Prólogo

Nacemos gracias al núcleo, la tierra, el cielo, el sol, la luna y la energía, por ello debemos adorar y respetar nuestra naturaleza, nuestro hogar, todo lo que nos rodea, todo ser tiene un alma y todo a nuestro alrededor es un ser.

Seguimos un ciclo, nuestra vida tiene propósitos; vivir, disfrutar y adorar, y cuando termina volvemos a ser parte de la naturaleza y su núcleo.

Quienes somos, para lo que nacimos, el poder respirar, sentir y experimentar, todo se lo debemos a la naturaleza, siempre vive en nosotros, todo forma parte de nosotros y también formamos parte de un todo.

—¿No es maravilloso nuestro mundo? —preguntó su madre cuando terminaron de leer aquellas palabras del gran libro que tenía entre manos.

—Sí —respondió sin más su hijo todavía muy maravillado como para pensar en articular alguna otra palabra.

Su madre sonrió, estaban sentados en el suelo de la sala de estar, ella apoyaba la espalda en el sofá y su hijo estaba entre sus piernas. Tenían la tradición de leer un poco cada día y agradecía siempre que su hijo lo disfrutara tanto como ella. Él releía los párrafos que acaban de terminar con un brillo tan adorable en sus ojos, se lo permitía, él no se imaginaba lo feliz que su interés la hacía. Ella quería ser parte de la educación de su hijo, necesitaba que aprendiera todo lo que pudiera y además debía aprender a ser una buena persona.

Él tenía un don.

—Pararemos por hoy, debes tener hambre, ¿no?

—Una página más.

Rio por su respuesta, siempre era así.

—Sé que una página no es suficiente para ti, vamos.

Y cerró el libro para luego dejarlo en el suelo, su hijo hizo aquel gesto de disgusto que tanta gracia le daba. Lo abrazó y besó su mejilla. Se levantaron del suelo y él tomó el gran libro, con mucho esfuerzo por su peso, para ponerlo en su lugar en la biblioteca de la sala donde pertenecía.

—Vamos, papá debe estar por llegar —le dijo su madre ofreciéndole su mano.

Él miró unos segundos más y luego fue hacia ella, tomó su mano y fueron a la cocina juntos, la comida estaba lista, su padre estaba por llegar, debían servir juntos la comida. Se fue animando poco a poco, su madre lo hacía reír, terminaron de poner la mesa y ella le dijo que fuera a traer a su hermana, debía seguir tomando una siesta, pero era hora de almorzar, cumplió, ella despertó sin muchas ganas, pero con hambre, al salir tomado de su mano escuchó la puerta, había llegado su padre, lo recibieron con un abrazo entre los tres. Se sentaron todos en la mesa. No tenían mucho tiempo, su padre debía volver al trabajo, pero les alegraba que pudiera venir a casa a comer con ellos.

—Nam-joon, hijo mío —lo llamó su padre, el mencionado volteó a verlo todavía con comida en su boca—, ¿hoy...

—No, hoy todo bien —le respondió con rapidez y tomó más comida aún cuando no había terminado de tragar del todo.

Su padre suspiró de alivio.

Siguieron una conversación tranquila. Terminaron, él se fue a su trabajo de nuevo, lo despidieron en la puerta. Pasaron el día muy tranquilamente. Llegó la noche, tocaron la puerta, no era su padre todavía, era la vecina, les traía cuatro pedazos de pastel que había preparado, uno para cada uno. Nam-joon estaba jugando con su hermana en el suelo, pero, al escuchar su voz, se transportó, y lo vio, sus ojos se voltearon y su nariz empezó a sangrar, sentía demasiado dolor cuando su mente viajaba de esa manera. Su madre lo escuchó quejarse, él ni siquiera podía gritar, no articulada nada bien mientras estaba en trance, solo quejidos de dolor. Se excusó con la vecina y corrió hacía él para abrazarlo, no podía hacer nada por él, solo esperar que volviera y limpiar la sangre de su rostro.

—Mamá... —dijo entre lágrimas y por fin correspondió su abrazo, sentía tanto dolor por todo su cuerpo, pero más dolía su cabeza.

Ella lo consoló y también lo revisó para ver si tenía alguna herida, el sangrado se detuvo al instante en el que volvió. Cuando por fin estuvo tranquilo escucharon a su padre llegar, su hermana menor fue la única en correr hacia él, la recibió con los brazos abiertos y la cargó con alegría, pero luego los vio a ellos en el suelo y supo al instante lo que había pasado, fue hasta ellos aun con su niña en brazos y acarició el cabello de su hijo. Le preocupaba que esos trances lo pudieran lastimar.

