CAPITULO 15
HOPE
- No, tío... - Responde Caleb sincero, acariciando mi pelo húmedo con su mano que acuna mi cabeza porque aún, sigo sobre su pecho. - ...pedí a Harris el gimnasio temprano para practicar en la piscina tango con Hop...y nos pudo las ganas y nos besamos...
Nos mira.
- ¿Tango? - Repite con una mueca.
Y ambos asentimos con la cabeza al mismo tiempo en silencio.
Papá arquea su ceja.
La que tiene la cicatriz a Harris y este se sonríe, acomodando su lentes redondos y pasando su mano por su nuca de forma nerviosa, pero dice.
- En realidad Azul dio el okey de todo, sabes que ella está más en el gimnasio que yo Hero y lo administra... - Eleva un índice, explicativo. - ...pero mi esposa consultó a Vangelis antes y tu mujer fue la que dio el sí, definitivo y rotundo...
Y papá suspira, poniendo una mano en la cadera y con la que sostiene un par de carpetas, se agarra el puente de la nariz y exhala bajito.
- Pero que, enana celestina que sigue con ese jodido plan... - Farfulla.
¿Qué?
Pero no tengo tiempo de pensarlo mucho, porque en el momento que niega divertido, frota su pecho ofuscado.
Cierto, su famosa angina.
Nos señala con un dedo a ambos y nos mira recolocándose los lentes en el puente de su nariz.
- Distancia... - Rumea.
¿Eh?
Mueve otra vez su dedo, señalando espacio entre nosotros.
- Distancia, pequeños... - Vuelve a decir y obedecemos. - ...más, por favor... - Pide y acatamos otra vez entre risas y sobre el agua caminando, mientras Caleb me ayuda a subir las escaleras y en alcanzarme una toalla para secarme.
- Esto de mis bebitas, el agua y una puta distancia con los pequeños Caldeo y Caleb, se está convirtiendo en un deja vú... - Escuchamos decir a papá, mientras nos secamos y se hace camino con Harris a las oficinas, cual le entrega las carpetas del bimestre del gimnasio. - ¿Qué sigue? ¿Tatúm y Cristiano, también? - Prosigue con ambas manos en alto exasperado y bajo la carcajadas de este, que palmea su hombro como consuelo.
Con Caleb nos miramos interrogantes y curiosos.
¿Nuestra respuesta?
No entender nada y nos limitamos ambos a encogernos de hombros.
CALEB
Abro la puerta del vestidor de hombres, alisando mi ropa y renegando con los primeros botones de mi camisa puesta.
Jodida mierda de vestir que odio.
Puta apuesta.
Tironeo más las solapas.
A la mierda.
Dejo ellos sin abotonar y arreglo el cuello lo mejor que puedo.
Total, hoy será sin corbata.
Porque las únicas dos que traje y le robé a papá de su guardarropa, las usé en la piscina y están colgadas en el baño secándose.
Sonrío por el recuerdo de ellas tapando nuestros ojos y dejando más que a la imaginación.
Lindo y sexi...
En el mismo instante, Hope abre el de damas y ambos frente a nuestras respectivas puertas una al lado de la otra nos miramos con asombro y sin disimulo por parte de los dos, escaneándonos de arriba abajo por nuestras ropas.
Y oh, santísima mierda...
Gimo para mis adentros mirando al cielo.
O sea, el techo.
En realidad a Dios.
¿Dame un respiro, si?
¿Por qué?
Inclino cabeza otra vez hacia ella y convaleciente de amor, mordiendo mi labio.
Porque está, condenadamente hermosa mi jodida Hope.
HOPE
Cuando abro la puerta de baño para salir ya cambiada, me encuentro a mi primo en plena lucha contra la camisa de corte y diseño italiano, que lleva puesta en color celeste y de pie en la suya, bajo un saco de vestir.
Y mi boca cae, maldita sea y no lo puedo disimular.
Intento, pero me es imposible no recorrerlo con la mirada de pies a cabeza llena de sorpresa.
He visto a muchos hombres vestidos de traje por el ambiente en que me muevo.
Incluyendo a mi padre, vestido con ellos.
