CAPITULO 27



HOPE

La música retumbó con toda su potencia, cuando empujé la puerta de entrada del bar WeySky.

Esta, golpeaba cada rincón en su interior en sincronía y jugando con sectores del gran salón, que emanaban un humo que se convertía en amarillo o verde, de acuerdo al láser que se cruzaba con ellos, formando figuras abstractas con todo el lugar y a media luz iluminado.

- ¡Esto, está muy lleno! - Chilló feliz Tatúm a mi lado, totalmente entusiasmada mientras nos hacíamos paso entre la multitud del ambiente universitario, bailando sobre sus lugares y disfrutando de su trago en mano.

- ¡Por, aquí! - Le grito por sobre la canción, tomando su mano para que no se pierda entre el gentío, al divisar un milagroso espacio en un extremo de la barra.

Asiente siguiéndome y en el proceso, acomodando la por demás pequeña falda corta que eligió para esta noche y al mismo tiempo, sus lentes en el puente de su nariz.

- ¿Entonces? - La miro apoyada sobre la barra a la espera de ser atendidas, mientras tiro mi pelo suelto detrás de un hombro.

Sip.

Y no me pregunten, el por qué.

Pero lejos de uno de mis hermosos vestidos de la línea juvenil de Prada o un original Carolina Herrera o Michael Khors con unos super tacones, que previamente organizado hubiera seleccionado para esta noche, bajo mi set de maquillaje óptimo para esta ocasión y que haga juego sus tonos con esas prendas como detallista que soy.

Se me dio en esta salida por solo llevar unos jeans y aunque me sientan de maravilla, son simples como la blusa sin mangas en negro y con letras en blanco, más el poco maquillaje que llevo.

Solo base y algo de brillo labial.

- ...entonces, unas margaritas? - Suelto, al ver que uno de los barman de la barra se acerca a nosotras por nuestros pedidos.

Un hombre de fisonomía enorme como esa gran barba entrecana de su rostro.

Creo que amigo del rarito.

Limpia nuestro sector de la barra con un trapo a la espera de nuestro pedidos.

- ¿Dos cervezas? - Dice por nosotras con familiaridad.

Sip.

Es amigo de Caldeo.

Tatúm se empuja entre la gente, ganándose quejas de ellos para acomodarse mejor.

Suelta una carcajada sin importarle y apoyando ambos brazos sobre la lustrada barra, mira al hombre.

- ¡A la mierda esos tragos dulces! Son para nenas bobas y ya, somos mayores ¡Yo quiero probar el tequila, viejo! - Chilla triunfante y elevando un puño al aire, provocando que el hombre se sacuda por la risa y que su diminuta falda se suba.

La acomoda con ambas manos, bajándola y yo resoplo.

Carajo.

Porque presiento que esa faldita roja y los tequilas, van hacer sinónimo de problemas...

CALEB

- ...apestas... - Cristiano a mi lado sentado en nuestra mesa del bar de Salvador, me dice dando un sorbo a su botella de agua sin gas. - ...deja esa mierda, Caleb... - Señala con su barbilla mi cuarto vaso de espumante y helada cerveza. - ...si Caldeo se entera, no dudará en agarrar tu cuello... - Me advierte.

No me importa.

¿Mi respuesta?

Una risa y otro sorbo a la cerveza, mientras beso el cuello y la acomodo mejor sobre mi regazo a la morena que hoy me acompaña.

¿Me dijo su nombre?

¿Mariel?

¿Muriel?

Dios...

Otra vez con esa mierda de no recordarlo.

Puto alcohol.

El bar está lleno.

Me gusta.

Buena música, muchas mujeres y cerveza con amigos.

¿Mejor?

Jodidamente, imposible.

Si toda esta mierda y la dulce señorita que tengo sobre mis piernas algo bebida, pero dulce al fin, me da un poco de tranquilidad y ciega mi tristeza.

Besaré sus pies en agradecimiento.

Sonrío, dando otro trago a mi vaso y ver como cruza una pierna desnuda por ese pequeño short que lleva puesto, encima de la otra y sobre mi regazo.

Y mis ojos van a la unión de ellas.

Ok.

Besaré otra cosa, también.

Bruno y Cisco.