—En dos semanas ya no estará con nosotros —finalmente dijo, su madre entristeció al instante, ella era una señora tan buena, su esposo no entendía, ella le dijo el nombre de su vecina, había estado con ellos desde que se mudaron, él también lamentó esa futura pérdida.

Pasó el tiempo, Nam-joon caminaba tranquilo a la escuela, era temprano, no había apuro, tenía sus manos en la parte de atrás de su cabeza, respiró profundamente, la brisa de la mañana siempre se sentía tan bien. De repente, alguien lo chocó, él apenas y se movió, pero la otra persona cayó al suelo, se preocupó por él, lo ayudó con sus cosas, pero él, en vez de preocuparse por su mismo, tomó su brazo, con el que había chocado, y lo empezó a revisar.

—Lo siento muchísimo, ¿te lastimé?, ¿sientes dolor en alguna zona? —le preguntó mientras seguía tocando y presionando su brazo.

—No —le respondió algo extrañado—, ¿por qué te preocupas tanto por mí? Fíjate en ti, caíste, ¿te lastimaste?

—Estoy bien —contestó algo tajante.

Levantó su manga, miraba una zona en particular, puso sus dos manos en ella y presionó un punto exacto con sus pulgares. Nam-joon se quejó un poco. Sí, tenía un golpe allí. Puso la palma de una de sus manos en la zona y un pequeño brillo salió de ellas, volvió a presionar con sus pulgares, no sintió dolor de nuevo. Nam-joon lo miró asombrado.

—Creo que eso es todo —dijo el chico ahora con una sonrisa y una expresión más amigable en su rostro.

—Ahora deberías revisarte tú —le aconsejó mientras empezaba a tomar sus cosas para ayudarlo.

—Gracias.

Se revisó con rapidez y curó las pequeñas heridas de sus manos y rodillas. Los dos se levantaron, Nam-joon le entregó su bolsa llena de libros, él se inclinó en agradecimiento y Nam-joon hizo lo mismo.

—Me llamo Kim Nam-joon —se presentó ofreciéndole su mano.

—Jung Ho-Seok —correspondió también tomando su mano.

Nam-joon cerró los ojos, respiró profundamente, tuvo un vistazo rápido, sonrió, soltó su mano.

—Seremos amigos —dictó Nam-joon con una sonrisa ladina.

—Oh —artículo Ho-Seok algo impresionado por la convicción que había en su voz, se sintió algo apenado—, me encantaría, pero estoy tan enfrascado en mis estudios qué no sé qué tan buen amigo pueda ser.

—No te preocupes, no me perdonaría jamás obstaculizar tu camino —le dijo empezado a retomar su rumbo, palmeó su hombro amistosamente al pasar por su lado y luego puso sus manos en la parte de atrás de su cabeza como antes—. Nos volveremos a ver. Lo estás haciendo muy bien, amigo.

Ho-Seok lo miró asombrado. Fue un encuentro muy extraño, pero muy agradable, sonrió y también siguió su camino. Nam-joon revisó su nariz, una pequeña gota de sangre apenas empezaba a bajar, todavía dolía, pero era soportable, la limpió y siguió con tranquilidad.

Era de noche, una noche fresca, tranquila, como le gustaba, caminaba tranquilamente por las calles con un libro entre manos, era tarde, no había casi nadie por allí, sin saber llegó al hospital, bueno, no estaba tan lejos del Templo Sanctum Illi Qui Videre Possunt, le gustaría ver a su amigo, cerró los ojos, no le gustó lo que vio, los abrió enseguida y empezó a subir las escaleras. Entrar en ese lugar significaba que llegaban ápices de visiones a su mente, pero decidía ignorarlos, debía buscar a su amigo. Llegó a su lugar, tocó la puerta, no escuchó respuesta, decidió abrir, él estaba sentado en su escritorio con los codos apoyados en él y su rostro escondido en sus manos.

—Ho-Seok —lo llamó Nam-joon suavemente. Él se sorprendió un poco al escucharlo, pero no reaccionó mucho, seguía pensando en todo lo que había pasado esa noche.

—Todos los días se puede perder una vida aquí —empezó a hablar cuando dejó de taparse el rostro y pasó sus manos por su cabello echándolo hacia atrás—. Por muchos dones que tengamos, por mucho poder que queramos adquirir, no lo podemos todo, si eso es incurable, si sigue apareciendo o es desconocido para nosotros, entonces no hay mucho que podamos hacer —continuó. Soltó un suspiro muy pesado y se levantó—. Todo eso lo sé, pero, esta noche... Nunca me había afectado tanto...

