CAPITULO 18


HOPE

Dos veces.

Dos jodidas veces con diferencia de un minuto, me había llamado la atención el profesor de Contabilidad en su módulo de clase y golpeando varias veces la pizarra con su bolígrafo.

¿Yo?

Eligiendo por primera vez en mi vida, sentarme al fondo y junto a una ventana en vez de mi siempre primera fila y no me pregunten el por qué, pero totalmente perdida en el paisaje que me regalaba, sin jamás escuchar su pregunta para mí.

Como tampoco para se sincera, su segunda reprimenda ya que la primera, nunca llegó a mis oídos.

Como las risas de mis compañeros por ello después.

Mejor dicho.

A mi cerebro la información.

Siempre fui la sobresaliente.

Siempre, la primera en llegar a sus clases.

Amo la contabilidad y los números.

Suspiro.

Pero también me di cuenta, que amo al despreocupado Caleb.

Y como 35 cuchillas en mi pecho, sentí la mirada de desaprobación de su parte al sentirse ignorado por mí, a su pregunta matemática.

La de su alumna sobresaliente.

La que nunca fallaba y que antes de que él formulara una pregunta en cuestión, yo ya estaba con mi mano en alto para responder desde mi banco.

Con ambos codos en mi pupitre, luego de pedirle disculpas tiré mi pelo hacia atrás de forma pesada y otra vez, caigo al paisaje que me brinda mi ventana.

Exhalo aire.

¿Qué estás haciendo conmigo y mi vida perfecta, Caleb Montero?

Y mis ojos vuelven a mi cuaderno cuadriculado de anotaciones y tamaño oficio sobre mi mesa.

Arrugo mi nariz.

Porque, está en blanco.

Nada escrito.

Ningún puto apunte de lo que explicó el profesor.

Chequeo la hora en mi celular y me desinflo al notar que solo falta, casi cinco minutos para que finalice su clase y no entiendo ni mierda lo que hay en la pizarra de cálculos.

Carajo.

El vidrio de mi ventana está corrido y una leve brisa entra y con ella, el murmullo creciente de ya algunos estudiantes saliendo de pabellones vecinos de sus clases, caminando por los senderos del campus.

Y entre ellos.

Ay, no puede ser...

El lindo Caleb.

Y jodido corazón, que late más fuerte al verlo.

Mierda.

Ya la clase está perdida, me digo con otro suspiro y con mi barbilla sobre mi puño, me dedico a observar clandestinamente lo bonito que es y sin que él lo sepa.

Va acompañado de algunos compañeros de clases y pasa cerca de mi edificio, pero no me nota por estar en el tercer piso.

Escucho por estar mi ventana algo abierta, que dice algo mientras se aleja con el grupo a su próxima clase, pero intangible para mis oídos por la distancia, pero que hace reír a todos.

Siempre alegre.

Buen compañero.

Buen amigo.

Y tan despreocupado.

Me encuentro por ello, sonriendo yo también.

¡Maldita sea, soy tan bipolar!

Genial.

Simplemente, genial.

El timbre anunciando el final de mi clase, hace que me levante de mi silla de un brinco y con mi carpeta y cuaderno guardando de forma rápida, cuelgo mi mochila en un hombro y huyo de mi aula.

De mis compañeros.

De mi profesor defraudado y de la vista de mi sexi primo.

Agua y bien fría.

Eso necesito y salgo en busca de ello, directo al baño de mujeres de mi edificio.

Cierro la puerta con fuerza cuando llego y agradecí encontrarme sola, mientras me apoyé en el lavabo de manos y mirándome en el gran espejo que compone toda la pared.

El recuerdo que nunca me abandonó del almuerzo caliente y que compartí el mediodía con Caleb y los chicos, sigue en mi cabeza.

Y no, mi clase de Contabilidad que pasó y fracasé estrepitosamente o la siguiente que tengo de Gestión Administrativa.

En mi cabeza, solo sigue la burbuja.

Nuestra burbuja.

Esa burbuja que jamás se rompió, por más disputa que sentimos entre Tatúm y Cristiano discutiendo por algo de un pañuelo y la llegada de un amigo de Caldeo que toca en su banda.

Como tampoco, mi siempre pelea sobreprotectora por mi hermana Juno a él, con ella en su regazo.

Solo, en la proximidad de Caleb sentado a mi lado.

En ello pensaba.

Y en esa promesa a algo...pronto.

Pronto.

Abro la llave y me echo un poco de agua en la cara, sin preocuparme por el maquillaje.

Ya que ni base llevaba.

Otra regla de Caleb.

Buscando un par de toallas descartables para secarme, vuelvo a mirar la imagen que el espejo me refleja.

Mi rostro.

Y la horrible iluminación no hacía mucho por mi piel.

En realidad, no hacía mucho por cualquiera.

Mi palidez al natural y libre de este, resalta más mis ojos azules y eso a Caleb le gusta más.

Y recorro mi ropa puesta hasta mis pies con zapatillas deportivas.

También, le gusta la simplicidad.

Me giro de este y me encuentro aceptando que vestir así, en realidad es cómodo y se siente bien.

Realmente...bien.

Y cierro mis ojos, negando.

Dios querido.

En cuestión de días, mis años de control se habían ido a la mierda con mi primo poniéndolo todo completamente de cabeza.

¿Qué iba hacer?

Caleb estaba invadiendo mi vida.

¿O...siendo parte de ella?

Un golpe en la puerta y abriéndose de forma brusca por un grupo de chicas alegres charlando entre ellas, me hizo saltar de mis pensamientos y cavilaciones de esas urgentes respuestas que necesito y buscaba.

Hora de salir Hop, me dije al ver que se llenaba más.

Aquí, no las voy a encontrar.

Tienes que probar las anchoas...

El consejo de Pascual, llega a mi mente de golpe.

Y suelto una risita, tomando mi mochila del piso con un tercer y gran suspiro de resignación.

- Okey Pascual, seguiré probando ellas... - Me susurré bajito y dándome otra oportunidad por esas respuestas y cerrando la puerta detrás de mí.

Horas después y al final de mis clases, me encuentro al lado de su motocicleta estacionada en el lugar de siempre en el campus a la espera de mi primo y releyendo su recordatorio en el mensaje de texto que me envió.

15:46h - "Nuestro final de clases coinciden, espérame junto a mi motocicleta. Recuerda que te pedí toda la tarde para mí, de tus mierdas organizada para enseñarte dos cosas y que a partir de las 19h eres mía ;)"

- ¿Más suya? - Sale de mí, bajito y echo mi cabeza hacia atrás mirando el cielo con un resoplido.

Mierda y re mierda...

- ¿Lista? - Su voz viene con él, del sendero caminando de forma alegre y con una sonrisa enorme que dibuja su rostro.

Apoya su mochila sobre su moto, para arremangar los puños de su camisa de vestir hasta la altura de sus codos por el calor y tomándome desprevenida a modo saludo, me da un beso ligero en los labios.

Y pestañeo, bajo su risa divertida por mi cara mientras se monta en ella y poniendo su mochila colgada, pero sobre su pecho.

Palmea mi lugar.

- Sube nena o no haremos tiempo... - Murmura ante mi silencio y estática, aún en mi lugar.

Mis ojos van a un lado y a otro del campus, atestado de estudiantes.

¿Caleb, me besó en público?

- Sí, lo hice... - Responde a mis pensamientos, arrancando la motocicleta y con su grueso motor sonando en el lugar mientras subo.

Carajo, la que me faltaba.

Es brujo, maldita sea.

Disimula, Hop.

Me cruzo de brazos detrás de él y pongo mi mejor cara de mierda.

- ¿Y cómo sabes, que estaba pensando eso? - Gruño.

Me mira por sobre su hombro con otra sonrisa y con sus manos por detrás, tomando las mías para guiarme a que lo rodee a su cintura.

