabrazos, para poder acariciar con dos de sus dedos sus labios de forma pensativa, sin abandonar su mira fija y profunda de mí.
- ¿No vienes para recuperar tu antiguo trabajo, verdad? - Murmura serio.
Muy serio.
Sacudo mi cabeza, sin moverme de mi lugar.
- No tío... - Aclaro mi garganta sobre mi lugar. - ...a inicio del próximo mes, comienzo una pasantía estudiantil de mi carrera.
Me eleva una ceja de satisfacción.
- Felicidades sobrino, eso es bueno. - Exclama, sonriendo y buscando su taza de café para darle un sorbo.
- Gracias, tío Hero. - Agradezco.
Deja la taza a un lado.
- Sé por rayo de sol, que nunca pudieron aclarar su situación con mi bebita por lo ocurrido con la boda de mi otra bebita y el pequeño Caldeo... - Suspira, acomodando sus lentes en el puente de su nariz. - ...y luego con la cirugía del muchacho... - Busca su taza nuevamente. - ...pero Caleb, si vienes por Hope al Holding, renunció... - Me informa, dando otro trago a su café descafeinado.
Y me sorprende con la naturalidad que lo hace sin un atisbo a molestarle eso.
Guau.
Niego otra vez.
- No, tío... - Sonrío. - Hope, está conmigo... - Señalo con mi barbilla la puerta. - ...me está esperando fuera...
Me mira de lado.
- ¿Afuera?
Afirmo, haciendo a un lado mi pelo de mi frente.
Y cruza sus poderosos brazos sobre su pecho.
- ¿Vienes hablar, conmigo?
Afirmo en silencio.
- ¿Es algo importante? - Prosigue.
- Si, tío Hero.
Mira la puerta.
- ¿Y mi bebita te espera por ello, afuera? - Está confundido.
Respiro fuerte.
- Si, tío. - Exhalo la respuesta.
Su sillón de oficina deslizándose hacia atrás para poder levantarse, es el único sonido de la gran habitación.
Camina unos pasos hasta el gran ventanal, que regala la vista de todo lo que es la gran potencia TINERCA desde su piso 30.
Hace a un lado su saco de vestir oscuro y abierto, para apoyar ambas manos en su cintura.
- Entonces... - Murmura dudoso y a espaldas a mí. - ...debo, preocuparme?
Y froto mi nuca indeciso con una mano y con mi mirada ante su pregunta, también se mueve al gran ventanal.
Calculando muy a lo mi futura mujer, que estando en el piso 30 contemplo la seria posibilidad, de saltar por la jodida ventana por la conversación que se viene.
- Creo que lo correcto es, si yo debo preocuparme tío, por lo que le voy a decir... - Respondo y sintiendo las palpitaciones de la adrenalina por lo a venir.
Voltea a mi dirección.
- ¿Tú?
- Si tío, por la noticia.
- ¿Noticia? - Repite, estrechando sus ojos más dudoso.
Asiento.
- Noticia. - Repito intentando disimular mi alegría, dentro de la catástrofe que será darle ella.
Y restriega sus manos por la cara, para luego tomar una tranquila y profunda respiración.
Deja caer su cabeza.
- ¿Qué hicieron Caleb? - Murmura, caminando otra vez a su escritorio por su taza de café.
Cambié la postura sobre mi silla entre incómodo y divertido, por el tono de su voz tipo reproche, como si fuéramos niños de 5 años.
Pero, inflé mi pecho de orgullo por lo que iba a responder.
Porque me llenaba de este y pese a que éramos solo adolescentes, yo era un hombre.
Sonrío feliz.
Y pronto, padre de familia.
Respiro aire, poniéndome de pie y corriendo también mi silla.
- Tío...con Hope, estamos embarazados. - Digo firme sobre mi lugar.
Se atraganta con su café y arruga su ceño como si hubiera bebido diluyente.
Tose nerviosamente escupiendo y dejando la taza, para aceptar la servilletita en tela blanca con las iniciales de las T8P, que está en el plato de este y le alcanzo.
Silencio.
Mucho silencio mientras se limpia la corbata, para luego aflojarla y de un tirón, arrojarla sobre su sillón.