Tocaron la puerta de nuevo, Ho-Seok le indicó que podía pasar. La persona le dijo que lo llamaban, él asintió.

—¿Podría?

—Claro.

Los dos salieron del lugar, Nam-joon siguiendo a Ho-Seok, él estaba bastante decaído. El lugar era grande y pasaban muchas personas de un lado para otro haciéndose cargo de muchos. Llegaron a una habitación y entraron, estaba una familia de cuatro y una cama vacía, la mujer lloraba sin poder detenerse, un muchacho se levantó para recibirlos.

—Lo lamentamos muchísimo —dijo Ho-Seok con un semblante bastante triste.

—Sabemos que hicieron todo lo que pudieron —le contestó él. Su expresión era aún más decaída. Miró a Nam-joon y se fijó en su vestimenta—. Un vidente.

—Correcto, qué pesar el conocernos en esta terrible situación, lo lamento muchísimo —expresó—. Soy Kim Nam-joon. —Ofreció su mano.

—Park Ji-Min —indicó aceptando su mano con la suya.

Cerró los ojos, suspiró con alivio, era una persona increíble y estaba preparado, abrió los ojos. Él lo miraba expectante, con algo de miedo y también ilusión, sin dejar la tristeza y preocupación de lado.

—Tu padre fue un hombre increíble para este reino, Park Ji-Min, todos lamentaremos su pérdida por el amor y respeto que le teníamos durante mucho tiempo —habló tomando su mano ahora con las dos suyas como un gesto de consuelo—. Es un alivio para el reino que su hijo mayor sea un hombre tan preparado y lo demostrará siguiendo sabiamente los pasos de su padre manteniendo a su familia como una de las más influyentes, prósperas e importantes de todo Crestestibus.

Suspiró de alivio y dejó salir las lágrimas que había retenido por estar a la esperar de sus palabras. No podía hablar, su mayor miedo era defraudar a su familia, no ser capaz de protegerlos, no ser lo suficiente como para seguir entregándole al reino todo lo que su padre había hecho; prosperidad, alimento, trabajo para muchos, era una pieza clave en todo y ahora ese peso caía en sus hombros por completo, el saber que sería capaz de llevarlo le daba un alivio increíble.

Escucharon un ruido extraño por la ventana de la habitación, Ho-Seok fue a verlo, Nam-joon soltó su mano suavemente, Ji-Min secó su rostro. El ruido era un árbol inmenso creciendo al lado del castillo donde estaban, estaba creciendo con tanta rapidez y abundancia que ramas empezaron a entrar naciendo unas hermosas flores.

—Cuidado —le dijo suavemente Nam-joon para luego señalarle lo que estaba haciendo con un gesto de su cabeza. Ji-Min volteó y se sorprendió, entonces hizo que se redujera para que no entrara.

Su madre vio esto y le preguntó lo que pasaba, por fin la pudo consolar como debía, estarían bien, haría todo lo posible por mantenerlos a salvo y podrían mantener a su padre en sus corazones con tranquilidad sabiendo que él volvía a ser parte de la naturaleza y su espíritu reposaba en paz. Salieron del lugar, ahora debían ir al Templo Sanctum Illi Qui Videre Possunt para realizar la ceremonia de entrega del cuerpo al núcleo, Nam-joon se haría cargo de que todo fuera perfecto para ellos.

Algo no andaba bien, había preocupación en el aire, molestia, desasosiego, desolación, pero no podía entender el origen, siguió viendo, frunció el ceño, empezaba a sentir molestia. Escuchó un rugido, un batir fuerte de alas, vio unos ojos desconocidos y feroces, nunca había tenido una visión tan abstracta, vio una flecha, reconocía esas manos, pero estaban llenas de sangre y a él no le gustaba la sensación, se veía aterrado y preocupado. Veía oscuridad, confusión y miedo en varios rostros desconocidos, luchas internas, malestar, ¿qué podía estar sucediendo? Viajó por expresiones y sensaciones hasta que vio algo quebrarse y no pudo seguir viendo. Despertó en el suelo rodeado de compañeros videntes que lo veían preocupado.

—Solicito conversar con el Rey, es urgente —exclamó Nam-joon mientras subía las escaleras del castillo real, los guardias lo dejaron pasar sin rechistar.