Fuerte.

Dios.

- ...porque, tu lindo rostro de piedra... - Me susurra tan suave, pero llegando de una forma tan fuerte con su tono de voz a lugares de mi cuerpo, que no sabía que se podían estremecer. - ...me está pidiendo a gritos que te parta la boca con otro beso, mi Anabelle... - Suelta.

La mierda.

Eso fue lo más descarado, anti caballero, poco decoroso, pero tan caliente que me han dicho en la vida.

Que no sé, si ofenderme o amenazarlo a que lo cumpla, de lo lindo y porno que sonó.

- ¡Cerdo! - Chillo optando por lo primero, pero sin soltarme de ese fuerte agarre a su cintura, porque se siente lindo.

Un momento.

¿Me dijo, Anabelle?

¿Por la muñeca maldita?

Y arrugo mi nariz.

Y quiero preguntar, pero su carcajada suena por abajo del casco mientras se lo pone y me alcanza el mío.

- ¡Eso, es mentira! - Respondo a su risa abrochando el mío, recordando lo del beso.

- ¡Claro, que no lo es! - Afirma.

- ¡Que, sí! - Pero qué, bastardo engreído.

- ¡Que, no! - Dice y al sentirme segura sobre él, empieza a conducir en dirección a la calle.

- ¡Que te den, primo! - Grito, sintiendo la adrenalina de la velocidad subiendo y como tal, el viento cálido golpeando en mi rostro.

Me gusta.

Diablos, realmente me gusta esto.

- Esa es la idea. - Responde, ante mi maldición sucia.

Se detiene en un semáforo en rojo y voltea.

- ¿Te anotas?

Y mis labios tiemblan de la risa.

- ¡Cerdo! - Vuelvo a decir con una carcajada y la suya, acelerando al dar verde, pero esta vez una de sus manos reposa en las mías entrelazadas, rodeando su cintura mientras su pulgar las acaricia de forma tierna y cariñosa como siempre.

Y se siente tan bien.

Realmente bien y otra vez.

Nuestra burbuja.

Solo escuchándose el potente motor de su motocicleta, acelerando entre nosotros y el lindo silencio que se formó.

No pregunto, dónde vamos mientras circula.

Como tampoco, cuando veo que toma la carretera estatal y en dirección sabe Dios dónde.

Pero lo que sí, sé, es que volteando para ver hacia atrás.

A la gran ciudad metropolitana donde vivimos, vemos como se pierde con cada kilómetro que hacemos en la ruta casi desierta.

Y no me importa como a Caleb tampoco.

Porque solo estamos disfrutando en este viaje de muchos kilómetros y me apoyo más sobre su espalda dejándome llevar.

Me pidió la tarde.

Toda yo, para él.

Y se la voy a dar...

Solo nos detenemos en una gasolinera en el medio de la nada por combustible y para beber un par de latas de gaseosas frías que saca de una máquina de monedas, para luego seguir camino y disfrutando del viaje, el paisaje, la soledad de este y nosotros dos.

Siempre y solo, nosotros dos.

La ciudad siguiente, nos recibe y en donde, tras varias vueltas en ella, estaciona en lo que parece un gran hotel de categoría de 4 estrellas.

De pie observo, desde su elegante entrada hasta el último piso con su imponente altura como diseño y arquitectura.

Muy sofisticado.

Y silbo asombrada, diciendo.

- Guau...

Sonríe.

- Si, guau... - Repite, tomando mi mano. - ...ven.. - Me jala a la entrada y agradeciendo al portero de traje por abrir la puerta para nosotros. - ...quiero mostrarte lo primero y solo tenemos minutos... - Exclama entusiasmado, mirando la hora de su reloj pulsera y controlando el tiempo.

Todo un obseso y quiero reír, pero no lo hago.

Hace muy bien su papel, debo admitir.

Me dejo llevar por su entusiasmo y por la elegancia de este hermoso hotel de alta categoría con su decoración y mobiliario en los tonos dorados como rojos, mientras nos internamos en él.

Abre lo que parece la gran puerta doble que lleva a la cocina industrial y dentro de ella, saluda a varios en pleno ajetreo y preparativos para la próxima cena, de su exquisito restaurant que vi a un lado de las escaleras.

Pregunta por alguien y su interlocutor, un ayudante de cocina señala el fondo del lugar, sin abandonar la verduras que corta.

Agradece con una palmada de hombro para seguir camino conmigo, aún de la mano.

- Gino. - Exclama al verlo.

El tal Gino.

Un hombre de edad avanzada, corpulento, con vestimenta y sombrero de chef, se voltea a nosotros de mirar una carga de frutas y nos recibe con una gran sonrisa.

Deja a un lado los papeles que controla el pedido, entregándolo a un ayudante para abrazarnos y que continúe él.

Sip.

Abrazarnos de forma muy efusiva.

- ¡Caleb! ¡Viniste! - Chequea, ahora él su reloj. - ¡Y a tiempo, muchacho! ¡Bienvenidos...bienvenidos! - Nos dice invitándonos y con ademán de mano a que lo sigamos por un pasillo que lleva a otras escaleras.

Su voz es atronadora, pero agradable al oído y con un cierto acento francés.

Seguimos al hombre por más pasillos y otra escaleras, que no conducen a lo que parece un lindo y gran palier, donde da ingreso a unas grandes puertas dobles en madera tallada y labrada.

Nos espera para abrirlas de par en par.

- ¡Voilá! - Nos dice, cuando lo hace muy satisfecho y lleno de orgullo.

Y tiene un por qué, y mi boca de asombro, cae por ello.

Ya que, un enorme y gran salón nos recibe y hermosamente lujoso.

Su piso en un blanco perfecto, limpio y sumamente lustrado que parece pecado pisarlo, lo compone en toda esa grandeza rodeado en sus lados por pequeñas mesas redondas y con sus sillas respectivas.

Ambas en madera y en cuero de tapiz blanco a juego con el piso.

Estrecho mis ojos, pensativa.

Ya que, esto parece coronar, una...

- Bienvenida a la pista de baile internacional del país, donde se va hacer la interestatal, Hop... - Murmura, interrumpiéndome a mi lado Caleb con la mirada totalmente llena de satisfacción como el tal Gino, observándola.

No me la creo y camino con ellos para adentrarnos al lugar.

Solo el sonido de los zapatos de vestir de Caleb, suenan en el pulcro y brilloso piso de porcelanato italiano.

Gino a un lado, levanta los interruptores de una pared que también hace eco en el silencio del gran salón, provocando que grandes reflectores aparte de las luces convencionales, iluminen en todo su esplendor el lugar y sectores específicos.

Como el centro de la pista.

Donde, una pareja bailará.

Carajo.

Retrocedo un paso de ellos, confusa soltando su mano.

- ...yo no sé, si podré Caleb... - Balbuceo nerviosa.

Tanto glamour.

Tanta pista.

Tantas mesas, que serán ocupadas por cientos de espectadores.

Me abruma.

Y vuelvo a retroceder otro paso, ganándome una mirada rara de mi primo.

Pánico.

Sip.

Eso siento.

Caleb se acerca y vuelve a tomar mi mano.

La acaricia y es reconfortante.

Señala a Gino.

- Hop, te presento a mi amigo, dueño y Maitre Chef del hotel, Gino Jean Tosti.

- ¿Qué, tal? - Saludo algo tímida y se sonríe por ello, haciendo una reverencia y besando con caballerosidad la mano que le tiendo.

Pero nunca la suelta y con ella entre la suya, me conduce al medio de la pista, provocando que mi primo, si suelte la mía.

Y por eso, lo miro por auxilio por sobre mi hombro dejándome llevar.

¿Su respuesta?

Sobre su lugar y con las manos en los bolsillos de su pantalón de vestir ahora, solo se limitó a observar sonriente.

Perro.

