CAPITULO 16

HOPE

Mi hermana como si nada, sigue manejando y con una mano golpeando el volante al ritmo de la vieja y ochentosa canción que sale de la vieja radio de su clásico chevy de los '70 en color gris plata.

Sip.

Como a mamá.

Tatúm ama los coches viejos y pese a las muchas negativas de papá y que pegó un grito en el cielo cuando la vio caer con él, una tarde comprado con sus propios ahorros.

Tuvo que resignarse.

Pero sin antes mandarlo a un taller especial, para una verificación completa de motor y su seguridad así, él y su angina se quedaban en paz.

- ¿Me vas a seguir mirando así, todo el viaje? - Dice entre risas, esperando que le den pase en un cruce, mirando para ambos lados.

Es que no puedo, no hacerlo y sin contestar, la sigo mirando con mi boca abierta y petrificada en el lado del acompañante y con cara de que, si me hubiera dicho que la tierra es plana cuando me contó.

- ¿Papá y mamá lo saben? - Solo gesticulo desde mi lugar.

Me mira por el rabillo del ojo, doblando en la siguiente esquina.

- Sip. - Solo dice.

Guau.

- ¿Y papá, cómo reaccionó? - Pregunto.

La gran pregunta.

Suelta una risita abriendo un gran mapa en un semáforo en rojo, que ocupa todo el espacio del volante y empieza a mirar los nombres de las calles y sonríe, cuando encuentra el que busca.

Por su demora, se gana bocinazos del coches de atrás ya con el paso en verde.

Y rueda sus ojos, bajo sus lindo lentes de armazón negro, para luego sacar su mano y mostrarles el dedo del medio.

- ¡Ya, va! - Les grita sobre su ventanilla baja, haciendo que ría.

Suspira entregándome el mapa para seguir camino.

- Como reaccionaria él, Hop... - Muerde su risa. - ...cuando algo lo emociona, aprieta su pecho y pidiendo permiso, se dirigió a su despacho de casa a llorar en silencio, bajo la risita y consuelo de mamá...

- ¿Y? - Digo, doblando el mapa con cuidado.

Se encoje de hombros.

- Con los ojos en compota volvió y me dio su okey o bendición...

- Pero... - Con papá, siempre hay uno o una condición, para llamarlo de otra manera.

Sonríe.

- ...que mamá ayude con la búsqueda de mi departamento, para asegurarse que voy a estar bien... - Sonríe más. - ...y ya la encontró y allí vamos! - Festeja feliz.

Sip.

Como leyeron.

Mi hermanita mayor por unos minutos, se va a mudar y vivir sola.

SOLA.

Y como que, no me la creo.

O sea.

Re guau.

Y me siento muy orgullosa de ella por esa decisión a semanas de cumplir los 18 años las tres y ser adultas.

Pero, elevo un dedo a mi barbilla pensativa.

Mmnm...

¿Realmente sola?

La miro y toda ella, es brillo de felicidad.

De ese brillo mencionado antes.

Porque mi hermana querida, realmente está feliz.

Volteo a mi ventanilla para ver el lindo paisaje que nos regala su coche, ingresando a una bonita zona de casas tipo familiares.

Mucho verde.

Grandes arboledas con casas del estilo chalets con blancas verjas y compuesta de enormes ventanales, con pequeños y cuidados jardines frontales de flores y de tejas francesas en color naranja.

No un piso o departamento en plena zona mercantil como hubiera elegido yo.

Acá, el escenario dice a gritos, hogar.

Hogar y Familia.

Suspiro.

- ¿Es por Lulú, verdad? - Suelto de la nada.

Exhala un gran respiro y con él, su afirmación de un movimiento de ambas manos alrededor del volante.

Pero, no de fuerza y obstinación.

Sino.

De amor absoluto que va más allá de una decisión.

- ...y por mí, Hope... - Responde.

Empieza a circular con velocidad moderada, casi a paso de hombre e inclina levemente su cabeza hacia abajo y sobre el volante, para mirar la numeración de las casas.