Hermosos trajes de diseñador de tres piezas que con su porte y belleza masculina que posee, es para la gloria y deleite de toda vista femenina.
¿Pero Caleb en uno de ellos por primera vez?
Me quiero matar de lo lindo que se ve.
Un pecado ejecutivo y bañado en chocolate, absolutamente.
Y mis mejillas arden, llena de pensamientos impuros.
Santo Dios, él es hermoso con el puesto en un tono gris tiza y pequeñas líneas verticales de una gama más oscura, muy al estilo príncipe de gales y camisa celeste.
¿Cielo, es un color?
Juego con un pie incómoda desde mi lugar, por su mirada recorriéndome tan sorprendido como yo.
- ¿Qué? - Gruño para disimular.
Abre su sexi saco de vestir para apoyar una mano en su cintura y con la otra, señalarme en esa pose caliente.
- Te ves hermosa, Hope... - Solo murmura y da como toda explicación, de solo verme en un tranquilo jeans de vestir y una simple camisa entallada clara.
Tiro mi pelo suelto y ya casi seco, detrás de mis hombros y sostenido por las hebillas corazón en color rojo de mi hermana Tatúm.
Puto pelo suelto, que no puedo llevarlo con mis tirantes recogidos de siempre.
Ruedo mis ojos.
- Mentiroso. - Exclamo, mirando mis zapatos muy clásicos para mi gusto sin casi nada de tacón en tono azul que robé a Juno. - Extraño, mis Louis Vuitton... - Gimo y no me importa, parecer una nena caprichosa recolocando mi bolso colgado de mi hombro.
Toma el suyo del piso y lo carga de un movimiento sobre él.
- Pues para mí, estás hermosa así y sin nada de maquillaje, prima. - Responde y me eleva sus cejas juguetonamente caminando en dirección a la salida.
Llega a ella y se detiene a mi espera, volteando.
Señala mis pies con su barbilla.
- Y amo esos jodidos zapatos...porque yo, vuelvo hacer alto y tu normal... - Sonríe satisfecho abriendo la puerta a mi espera.
Arrugo mi nariz.
Porque no sé, si es un halago tipo piropo o su estilo de abrir su bocota onda sincericidio.
El viaje en su motocicleta hasta el Holding, lo hacemos en silencio.
Aunque se me hace raro, que en el trayecto que no hablemos de frivolidades que nos hacen reír por sus ocurrencias, sea de peatones apurados en su hora pico caminando graciosamente, taxis enloquecidos con la mirada de pánico de sus pasajeros o simplemente, apreciar la vista que nos regala esta jungla de cemento montados en su moto.
Me limito a apreciar esto último, mientras zigzaguea entre coche y coche y en cada detención de semáforo, mezclado con los olores y sonido típicos de esta gran ciudad capitalista.
Smog y bocinazos.
Hasta que el recuerdo golpea mi mente.
En realidad, la apuesta lo hace.
Porque el Caleb antes de ella, reiría de todo esto y de forma divertida, por los rostros de todos los transeúntes sea caminando o en coche y sin soltar jamás el celular de la oreja con la mirada y semblante, del color de sus trajes de oficina o de altos ejecutivos.
Oscuros y de piedra...
Y yo en su momento, miraría con cierta nostalgia y añorando eso, por lo que algún día voy a llegar a ser.
Uno de ellos.
Pero ahora, mi primo es uno más.
No decir unas de sus burradas, su traje y postura esperando en una esquina que el semáforo verde, me lo dice.
Caleb sigue al pie de la letra su papel en la apuesta.
Mi mirada por sobre mi casco y apoyada con mi rostro en la espalda de mi primo, vaga por el tumulto de gente, aprovechando en cruzar por la senda de demarcación blanca para peatones en la esquina de la gran avenida central y epicentro mercantil.
Solo trajes, entre mujeres y hombres.
Celulares entre sus manos.
Y sus miradas fijas hacia adelante con maletín o carteras en la otra mano.
No hay un disculpe, si se rozan los hombros y golpean a el de al lado, por ese apuro desmedido siempre a llegar antes de tiempo.