- Todo el mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres, somos actores... - Murmura, invitándome ya en el centro a bailar rodeando mi cintura con su otra mano.

Demás aclarar, que sin música.

- ...Shakespeare. - Digo, mientras asiente.

- Exacto querida. Podemos ser, lo que queramos ser... - Me gira con un movimiento de su brazo, sobre nuestro lugar y sin perder el ritmo de un baile que hacemos en la nada y en silencio, pero iluminada pista. - ...dices que no puedes hacerlo. - Prosigue y me señala, pero sin soltarme. - Yo, te veo bailando ahora y en la pista junto a un desconocido... - Me guiña un ojo. - Y sin escuchar a su majestad la música... - Toca su pecho. -...porque la sientes...acá... - Toca su corazón.

- Las palabras de Sofi... - Susurro.

Y suelta una carcajada, mientras se acerca Caleb a nosotros.

- ¿Mi esposa? ¿Ya la has conocido?

¿Eh?

- Ellos fueron en su época, la mejor pareja de baile de tango, Hop... - Dice Caleb a nuestro lado.

¿Qué?

Miro a ambos.

- Sofia fue una prestigiosa bailarina de tango y ritmos de salón. Y por años fuimos campeones. - Suspira Gino, nostálgico. - Hermosa y fogosa mujercita con solo 19 años cuando nos casamos. - Continúa. - Que tiene la capacidad, de hacer bailar hasta un poste de luz... - Dice y se señala a sí mismo, haciendo que ría. - Me hizo descubrir que aparte de amar cocinar, amo bailar... - Me mira. - ...y créeme, muchacha... - Nos mira a ambos. - ...si tiene los ojos en ti, es porque tienes ese ángel...

- ¿Ángel? - Repito.

Asiente, totalmente confiado en su mujer y en mí.

Mierda.

- Ángel...para bailar... - Concluye.

Miro la gran pista de baile, cruzando mis brazos en mi pecho y cambiando el peso de mi pie, exhalando un gran respiro.

Yo, aún no lo sé...

Y resoplo.

Jodida inseguridad, la mía.

***

Es casi de noche cuando detiene su motocicleta frente a mi casa, luego de despedir a Gino y de conocer su gran hotel donde se hará este año el prestigioso certamen de baile nacional.

- Vendré por ti, a las 19h, Hop. - Me dice, mientras me ayuda a bajar de ella y le entrego mi casco.

Bostezo mirando la hora en mi celular y acomodo mi mochila mejor.

- No lo sé, Caleb. Solo falta poco más de una hora y sin contar que mañana trabajamos, me siento cansada... - Otro bostezo.

Niega.

- No hagas eso. - Me reprocha. - Prometiste, que serías mía en la tarde. - Se sonríe malicioso. - Y te quiero despierta para mostrarte la segunda cosa...

No me aguanto ante tanta curiosidad y pongo una mano en la cadera.

- ¿Y para qué?

Vuelve a encender su motocicleta de una patada y se sonríe más.

- Para sudar mucho, prima... - Finaliza, girando la moto. - ¡A las 19! - Me grita perdiéndose en la calle, la oscuridad de ella y sin darme tiempo a negarme.

¿Bien despierta?

¿Sudar?

Niego, subiendo los escalones de la entrada de casa.

Dios con sus respuestas, siempre de aire obsceno y esa sonrisa infantil linda.

CALEB

Detengo la motocicleta a cuadras de dejar a Hope en su casa, pero sin apagar el motor y sonrío, buscando mi celular de mi bolsillo para mandarle un mensaje de texto.

17:54h - "Lleva ropa suelta y cómoda. Nada ajustado"

Aprieto enviar.

Podría haberle dicho, antes de irme.

Pero con Hop, es mejor de a poco la información.

Menos de su verborragia inquisitiva y controladora de querer saber todo.

¿Y no queremos que se arruine, no?

Ya que, todo estaba saliendo de acuerdo a mi plan.

Lo primero era mostrarle el lugar donde sería el certamen de baile y un lugar importante para mí.

Necesitaba que se familiarice con él y quería que conozca a Gino, el marido de Sofi.

Él es una gran pieza importante en todo esto y más adelante, mi Anabelle sabrá el por qué.

Pero de a poco.

A pasos de tortuga con mi chica jodida, ya que sigue indecisa y cual bomba termo nuclear, puede explotar por ese pánico y mandar todo a la mierda en cualquier momento.

Y por lo más importante.

Quiero que lo haga y no por la apuesta.

Sino, por amor al baile.

Difícil lo sé, con mi chica odiosa, pero lo voy a conseguir.

Y su respuesta no se hace esperar y suelto una carcajada, negando divertido al leerlo mientras guardo el celular.

Es hermosa la engreída.

Y sin más, doy una fuerte acelerada con dirección a casa.

17:58h - "Jódete Montero, me pondré lo que se me dé la regalada gana."

HOPE

- ¡No sé, que mierda ponerme! - Chillo a Juno con desesperación en mi armario, el suyo y el de Tatúm abierto.

Inclusive con algunas prendas bonitas que saqué a mamá de su vestidor y aún, en sus perchas extendidas sobre mi cama.

- Mmnm... - Solo dice pensativa y dando golpecitos a su barbilla con un dedo, sentada tipo indio sobre su cama y con un libro de Bellas Artes entre ellas. - ¿No te dijo a dónde iban?

Niego.

- No quiso el muy cabrón... - Suspiro dejándome caer sobre la velluda y suave alfombra rosa del piso, acariciando a Rata acostado en el también.

Beso su enorme cabeza con amor y recibo su siempre, pero algo lenta ya movida de colita de él, como respuesta alegre.

Ya es muy viejito y ni los veterinarios entienden todavía, su milagrosa y longeva edad.

Es de otro planeta.

- Ya sabes que no doy mucha bola al tema vestimenta, Hop... - Dice, cerrando el libro. - ...pero antes de elegirla y con una invitación de Caleb. Me preguntaría sabiendo lo que le gusta a dónde me llevaría y de acuerdo a eso, optaría el atuendo.

Pestañeo al darme cuenta y me abalanzo sobre ella con un gran abrazo.

- ¡Dios! ¡Eres una puta genia! - Exclamo, bajo su risita.

- Bien. - Digo con ambas manos en mi cadera, otra vez de pie y mirando más decidida los tres armarios abiertos. - Suelto y cómodo... - Repito sus palabras, mientras empieza a volar perchas que voy eligiendo con ropa arriba de mi cama.

- Pero, bonito y sexi... - Dice por mí, Jun guiñando un ojo cómplice.

Sonrío.

Media hora después con una falda corta pero suelta en negro, mis amados tacones altos a juego, blusa cómoda y ciñendo las partes donde lo tiene que hacer.

Estoy lista cepillando mi pelo para recogerlo solo con una simple cola de caballo.

- ¿Solo brillo labial? - Me mira Jun junto al espejo de la habitación y ver que voy a usar como todo maquillaje.

- Sip. - Digo, terminando de retocar su color fresa en mis labios.

- Guau... - Exclama sabiendo lo mucho que amo maquillarme.

Me giro.

- ¿Cómo veo? - Le pregunto.

Me hubiera gustado la presencia de Tatúm también.

De mis dos hermanas, en este Casi.Parecido.A.Una.Cita.

Pero para variar, en su aprendizaje en el Hospital.

- Hermosa. - Dice sincera.

Ruedo mis ojos.

- Eso no diría un chico. Eso lo dice una amiga o tu hermana que te quiere mucho. - Respondo.

Ríe con ganas, para luego con una mueca pensativa y de un salto, salir de su cama en busca de su celular en su escritorio y me lo entrega.

- Sácate una foto. - Me dice.

La miro raro pero hago lo que me pide, volteando y de frente al gran espejo, me saco una selfie y se lo doy.

A mi lado, Juno ríe y teclea a alguien apretando enviar con una gran sonrisa.