No tengo idea que número busca, pero de forma automática lo hago yo también a recorrerlas con las vista.

- ¿Y mamá, que dijo a eso? - Digo, refiriéndome a la pequeña Lulú y lo que se trae en mano.

La otra, gran pregunta.

CALEB

Estaciono mi motocicleta en campus de la U y saco su contacto las llaves, guardándolo en el bolsillo de mi pantalón y dejando el casco a un lado.

Salgo de esta y apoyo mi bolso abriendo su cierre, para guardar doblando de forma precisa y con cuidado mi saco de vestir, que me quité quedando solo con la camisa.

Dibujo una sonrisa.

Si mamá me viera, pienso aflojando más los botones y mi cuello.

Corrección.

Cuando me vea esta noche caer a casa, vestido así.

Porque, hoy llegaban de su viaje.

Un golpe de hombro tipo saludo, me saca de mis pensamientos.

Cristiano.

- ¡Hey! - Lo saludo, devolviendo el golpe y mirándolo, ya que está vestido con ropa deportiva y sin llevar su siempre ropa de seguridad del Hospital y de otras adicionales.

Y de la misma manera, me observa él.

Hace una mueca rara, intentando retener la risa en auge, pero se le escapa la jodida carcajada.

- ¿Tú, por qué, llevas traje? - Dice entre risas.

Inclino mi cabeza y lo miro con mi peor cara de mierda por su burla, acomodando mi bolso sobre mi hombro.

Pongo una mano en la cadera y se ríe más al ver mi postura.

Ok.

No fue muy masculino.

Le ruedo los ojos y cruzo mis brazos sobre mi pecho, cambiando la postura.

Bufo.

¿Así lo haría un hombre bien macho y de traje, no?

Intenta dejar de reír y aclara su garganta, secando las lágrimas de los ojos y le estrecho los míos ahora yo, intentando disimular mi risa.

- ¿En serio eres el puto Ya.Casi.Policía.Recibido que todos temen en tu cuartel u escuadrón o la mierda que sea, por la fama que ganaste?

Tose.

- Por supuesto. - Su postura cambia flexionando los brazos y mostrando toda esa masa de músculos que compone su mole de cuerpo trabajado, bajo su tensa y estrecha camiseta negra lisa.

Su sonrisa vuelve y me señala.

- ¿Por qué, llevas esa mierda, Caleb? ¿Tú, no eres así, hermano? - Dice.

Desinflo y dejo caer mis hombros, mirando el piso.

- Una apuesta a Hope... - Digo.

Me acompaña unos metros, caminando por uno de los senderos del campus en dirección a los pabellones.

Específicamente, mi edificio.

Estudio fisioterapia.

Es lo mío.

Ayudar a través de métodos curativos con aplicaciones físicas o artificiales, el ejercicio o el baile, a personas que padecen una enfermedad o sufren una lesión física y necesitan rehabilitación.

O como mi dulce Anabelle, que necesita de esta última para ejercitar sobre todo su lindo corazón de piedra.

Si lo sé, soy un puto genio terapeuta.

Palmea mi hombro con lástima.

- Hombre, te deseo toda la suerte del mundo en tu lucha contra una Mon... - Formula triste.

Me detengo y lo miro.

- ¿Tú y Tatúm, están para la mierda?

Pone las manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones deportivos colgando mejor su mochila en la espalda.

- Nunca hubo y va haber un "están" con Tatúm, Caleb... - Exhala. - ...creí hace mucho...pero nop, porque la cagué...

Frunzo mis cejas, porque no entiendo nada.

De los tres que somos como hermanos, pese a haber diferencia de edades entre nosotros y siendo Caldeo el más silencioso, paradójicamente Cristiano es el más callado en algunos aspectos.

Para que entiendan.

Caldeo por sus motivos que sea y que viene de su nacimiento y origen de África, no es de hablar mucho.

Más bien, nada.

Sobre todo con la gente que no pertenece al círculo, que se compone nuestra gran familia.

Los Mon, Montero, Grands y los Nápole.