Por ese control.
Por esa agenda marcadas en sus vidas en que se rigen.
Y pestañeo al darme cuenta y trago saliva con dificultad.
Porque, son como yo...
Me acomodo más sobre mi primo, como buscando entre mis brazos rodeando su cintura y estrechándolo por más seguridad.
Pero, no a caerme al piso.
Sino.
¿De caer en eso?
Y cierro mis ojos con fuerza.
¿Será que...?
Niego en mi silencio.
No, no puede ser...
NO.
Porque, yo solo estoy esperando que pasen los 45 días o en su defecto, que pierda y se dé por vencido Caleb.
Aunque lo ame.
Sip.
Que pierda.
Y que yo gane.
Porque el amor y esto, no es lo mío.
Ya en el estacionamiento del Holding y caminando a los ascensores y apretando el botón de llamado, se gira a mí, sacando una bandita y tomando parte de su pelo de arriba, lo ata con una media cola.
Y oh, mierda y re mierda.
Respiro fuerte para no ahogarme en baba.
¿De traje y con ese peinado medio desprolijo y a medio atar?
¿En serio?
Gimo para mis adentros.
Jodidamente caliente, el muy perro.
Y mi mano va mi vientre.
Auch, con mi úlcera...
- ¿Te duele algo? - Pregunta preocupado, al ver mi mano reposando en mi estómago.
Niego rápido y acomodando más mi bolso en mi hombro.
Y me mira raro, pero se limita a sacar algo de uno de los bolsillos de su sexi pantalón de vestir.
- Hoy tengo clases en la U y práctica de básquet con los chicos, Hop... - Abre su mano donde sostiene un pendrive. - ...no podremos practicar en el salón y con Sofi. - Prosigue y me lo entrega. - Pásalo a tu I pod, nena... - Me dice, abriéndose las puertas del ascensor y nos introducimos en él.
Aprieta su piso y el mío.
- ...tiene una lista de canciones que hice para ti y están las que hemos practicado. Quiero que lo hagas escuchándolas...
¿Eh?
Cruzo mis brazos sobre mi pecho mientras ascendemos.
- Estaré sentada idiota ¿Cómo voy a practicar? La mayor parte del tiempo estoy en mi box. - Respondo con cierto enojo.
Lo que no sé, si es por eso o por ese dejo amargo que quedó en mi garganta, de saber que no compartiremos la tarde juntos.
Aunque sea, para toda la mierda del tango.
Inclina su cabeza y me mira con obviedad con esos lindos ojos de mirada infantil.
- Lo sé, genio. - Muerde su risa y yo me desinflo.
Lástima, quería mucho ver su sonrisa a toda potencia.
- Esa es la idea. Tendrás estabilidad sobre la silla, lo que te permitirá sin problema hacer los pasos una y otra... - Nos interrumpe las puertas abriéndose, para que otros activos del edificio ingresen y para mi desagrado entre ellos, el de una de las perras que esa mañana discriminó a Caleb, por ser el simple chico de los mandados de TINERCA.
Mierda.
Guardo de mala gana el pendrive en uno de los bolsillos de mi bolso y para evadir la cara de la zorra en celo y de asombro ante la presencia de mi primo, vestido con ese exquisito traje de corte italiano y la mía informal y sin un gramo de maquillaje.
- Mañana, no hagas planes... - Prosigue sobre mi lado, pero sin dejar de mirar el display numérico y con sus manos entrelazadas por detrás de su espalda, lo que hace marcar en esa postura esa linda camisa tensa, su pecho tonificado.
Y quiero arañar a la perra, porque lo nota también.
Inclino mi cabeza entre las personas que subieron para observarlo mejor.
- ¿Por qué? - Le susurro bajito.
Me mira por el rabillo del ojo, sin perder su postura.
- ...después del trabajo, pasaré por ti... - Su mirada va a la perra, que sin dejar de retocar su labial con un espejito de cartera, no deja de observarnos y de beber de forma lobuna como obscenamente, todo la belleza bonita que es mi primo. - ...quiero mostrarte una par de cosas. Borra tu agenda a partir de las siete de la tarde de toda mierda. - Sus ojos chocolate reposan en mis labios, para luego nivelar nuestras miradas y hacerlo de forma cálida, que llega hasta mi espina dorsal. Mierda. - Te quiero solo para mí, mañana a partir de la tarde... - finaliza, con una mueca graciosa.