Me mira a través de sus lentes.
- ¿Embarazados? - Repite suave.
Muy suave.
Mientras, sigue con su saco de vestir en despojarse también y para apoyarlo sobre el respaldo de este.
- Si. - Confirmo. - Vamos a ser padres. - Formulo e imposible de negar mi felicidad con mi sonrisa.
Gira un dedo al aire, señalándome.
No se lo cree.
- O sea...¿que tocaste a mi bebita?
Miro a un lado dudando y a una linda planta de hojas verdes que tiene a un extremo de la otra pared.
Y no, por su pregunta.
Sino, por su mirada mientras afloja los primeros tres botones de su camisa blanca.
Pero firme y con mis ojos en él otra vez, respondo.
- Si, tío Hero.
- Dios, con tu jodida sinceridad muchacho... - Gime tomando su pecho y la otra en el sillón. - ¿Es que, no sabes mentir? - Afloja más su camisa.
Niego orgulloso.
- Mi papá me enseñó a decir siempre la verd...
Y me calla como interrumpe, con una mano en alto.
- Ya me lo has dicho una vez y puto Rodo... - Gruñe contra el sillón. - ...es que no aprendiste nada de tu rara madre?
Se me escapa una risa.
- Las maldiciones y juramento, tío. - También, respondo orgulloso.
Muerde su labio superior.
Creo que quiere reír, pero decide gruñir.
- Tocaste, mi bebita... - Repite sin hacer caso a lo anterior, mientras vacía los bolsillos de su pantalón de vestir, de llaves y celular sin dejar de mirarme.
Lo miro raro.
¿Por qué, hace eso?
- Embarazada... - Murmura como si lo dijera para sí, mientras se despoja de su reloj como gemelos de plata, para arremangar hasta la altura de sus codos y dejar a la vista como desnudos, sus fuertes antebrazos tapizados por tatuajes de la vieja escuela.
- Si tío, seremos padres... - Acoto sin dejar de observar toda sus maniobras, sospechoso.
Su mirada me fulmina.
- Tocaste a mi nenita número tres... - Vuelve a decir.
Sigue sin creerlo.
Juego con un pie sobre el piso.
- Pero con mucho amor, tío. - Murmuro.
- Oh, Dios... - Jadea, pellizcando el puente de su nariz y con postura insufrible al escucharme.
Huy...
Se le acerca un aneurisma.
Y me clava la mirada.
Esa...mirada...
Y por eso, retrocedo un paso.
Dos pasos.
Tres pasos.
Oh.Mierda.Santa...
YO
- Ohh... - Gime dulce Mel a mi lado en la mesa de la cantina del Holding, junto a uno de los ventanales al dar vuelta otra página del álbum de foto del casamiento de mi Jun con Caldeo. - ...están todos tan hermosos... - Exclama feliz, acariciando con sus dedos una de las foto con ternura.
Sonrío mirando por sobre su hombro y lo palmeo con cariño.
Si.
Es verdad.
La foto es hermosa y de todos nuestros pequeños.
Mis trillizas con Amely y los pequeños Caldeo, Caleb y Cristiano.
Sonrientes y felices sobre el altar tomada la fotografía, momentos antes de la tragedia.
- Como crecieron... - Suspiro nostálgica, apoyándome sobre la mesa con mi puño en mi barbilla y dando un sorbo a mi siempre favorito, batido de fresas con su pajilla.
- ¿Oye, Van? - La voz de Rodo masticando sus sándwich de ternera, suena del otro lado de la mesa.
- ¿Humnm? - Solo digo, sin dejar de mirar las fotos con mi mejor amiga y dando otro sorbo a mi batido.
- ¿Por qué, mi mejor amigo corre a mi pequeño y ahijado suyo? - Dice de la nada y lo más natural, sin dejar de engullir su merienda.
¿Qué?
Elevo mis ojos a él y solo se limita a señalar con un dedo detrás de mí, al ventanal que estamos apoyadas y hacia afuera.
Y lo hago.
Oh mierda...
Y la pajilla cae de mis labios por mi boca abierta al ver pasar corriendo por el ventanal a un Caleb que al vernos nos saluda con una mano en alto sonriente, pese a la carrera y en el intento de no escupir sus pulmones, por ser seguido de un Herónimo que en cambio, que si escupe fuego por su boca y ojos segundos después.