Parte de la banda de Caldeo, sentados junto a nosotros y también con su gruppie de chicas fans a su alrededor, disfrutan de su atención mientras beben, moviendo uno al ritmo de la canción los palillos de su batería entre sus dedos.

Menos Cristiano.

Como siempre, rechaza con su mirada de mierda y glacial, pero de forma cortés a cuanta mujer se le acerca.

Siempre.

Jamás lo vi arrinconando a una contra una pared o sobre sus piernas como lo hacemos todos.

Inclusive en su momento Caldeo.

Nunca desperdiciamos esa oportunidad si se presentaba.

Cristiano es dueño de muchos suspiros femeninos con esa gran altura pisando los talones a Caldeo.

Contextura física monumental por años de disciplina física y sin dejar de mencionar su mirada controladora y fría de ese verde claro que cuando cae en cualquier mujer, provoca que mojen sus braguitas.

Extraño.

Aunque sí, lo hemos visto irse casi siempre con una a la salida del bar o lugar de fiesta y parranda que nos invitaban.

Me encojo de hombros.

Le gustará cogerlas en privado y disfrutar solo de sus amigos en las previas.

Supongo.

- Pero qué, carajo...

Su blasfemia y sonido de su silla corriéndose bruscamente al ponerse de pie, me saca de follar la boca de la chica con la mía y que tengo sobre mis piernas.

- Tranquilo, Robocop... - Murmuro sin mirarlo y dando otro beso a la chica, haciendo reír al grupo por mi apodo a Cristiano. - ...es tu día libre, disfruta...deja que la vigilancia de Salvador se haga cargo de los borrachos... - Justifico por el motivo de su arrebato y furia.

Ya que solo lo puede causar por pelea de hombres ebrios, interrumpiendo la tranquilidad del lugar y despertando su alma inquisidora y protectora por el bien de la comunidad.

Está en su gen como en la del tío Grands o el abuelo de mis primas.

Y no entiendo que dice a medida que se aleja de nuestra mesa por la nueva canción que suena.

Entrecierro los ojos ante el resplandor de un láser amarillo sobre nosotros, impidiendo que vea bien hacia dónde va.

Solo logro escuchar que murmura, una "falda roja" y "mujer frustrante" llevándose gente puesta e importándole una mierda mientras se hace camino.

No lo sigo.

Ya que, siempre lo hace.

Su alma justiciera le puede, bajo ese carácter de pocos amigos y que todos temen como respetan.

Ya volverá después de sacar por la puerta trasera a los busca pleitos que molestan a esa pobre chica de la falda roja, me digo.

HOPE

La tercer medida de tequila con su vaso ya vacío es de forma seca y fuerte dejada por Tatúm sobre la barra bajo un gruñido, mezcla de risa que sale de su garganta.

Me hace reír.

Dios...

Está algo borracha y eso la divierte.

Mueve y menea sus caderas al ritmo de la sexi canción latina, elevando ambos brazos sobre su cabeza, causando que varias miradas masculinas se depositen en nosotras.

Pestañeo observándola y aún, con mi segunda medida sin tomar sobre mi lugar y entre mis manos de tequila.

Resoplo.

Pero feliz.

Y a la mierda todo.

Le doy un gran trago, echando mi cabeza para atrás y mi hermana, aplaude divertida por mi osadía y suelto una risita limpiando mi boca con el dorso de mi mano.

Sip.

A la mierda mis estudios mañana, como lo que ya no recuerdo que cosa agendada tenía que hacer después.

Pienso dormir todo el santo día y después, hablar con Juno para ver como sigue nuestro futuro y rarito cuñado que en el fondo quiero mucho.

El líquido quema mi garganta y provoca que arrugue mi nariz.

Porque pica como la mierda.

Abro mis ojos y sonrío, igual se siente bien.

- ¿Jun? - La voz sobre la música nombrando a mi otra hermana por alguien, me hace mirar por sobre mi hombro.

Es Matt, que al reconocerme niega divertido, pero sin dejar de mirar a mi hermana.

- Lo siento. Pensé que eras tu hermana, Hope... - Se sonríe de forma feliz al verme bien.

Lo saludo con un abrazo.

Su sonrisa crece con mi risa.

- ¿Conoces a mi hermana? - Pregunto curiosa y notando que Tatúm muy a gusto baila y charla sobre su lugar con un chico que se acerca a ella.