Jesús...
Este hombre con sus incongruencias infantiles y de tono erótico, va hacer de mi úlcera del tamaño de la capa de ozono.
- Ohh...¿Sexo a la vista entre el sexi chico de los mensajes y la princesa de este imperio? - El suave murmullo lleno de sarcasmo y por parte de la zorra, se siente a nuestro lado.
Para ser precisa al lado de Caleb y agradezco que la música funcional del ascensor, la cubra de los oídos de los otros.
Arqueo mi ceja.
Acaso.
¿Con cierto tono de envidia, también?
Las puertas se abren en el piso de mi primo y este, camina dos pasos pero se vuelve a ella.
La mira haciendo a un lado un lindo mechón de pelo que cae de su frente y escapó de ese medio atado desprolijo de su pelo y juro, que pude escuchar su gemido por parte de ella de lo devastadoramente hermoso, que lo hizo eso.
Con ambas manos apoyadas sobre las puertas doble en acero del ascensor para que estas no se cierren, la recorre con la mirada lentamente y de forma ilícita, provocando que se remueva sobre su lugar cambiando su postura de forma incómoda y haciéndola olvidar de seguir retocando su brillo labial.
Y su media sonrisa de lado nace y con él, el antiguo Caleb.
- ¿Tener sexo? Nahhh... - Ríe, inclinándose más a ella, haciendo que retroceda un paso. - ...eso, es para principiantes... - Sus ojos profundos, focalizan en ella. - ...yo, hago el amor... – Finaliza, guiñándole un ojo y como si nada, se vuelve a mi sonriente. - Nos vemos luego, prima...
Y deja que las puertas se cierren con mi boca haciendo una linda O.
Sip.
Demás decir, que dejando una cascada de babas con nuestras braguitas húmedas de parte mía, la perra y un par de activas más de otros pisos, por escuchar esa caliente y romántica promesa.
¿O advertencia?
Y bajo la mirada atónita de un par de empleados que fueron testigos también.
CALEB
- Última entrega, despachada! - Digo feliz y aplicando mi clásico frenado derrapante, sobre mis rollers a mi compañero de trabajo llegando a la oficina.
Sonrío.
Sip.
Traje y rollers como que me gusta la combinación.
Deposito la caja de entregas de correos y mensajería vacía, sobre el mostrador mientras chequeo la hora de mi reloj.
Minutos para la salida.
Paso por abajo de esta, deslizándome con cuidado y para sentarme en una de las sillas que hay en el fondo y disponerme a sacar uno para seguir con el otro, ponerme los zapatos de vestir y marcharme.
Hoy no llevo a mi adorable Anabelle.
Un mensaje suyo me llegó diciendo que Tatúm vendrá por ella y aprovechará su tarde libre de la "apuesta" para compartirlo con su hermana.
Saludo con un golpe de puños y hombros a mi compañero, tomo mi bolso y aflojo esta mierda de camisa, para encaminarme en dirección a los ascensores saludando a otros activos y clientes de TINERCA a mi paso con una mano en alto.
Pero llegando al corredor y arteria principal de la planta baja que une todo, me lanzo de espalda a la pared de forma brusca y ganándome la mirada extraña de algunos compañeros de trabajo, deambulando por el piso o en dirección a la cantina por acercarse el mediodía.
Les respondo con una sonrisa, pero escondido me concentro en asomar apenas mis ojos por el lado de la pared y que me cubre, para poder observar con cuidado mi motivo de cubrirme.
Y me trago una risa.
Hope camina por el otro lado del gran corredor, con carpeta en manos y en dirección a la fotocopiadora del Holding con sus auriculares puestos y soy testigo de cómo, mirando para ambos lados de no ser observada, hace un movimiento de danza e intenta hacer unos pasos de tango abrazando esas carpetas como si fueran, su partenaire de baile.