Segundos después, este en su mano, suena con un mensaje entrante.

Lo lee y ríe a carcajadas volteando, para que lo lea.

- Ahí, tienes la respuesta de un hombre... - Solo dice.

18:49h - "OMG. Te cogería siendo homosexual y todo, cariño"

La respuesta del sexi Demian, me hace reír también.

Me vuelvo a mirar al gran espejo.

Bien.

Ahí, estaba la confirmación masculina que necesitaba.

Y eso me hace sentir mejor.

La voz de papá minutos después, me llama escaleras abajo y su voz, no suena precisamente a una dulce navidad.

Caleb, debe haber llegado ya.

Miro la hora.

Cinco minutos antes de la hora pactada.

Sonrío.

Controlador y organizado.

Y con un beso a mi hermana en su frente de forma ligera, corro escaleras abajo.

¿Por qué?

Mi respuesta, está abajo.

Y mirando de forma asesina y con su peor cara de mierda a mi primo, sentado desde su sillón favorito de la sala y pasando las páginas de su revista de Economía una a otra sin mirarlas.

Y sin poco disimulo, acotación aparte.

Tapo mi boca para no reír y me detengo en el descanso de ellas para tomar antes un fuerte respiro e ir hasta ellos.

Uno sentado frente al otro.

- ¿Y mamá? - Digo, terminando de bajar las escaleras.

Ella es la salvadora de la anginas celosas de papá.

Vuelve a la lectura de su revista y cruza un pierna sobre otra como si nada y aclara su garganta.

- Con la madre de este extraño.

Caleb niega divertido y yo río, caminando hacia ellos.

- Papá, no es un extraño. Es Caleb y por si lo olvidas, tu ahijado también y al que quieres mucho.

Frunce su ceño y acomoda sus lentes.

- Cierto.

Al verme Caleb se pone de pie y me admira de arriba abajo sin disimulo.

Sonríe.

- Estás, como para...

Y papá lleva su mano al pecho y con la otra, detiene a lo que sea que va decir mi primo.

Obsceno de seguro.

- ...llevarla a cenar a un restaurant muy bonito, lleno de mucha gente y traerla a las 21h... - Dice por él.

Caleb se encoge de hombros con las manos en los bolsillos de ese desgarrador y caliente jeans gastado en color celeste.

- También tío. Pero en realidad iba a decir, que...

Y otra vez, papá con su mano en alto.

No quiere escuchar y cierra sus ojos.

Pero, que dramático.

- Solo vayan...se lo prometí a tu madre... - Murmura, pero mira a Caleb fulminante y me señala. - ...pero distancia...

Y Caleb deja caer sus hombros.

- Pero tío, no va poder ser...ya que, yo voy a necesitarlas para...

- ¡Santo Dios, muchacho! ¿Es que no sabes mentir? - Dice abatido papá, provocando que yo ría.

Caleb me mira a mí y luego a él y niega.

- Nop. Papá me enseñó a no mentir. - Exclama orgulloso, inflando su pecho.

Y el mío, frota su frente mordiendo su labio superior.

Está deliberando en mandar a la mierda a su ahijado o no.

- Puto, Rodo sincero... - Gruñe al fin, para luego ladear su cabeza divertido. - ...vayan...vayan, antes de que me arrepienta. - Nos señala la puerta de entrada.

Una vez fuera en el jardín y ya montados en su motocicleta abrochando su casco, se gira a mí, con una mueca perpleja y hasta inocente.

- Solo le iba a decir que imposible distancia, porque te voy a llevar a bailar...

Sabía, que iba a ser a un lugar bailable.

La pasión de Caleb.

Suelto una carcajada.

Me eleva una ceja curioso por ello y yo, palmeo su hombro negando y diciendo nada.

Juno, tenía razón.

Gracias hermana.

La luna llena como siguiendo nuestra ruta de viaje, va a nuestro lado desde su alto y cielo totalmente despejado a donde sea que con Caleb vamos.

<< La segunda cosa que te voy a mostrar, es mi 2do lugar favorito Hop...>> Me dijo a los ojos de forma profunda, en una detención de semáforo. >>

Y trague saliva, por la intensidad de su mirada y solo asentí.

Dejando más que claro, que su primer lugar debe ser la pista de tango.

Más que obvio.

El aire vespertino de la primer hora de la noche y a medida que subimos por unas colinas cuesta arriba y cada vez más lejos del epicentro comercial, está solo habitada la zona por casas aledañas fuera de mucha iluminación artificial, haciendo que se note más el cielo estrellado.

Caleb se detiene en un cruce de tren, esperando que el convoy de carga con esas siempre campanadas, anunciando su paso haga más linda la cálida noche.

Mi primo también eleva su vista como yo, admirando el cielo nocturno y estrellado.

Y palmea mi rodilla desnuda con cariño.

- Relajarse y hora de que se apaguen las luces Hop, para que se enciendan las estrellas... - Murmura por bajo su casco, señalando lo que la noche promete.

No respondo, porque él lo dijo todo.

Me dijo todo.

Tras varias cuadras más, cruzamos un puente para internarnos en un distrito que no conocía de nuestra ciudad, llegando a una zona que para mi sorpresa.

Es todo, de tanto bares como lugares bailables.

Pero, no estilos disco y de mucho poder adquisitivo.

Si no...más.

¿Barrial?

Y me gusta.

Estaciona su motocicleta a 45 grados como las demás y me ayuda a bajar teniendo más cuidado, por llevar mi falda negra como corta y poniéndose frente a mí, de la vista de grupos de chicos a las afueras, charlando mientras fuman y otros beben de sus tragos entre charla divertida.

Elevo mi ceja asombrada.

Interesante.

¿Acaso el dulce e infantil Caleb, es alfa?

Su brazo me rodea por sobre mi hombro de forma posesiva y me atrae a él, cuando pasamos por ellos hacia la entrada y los saluda con una mano en el aire.

Y quiero reír, porque parece que sí.

La suave música que se escuchaba de afuera al entrar, se hace fuerte golpeando tus oídos de forma estrepitosa.

Y...candente.

El lugar bailable en tiempo pasado, fue una gran casona estilo colonial y contando de varios espacios con barras para tomar tragos y que todas conducen a su Roma.

O sea, la gran pista de baile principal.

Todo el lugar, está atestado de gente que casi impiden el paso, bailando y conversando entre ellos con copas en mano, como la música que explota de los parlantes.

En su mayoría, jóvenes.

La forma es ardiente de bailar de cada pareja, con cada paso como posturas de baile que dan y es palpitante, bajo esa sensación que se siente en el ambiente y te atrae a la pista con la canción latina que suena.

Y para mi asombro, todos saben lo que hacen.

No es como en una disco bailable, que te lanzas a la pista con tus amigas.

Es diferente.

Los observo con más detención, mientras me dejo llevar por Caleb de la mano a la barra de tragos más cercana, pidiendo paso y hace nuestros pedidos para beber al llegar.

Sus manos tomadas.

Piernas entrelazadas.

Los pasos que dan.

Cada uno de sus movimientos.

Ellos realmente y jodidamente, bailan.

Como si fueran profesionales o algo así.

La mayoría.

Extraño.

Y muerdo mi labio aceptando en vaso multicolor que me ofrece mi primo, porque me gustaría poder bailar así, suspiro y bebo mi trago de la pajilla que trae.

Saboreo mi rica bebida fría, pero abro mis ojos asombrada por mí, misma.

¿Acaso, dije eso?

Mierda, porque para mi sorpresa.

Realmente lo deseo.

Y no me estoy cuestionando eso.

Sonrío.

Guau.

Le doy otro gran sorbo a mi bebida.

Mierda, está riquísimo.

- Tranquila, compañera... - Me grita Caleb por sobre la música para que lo oiga, de espalda y apoyado a la barra con sus codos mirándome de forma divertida con su botella de cerveza en mano.