Y una fruncida de ceja hace por eso.

¿A Tatúm?

Pero vuelve a mí, frotando su mandíbula y haciendo una mueca graciosa.

Y eso, lo hace ver lindo sobre su pelo algo disparado y de un rubio claro que, hace muy a juego con su rostro algo bronceado, resaltando su ojos de un azul intenso.

Un chico surf con todas las letras.

Inclino mi cabeza dudosa sin dejar de observarlo.

Porque, parece una persona agradable y no entiendo por qué, al enano metiche pero sexi como el infierno, le cae tan mal.

Aunque le debo reconocer ciertas actitudes extrañas como su comportamiento raro, cuando supo que Caleb y yo, íbamos a participar en el certamen de tango.

Le da un trago a su fría botella de cerveza, para luego mirar uno de sus pies.

- ...la conocí este año... - Un cierto rubor cubre sus mejillas.

¿Vergüenza?

- ...y nuestra presentación no fue buena... - Me mira profundo. Mierda. - ...chocamos en un corredor de la U y yo descargue mi frustración con ella, de una visita a mi padre... - Su mirada va a mi hermana que al reconocerlo, lo saluda con un ademán de mano sin dejar de bailar con el chico y Matt, responde elevando su botella en señal de saludo, pero algo desconforme.

¿Será, por lo que me cuenta?

- ...con Juno. - Prosigue. - Fui muy poco caballero, Hop...

Guau.

Que coincidencia.

Él y ese Matt que me contó mi hermana esa vez, son la misma persona.

Juego con el vaso de tequila vacío que llevo entre mis manos.

- No lo entiendo Matt...mi hermana Juno es muy dulce.

Asiente bebiendo otra vez de su botella y aprieta con cierta fuerza ella, porque sus nudillos se tornan blanco a su alrededor.

- Lo sé y créeme, que le pedí las disculpas correspondientes... - Su mirada me recorre. - ...creí que eras ella. - Pega un vistazo por el lugar. - Pero sería imposible, sin el rey del campus a su lado cuidándola...

Ruedo mis ojos dejando el pequeño vaso ya vacío, sobre la bandeja de una mesera que pasa entre nosotros con la ceñida remera negra con el logo del bar.

- Predecible y... - Río también mirando mi atuendo. - ...estoy muy ella, con la diferencia...

- De tus lindo color de ojos... - Me interrumpe, focalizando en ellos.

Y muerdo mi labio algo avergonzada.

Por la forma que me mira y porque, eso era verdad.

Nuestra hermana Jun, sacó el bonito color de ojos café de mamá.

En cambio Tatúm y yo, heredamos los de papá.

Nuestra única diferencia en nuestro parecido como tres gotas de agua.

Sus labios se entreabren.

- ...sabes pensé en ti mucho y en el certamen de bail...

Algo lo interrumpe.

Más bien, el jadeo de alguien intentando hablar y que no puede.

¿Por qué?

Porque está siendo tomado del cuello, por un brazo muy poderoso impidiendo su habla y mi boca cae al reconocerlo, como los de todos los que estamos alrededor.

Cristiano sin un atisbo de esfuerzo, con su elevada altura emanando toda esa masculinidad desafiante que haría dudar al mismo diablo de enfrentarlo y con esa porte de macho sobreprotector y héroe alfa con un lado tierno.

Hace retroceder al chico que hablaba con mi hermana llevándolo contra la barra.

Eleva su mano libre al aire, para detener al par de tipos de seguridad del lugar que quieren interferir, mostrando su placa de policía sobre él.

Estos, miran desconcertado al hombre de barba entrecana detrás de la barra y que atendió nuestras bebidas.

Cual, al ver que asiente y aprueba a Cristiano, retroceden volviendo al tumulto de gente.

No se puede escuchar bien lo que le murmura por el murmullo de la gente alrededor y testigo de todo.

Pero sí, cuando su voz grave gruñe.

- No vuelvas a ponerle una mano encima, cabrón... - Soltándolo y ver como el chico asintiendo se pierde entre la multitud, mientras guarda su placa en el bolsillo de su pantalón.

Pero en el momento es empujado por mi hermana.

Demás decir.

Que esa gran mole jamás se movió por el golpe de mi hermanita que apenas le llega a su pecho.