Pero tiene llámenlo, virtud o defecto que con la mirada y ciertos ademanes, te expresa claramente lo que piensa y quiere comunicar.

Sea algo bonito o no.

Y créanme.

Con solo dedicarte esa mirada fría de un gris hielo y profunda como ver todo esos tatuajes que compone el 100% de su cuerpo, asusta como puto rey del campus y capitán de la liga de básquet a los hombres o dejar caer las bragas a cualquier chica que sea la agraciada de eso.

Pero y pese a ese silencio perpetuo a veces, sabemos por haber crecido con él, que ama más que a nada en el mundo a su némesis ahora y prima mía del corazón, Junot Mon.

Como también lo tienen en claro, cualquier chico u hombre de la Universidad.

Que a mi prima, no se la toca ni con la mirada.

Jun es de Caldeo.

Para siempre.

Por más bromas estúpidas, desplantes y rechazos que le hace hasta el punto de hacerla llorar, para alejarla de él.

Sip.

Loco, pero real.

Y me detengo en Cristiano.

Con él, es otra cosa.

Porque como dije antes, siendo Caldeo el más silencioso de los tres.

Cristiano es el que menos habla de su amor por Tatúm.

Es como un respeto silencioso hacia ella, pero siempre a un paso delante de ella.

Para estar cerca, aunque sienta su repudio o lo que sea.

Como aceptar ser parte de la seguridad del Hospital, para preservar su persona después de que se enteró de ese par de drogadictos adolescentes que ingresó por una puerta trasera del Hospital infantil del tío, por cualquier medicamentos que cubra sus adicciones.

Y cosa que nunca se va a enterar Tatúm, que él en persona buscó esos chicos maleantes que habían huido.

Metiéndose en suburbios de mala muerte como hablar con informantes de la misma calaña, por sus paraderos sin un atisbo de miedo para luego localizarlos, llegar a ellos y darles el susto como la paliza de sus vidas.

Solo Cristiano.

Y por Tatúm, los Caballeros del Zodíaco y Disney princesas, que tanto ama mi prima y aprendió también a amar él.

Como, queriendo protegerla y cuidarla de algo...

¿De qué?

No tengo la más puta idea.

- ¿Hay algo más que las famosas galletas que le robabas y descubrirla siempre, cuando jugábamos a las escondidas, Cristiano? - Pregunto por el motivo, que todos sabemos de sus peleas.

Una sonrisa sincera, aparece y en su siempre cara de piedra, sorprende.

- Sí, amigo. - Me lo confirma.

Pero ella, desaparece, por otro recuerdo que atraviesa su rostro.

- Hasta que la cagué... - Repite eso otra vez con esa sinceridad.

Y no me atrevo a decir nada, para dejar que desahogue lo que tiene atragantado.

- ...y en vez de encontrarle una solución a eso, seguí con mis mierdas a Tate... - La llama por el nombre, que solo él le dice.

Mira el piso y juega con una piedra con la punta de sus zapatillas.

- ...por eso decidí, que ya basta de boludeces y seguir adelante...

- ¿Y por eso, mudarte solo?

Me mira con orgullo.

- Si, dedicarme a lo que me gusta y alejarme de mis estupideces de burla a Juno por Caldeo, como lo más posible de ella y su mierda linda, de todo lo que la compone. - Corta el aire con un ademán de su mano, como diciendo basta. - Mientras más lejos la tenga, mejor. - Es tajante y fulminante.

Caramba.

Y mierda.

HOPE

- Mamá me apoya totalmente, Hop... - Dice, cerrando la puerta de su coche una vez que bajamos. - Falta que papá sepa de Lulú... - Finaliza, estirando sus brazos en el aire con flojera y mirando la cuadra y donde estacionó, recolocando mejor sus lentes.

Me apoyo en el techo del coche, cruzando mis brazos sobre él y para mirar también.

Sip.

Muy linda la zona.

Cruzo un pie y la miro por encima de este.