Señala mi vaso con ella.

- Eso, tiene alcohol...

https://youtu.be/vhHynAxHURA

Suelto una risita, dando otro sorbo y siguiendo con mis hombros el ritmo de la vieja canción oldie tan conocida de una película que empieza a sonar.

Y creo que se trataba de baile.

¿Coincidencia?

Vuelvo a reír, negando.

Totalmente no.

Causalidad.

Inclina su cabeza haciendo a un lado su pelo, que cubre parte de su frente con una mano, pero sin dejar de mirarme.

Hermoso el bastardo.

- ¿Quieres bailar, Hope? - Cambia de postura.

Y muerdo mi pajilla en mi boca pensativa, nivelando su mirada que nunca abandona la mía.

Vuelvo a sonreír, aún con ella en mis labios.

- Sip. - Digo.

Y no espera más.

Tomando mi mano y cada uno con su trago, me conduce al medio de la pista y pidiendo permiso entre la muchedumbre.

Y no lo puedo evitar.

Culpen al alcohol trabajando en mi sangre o a todas las parejas bailando divertidos, pero de forma precisa en la pista que contagia, empiezo a hacerlo sin esperar a mi primo.

Que de pie y sobre el lugar que eligió, solo me observa a una pequeña distancia inmóvil y siendo el único que no lo hace, pero saludando a algunos que al reconocerlo, se detienen para hacerlo.

Vaya.

Él, realmente es conocido.

Lo miro dando otro sorbo a mi trago y con una seña, lo invito a que baile y venga a mí.

Solo un pie con su zapatillas puesta, va al ritmo de la canción en el piso, pero todavía no se mueve entre el gentío grupal que lo incentiva también, ante mi pedido y ruego.

Ríe, pero niega.

Le doy el último sorbo a mi trago y se lo entrego a no sé quién que baila a mi lado y Caleb ríe más por ello, mientras lo busco al ritmo de la música moviendo mis hombro y mi cadera en sincronía con mis pies.

Es como si la canción, te hiciera sentirlo.

Te incentivara con cada paso que das, sin perder el compás.

Raro, pero cierto.

Y creo que Caleb también lo aprueba, porque no deja de mirarme a mí, mis pies y otra vez a mí, mientras hago volar los volados de mi falda con mis manos, entreabriendo sus lindos labios.

¿Con...asombro?

Para luego sonreír desde su lugar, negando algo que no tengo idea qué y que pasa por su cabeza.

Pero, con esa sonrisa que amo.

Si.

Amo.

La grande, alegre, a toda potencia y devastadora por lo baja bragas.

Entrega su botella de cerveza a un chico y sacando con un movimiento preciso su abrigo, para lanzarlo a una mesa cercana que la recibe en el aire, ganándose silbidos y aullidos alegres como festejando por lo que va hacer, camina a mi dirección al fin.

¿Eh?

Y lo hace.

¿Que, qué cosa?

BAILAR.

Todo él, al ritmo perfecto de la canción pegadiza.

Con pasos precisos, majestuosos pero divertidos y en total sincronía profesional al compás de la canción.

Ganándose más aplausos y chillidos de todos, que empiezan a formar una especie de círculo a su alrededor para deleitarse de semejante placer de ver bailarlo, pero sin dejar de hacerlos ellos.

Porque, es eso.

Placer.

Observar y admirar, cada uno de sus pasos y movimientos.

¿Y yo?

Congelada en mi lugar y festejando como todos, aplaudiendo feliz.

Mierda, mierda y re mierda.

¿Caleb acaso, sabe bailar todo de forma profesional?

Y mi respuesta viene, cuando toma mi cintura y como un experto en la materia, me hace girar sobre mi lugar sin trastabillar, provocando que todos aplaudan por ello.

Más griterío.

Docenas de más aplausos y más aullidos femeninos, festejando con la linda canción.

Él no habla pero solo basta que lo mire, para que sus ojos y su cuerpo conocedor, me guíen y lo haga como pueda, terminando la canción con otro giro mío y mi pecho contra el suyo en una postura sugerente y sus manos acariciando mi espalda.

Tan preciso y tan fuerte, que mi respiración agitada como la suya por los movimientos de baile, se hacen una.

Y con nuestros rostros tan cerca, que mis labios y los suyos se rozan y están a un latido de besarse.

Besarnos...

Y cierro mis ojos por ello, porque quiero ese beso.

Pero mi nombre por sobre la canción siguiente, me hace girar para encontrarme un rostro conocido entre toda la gente, que después de aplaudirnos desarman ese círculo y vuelve a bailar con sus respectivas parejas y de felicitarnos a Caleb y a mí.

- ¿Matt? - Digo al verlo a mi lado y de la mano de una bonita chica morena con un atuendo parecido al mío.

Si.

Frente mío y en un lugar de baile estilo clandestino y de una vieja casona, encuentro al primo de Ben.

Ese chico enfermero que le parece lindo a mi hermana Tatúm y trabaja con ella, en el Hospital de papá y que conocí, cuando la acompañé esa noche a la fiesta en la casa de la playa y era dueño.

Acomodo mi ropa mientras me suelto de Caleb, para saludar a él y a la chica, notando dos cosas.

Que sus ojos y sin poco disimulo, van a mis piernas desnudas y a mi corta falda importándole una mierda la chica a su lado.

Y lo segundo, el bufido de mi primo que no suelta una de mis manos a espalda mía.

Guau.

Parece que realmente, no le cae bien Matt.

- ¿Qué haces, aquí? - Le digo por sobre la música alta, señalando el lugar y tirando mi pelo algo suelto y transpirado, para atrás.

Ríe divertido, sin acordarse siquiera de la presencia de la linda morena y mi primo.

- Yo bailo, Hop. - Responde.

Como que no entiendo, ya que es obvio eso si está en este lugar y creo que puse mi cara de crédula, porque ríe más por ello, divertido y recordando ahora sí, la presencia de mi primo y lo mira interrogante.

- ¿No se lo dijiste? - Le dice, dando un trago a la botella de cerveza helada que lleva en una de sus manos.

- ¿Qué? ¿Que no me dijo, qué? - Miro a ambos.

- Que este es uno de los lugares de baile donde nos juntamos todos los que somos del ambiente de la danza, para distendernos y confraternizar entre nosotros... - Me responde Matt, ganándose una risa de burla de Caleb.

Lo miro raro.

¿O fue sarcasmo?

Vuelvo a mirar todo y a todos.

Y ahora entiendo.

Realmente, eran todos profesionales como lo pensé.

Me giro a él.

- ¿Tú, bailas también?

Matt me regala una reverencia como un sí y yo sonrío por ello, ganándome a su vez, una mirada de mierda por parte de Caleb.

Arrugo mi nariz.

¿Acaso, eso lo puso celoso?

La voz nuevamente de Matt, me hace voltear a él.

- Sí, lo soy. De tango y ritmos latinos de salón.

- Es el quíntuple campeón internacional de tango... - La voz de la morena se hace presente, pero con cierta mirada de desaprobación a mí.

¿Y eso?

Pero llena de satisfacción por parte de Matt.

Lo miro sorprendida.

- ¿Estarás en el certamen final? - Pregunto curiosa.

Asiente.

- Debo mantener mis medallas de oro. - Sonríe complaciente.

Mi mirada va a Caleb que permanece en silencio en toda la charla, pero sin un dejo de su siempre alegría y ningún gramo de gustarle todo esto.

Y me parece que a la morena tampoco.

Siento la mirada de Matt aunque no lo veo, en mi espalda, porque sigo mirando a mi primo curiosa y esperando una respuesta.

Nada.

Solo se limita a mirar de forma agria con su ceño fruncido y sin ningún movimiento muscular a nuestro interlocutor y quíntuple campeón de tango de salón.