Cristiano es una gran piedra de granito, que solo se limitó a cruzar sus poderosos brazos sobre su pecho e inclinar su cabeza a un lado y hacia Tatúm, curioso por su comportamiento y rechazo y creo, que hasta dibuja sobre su glacial rostro una media sonrisa divertido por la situación de ver que mi hermana en un segundo intento, quiere mover a su archi enemigo apoyando ambas manos sobre él.

- ¡Vete! - Le grita en vano, golpeando su pecho otra vez y bajo la natural postura de Cristiano, que le niega en silencio con su cabeza.

Y digo creo, porque la tenue luz del lugar me lo impide y no me deja focalizar.

Pestañeo y me tambaleo un poco.

Nop.

No son las luces.

Y tapo mi boca, porque una náusea amenaza mi estómago.

Carajo.

Puto y jodido alcohol, haciendo efecto.

Disimula, Hop.

Abrazo mi vientre.

Mierda.

- ¡Estas ebria, Tate! - Su voz de hierro, retumba por sobre la música y nosotros.

Nos mira a ambas.

- ...están ebrias... - Gruñe otra vez, corrigiéndose. - ...las llevo a su casa, ahora... - Ordena agrio.

Y mis mejillas arden de la vergüenza, pero elevo mi barbilla con dignidad.

- Yo no estoy ebria, Cristiano... - Pero que mentirosa soy.

Me apoyo en Matt con disimulo.

- ...solo me tomé una copi...ta. - Un hipo revelador, sale entre mis palabras.

Oh Dios, si estoy y muy ebria.

- ¡¿Y qué, si estamos algo borrachas?! - Salta mi hermana, intentando en vano acomodar sus lentes de su nariz errándole con éxito por culpa de sus tequilas y quedando, más cruzados sobre su rostro.

Y tapo mi rostro con ambas manos.

Santo Dios.

No sé, si reír o llorar.

Es muy dulce borracha y sé, que Cristiano piensa lo mismo, porque tapa su risa con un puño para disimular y sin dejar de mirarla sobre su lugar y con aire divertido.

- ...y no me llames Tate, idiota... - Dice con suficiencia y con una seña en alto, se gira a la barra pidiendo otra ronda de tequila.

Lo mira por sobre su hombro, arqueando su ceja muy a lo papá y fracasando otra vez, en acomodar sus lentes como apoyar un codo en la barra.

Trastabilla, pero se acomoda con orgullo.

- ...la gente que me ama, solo me di...ce así... -Hipa también y le hace seña con una mano en el aire que se marche.

Cristiano le estrecha los ojos.

- Jodida de mierda, el único que te dice así, soy yo... - La corrige.

Mi hermana piensa sus palabras, apoyando un dedo en sus labios.

Se encoje de hombros.

- Cierto. - Le da la razón dando un sorbo a un gran vaso de agua con hielo, que le alcanza el hombre de barba entrecana y guiñando un ojo cómplice a Cristiano.

Este al verlo, le agradece con una sonrisa.

Tatúm sin darse cuenta de lo que bebe de lo ebria que está, lo hace girar como si fuera whisky ganándose otra risita de Cristiano.

Lo apunta con el vaso.

- ...enton...ces... - Vuelve a hipar. - ...la gente que no me ama, me dice así... - Eleva su ceja como final a sus palabras, mientras intenta bajar su diminuta falda y las mejillas de Cristiano como si hubieran recibido un latigazo, suben tres tonos tomando un lindo matiz purpura.

Sea, por las palabras dolientes de mi hermanita o al notar que esa falda apenas cubre su trasero.

Hace dos pasos hacia ella.

- ¿Qué no te quiero? - Otro paso, casi rozando su enorme cuerpo contra ella y tiene que apoyar su barbilla prácticamente a su fornido pecho, para igualar la pequeña altura de Tatúm a comparación de él con la mirada. - ...qué no te quiero? - Le repite, sacando de uno de los bolsillos traseros de su jeans negros, unos papeles doblados. - ...sé, que la cagué y que te lastimé Tate...

Agarra la mano que no sostiene el vaso de agua, para dejarlos sobre ella y con sus manos cubriéndola con cariño, la obliga a que los tome consigo.