Importándole tres mierdas, que toda la gente tanto clientela como activos en la playa de estacionamiento y parte del predio, sean testigos como el déspota, glacial y omnipotente señor oscuro y jefe de los jefes de reconocimiento mundial por sus metalúrgicas como carácter agreste.
Persigue a un muchacho de mirada infantil y dulce, que sonriente y utilizando los coches estacionados, esquiva a mi marido entre auto y auto, intentando calmarlo sin poder dejar de reír.
Rodo le contesta también feliz a Caleb con otro saludo, ganándose un golpe de hombro de Mel.
- ¡¿Qué?! - Le dice divertido por la situación.
Mel le rueda los ojos, para luego gemir otra vez, pero esta vez preocupada.
- ¡Oh mierda. Herónimo ya se enteró que seremos abuelos! - Exclama poniéndose de pie de golpe.
- ¡Mamá, haz algo! - La voz chillona de Hope, se siente segundos después jadeante y también en carrera, al pasar por nuestro ventanal persiguiendo a su padre y novio dirigiéndose hacia el estacionamiento, sacándome de mi asombro y bajo las mirada curiosas de los chicos que ya caminan en esa dirección a salvar a su hijo.
Tiro mechones de mi pelo que cayeron de "mi llego tarde" detrás de mi oreja, mirando a todos los empleados que están en la cantina y que como yo, observan el espectáculo entre extasiados y curiosos por toda la situación.
Tapo mi cara sin poder creer, para luego con una carcajada despejar mi rostro de ellas y correr detrás de mis amigos.
- Dios contigo, Herónimo Mon... - Digo negando divertida y apurando también mis pasos.
HOPE
La risa de Tatúm se escucha por toda la sala, sentada a mi lado del gran sofá con Cristiano frente nuestro, que tampoco para de hacerlo.
Y les ruedo los ojos a ambos.
Pero qué, pendejos.
Se gira a mi llorosa e intentando secar las lágrimas de tanta risa con una mano.
- Por favor...por favor... – Implora, juntando sus manos tipo ruego.
Si será, come mierda.
- ...cuenta de vuelta la persecución del estacionamiento de papá a Caleb y tú, chillando detrás con los tíos y mamá intentando detenerlo... - Vuelve a reír.
Y doy en el blanco.
Su cabeza se hunde bajo el almohadón que lanzo sobre su cara.
- ¡No es gracioso! - Exclamo seria, intentando tragar mi risa.
Ok.
Lo reconozco.
Fue gracioso, pero al final de todo el episodio.
Tatúm acomoda sus lentes por mi ataque, mientras abraza sobre su pecho el almohadón que le lancé, procurando parar su risa que es interrumpida por el sonido de alguien bajando los escaleras.
Es Caleb que tomando asiento de mi otro lado que echando su cabeza hacia atrás y mirando el techo, suelta un resoplido.
- ¿Sigue durmiendo? - Pregunto algo preocupada, mientras abre su brazo para que me acurruque sobre él.
Jodido embarazo que me hace mimosa.
Besa sobre mi pelo.
- Como un angelito... - Dice. - ...luego del desmayo, el médico le recomendó un calmante de elefante para que descanse... - Suelta risueño.
Y no lo podemos evitar.
Ninguno de los cuatro cuando nos miramos, de romper a carcajadas por lo sucedido después.
Sip.
Porque en media persecución en la playa de estacionamiento de papá a Caleb, con todos nosotros intentando detener su cacería.
El sincericidio y la honestidad de mi primo, hizo ver todo negro a él de golpe.
De un desmayo, cuando Caleb bajo sus juramentos y risa de todos, intentando calmarlo al decirle que esperábamos.
Trillizos.
Y a mitad de su persecución, se detuvo mirando a todos y en especial a mí.
Y creo, que con ternura.
Creo dije.
Para desmayarse ante esa noticia y bajo el grito triunfante de tía Mel, captando todo con su cámara de celular grabando.