Lo único que me da señal que le corre sangre por sus venas y sigue vivo, es el constante acariciar de su pulgar a mi mano entrelazada a la suya.

¿Para calmarme?

No.

Para calmarse él...

Matt lo mira y le enarca una ceja y con ella, una sonrisa se dibuja en sus labios.

- ¿Acaso, vas a participar, Caleb?

Mi primo rasca su nariz y como si nada, dice.

- Sí. Lo voy hacer por primera vez. - Y su firmeza me asombra.

Y espero sorpresa por parte de Matt, una felicitación o algo parecido.

Pero, solo logro distinguir entre las luces multicolor que van y vienen del lugar y al ritmo de la música, cierta desaprobación por parte de él.

Como si la idea no le gustara nada.

¿Y eso?

Y una media sonrisa algo falsa en su rostro, es toda respuesta.

- Este año va ser muy interesante... - logra decir al fin, provocando que su compañera suelte una risita de burla, intentando en vano disimularla llevando una mano a sus labios.

Eso también, fue raro.

Y la gente estalla con la canción siguiente.

Una latina y muy sensual, rompiendo el extraño ambiente que se produce entre los cuatro y con ellos, una mano envuelve la otra mía.

La que no tiene Caleb.

Es Matt, que acaricia mis nudillos de forma tierna.

Pero yo, siento escalofríos.

Y no del tipo sexi y lindo.

Mierda.

- ¿Bailarías conmigo, Hop? - Me dice, invitándome a adentrarnos más a la pista.

Pero sus ojos se estrechan al ver que Caleb no me suelta y rodea mi cintura posesivamente.

Se acerca a él de forma amenazante, causando que suelte mi mano.

- Ya te dije una vez, que no toques a mi mujer... - Gruñe haciendo otro paso y ese mismo, retrocede Matt. -...aléjate de ella...porque está totalmente fuera de tu rango, ¿lo entiendes Matthew?

Y sin más y sin despedirse de la rara pareja, me jala con él, en dirección a la salida de la pista y fuera del lugar, camino a su motocicleta.

¿Pero qué, mierda fue todo eso?

¿Y por qué, tanto odio por parte de los dos?

Enciende su moto con ira, pero con cuidado me ayuda a subir a mí, como a ponerme mi abrigo.

Nuestro regreso es silencioso y por más que en varias paradas de semáforos en rojo, intento preguntarle qué, diablos fue todo esto, no logro sacar nada de sus labios silenciosos.

Pero, no me lleva a mi casa como pensé.

Vamos directamente al antaño edificio, donde da sus clases Sofi.

- Necesito hacer algo, Hop. - Solo dice ante mi cara interrogante, al bajar de su moto y seguirlo a la puerta de entrada, mientras espero que con un juego de llaves que saca de sus jeans, abre la gran puerta de vidrio y la empuja una vez abierta.

Enciende cada luz a medida que subimos y por segunda vez al pasar, me quedo mirando esa gran y antigua foto mural en color sepia y negra de la pareja bailando tango en esa pose sexi y que compone, la pared principal de ese piso.

Y me vuelvo a repetir que es hermosa.

Y mis ojos se abren al observar en más detalle los personajes y entendiendo.

Quiero preguntar a Caleb por ellos, pero el sonido de sus pasos subiendo peldaños más arribas como ignorándome, me hacen seguirlo quedándome con las ganas.

Y empiezo a llenarme de furia con cada escalón que subo.

¿Pero qué, rayos le pasa conmigo?

Tira a la silla más cercana su chaqueta, quedando solo en esa sexi camiseta blanca mangas cortas al entrar al salón de clases de Sofi, encendiendo también su luz y el equipo de música.

- Tengo angustia y así, no puedo ir a casa... - Me dice, caminando de un extremo al otro de forma exasperante por la habitación, pero se detiene para mirarme tirando su desprolijo pelo por llevar el casco puesto, para atrás con ambas manos. - ...y cuando tengo angustia, como algo que tenga tonelada de azúcar o escucho música a toda potencia... - Exclama con ambas manos al aire, pero las deja caer de forma pesada con su cabeza mirando el techo y dejando a mi deleite visual, su linda garganta expuesta.

Solo eleva un dedo para señalarme.

Pero sigue sin mirarme y aún, en esa postura.

- ...y es por tu culpa, jodida... - Me dice.

¿QUÉ?

- ¿Y yo, que hice idiota? - Chillo, siguiéndolo a la única puerta del salón donde la vez que vine, fue a cambiarse para bailar tango.

Es una gran habitación de utilería.

Donde encuentras hasta un perchero de pie lleno de trajes masculinos y vestidos de mujer para bailar.

Partes de decoración por el piso y estantes como en las paredes y hasta zapatos e indumentarias de baile y más cosas que no tengo idea para que son.

De una gaveta empieza a sacar unas cajas de cereales y de un pequeño frigobar, una jarra de agua que bebe desde ella y una botella que contiene crema batida.

Se sienta en la única mesa de un rincón haciendo a un lado la jarra, para verter los cereales de forma abundante y con aire de decepción en un pote vacío, mientras mastica algo de un envoltorio a medio abrir que encontró de golosina sobre ella.

Pero, sin antes olerlo para verificar su estado.

Se encoje de hombros y le da una gran mordida.

- ¿Que, qué hiciste? - Me mira de donde estoy del otro lado de la mesa y cruzada de brazos dejando por un segundo de comer la gran cucharada de cereales que baña en crema y también engulle.

Asqueroso y lindo.

Dios...

Ahora entiendo a tía Mel, cuando dice que no sabe si abofetear a tío Rodo o llenarlo de besos, por su comportamiento infantil y comilonas que se manda.

Lleva su mano al corazón.

- ¡Me rompiste por cuarta vez el corazón y lo preguntas! - Exclama triste y dando un gran bocado a su cereal, mezclándose el crujir de ellas en su boca con la música en la otra habitación.

Le estrecho los ojos, sin moverme de mi lugar.

- ¿¡Que yo, qué!? - Chillo.

- ¡Sí! - Dice. - ¡Porque, le tomaste la mano a Matt! ¡Y me fuiste infiel antes de casarnos, maldita sea!

Calor.

Mucho Calor.

Pero de ira que me colma el cuerpo y con cierto dejo de alegría, por notar sus celos.

Que por cierto, muy infantiles.

Jesús Bendito quiero reír, pero no le voy a dar con el puto gusto.

Apoyo ambas manos con fuerza en cada extremo de la mesa de un golpe, inclinada con toda mi furia a él.

- ¡Idiota! ¡Yo no le tomé la mano, él lo hizo y fue, quien la acarició! - Grito.

Deja de masticar de golpe, para mirarme de forma profunda.

- Oh Dios, él acarició tu mano... - Gime triste al enterarse y tomando la botella de crema, inclina su cabeza hacia atrás, para luego apretar y que salga todo su contenido sobre su boca directamente y con otra sobredosis de decepción de glucosa.

Si.

Una criatura.

No rías, Hop.

- ¿Sabes, qué? - Me giro a la puerta caminando a su salida, pero me detengo para mirarlo sobre un hombro. - Jódete, Caleb... - Digo y sin más tirando mi pelo detrás de él, prosigo camino hacia afuera.

Pero el sonido de su silla deslizándose por el piso para levantarse y venir en mi búsqueda, hace que aligere los pasos.

Mierda.

Y corro, logrando llegar al salón de clases, pero el impulso de su cuerpo en carrera a mí, provoca que su cuerpo y mi espalda choquen contra una pared.

Una pared, toda espejada.

Una fuerte exhalación mía contra ella, logra que empañe la parte de ese espejo por mi rostro y mejilla aprisionada por él y el fuerte pecho de Caleb, que con ambos brazos me acorrala y no me deja escapar.

- Eres mía, Hop... - Gruñe con amor, enredando su nariz en mi pelo casi suelto y acariciándome con ella, pero sin soltarme.