- ...y nunca me lo voy a perdonar y créeme, que estoy pagando por ello... - Baja su mirada, porque se niega a ver los de mi hermana tan fijos en él, enjugados de lágrimas al escucharlo y leer lo que dice ese par de hojas al abrirlo. - ...pero yo, si te quiero jodid...

- ¿Por qué, me das esto Cristiano? - Lo interrumpe, limpiando una lágrima que escapa de sus ojos y rueda sobre su mejilla.

Toda su borrachera parece desaparecer, ante esos papeles y por una nueva emoción.

- ¿Por qué, lo hici...ste?

Ok.

Su hipo de ebria, no.

Cristiano lleva ambas manos a sus caderas, pero nunca sube su mirada del piso.

- Por Lulú... - Solo dice con ternura.

Y se me escapa una risita y Matt me mira raro, cual observó la charla de ellos muy concentrado.

En realidad, los tres.

Y una risita mía, se convierte algo psicótica.

Pero divertida.

Elevo mis brazos al aire, entendiendo todo y palmeando en mi mente a mi cerebro que jamás descansa.

Porque, soy una jodida genia.

Y mi hermana arruga su nariz.

- ¿Qué, es tan gracioso, Hop? - Pregunta abrazando contra sí, ese papel como si se le fuera la vida en ello y olvidando su discusión con Cristiano.

Todo como en diapositiva pasa por mi mente y se ensambla en perfectas piezas de rompecabezas.

La del misterioso vecino policía según mi hermana, de lindo trasero y espalda.

O sea Cristiano.

Subiendo a su camioneta y llevando unos papeles entre las manos también.

Los que juraría que son estos.

Demás decir, ellos vecinos.

Y todo por mamá.

Tomo la botella de cerveza de Matt y la elevo delante mío.

- Mami, mereces mis respetos... - Brindo entre risa por ella y su plan de siempre casamentera, dando un gran sorbo a la amarga pero rica cerveza helada y bajo la mirada de Cristiano como Tatúm sin entender y una carcajada sale de mí, aunque ambos me miran a la espera de mi respuesta, que niego siguiendo el juego celestino de mamá.

Será divertido ver la cara de Tatúm, cuando se entere que vive uno al lado del otro y con ese segundo amor que los une.

Lulú...

Pero mi risa cae al ver a Caleb escalones abajo, donde conduce al pequeño escenario ahora vacío y junto a las mesas, que en su mayoría lo rodean caminando en nuestra dirección.

Arrugo mi nariz.

Porque trae consigo y de la mano a una bonita morena que a duras penas puede caminar.

Porque, está tan ebria como yo.

Aún no me vio.

Ya que está feliz y alegre.

Con esa linda sonrisa a toda potencia que noquea de lo bonita que es y porque mientras se acerca y con cada paso que da, ríe divertido por algo que ella le susurra en el oído.

Y mi fascinación por mi primo, alimentándose cada vez más, maldita sea.

Cada movimiento de su andar de todo ese paquete que es Caleb, se movía de una forma letalmente sexi y al ritmo de la música de moda.

Podía ver como se flexionaban los músculos de sus piernas, bajo esos jeans ajustados oscuros como cada uno de sus pasos de bailarín y que lleva en la sangre, cuando se detuvo por solo un momento y giro su cuerpo y el de ella al compás de la canción.

Dios querido.

Es hermoso...

Y llevo mi mano a mi vientre.

Carajo con mi úlcera y mi tristeza...

Y el dolor se intensifica con una punzada, cuando nuestras miradas colisionan.

- ¿Hop? - Dice, deteniéndose en el último escalón y de una forma tan dulce, que pateo mi corazón por babear al escuchar su voz, luego de semanas.

Enfócate, me obligo.

La miserable soy yo.

Lo miro de arriba abajo y a su compañera.

Él es muy feliz.

Y toso para disimular la náusea que amenaza por segunda vez mi estómago.

Puto alcohol.

- Primo... - Solo digo, erguida sobre mi lugar, pero con la seria posibilidad de desfallecer y vomitar sobre el piso y tal vez a las personas a mi alrededor.

Respiro hondo y negando el síntoma nauseabundo.

