Capítulo 6

Todas las chicas de la generación del 15 están ya presentes en el teatro; Sara, Rocío, Natalia, Lydia y Victoria, aunque todos la llaman Vicky. Es la bibliotecaria del grupo, oficio que la pega bastante por su carácter introvertido. Su rostro es ovalado y tiene el pelo largo y lacio. El flequillo le lleva recto, tapándole la cara. Siempre viste bastante sencillo, por eso de que no la gusta llamar la atención.

Están todas muy impacientes esperando a Samuel. Excepto Lydia, que no para de preguntarse qué hace allí y el calor que hace. En plena conversación sobre el tiempo, a Nati se le enciende una bombilla encima de la cabeza y corre hasta su bolso.

—He traído el álbum de la boda de Melissa con Samuel. No recuerdo quien me le había pedido.

—¡Yo!— Grita Sara, con gran ilusión.

Nati llega hasta ella con el álbum y se ponen a verlo juntas. Rocío no puede evitar mostrar curiosidad y también se une a ellas. Van comentando, de una en una, las fotos. Alaban el vestido de Melissa, y después pasan al novio.

—Mira que guapo está Samuel en esta.— Dice Rocío.— Para comérsele.

Se lleva una colleja de Nati.

—Haz el favor de no manchar así el nombre de Melissa. Vale que te guste Samuel, pero en estas fotos sigue siendo su marido.

Lydia se sorprende un poco al escuchar eso.

—¿Te gusta Samuel?

—¿Qué si le gusta?— Pregunta Natalia, con ironía. Se acerca a Lydia, olvidándose del álbum. Sara y Rocío siguen ojeando las fotos.— Lleva todo el verano intentando conseguir una cita con él. Pero como el pobre está tan sensible...

Se abre la puerta del teatro. Todas se giran, creyendo que es Samuel. En su lugar, aparecen Belén, Inés, y Vega, que ha ido a buscarlas.

Saludan a las que ya están. Inés insiste un poco más al ver a Lydia y la estrecha entre sus brazos.

—Al final has venido, ¿eh?— Le dice.

—Sí. Pero aparta un poco, anda.

Tiene suerte, porque, en cuanto se entera de que Nati ha traído el álbum de la boda de Melissa, va hasta sus compañeras a echar un vistazo.

—¿Y tú porqué tienes una copia del álbum y yo no?— Dice entonces, cabreada.

—Quizá porque yo se la he pedido a Adrián, y tú no.— La responde con la misma ironía que ha usado antes.— En cuanto venga Samuel lo guardáis, que estamos intentando alegrarle. Como vea las fotos de su boda se arma la marimorena.

—¿La marimorena?— Lydia niega con la cabeza.— No entiendo por qué os ha dado a todos por hablar como en el siglo XV.

—¿Perdona?

—Déjalo, Nati.— Dice Inés.— Está obsesionada con que hablamos muy anticuado porque esta mañana he dicho la palabra "veraneo". ¿A que no es verdad?

Vega en seguida le da la razón. Aunque no es ningún misterio. Vega e Inés son muy buenas amigas En más de una ocasión incluso la ha defendido de los comentarios de Lydia.

—Claro que no, yo también la sigo usando. ¡Ni caso, tía!— Inés y ella se sonríen mutuamente. Lydia las mira algo recelosa.

—Pues a mí como me vuelvas a llamar anticuada no respondo.— Le advierte Nati.— Inés, ve preparándote para defenderme ante los tribunales, por si acaso.

—¡Que vah! Ahora soy ministra, ya no puedo ejercer como abogada.

Todas se quejan al escuchar la noticia. Dos abogados en el grupo y no pueden ejercer por dedicarse a la política. Menudo apaño.

—Por cierto.— Interrumpe Belén, un rato más tarde.— ¿Alguien sabe por qué Laura no ha venido?

Todas niegan con la cabeza. Se dan cuenta de que Alba tampoco ha ido. Es muy extraño, porqueRocío ha avisado a todas por el grupo de whatssapesta mañana, cuando Inés leyó el mensaje. Belén comenta que ha llamado a Laura en el coche y no ha contestado.

—No sé. Últimamente está un poco rara. ¿No habéis notado nada?

—Se habrá echado novio.— Propone Rocío, que aún tiene el álbum en la mano.

—Pues fíjate, yo pienso que es justo lo contrario.

—¿Novia?—La segunda colleja del día es para Sara.

—¡No, hombre! Me refiero a que está deprimida porque no liga. Ya sabéis, prefiere quedarse en casa comiendo helado y leyendo a Elisabeth benavent que salir a probar suerte...— Belén se queda pensativa. Está preocupada por su amiga.— Tranquilas, ya me inventaré algo para animarla. Cambiemos de tema.

Se mantienen un rato en silencio. Al final, Vicky es la que, sorprendentemente, rompe el hielo.

—¿Alguna vez habéis probado la escritura automática?— Mira a su alrededor. Todas la miran extrañadas.— ¿Qué pasa? Queríais cambiar de tema.

—Eso es cuando te drogas, ¿no? Pues entonces ni lo he probado ni pienso hacerlo.— Comenta Sara. El resto le echa la bronca por seguirla el juego.

Afortunadamente, se libra cuando la puerta vuelve a abrirse y, ahora sí, aparece por la puerta Samuel. Rocío y Sara esconden rápidamente el álbum en el bolso de Nati.

Samuel, en efecto, es un joven muy guapo. Tiene algo de ojeras, y un aspecto menos atlético que en su juventud, debido a su depresión. Pero sigue siendo alto y atrayente. Tiene los ojos azules y la melena rubia le llega casi hasta los hombros.

Se acerca hasta las chicas para iniciar los saludos. Rocío es la primera, porque ella misma se ha puesto delante de él y se ha lanzado a sus brazos. Aunque, por supuesto, de forma sutil. Después sigue hasta Inés, que es la última. También le da un fuerte abrazo, con la excusa de que hace mucho que no se veían. Él le da la razón.

—¡Anda! Que pulsera tan bonita.— La dice, refiriéndose a una cadena con abalorios étnicos.— ¿Es de Estambul?

—No, es del rastro.— Le responde con una sonrisa. Luego suspira, como si nada importara más que mirarle a todas horas.— Pero gracias igualmente.

Lydia y Vicky se han ido apartando a un lado. Ahora, apoyadas en la pared, miran expectantes como sus compañeras preguntan a Samuel que tal está e intentan animarle. Y se deshacen cada vez que él las corresponde una sonrisa o las dice algún halago.

—Tampoco es para tanto...—Dice Victoria.

—En absoluto.— Responde Lydia.

Sin embargo, ambas pasan la mirada una vez más por Samuel, escaneándolo. A lo tonto, desde ese ángulo tienen la mejor vista.

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