Dios.

- ...y no voy a permitir que ese hijo de perra, toque nada de ti... - Besa mi nuca, haciendo a un lado mi pelo y soltando mi coleta. - ...porque, eres sagrada para mí... - Susurra, acomodando un mechón de pelo detrás de mi oreja y jadeo por esa caricia y con mi corazón a toda marcha, cuando siento una de sus manos sin perder esa fuerte presión que me tiene contra la pared y con su cuerpo, acaricia y dibuja de forma lenta como dolorosa para mi sistema, todo un contorno de mi silueta.

No dijo nada con cada caricia, pero la expresión de su rostro que podía ver a través del espejo, era más que suficiente para llenarme de esa sensación nueva y caliente que solo Caleb, producía en mi cuerpo.

Como debilitándome, pero reclamando mucha necesidad.

Una necesidad de él, en mí.

Adentro.

Y mis ojos recorren su figura reflejada.

El de su cuerpo apretando el mío, con esos favorecedores jeans claros y la ceñida camiseta blanca que moldea esos pectorales y su vientre definido, me provoca espasmos de calor y fuego a todo mi cuerpo.

Corre apenas un lado de mi blusa para besar con delicadeza esa porción de mi hombro desnudo y yo, gimo por falta de palabras.

Sabía que Caleb, podía sentir que temblaba en mi interior.

Pero, no de miedo a lo por venir.

Sino.

De esa necesidad nueva y llena de hambre que quiero conocer.

Aún con sus labios en mi piel, me mira a través de sus gruesas pestañas y como ayer, su mirada infantil vuelve a oscurecerse, por esa guerra llena de emociones intensas y de deseo.

- ¿Qué quieres de mí, Hop? - Susurra sobre mi piel.

Oh mierda.

CALEB

Dios...

Su piel.

Y vuelvo a besarla de forma suave, porque no lo resisto sobre su hombro.

Pero me controlo de devorar cada centímetro de ella y rogando que esta no me abandone, conformándome con apoyar mis labios y seguir sintiendo su suave textura, mientras mi sangre bombea fuertemente por mis venas y en mi duro pene que se presiona contra ella.

Doy otro paso hacia adelante, apretándola más y su gemido por sentirme, es el puto cielo para mí.

Elevo mi mirada en una lucha constante si debo o no.

Ella aún, no entiende que es todo para mí.

Mi todo.

Mi tesoro.

Y las manos manchadas de un tipo como Matt nunca iban a tocarla, porque mi jodida Anabelle y como lo dije antes, es sagrada.

- ¿Qué quieres de mí, Hop? - Susurro bajito y conteniéndome con fuerzas que creí jamás tener y sin abandonar mi mirada de la suya y que el espejo refleja.

A nosotros dos.

https://youtu.be/C8lTh2q8nNc

Sus labios se despegan del espejo para tragar saliva y su lengua, pasando para humedecerlas es mi perdición.

- A ti... - Murmura bajito.

Y gimo por su declaración, dejando caer pesadamente mi frente a su cuello.

Exhalo aire.

- Nena, no hay cama acá y es tu primera vez. Tenemos que ser suaves... - Y quiero patear mis pelotas por decir eso, pero sé que es lo correcto.

Lo que la controladora y dulce Hope, querría.

Su risita me hace pestañear y levantar mi vista para mirarla y ahora ella se me pega más, provocando con ese movimiento de su trasero, que tenga una erección de grado 9 en la escala de Richier.

Me mira sobre el espejo.

Y.Santa.Mierda.Con.Su.Mirada.

Y créanme, que no es mi controladora y dulce Hope.

- ¿Quién te dijo, que lo deseo acostada a mi primera vez y suave? - Declara con un jadeo.

Y miro a la mujer de mi vida.

A la que siempre y únicamente amé y amo.

Porque, ella es hermosa.

¿Y encima con pensamientos sucios?

Miro al techo.

En realidad al cielo.

Gracias Dios.

Y que él, nos proteja.

- ¡A la mierda todo! - Exclamo, lanzándome sobre ella y su risita.

La giro contra mí y sus manos como las mías van a nuestros cuerpos.

Llenos de necesidad y chocando nuestras bocas, con el juramento entre ellas de nunca soltarse.

Aunque la siento nerviosa y algo perturbada por la cantidad de sensaciones que la colman como a mí, al tomar el borde de mi camiseta y jalarla por arriba.

Su bonito cuerpo lleno de excitación, no se intimida ante mi media desnudez.

Mi chica es valiente.

La ayudo con su blusa al salir por su cuello, quedando en solo sujetador.

Suelto nuestro beso apasionado para admirarla en ellos.

Santo Dios.

Sus tetas.

Las acaricio con mi pulgar, causando que se endurezcan por sobre su tela de algodón en color negro.

Ellas son hermosas.

Y mi dedo va a su rostro para levantar su barbilla, porque ella también se observa.

Presiono más mi torso ya desnudo contra el suyo, para que sienta con ese contacto y mi intimidante pene caliente y duro, empujando contra su vientre desnudo.

Mientras mi otra mano, aún en la suave tela de algodón, la hago a un lado para exponer un pezón.

Primero uno y después el otro que se erizan más ante la tibieza de mis labios, cuando me inclino para besarlos.

Y Hop echa su cabeza hacia atrás con un gemido que va directo a mi erección y empujo más sobre ella, en ese dulce como doloroso ir y venir de nuestros centros buscando como frotándose por sobre la ropa.

Mi otra mano reteniendo su baja espalda que se sacude con cada lamida y adueñándome de un pezón, se desliza por sobre su trasero dibujando su falda corta a volados, para levantar hasta su cintura y tocar su braguitas por adelante.

Mis dedos la acarician por sobre la tela y me excita más sentir su algodón totalmente humedecido.

Mojada y mía.

Solo mía, mi chica jodida.

HOPE

La mirada de Caleb se desarma al soltar mi seno que atacaba con hambre, para mirarme y buscar mis ojos, al sentirme mojada con sus dedos.

Y tomando una fuerte y aturdida respiración, con fuerza me alza sobre él, empujándonos más contra la pared espejada mientras lo rodeo con mis rodillas en su cintura.

Empujé mi lengua contra su boca, pidiendo más.

Lo necesitaba, porque mis labios como cuerpo lo pedían a gritos, esa dura y caliente erección dentro de mí, en su dulce calor.

Yo temblaba.

Caleb temblaba.

Yo, de deseo y amor.

Y Caleb por ello y querer cuidarme.

Mis manos rodearon su cuello enredando mis dedos en su pelo, para profundizar el beso con nuestras lenguas entrelazadas.

Pero se separa para morderlos y mirarme de forma suave y recorriendo cada centímetro de mi rostro con sus ojos chocolate.

Acaricia mi mejilla con el dorso de su mano.

- Te amo, Esperanza Mon... - Susurra bajito y yo, sonrío sintiendo mis labios hinchados como los suyos, también sonriendo. - ...y desde la primer vez, que te vi siendo un nene. - Juega con mi lengua con otro beso. - Mía... - Más besos. - ...como yo, tuyo...

- Mío... - Repito y me gusta como suena y también lo beso, robándome un gemido al empujarse y frotarse más contra mí. - ...también te amo, Caleb... - Confieso.

- Hop... - Gime feliz y la lujuria se apodera de él, al caer su boca de vuelta en uno de mi pechos, volviendo a chuparlo y lamerlo tomándose su tiempo.

Porque los lame.

Muerde y chupa.

Y se nutre de ellos.

Sus dedos se deslizaron más a la unión de mis muslos y sin perder tiempo hizo a un lado mis braguitas, para introducir despacio uno de ellos en mi interior.

Y mi húmeda esencia lo envolvió.

- Santo Dios. - Exclamó entre mis pechos. - Voy a venirme con solo sentirte mojada... – Murmura, mordiendo nuevamente uno de mis pezones, haciéndome gritar de placer y reír al mismo tiempo.