- Papá solo se sorprenderá, pero se emocionará igual o más que mamá... - La bocina de otro coche, interrumpe nuestra charla.

Y ambas miramos al mismo tiempo para ver a mamá llegar en su viejo Mini Cooper modelo 75, acompañado por papá al lado del acompañante.

Y reímos a carcajadas, cuando una vez que se detiene detrás del Chevy, papá intenta salir y abrir al mismo tiempo del pequeño interior la puerta, maldiciendo por su tamaño.

Segundo después, estacionando detrás de ellos, Grands en la Hammer.

- ...esta mierda... - Le gruñe al coche dando un portazo haciendo que riamos más, acoplándose mamá y negando divertido Grands, caminando a nosotros.

- Es un clásico, Herónimo. - Besa sus labios caprichosos, mientras le pone alarma. - Y te aguantas, por querer acompañarme para mostrarle la casa a las bebitas. Aunque es viejo, es bonito y lo amo. - Defiende su coche.

Los ojos de papá se estrechan y acomoda sus lentes señalando con ira el auto, pero dejándose besar.

- ¿Bonito? - Exclama. - ¿Bonita, esa cosa? - Repite. - Yo soy bonito rayo de sol y no lo que utilizó Moisés, para cruzar las aguas divididas de lo viejo que es. Además... - su media sonrisa burlona, nace. -...no sé para qué, le pones alarma a la cosa. Hasta a un ladrón le daría pena y le lanzaría un par de monedas por la ventana de pura lástima al dueño de esto...

Mamá suelta una risita y le rueda los ojos, para luego tomar su mano y jalarlo hacia nosotras, mientras con un puchero este, se deja llevar, pero sonriendo satisfecho con Grands al lado riendo.

- ¿Y bien? - Digo, luego de saludarnos todos.

La paciencia y pérdida de tiempo no es lo mío.

Miro todas las casas.

- ¿Cuál, es la indicada? - Pregunto con las manos en las caderas.

Mamá en el medio de nosotras dos, entrelaza sus brazos a los nuestros para girarnos.

O sea, al otro lado de la calle y de donde todos estacionamos.

- Esa... - Dice pegando saltitos de alegría sobre nosotras y la risa de papá por su infantil reacción.

Y creo que con mi hermana, hacemos las dos al mismo tiempo algo.

Abrir nuestros ojos asombradas, sonriendo y saliendo un gran.

- Guau... - Por parte de las dos, bajo el festejo de aprobación de ambas.

Porque, su elección fue hermosa.

Una linda casa de dos plantas, estilo colonial en paredes blancas y tejas españolas negras.

Rodeado de un bonito patio no muy grande, pero sí, acogedor que aunque le falta detalles en flores y plantas por no estar habitada, está cuidada.

Es cálida a la vista y rodeada a sus lados por bonitas casas también.

La garganta de Grands, carraspea.

Y todos lo miramos menos Tatúm, que corre hacia la puerta de entrada con las llaves de su futura casa, que le lanza papá en el aire con orgullo.

Grands mira la casa de al lado.

- ¿Herónimo...Tatúm, sabe que al lado vive... - Un codazo de mamá con mal disimulo en un lado de su vientre, lo calla con un gemido de dolor y tocándose la zona golpeada.

¿Eh?

- ...policía... - Dice por él, papá a mí, que miro curiosa a los tres mientras ladea su cara para chequear a Tatúm dentro de la casa y que no vio como escuchó nada. - ...un simple policía bebita. - Acota. - Eso, quiso decir Grands...

Elevo una ceja inspeccionando lentamente a Grands que ante mi mirada, mira para otro lado.

Para seguir con mis padres, que hasta coronita de ángel hay sobre ellos abrazados uno del otro, mirándome suplicantes.

¿Policía?

Policía. Policía. Policía, repite mi cerebro.

Y un nombre, se estrella en mi mente.

Oh, mierda.

Les estrecho mis ojos, cuando entiendo todo.

Y no lo puedo evitar y se me escapa una risa.

Santo Dios.

Pero, que manga de tramposos estos dos.







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