Diciendo cosas que con Caleb no entendíamos, de que la trilogía de desmayos o algo así, después de 18 años de espera, se había completado y sobre la risa de mamá atendiendo con tío Rodo a papá tendido sobre el piso del estacionamiento.
- Se le pasará... - Murmura luego de reír Tatúm, incorporándose del sofá y estirando su cuerpo y brazos con flojera por la postura.
Bosteza, acomodando sus lentes.
- ...apuesto mi trasero que saber, que será un sexi y flamante abuelo de trillizos, romperá su corazón en tiernos pedacitos... - Murmura, buscando su cartera de la mesa y ante la mirada no tengo idea por qué, suplicante de Cristiano.
Y yo hago un morrito triste.
Parece que hoy, es su primer noche oficial en dormir y vivir definitivamente en su propia como linda casa.
- ¿Ya te vas? - Digo, al ver como junta su abrigo y chequeando la hora del gran reloj de pared sobre la chimenea. - Aún, es temprano... - Suplico.
Besa mi mejilla como saludo y con un golpe de puño a Caleb y suelto una risita.
A veces Tat en ciertas cosas, bajo sus hebillas de corazones como flores y atuendos multicolor, que rara vez coinciden, es tan poco femenina.
- Sip y por esa razón, quiero dormir mucho. - Palmotea feliz. - ¡Quiero estar descansada, ya que mañana muy temprano, es el gran día! - Chilla de felicidad.
- ¿Ya te dan a Lulú? - Pregunta tan contento como ella, Caleb.
- No estoy segura ¡Pero tengo la certeza que la trabajadora social Yaritza vendrá y me dará el ok, para la guarda de Lulú! - Afirma con otro chillido de alegría y haciendo un bailecito de festejo sobre su lugar, mientras se deja abrazar por mi primo y por mí, también festejando.
Que no se me escapa al abrazarla y besarla con cariño, notar dentro de su silencio la mirada de Cristiano, que también están llenos de ello, aunque intenta disimularlo sobre su lugar.
Y miro a ambos, sospechoso.
Porque, se merecen un mmnm.
No sé, si del tipo interesante.
Pero un definitivo y gran mmnm sospechoso mío.
- Te llevo. - Dice luego de despedirnos y tomando también él, su abrigo de policía.
Tatúm lo mira taladrante.
- No, gracias. - Deletrea tajante y olvidando su buen humor mientras se cuelga su cartera.
- Tienes tu coche roto... - Le recuerda Cristiano con un gruñido agridulce.
¿Eso existe?
Mi hermana camina en dirección a la puerta ignorándolo, pero se detiene para mirarlo por sobre un hombro fríamente, antes de abrir la puerta.
- Sobran coches en la casa de mis padres, les pediré uno prestado hasta que arregle el mío.
- Tate, no seas testaruda. Somos... - Titubea, buscando las palabras correctas. - ...vecinos! - Exclama, subiendo la cremallera de su abrigo como si le debiera dinero.
Caleb por eso, me mira curioso y en silencio ante su discusión, solo digo que si con mi cabeza.
- ¡Eso, no te da derecho! - Grita mi hermana y cruza sus brazos para enfrentarlo, cuando se detiene frente a ella.
- Tengo.Mucho.Derecho... - Solo responde entredientes y desafiando el pequeño cuerpito de ella a comparación de su mole de cuerpo, casi chocando sus pechos.
Las mejillas de Cristiano están rojas, tornándose su respiración rápida y tiene una mirada asesina y llena de amor hacia mi hermana por su dicho.
Tipo la peli Nueve semanas y media, pero sin la persiana americana detrás y la canción caliente de fondo.
Lo que hace inclinar mi cabeza dudosa.
Porque no sé, sabe si van a matarse a polvo o saltarse a la garganta del otro.
Sexi, como escalofriante.
Y un portazo bajo un pisotón contra el piso de mi hermana frustrada, da por finalizada la discusión de ambos y bajo un calmo Cristiano con risita engreída y de triunfo, abriendo otra vez la puerta para salir él con un saludo de mano a nosotros, seguido a seguirla metros atrás de lo más tranquilo.
- Guau... - Exclama Caleb abrazándome más, una vez solos. - ...esa fue la pelea más intensa, caliente y porno que vi en mi vida...