Apoyo mi sien sobre la pared con un suspiro de satisfacción.
Sonrío y me oculto más.
Mi futura esposa y mi gran amor, va ser una gran bailarina y excelente profesora de tango en futuro no muy lejano...
HOPE
Juego con mi bolígrafo entre mis dedos, dando pequeños golpecitos sobre mi escritorio al ritmo de lo que escucho desde mis auriculares, mientras leo los correos que provienen de las T8P Alemania, con el resultado de la aleación de la metalúrgica de allá y su producción semanal.
La música envolvente del tango electrónico y muy sexi que Caleb me grabó, provoca que mis pies bailen de esa forma lenta y sensual por abajo de mi escritorio.
Lo pongo en mi boca para teclear y sigo jugando con ella entre mis labios, mientras le doy el visto bueno y se lo reenvío a papá a su cuenta de mail personal, para que corrija mi trabajo por escrito.
La sombra de una silueta me cubre por sobre mi box, haciendo que levante mi vista de la pantalla de mi computadora.
Tatúm apoyada sobre este, me mira divertida.
Saco mis auriculares con un movimiento, mirando la hora del gran reloj de pared que hay en mi piso.
Mierda.
El tiempo pasó volando.
Ríe.
- ¿Qué, fue eso? - Exclama, sin dejar de mirar mis pies.
Carajo, me vio.
Ruedo mis ojos.
No tiene sentido mentirle.
- Tango. - Solo digo, apagando mi computadora y guardando mis bolígrafos como perforadora de papeles en un cajón.
- Fue sexi... - Murmura sonriente.
Corrección.
Con esa sonrisa de Saberlo.Todo.Y.A.Mi.No.Me.Engañas que detesto tanto.
- Y solo sé, de una persona que lo baila... - Prosigue, dándome paso al terminar de acomodar unos archivos.
La miro raro.
¿Mi hermana, sabía que nuestro primo bailaba tango?
- ¿Cómo lo sabes? ¿Si ni yo, lo sabía? - Digo caminando con ella en dirección a la salida, mientras saludamos a los que quedan en la hora fulltime y bajo sus miradas de siempre de sorpresa, cuando estamos dos o las tres juntas por nuestro enorme y gran parecido.
Como tres gotas de agua.
Se encoje de hombros y aclara su garganta, deteniéndose a mi lado a la espera del ascensor.
- El idiota me lo dijo... - Susurra.
- ¿Caleb?
- ¡No! - Me rueda los ojos bajo sus lentes, pero ríe. - El otro idiota...
Río con ella.
Cierto, Cristiano.
Y subo una mano a mi pecho de la emoción.
- ¿Estás hablando con Cristiano? ¿Son amigos? - Exclamo sorprendida.
Como que no me la creo y arrugo mi nariz pensativa, entrando con mi hermana al abrirse sus puertas y nos introducimos en él.
¿Qué, está pasando?
No sé, si es interesante, pero sí, extraño.
Caldeo amigándose con Juno.
Caleb conmigo.
¿Y ahora, Cristiano y Tatúm?
¿Qué sigue?
¿Que en días mi hermana del medio se case con el rarito de la nada y seguir yo y después Tatúm, con nuestros archi enemigos?
Y una risa psicótica se me escapa de pensarlo, siendo el turno de mi hermana de fruncir su nariz.
- Oye, eso dio miedo. - Dice con tono divertido.
Palmeo su hombro.
- ...Créeme, lo es... - Digo como respuesta y la abrazo de forma cariñosa. - ...ya nos pondremos al día en ese almuerzo las tres. - Vuelvo a reír, pero esta vez más de salón y apoyando mi mejilla a la de ella, causando que sus lentes bajen del puente de su nariz, también riendo. - ¿Ahora dime a donde vamos, que misteriosamente me pediste que te acompañe ya que Juno no puede por su clase de gimnasia de la U?
Vuelve a acomodar sus lentes y noto ese brillo de la otra vez, en su sonrisa como en sus ojos del color de los míos.
- A ver un par de casas, hermana... - Exclama feliz.
¿Qué?
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