CAPITULO 12
HOPE
La cucharita de té apoyándose sobre el platito de la taza, es el único sonido que se siente en mi habitación.
Sip.
Acá estoy.
Por la tarde, ya en casa y tratando de procesar conmigo misma como dije en frío, la dichosa apuesta de mi sexi primo.
Y digo tratando, por dos cosas.
Una.
Por lo que menos estoy es fría, maldita sea.
Las huellas de calor del cuerpo de Caleb con el mío y los dos contra el tanque, permanece en mí.
Como sus labios palpitantes, húmedos e hinchados al romper el beso, para mirarme con su rostro tan cerca del mío y que podía sentir la calidez de su aliento.
Colmándome de sensaciones, tanto nuevas como las viejas.
Doy un sorbo sin ganas a mi taza de té.
Mierda contigo, Caleb Montero.
Y dos.
Tratando de asimilar estos 45 días próximos, que comenzaran mañana con este puto juego o competencia entre ambos de mi ego, contra su elevada esperanza.
Subo el volumen de la música que había dejado en mute, para concentrarme y procesar un plan de escape o en su defecto, para hacerlo perder a Caleb ante del periodo estipulado.
Carajo.
La punta de mi bolígrafo entre mis dedos, no deja de golpear en la hoja en blanco una y otra vez.
Mierda.
Porque, soy una jodida genia en esto y no se me ocurre nada.
¿Cómo, puede ser?
Después de cerrar la puerta tras sí y dejarme de cara con sus palabras de su todo por el todo frente a un importante grupo de activos y testigos en el predio bajando del tanque, no volvimos hablar con Caleb, más que esporádicos cruces por pasillos y corredores del Holding.
Él con sus entregas a pisos y oficinas y yo, llevando hojas a fotocopiar o al piso contable por documentación.
Mis ojos se perdieron por un instante en seguirlo con la mirada desde lejos.
Sonriente con cada entrega en sus rollers, deslizándose por el piso y por ello, robando sonrisas a algunos clientes o trabajadores de TINERCA, al pasar por su lado.
Sin señal de nerviosismo por todo esto de la apuesta, cuando yo soy un manojo de ellos por alterar mi super perfecta como equilibrada vida organizada y haber aceptado.
<< - Tengo entrenamiento de básquet con los chicos Hop en la U... - Me dijo al bajarme de su moto, en la acera de su casa a la salida del trabajo y estacionando junto a mi coche.
Negó con su cabeza, cuando quise entregarle mi casco y sonrío bajo el suyo, con una rugiente acelerada montado en su moto.
- Nop. Llévala contigo. - ¿Eh?
Y se sonrió más, por mi rostro ante su negativa.
Pero que perro con su carita hermosa de gozar, ante la mía de no saber con qué, mierda alegre saldrá.
- Ya te dije, que nos manejaremos mucho en dos ruedas. Pasaré por ti, temprano mañana por tu casa. - Eleva sus cejas juguetonamente. - Te enviaré un mensaje de texto más tarde por la hora... - Y palmeó mi trasero, con una nalgada cariñosa. >>
Y así, sin más.
Se fue con una segunda acelerada como despedida y perdiéndose entre las calles con autos.
Dejándome con su casco colgando de una mano y en la otra, ese libido prostituta que descubrí tener, mezcla de temores inciertos.
Re mierda.
Con un suspiro recordando eso, abro mi agenda del día a día sobre mi escritorio, haciendo a un lado mi taza de té ya fría.
Tacho con mi bolígrafo lo que tenía agendado para mañana, reemplazando mi horario de repasar para un examen que me iba llevar unas aproximadas dos horas y cuarto de la mañana bien temprano antes del Holding, por la mierda que se le ocurra a Caleb.
El trazo en color rojo del resaltador, cruza la hoja con una gran X, cuando siento la puerta de la habitación abrirse por mi hermana Juno de golpe.
Me giro de mi silla para verla jadeante con una mano en el pecho, por la vertiginosa carrera de subir las escaleras de casa, cerrando esta con su cuerpo de forma fuerte.
Para después, colgar su mochila en el perchero y tirar sobre su cama una bolsa con compras.
Muerdo el bolígrafo entre mis dedos y arqueado una ceja.
Pero que, interesante.
¿Por qué, preguntan?
Por su rostro con esa sonrisa.
¿Cómo se los describiría?
¿Diabólica?
Nop.