Entró en el increíblemente inmenso lugar, un castillo que reflejaba la belleza y abundancia de su reino, al entrar se sentía la realeza y majestuosidad por todas partes, una lástima que no fuera una visita placentera por lo que no podía apreciar la belleza de todo. Caminó firme acompañado de sus compañeros para encontrarse con él, este ya había sido avisado y los esperaba en la sala principal del castillo, al entrar, todos se inclinaron en señal de respeto y luego Nam-joon dio un paso más para tener la palabra.

—Me temo que pasaremos por tiempos muy difíciles.

—¿A qué se refiere? —preguntó el Rey consternado.

—Acabo de... —Fue interrumpido por el abrir de una puerta, todos giraron hacia ella—. Joven Príncipe. —Se volvieron a inclinar al verlo entrar.

—Vidente Nam-joon, videntes, qué honor tenerlos aquí —saludó él alegremente, pero fue consciente de la atmósfera y sus expresiones, miró a su padre—. ¿Qué sucede?

—Acabo de tener una visión que no mostraba un futuro deseable en nuestro reino y población —contestó Nam-joon con pesar.

—Escasez de alimento —dijo el príncipe con una gran preocupación.

—Un colapso masivo —corrigió haciendo que el Rey y el príncipe palidecieran.

—¿Sabe la causa?

—Lastimosamente fue de las visiones más complicadas que he tenido. —El ambiente no podía ser más pesado—. La tenemos resguardada y seguimos buscando significado en cada detalle que observé, pero, de lo que sí tengo certeza es que tendremos una época de melancolía y escasez sin igual.

—¿Por qué? El núcleo nos bendijo con dones, ¿por qué no se puede hacer nada al respecto? —cuestionó el príncipe irritado por la preocupación que pasaba por todo su cuerpo y mente.

—Eso es lo que más tememos —confesó—. Pareciera que nuestros poderes no estuvieran con nosotros en el momento.

El Rey y el príncipe se miraron con temor, el príncipe probó sus poderes al instante, veía hasta el más mínimo ser vivo a su alrededor, lograba rastrear sus ubicaciones y podría cazar a quien quisiera en ese momento, se seguía sintiendo normal, materializó su arco y varias flechas, todo bien, entonces miró al vidente decidido.

—Sabemos lo que viene, ¿qué nos aconsejan hacer en este momento? —preguntó con un semblante muy serio.

—Debemos prepararnos y a nuestra gente también, ni siquiera pude sentir el momento en el que todo empezará, pero será más pronto de lo que quisiéramos.

—No permitiré que mi gente pase por hambre y tristeza. Padre, me voy de caza dos semanas, reuniré a mi equipo y llevaré un mensajero conmigo.

—Iré también con usted, si me lo permite —habló uno de los videntes inclinándose con respeto.

—¿Sabes cazar, o seguirle el paso a un cazador? —cuestionó mientras se acercaba a él.

—Es un buen cazador —respondió Nam-joon asintiendo con confianza.

—Excelente.

—Videntes —llamó la atención el Rey—, por favor, háganles saber a las familias proveedoras lo que va a suceder, la Park más que todo.

—¡Cierto! Ji-Min tampoco permitirá escasez.

—Gran parte de nuestros alimentos dependen de ellos, díganles toda la situación, que ayuden al reino a recolectar todo lo que se pueda para poder resguardarlo aquí.

—Por supuesto, su Majestad —respondieron al unísono y se inclinaron.

—Gracias por hacérnoslo saber, videntes —agradeció el príncipe inclinándose ante ellos—. Lo espero en el jardín de recuerdos dentro de cuatro horas, prepárese para una caza real —se dirigió al vidente con una sonrisa ladina.

—Jung-kook —lo llamó el Rey—, recuerda lo mucho que el reino necesita de tu protección. Solo dos semanas, ¿de acuerdo?

—Siempre lo tendré en mente, padre. —Y siguió su camino para llamar a su equipo y poder irse lo más pronto posible. Nam-joon lo miró partir, esperaba que sus manos no se mancharan con sangre de uno de los suyos, le tranquilizaba que hubiese aceptado a su compañero en el viaje y también que llevara un mensajero. Era muy sensato y activo, siempre lo había sido.

—Hablaré con el consejo para decidir cómo comunicárselo al pueblo sin que entren en pánico, eso solo complicaría más las cosas —notificó el Rey acercándose a los videntes—. Por favor, si descifran algo más, hágannoslo saber, mientras más sepamos nos podremos preparar mejor o hacer algo al respecto.