Hace a un lado su pelo de un movimiento de su cabeza, para mirar fijo a Matt a mi lado para luego seguir con ella a mi mano, que se sostiene de su brazo y de la botella de cerveza que le devuelvo y muerde su labio con una sonrisa triste y que parte mi corazón.

¿Más?

Si.

Más, Hope.

- Veo que estás, bien acompañada... – Murmura y me encojo de hombros ante su sarcasmo y quiero gritarle que no es cierto.

Que solo lo hago porque si no, me derrumbo por el piso por mi malestar.

Pero, callo.

- Lo mismo digo...

- Si. - Dice él y entrelazando más su mano a la muchacha.

Quiero arañarlos a los dos.

- Me parece bien... - Digo yo.

- Genial.

- Bien.

- Bien... - Repite él.

- Perfecto.

- Suficiente. - La voz de Cristiano, nos interrumpe poniéndose en el medio. - No sé qué, mierda pasa entre ustedes ¡Pero, Santo Dios! ¿Qué tienen? ¿Doce años? - Nos señala. – Todos apestan de ebrios. - Señala a Matt. - ...y tú, te largas. - Es fulminante y amenazador.

Y guau.

Porque ambos, chocan tipo tren de carga con sus miradas, sobre ambas fugaz a mi hermana Tatúm.

¿Eh?

¿Y eso?

Se gira a ella.

- Y tú... - Luego a mí. - ...también tú... - Para luego a Caleb e inclusive a la morena, que no se despega de él. -...se vienen conmigo, que los llevo a sus casas. No pueden manejar ni una bicicleta en el estado que todos se encuentran...

- Yo las llevo. - Se ofrece Matt, al ver que camino en búsqueda de mi abrigo y el de mi hermana, ganándose una mirada de odio de Caleb para luego una a mí, suplicante y llena de tristeza.

No tiene sentido ninguna explicación.

Como la de él, en compañía de esa morena y no me siento bien tampoco, como para pensar en todo esto y giro mi mirada bloqueando sus ojos infantiles, chocolates y lindos de mi cerebro mientras me marcho.

Obvio.

Todos obedeciendo a Cristiano sin dudar y dejando a Matt sobre su lugar y mirada descontenta por eso más que todo en mi hermana.

Creo.

El viaje en la camioneta y doble cabina conducida por Cristiano es en absoluto silencio.

Mi hermana sentada adelante, se gira mientras se cubre más con su abrigo para mirarme.

- ¿Te sientes bien? - Pregunta, al notarme algo descompuesta y con malestar.

Intento sonreír.

- Si... - Para la mierda. -...muy bien...

Se sonríe.

- Mentirosa. - Murmura con un bostezo. - Tu presión sanguínea debe estar baja y tu palidez asusta...

Carajo con su vocación, me digo contagiada por su bostezo.

- Agua y un par de analgésicos, Hop... - La dulce voz de Caleb también bostezando, sentado a mi lado y bajo el ronquido de su amiguita totalmente dormida del otro lado y desparramada contra la ventanilla de su lado por los efectos del alcohol, suenan en el segundo silencio por demás incómodo, mientras somos llevados como niños castigados.

Le estrecho mi mirada sin responder y solo limitándome a cubrir con ambas manos, mi rostro bajo una risita de Cristiano.

Santo Dios...

¿Puede ser peor?

CALEB

Pestañeo intentando abrir mis ojos y en el proceso, mi espalda cruje al intentar acomodarme mejor.

Mierda.

Y quiero tragar saliva como mojar mis labios resecos, pero no puedo.

Mi garganta está áspera y es por mi resaca pidiendo a grito un vaso de agua.

O tal vez dos.

Frotando mi boca, empecé a moverme e intentar sentarme en el lugar estrecho, pero mi cabeza gritó por ello, haciendo que caiga de espaldas sobre la suave colcha y donde sea que me dormí.

Gimo del dolor tapando mis ojos.

Lentamente abrí los parpados de vuelta y veo iluminado por las claras cortinas, el sol por los grandes ventanales que cubre la estancia.

Y confundido me miro.

Aún llevo mis jeans y la camiseta de anoche.

Presionando la cabeza entre mis manos, me obligué a sentarme nuevamente.

Porque no estoy en mi casa y menos en mi cama, que noto al observar el gran sofá de la casa de mis tíos, donde me dormí y en su gran sala con vista a su enorme jardín.