Sería mucho.
Es más bien, la por hacer una gran travesura.
Sip.
Viniendo de Juno, eso sería.
Porque de las tres, Junot es la más dulce y donde cada poro de su piel como todo ser, exuda cero maldad por el prójimo.
- ¿Qué haces? - Pregunto curiosa sobre mi escritorio, al ver que saca de la bolsa un paquete de galletas de chocolates y un pomo de dentífrico.
Ríe acariciando a nuestro querido Rata, recostado en un rincón de su cama.
- Una pendejada. - Me responde, mientras abre el paquete de galletas y sacando sus tapitas para comer el relleno y dejarlas a un lado sobre su acolchado.
Sonrío cuando Rata se relame y recibe una de regalo, masticándola con ganas mientras es besado por mi hermana sobre su cabeza.
Adora los dulces y a nosotras.
Y no puedo evitar, sonreír más.
- ¿Esas son las favoritas del idiota de Caldeo, no? - Pregunto.
- Sip. - Solo dice, comiendo más relleno, tirada sobre el largo de su cama.
Muerdo mi labio divertida, porque ese tipo de bromas infantiles como de las galletas rellenas con dentífrico o reemplazar los caramelos gomitas de su azúcar por sal, eran nuestra forma de decirnos te amo entre hermanas de niñas.
Haciendo dar un grito a nana Marcello en el cielo, cada vez que ocurría y correr con nosotras en brazos pisos arriba, para lavarnos los dientes, bajo la risa de mamá y papá.
Sip.
De muy niñas, éramos algo inquietas y más de una vez, dábamos ciertos sustos.
En especial a la angina querida de papá.
- Te ayudo, se lo merece el cabrón. - Exclamo, lanzándome a su cama también.
Aunque me encanta la idea de vengarme del rarito Caldeo, por todas las mierdas de desprecio que hizo a mi hermanita desde su regreso de un viaje de un año a África a conocer a sus familiares directos.
No puedo, no sentirme feliz por Juno al verla sonriente y hacer su travesura.
Nunca aprobé su método, pero siempre deduje que el jodido Caldeo tenía un por qué, de alejarla y rechazar tirando por el aire esa unida y especial amistad desde nuestro nacimiento con ella.
Y como el primer relleno sonriendo, porque creo que al fin, se va a descubrir ese rechazo y ellos, volverán a estar juntos.
Una dulce y mentolada venganza, para un dulce y mentolado reencuentro amoroso, después de años.
- ¿No es mucho, Hop? - Murmura, al ver que no escatimo relleno de pasta dental.
Uno las tapas de chocolate e inclino mi cabeza.
¿Ven?
Ahí, apareció su dulce bondad.
- ¿Se mandó una de las suyas?
Asiente en silencio y sus ojitos iguales a los míos pero color café, me miran triste mientras sus dedos juegan con la bolsa de compra.
A la mierda.
- Más venganza, entonces... - Digo entredientes, poniéndome de pie y alisando mi falda rosa con mis manos para ir a la puerta y bajar las escaleras en dirección a la cocina donde se encuentran mis padres.
- ¿Qué buscas, bebita? - Pregunta mamá, al verme entre los frascos de especieros leyendo sus etiquetas afanosamente para encontrar la indicada.
- La pimienta blanca. - Digo natural.
Por el rabillo del ojo, veo a papá bajar levemente el periódico desde la barra de desayuno para focalizar en mí.
Acomoda sus lentes del puente de su nariz.
- Interesante... - Solo dice, volviendo a su lectura.
Mamá deja de cortar la ensalada para mirarnos curiosa ambos.
- ¿Y para qué? - Solo pregunta, reanudando a los tomates y cebollas.
Me encojo de hombros como si nada.
- Para Caldeo. - No pienso mentir.
- Interesante... - Repite otra vez papá, dando vuelta una página y sin levantar su vista para disimular su curiosidad.
Mamá deja de cortar y apoya una mano en su cintura.
- ¿A mi pequeño Caldeo?
Elevo un índice.
- El mismo... - Le guiño un ojo de forma divertida. - Haremos que arda su trasero engreído. - Suelto sincera.
- Herónimo... - Mamá negando, mira a papá buscando apoyo y este, se oculta detrás de su periódico con una risita.
Le arruga la nariz.
- No te preocupes mami... - Beso su mejilla y la abrazo. - Solo haré despertar al viejo Caldeo. - Le prometo.