—Por supuesto, mi Rey.

Con una última inclinación, todos salieron de la sala, los videntes tenían demasiado trabajo por delante, no era para nada bueno tener una visión tan importante sin descifrar, el reino dependía de ese mensaje y debían hacer algo al respecto. Lo que más le preocupaba eran esas criaturas que logró ver, debían asegurarse, pero, ¿tal vez el reino Filii Cornus tenía algo que ver? No iba a apuntar a nadie sin saber con certeza, pero le inquietaba el haberlos visto, tenían tratos juntos y nunca han tenido discusiones realmente malas, entonces, ¿qué razón tendrían para atacarlos? Además, no hay manera de que tengan algo que afecte sus dones.

Filii Cornus era el reino de los híbridos, bendecidos por la naturaleza haciendo que parte de ella se mostrara en su ser, vida y persona, con el poder de convertirse en aquel animal que corría por sus venas cuando les placiera. Siempre los había visto con fascinación, estaban tan conectados al núcleo como lo podría estar un bebé recién nacido con su madre y esa conexión nunca se perdía. Esperaba no tener que enfrentarlos jamás, eran tan increíbles como intimidantes, sus instintos siempre estaban activos y no solo se transformaban en su animal, también tenían una transformación bestial que usaban para proteger y luchar en grandes batallas, una forma más grande, fuerte, rápida y ágil de su animal.

—Ve al Templo y diles que deben enviar varios grupos a visitar las familias reales, nosotros iremos directamente hacia la familia Park —ordenó Nam-joon a uno de sus compañeros mientras salían del castillo, este, sin rechistar, cumplió.

Llegaron al lugar, las familias proveedoras estaban tan rodeadas de una naturaleza hermosa y abundante que se sentía como si estuvieran entrando en un bosque. Caminaron hasta el castillo y avisaron que debían hablar con el Lord del lugar, los dejaron pasar, entraron a la sala principal y esperaron a que él arribara.

—Videntes —pronunció con suavidad entrando en la sala—, Vidente Kim Nam-joon, ¿cómo has estado? ¿Cómo han estado todos?

Tenía una suave sonrisa en su semblante y los veía a todos con tranquilidad.

—Nosotros, muy bien, pero lastimosamente no traemos buenas noticias, mi Lord.

Y entonces su semblante cambió por completo, palideció.

—¿Qué sucede?

Lo pusieron al tanto, él escuchó con suma atención, sus reacciones les decían todo, no le gustaba en lo absoluto lo que estaba por suceder.

—¿El Príncipe Jung-kook fue a cazar? Pero, ¿y si lo que viene es una guerra? —preguntó preocupado—. El doctor Jung, ¿ya lo sabe?

—Es el siguiente al que informaremos.

—Bien, voy con ustedes, igual estaba por ir a visitarlo.

Aceptaron y salieron del lugar juntos, en todo el camino Ji-Min estuvo hundido en sus pensamientos, no le agradaba la idea de tiempos difíciles, tampoco de que tal vez algo sin igual los atacará o perjudicará, muchos menos el saber que no tendría sus poderes, ¿qué podría hacer al respecto? No quería defraudar a nadie. Nam-joon percibió todo eso y puso su mano en su hombro, él sonrió suavemente por el gesto, intentaba darle algo de tranquilidad, Ji-Min lo sabía, pero no podía dejar de pensar. Llegaron al hospital y todos salieron de los carruajes para entrar en él.

Como siempre, había demasiado movimiento allí, cuidaban de muchos, debían salvar a otros, todos trabajaban tan duro y aún así tenían unos semblantes tan tranquilos, esto para no preocupar a nadie, pero también tan cansados, fácilmente muchos de los que estaban allí no habían dormido bien en días.

—¿Dónde...

—Sé dónde está.

Siguieron el paso de Nam-joon, nadie los detenía, todos allí sabían quienes eran y a quién iban a ver, caminaron por algunos pasillos, él estaba en el lado más complicado del hospital, donde se trataban los casos más fuertes o extraños que llegaban, normalmente estaba allí, por supuesto, era el director de todo el lugar y debía apoyar a su gente a sobrellevar todo lo que pudiera pasar, también, si necesitaban su ayuda, estaba siempre con ellos. Justo cuando estaban por llegar él salió de la habitación junto a un doctor y dos enfermeros. Una chica revisaba que no tuvieran ninguna impureza encima, otro escuchaba con atención para guardar en su mente lo que debía decirle al otro doctor después.