Suelto una risita y elevo mi vista para mirar a Caleb sobre su pecho abrazándolo más.
- Hay algo más que necesito mostrarte... - Murmuro.
Me arquea una ceja.
Y río escapando de sus brazos, para buscar un último papel que guardo en el interior de mi bolso y que cuelga de una silla del desayunador.
Algo nerviosa lo saco y lo extiendo para que lo lea.
Dudoso me mira.
Pero no hace falta darse cuenta mucho de lo que trata, al ver el gran logo a un lado del papel con nuestros nombres inscriptos.
- Hope... - Susurra, no muy convencido.
Tomo sus brazos y muerdo mi labio para contener la emoción de solo pensar en ello.
- Mi obstetra dice que puedo, Caleb... - Bajo mi mirada a mis pies, algo nerviosa. - ...nunca olvide la coreografía...porque siempre la practiqué... - Murmuro sincera y recorriendo de abajo hacia arriba su tonificado cuerpo descalzo, solo con unos viejos pantalones de gimnasia y camiseta clara. - ...solo faltan cinco días, Caleb... - Lo miro esperanzada. - ...Sofi dice, que aún podemos lograrlo...
No contesta.
Pero flexiona sus rodillas para sentarse sobre el piso, callado y mirar el papel y a mí, desde abajo.
Yo también me inclino frente a él y me siento sobre mis talones.
- No sé, si ganaremos... - Sonrío. - ...y por primera vez en mi vida, ganar no me importa... - Limpio una lágrima emocionada por todo esto, con el puño de mi camiseta y ser tan nuevo para mí, pero que me hace tan feliz. - ...pero, quiero participar...
- ¿Hop... – Eleva sus ojos chocolate del papel. - ...estás segura?
Todo el sexi Caleb es una lucha interna.
Una linda lucha de emociones encontradas.
Y su rostro de facciones bonitas, perfectas y algo aniñada, pero jodidamente hermoso y caliente como el infierno mismo, no saben si reír o tomar la situación con más objetividad.
Me inclino a él y tomo sus mejillas para acariciarlas con mis manos y lo miro profundo.
- Muy segura, Caleb... - Susurro y con un suave beso en sus labios, sello nuestro compromiso.
El de la seguridad sobre nuestra participación en el certamen.
En el amor que sentimos.
Y por sobre todas las cosas.
Sonrío entre sus labios como él.
El de lo que somos una familia para todo.
Siempre juntos...
Y su beso se hace profundo, para luego hacer una leve distancia y solo decir, recorriéndome con la mirada y un gran suspiro.
Sonriente.
Siempre sonriente.
- Ok. - Asiente. - ¡Hagámoslo y vamos a patear traseros en la competencia! - Dice con un golpe de manos y frotándolos entre sí, decidido y chillo de alegría con otro abrazo y aún, sobre el piso ambos.
- ¡Ustedes pateen traseros bailando que yo lo haré, los diseños que vestirán al estilo L'Rou esa mega noche, corazones!
La voz de tío Hollywood apoyado de forma soñadora y postura romántica sobre el barandal de la escalera, nos hace girar a él.
- ¿Hasta donde viste, tío? - Pregunto.
Acomoda mejor su bata de dormir animal print acebrado.
- Todo, sweet heart... - Responde soñador, bajando las escaleras y en dirección a la cocina por un vaso que saca de una gaveta superior. - ...desde la pelea erótica de la pequeña Tatúm con el sexi Cristiano y lo de ustedes. - Cierra la llave del grifo, una vez lleno el vaso. - Créanme, es como tener en vivo y directo una de las telenovelas centroamericana de mi esposo... - Nos guiña un ojo, retomando las escaleras.
Pero se detiene a mitad de esta, para mirarnos sobre un hombro y arquearnos una ceja muy a lo papá.
- ...pero, mucho mejor todavía... - Finaliza.
Y con Caleb nos miramos para reír luego a carcajadas.
Miro todo a mi alrededor.
Solo tenemos cinco días.
Mucho para ensayar y practicar en ese corto tiempo.
Pero las manos entrelazadas de Caleb a las mías, lleno de confianza es suficiente para mí.
Sonrío.
Porque sé...que lo vamos a lograr...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top