Y creo que lo logré.
Porque horas después, bajo mi mirada de muerte de No.Te.Perdono.Tus.Mierdas.A.Juno, el rarito Caldeo cenaba con nosotros y con una muda de ropa seca de papá, porque ambos terminaron en el estanque de casa nadando.
CALEB
Por mi respuesta de mi todo por el todo, sentí su especie de gruñido mientras me dirigía a la puerta de acceso al Holding, luego de almorzar y bajar del tanque.
Me fue difícil contener la risa, pero la situación lo demandaba, ya que era prudente mantenerme a modo stand by fuera de toda emoción, si quería que Hope se entregara paso a paso.
Su mirada quemó mi espalda todo el tiempo hasta que cerré la puerta y lo mismo, cuando la dejé con sus conclusiones y ganas de mandarme a la mierda, en la acera de casa para ir a mis prácticas de básquet pero sin nuestro capitán y clases de la Universidad.
Con mi rostro imparcial y fuera de sonrisas, aunque muriera por ello.
Para que entiendan.
Una vez en la vida si tienes suerte, conocerás a una persona que te divide ella.
En un antes y un después de conocerla.
Una época donde se marca que todo lo que vives después, ya no es lo mismo o cambia de alguna manera, el significado de tu día a día por encontrar a esa persona.
Porque, ella es especial.
Aunque sea eso y adorablemente problemática.
Abro el refri, sacando una bandeja de algo frizado de color verdoso que dejó mamá para mí.
Lo huelo por sobre su envoltorio.
Y niego, cerrando los ojos.
Mamá no es buena cocinando.
Pero gracias a Dios, tiene un marido y un hijo que nos apasiona comer.
Y todo lo hace con amor para nosotros, sea de dudoso color, algo quemado o duro y con la seria posibilidad de que si cae al piso rompa este.
Para nosotros nos da igual y es el manjar de los mismos dioses.
Lo pongo en el microondas por unos minutos, mientras hurgo mi celular por el mensaje que prometí a mi Anabelle.
Lo escribo para luego apuntarme con él, desde arriba por una linda selfie, que sé que la sacará de quicio con mi mejor sonrisa amplia.
Lo siento.
Encabronarla un poco, me puede.
Listo.
Aprieto enviar.
21:52hs - "Mañana a las 6:00h am paso por ti para entrenar.
Caleb :D "
Y se me escapa una risa tomando asiento en la pequeña mesa de la cocina, al ver su respuesta casi al momento, sacando mi cena y suspiro aliviado al notar que su dudoso color verde, es porque son espagueti de espinaca con queso.
21:54h - "Vete a la mierda"
Yo."
HOPE
Abrazo más mi hermosa almohada contra mí, como si eso detendría el horrible sonido insipiente que escucho en la lejanía y entredormida.
Abro un ojo a regañadientes.
En la oscuridad de la habitación de mis hermanas y mía, la única luz es la de mi celular que de mi mesita baja, no deja de vibrar por una llamada entrante.
Miro la hora de su pantalla.
Las 5:00h de la mañana.
Arrugo mi nariz por ello y porque, es Caleb el que jode a esta hora.
- ¡Qué! - Gruño, dejándome caer de forma pesada a mi almohada.
Su voz alegre suena del otro lado.
- Buenos días a ti, también... - Perro. - ..solo, estoy comprobando si te has levantado... - Continúa.
Bostezo, mirando otra vez la hora.
- ¡Pero son las 5:00, Caleb! - Chillo en voz baja, para no despertar a mis hermanas.
Lo siento negar del otro lado.
- La apuesta prima ¿lo recuerdas? - Frunzo mis cejas. - Ser como tú, y tú, ser como yo a partir de hoy. Responsabilidad y programación, soy ahora estilo Hope...pasaré por ti, en minutos.
Cierto.
Bostezo nuevamente y sonrío recordando algo.
- Exacto...¿pero lo olvidas? - Me acomodo más en mi pachoncitas y calentitas cobijas. - Yo seré tú. Y el jodido Caleb tan temprano, me haría esperarlo con su demora... - Apoyo mi mejilla en mi almohada cerrando mis ojos para echarme otro sueñito y disfrutar de ser irresponsable como gozar de estos minutos demás. - Te veo en media hora primo, prepárate café cuando llegues y espérame sentado... - Cuelgo, bajo su risita.
Y la mía, también...
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