Una garganta aclarándose, me hace elevar mis ojos desde mi postura imposible por mi jodida resaca.

Tío Hero desde su sillón y dando un sorbo a su taza de café, me mira por sobre el periódico que lee.

- Te ves como la mierda, ahijado... - Dice sincero, dando vuelta una página.

Quiero reír pero intentar hacerlo, me provoca más mareo y más dolor de cabeza.

Señala con su taza en mano a un lado mío, donde en la baja mesita hay jugo de naranja recién hecho en un gran vaso y aspirinas.

- Tómate un par con el zumo o esa mierda no te dejará en paz, Caleb. - Me dice y obedezco, tirando mi pelo hacia atrás agotado.

El jugo refresca y lubrica mi garganta, haciéndome sentir mejor.

Aclaro mi garganta.

- ¿Cristiano, me dejó acá? - Pregunto, mientras sentimos bullicio que proviene de la cocina.

Tal vez, nana Marcello con tía Vangelis.

Niega, recolocando sus lentes y volviendo a su lectura con una media sonrisa.

- En realidad, fue por fuerza mayor. El pobre muchacho se tuvo que hacer cargo de los cuatro...

Lo miro raro.

- ¿Cuatro? - Repito.

Asiente.

- Dos de mis bebitas, tú y otra muchacha que quedaron dormidos, por ser unos jodidos mal bebedores. - Comenta. - Imposible de despertarlos, quedando todos aquí y llamando a los padres de esa muchacha y a Rodo. La muchacha de nombre Muriel, luego de una ducha que rayo le obligó a dar, se marchó agradecida y con un saludo para ti.

Y rasco mi cabeza por no recordar nada.

- Lo siento tío. Juro, que no va volver a ocurrir... - Digo sincero.

Se sonríe.

- Lo sé, pequeño. - Señala con su barbilla hacia la cocina. - Ahora ve y almuerza para llenar ese estómago. Marcello preparó para ustedes algo sustancioso y sus famosas galletas caseras.

Asiento, pasando por su lado.

- Hope... - Me las arregle para pronunciar y caminar al mismo tiempo.

Se sonríe más.

- Preguntó por ti al despertar y ahora está almorzando...

Vuelvo a asentir en silencio y algo inseguro por como están las cosas con mi prima.

- ¿Caleb?

Me detengo en el primer escalón del desnivel que lleva al comedor, al sentir la voz de mi tío.

Lo miro.

Se saca sus lentes, para limpiarlo con un lado de su camiseta. 

- ¿Sabes que le dije a mi pequeña Hop, cuando nació y la sostuve por primera vez entre mis brazos?

Niego.

Vuelve a acomodar sus lentes sobre el puente de su nariz, dejando a un lado el periódico para mirarme.

Muerde su labio superior, por el recuerdo de ello.

- ...que la esperanza me había salvado, hijo... - Y su sonrisa, renace. - ...la esperanza no se espera pequeño. No viene a ti, como tampoco se la busca... - Sus ojos van a uno de los portaretratos, donde tía Vangelis más joven y recostada en la gran cama de su habitación con mis tres primas muy bebés, posa para la foto con una mueca y postura divertida.

Mi tío sonríe.

Y yo también, porque la foto es hermosa.

Pero yo sonrío más, al ver la mirada de amor de mi tío sobre su familia.

- ...porque la esperanza, es única... - Prosigue, llevando una mano a su pecho. - ...y por eso, solo viene de acá... - Finaliza, palmeándolo.

Froto mi nuca, entendiendo su mensaje.

- Mi Hope... - Digo acariciando el nombre de mi prima.

Se sonríe más.

- Tu Esperanza. - Dice traduciendo el nombre de mi prima.

Mi Esperanza, repito para mí.

La mujer que siempre amé y que llevo grabado en mi corazón.

Como ese sentimiento que nunca perdí de todo mi amor por ella y que lleva su nombre.

Y me vuelvo sobre mis pasos, para abrazar a mi tío por sobre sus hombros como muchas veces lo hice de niño.

Se limita a solo sonreír y palmear mi cabeza con cariño, mientras me giro decidido subiendo ese par de escalones en busca de mi testaruda, dura y sí o sí, futura mujer.

Gracias, tío Herónimo...































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