Acaricia mi clítoris con su pulgar como su lengua mis labios, cuando vuelve a besarme.

- Caleb... - Jadee su nombre, implorando por lo que estoy sintiendo y es nuevo.

Sonríe sobre mis labios.

- Ya estás lista, mi Esperanza... - Dice dulce, volviendo a besarme y sentir el sonido de la hebilla de su cinturón desabrochándose y bajar la cremallera de sus jeans y tomando un agarre de mí, más fuerte.

Pero se detiene en el momento y me mira por sobre nuestro beso.

- Condón... - Susurra en mis labios y yo niego.

Sacudo mi cabeza.

- No. Quiero sentirte... - Gimo, acomodándome más sobre él.

Pestañea.

- Pero nena...no tener control de eso, puede...

Lo miro.

- Control es mi segundo nombre, ¿lo olvidas? - Sonrío ante su cara. - Tomo las píldoras desde hace un año por regulación... - Bajo mi mirada algo avergonzada. - ... y desde que te vi esa vez en el gimnasio...

Y su sonrisa a toda potencia aparece y me arquea una ceja, haciendo a un lado su pelo con un movimiento de cabeza.

- Acaso, sabías que yo...

- Siempre y solo tú... - Interrumpo y confieso tímida, acariciando su rostro sin poder dejar de mirarlo a los ojos.

Porque es hermoso y pese a mi negación, siempre le amé desde niña y él un enano metiche.

Su enorme sonrisa infantil se llena de felicidad mostrando en todo su esplendor su ahora, sonrisa de dientes perfectos por años de bráquets.

Muerde su labio corriendo parte de mi pelo sudado que cubre mi rostro y con un suspiro los mira y luego a mis ojos, mientras con suavidad acomoda la punta de su pene en mi entrada.

Y Cristo.

Por ese dulce calor, que me invade al sentirlo y mi cuerpo se acomoda en él.

Porque yo, ya no lo mando.

Mi corazón lo hace.

Y ambos jadeamos al sentirnos, con apenas unos centímetros dentro mío.

- Te mostré mi segunda cosa, que es mi lugar favorito... - Me susurra, empujando con suavidad más en mi interior, pero se detiene usando toda su fuerza para contenerse y mirándome para verificar que estoy bien.

Besa mis labios y vuelve a mirarme.

- ¿Estás bien? - Pregunta.

Asiento y sonríe, besando mi hombro desnudo y volviendo a empujarse más dentro mío, causando que jadee.

Se detiene.

- Pero nunca te dije, cuál era mi primer lugar...favorito... - Gime, empujando otro poco y detenerse, al sentir que topa con mi barrera de virginidad.

Suspira sobre mi piel pegando más nuestros cuerpos a la pared espejada, mientras su frente sudorosa se apoya entre la base de mi cuello y hombro.

- ...la pista de tango? - Mi turno de gemir, ante su suave movimiento entrando y saliendo de mí, en ese corto espacio para respetar mi virginidad.

Mi Himen.

Niega sobre mi mejilla con otra gran respiración por contener las ganas de poseerme y penetrarme con fuerza.

- ...no... - Dice. - ...estar dentro tuyo es mi primer lugar favorito, nena... - Suelta como si nada y nivelando su mirada a la mía.

Y oh mierda, por su palabras sinceras y sus ojos por como me mira tan lleno de amor.

De ese amor incondicional a mí.

Y algo se derrite dentro mío.

Caliente y con un dulce dolor.

Pero que se subsana con todo el amor que yo también siento por Caleb.

Y es mi virginidad que con un último empuje que me llena, completamente y se rompe.

Sintiéndonos.

Y ambos, gritamos de placer por ello.

Nos buscamos con nuestras bocas, mientras me embiste una como otra vez saliendo y entrando, pero de forma lenta por mi estrechez y por mis primeros gemidos de dolor.

Y con nuestros rostros sudorosos, me mira preguntando si estoy bien.

Mi afirmación pide más.

Cuando el ardor se transforma en placer, su velocidad aumenta convirtiendo nuestras respiraciones erráticas y fuertes por sobre la música, intensificando la sensación de mi interior apretando su dura erección hinchada, mientras sale y vuelve a entrar.

Y un torrente de emociones me golpea por todas partes y empujo con mis talones ya fuera de mis tacos, contra su trasero semi desnudo por sus jeans a medio bajar pidiendo más.

Caleb se sonríe por ello y me abraza más a él, uniéndonos más y provocando que me excite más.

Todo esto era nuevo para mí.

Y no solo, la excitación sexual.

Sino, las enormes mariposas que siento en mi estómago, mientras mis manos recorren su pecho tonificado y brilloso por el sudor como el mío.

Me inclino para besar esa piel mojada y lamerla, haciendo que un gruñido salga del interior de su garganta de placer y se sumerja más en mi interior, empujándome más contra la pared mi espalda.

Duro.

Mucho más duro.

Y me gusta.

Huelo su piel y sus labios.

Todo Caleb es embriagador, que con otra gran embestida entrelaza nuestra mano, mientras la otra sigue sosteniendo mi trasero.

Se desliza con fuerza dentro mío y otro placer, azota mi cuerpo y grito por ello.

Cubre mi grito con un beso y una risa que me contagia.

- Mi chica es gritona... - Susurra bajito, sonriendo y bajo nuestros labios unidos.

Estoy cautiva sobre él.

Todo en el dulce Caleb, irradiaba dominio.

Pero, pese a ese dominante embiste de hacerme el amor.

Había algo.

Sentía...más.

Por la forma en que me contiene y la manera en que sus ojos me miran.

Y la forma en sus dedos entrelazados a los míos me acarician por sobre mi cabeza y contra la pared llena de ternura.

Había adoración...

Del mucho.

Y mi vientre comenzó a apretarse y mis piernas a temblar, amenazando con desfallecer.

Caleb al sentirlo, con ambas manos me abraza más y sus penetraciones sin perder el ritmo se intensifican.

Mi humedad lo envuelve en mi interior, empapando nuestra dulce unión y acoplando un sonido mojado a la habitación y música.

Y yo cerré mis ojos aturdida, cuando me sentí venir con la llegada de mi orgasmo, apretándome más contra él.

Su boca reclama la mía al sentirme y llenarlo, mientras jadeo en voz alta estrepitosamente por mi clímax y su cuerpo, de detenerse lentamente por la llegada por mi corrida, comienza a moverse nuevamente.

Mordiendo mi labio inferior, para luego besarlo.

Sentirme gemir suave, aumenta su ritmo impulsándose más fuera y dentro de mí, con desesperación apasionada mientras apoya su frente en la mía.

Y su cuerpo empieza a temblar y su espalda se tensa, cuando en la última pero profundo empuje, se libera con la llegada del suyo y algo tibio como cremoso colma mi interior, sintiendo que es mi perdición.

Placer de sensaciones, al sentir que se corrió dentro de mí.

Mi nombre está en sus labios, cuando llega y nuestros cuerpos semi desnudos, están más unidos que nunca.

Como uno solo.

Se gira conmigo encima y contra la pared con cuidado, dejarse deslizar por ella y sin romper jamás nuestro abrazo como su pene en mi interior, en el piso.

- Te amo, Hope Mon... - Me susurra, mientras besa mi cuello con dulzura y en esa posición arriba suyo, empujando mi trasero desnudo hacia él con ambas manos, pero con suaves y lentos movimientos dentro y fuera de mí, para sacar los últimos restos de nuestros orgasmos.

Suspiro de placer, apoyando mi mejilla en su hombro y dejándome llevar por ello.

Y cierro mis ojos, intentando regularizar mi respiración jadeante como la suya.

- Te amo, Caleb Montero... - Digo yo.

Porque lo amo.

Mucho...






































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