—Debe estar acompañado todo el tiempo, sigan vigilando sus signos vitales, las reacciones de su cerebro y sus músculos, debemos encontrar la razón de su... —Y los vio, se sorprendió un poco de verlos a todos, pero luego sonrió—. Oh, hola, ¿a qué debo este gran honor?

—Gusto saludarlo, doctor —saludó Nam-joon y todos se inclinaron con respeto—. ¿Mal momento? Debemos comunicarle algo.

Terminó de indicarle al doctor los siguientes pasos a seguir y los tres se retiraron, entonces los quiso guiar a su oficina, pero Nam-joon sentía que era mejor quedarse cerca de esa habitación, entonces empezó hablar allí, le contó todo lo que había visto y él se sorprendió notablemente.

—¿Podría ser...

—¿Qué? —preguntó Ji-Min preocupado.

—Este hombre —dijo señalando la puerta de la habitación— es de una villa un poco alejada, Mare Argentum, en la costa, unos aprendices hacían un recorrido por allí para hacerles pruebas de salud, saber si necesitaban atención médica o medicina, y lo encontraron, no se sabe lo que tiene, pero...

—No puede usar su don —completó Nam-joon.

—Lo describe como si estuviera viviendo una pesadilla, su don es de fuerza y fuego, es muy necesario para su villa porque su ayuda en la construcción es demasiado notable, pero hace dos días se despertó y sintió que algo no andaba bien, dice que fue como si algo en su interior no hubiese podido encenderse por completo esa mañana, pero ignoró la sensación y fue al trabajo, poco a poco se sintió más y más débil, hasta que no pudo más, no carga lo mismo que antes, no ayuda de la misma manera y el fuego ya no corre por sus venas.

—Su don se desvaneció —mencionó Ji-Min incrédulo.

—Le hemos hecho tantas pruebas como hemos podido, pero no conseguimos ninguna causa en su cuerpo.

—Esto es terrible —mencionó Ji-Min intentando procesar todo lo que estaba sucediendo—. Debo irme, necesito cumplir la petición del Rey lo más pronto posible.Videntes, doctor. —Y con una inclinación, salió del lugar.

—¿El Rey está al tanto?

—Es correcto.

—Bien, hay que hacerle saber de este primer caso entonces, ¿el joven príncipe?

—Salió de caza, no pudo soportar la simple idea de que el pueblo llegue a pasar hambre.

Ho-Seok rio ante la respuesta, por supuesto que salió de caza, es lo que más adora hacer junto con ver a su pueblo feliz y disfrutando de un festín.

—Bueno, por favor, manténganse a salvo y, si sienten que algo no anda bien, vengan directamente, quiero hacer más estudios de esto, tal vez pueda encontrar algo pronto.

—Nosotros nos quedaremos con usted —mencionó un vidente y dos de ellos se inclinaron—, si nos lo permite.

—De acuerdo, en ese caso me mantienen al tanto de lo nuevo que puedan descubrir. —Miró a Nam-joon, este asintió—. Y yo les informaré de los avances con este paciente y si tenemos alguno nuevo.

—Perfecto. Doctor Jung —Ofreció su mano y él la aceptó con gusto—, un placer haberlo visto, cuídese mucho.

—Igualmente.

Salieron del lugar, excepto los dos videntes que ofrecieron cuidar del hospital.

Llegaron al templo, tenían un grupo todavía analizando la visión en la bola de cristal en donde la había resguardado. Tomaban nota de cada detalle y otro grupo releía y estudiaba dichas notas para conseguirles sentido.

—Sin duda vemos híbridos en la visión —comentó un vidente.

—¿Han logrado descifrar esos vistazos?

—No aún, y tampoco hemos identificado los rostros que se ven allí, deben ser de villas lejanas, enviamos varios grupos de videntes para buscarlos en esas zonas.

—Bien, porque llegó el primer caso y viene de allí —informó Nam-joon haciendo que todos dejaran en lo que estaban trabajando para verlo a él.

Les informó la situación en el hospital y también les dijo que dos videntes quedaron allí, entonces se podrían comunicar con ellos rápidamente, también uno estaba con el Joven Príncipe, entonces podrían estar en constante comunicación para saber su estado y si todo estaba bien por las zonas en las que iban.

—Oh, el Príncipe Jung-kook...

—¿Sucede algo con él? —preguntó Nam-joon preocupado.

—La sangre que se ve en sus manos... —Frunció el ceño, como si no quisiera decir las siguientes palabras—. Creemos que no es de un animal.

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