Capítulo 47

Después de desesperarse para conseguir cerrar la maleta, Alba se deja caer en el sillón, con el teléfono en la oreja y una risa tonta, de esas con las que te duele la tripa cuando terminas de reírte.

—¿Ya? —Pregunta Adrián desde la línea telefónica.

—Ya.

—¿Emocionada?

A Alba la pregunta le pilla desprevenida. Opta por ser sincera.

—No tanto como debería.

—Tú recuerda la ilusión con la que echaste la beca. Vas a pasar un mes investigando en la residencia de estudiantes y eso solo es motivo de alegría.

Alba baja la mirada y se mantiene un rato en silencio. Sabe que Adrián no va a presionarla, pues conoce la razón de esa falta de emoción; Laura no está allí para compartir ese momento con ella. Y duele más saber que apenas un mes antes no tenía dudas de que estaría.

Se había dejado llevar demasiado por sus sentimientos, sin saber que estos sentimientos a veces son complicados. Ahora solo necesitaba tiempo y paciencia para lamerse las heridas.

El tiempo lo curaría, porque el tiempo lo cura todo. Y quizá esa beca, en el fondo, le esté regalando ese tiempo que necesita para volver a ver a Laura sin dramas de por medio, y, a ser posible, sin el dolor que le supone ahora no estar con ella.

—Abre la puerta, anda. —A Alba le cuesta unos segundos pillar la indirecta.

—Adri, ya vas a acompañarme a la residencia mañana. No hacía falta, de verdad. —Dice mientras se levanta y camina hacia la entrada. Termina de hablar justo cuando abre la puerta y encuentra a Adrián apoyado en el marco.

—Siempre tendré tiempo para ti. — Confiesa él, apartándose el móvil de la oreja y mirándola sonriente. Le pregunta si puede pasar y ella asiente y le deja espacio. Y cuando tiene a Alba más que ganada, levanta las cejas y hace una segunda confesión —: Y no soy el único.

Alba abre mucho los ojos. ¿Se referirá a...? Asoma la cabeza hacia la izquierda del pasillo, donde están las escaleras de su edificio, pero no le parece ver a nadie. También mira unos segundos el ascensor, pero no se abre. Antes de volverse a meter en casa, gira levemente la cabeza a la derecha.

—¡Albita, cariño! Toma. —Alba pega un grito de susto al encontrarse cara a cara con Belén. Mejor dicho, con una bolsa de plástico, que, a juzgar por la voz que acaba de escuchar, está sujetando Belén. —He traído pizza, por si se alarga la cosa.

Alba coge la bolsa con la pizza y deja pasar a Belén. Detrás de ella aparece Alex, ofreciéndole otra bolsa, que Alba nota algo más pesada que la primera.

—Yo he traído ron, también por si se alarga la cosa. Pero voy cogiendo vasos, ¡que estamos de celebración! —Le planta a Alba un beso en la mejilla y sigue los pasos de Belén hacia el interior. No sin antes escuchar atento a las palabras de Vega detrás de él, que ha traído otra bolsa más, con Vodka. —Di que si, Vega, en caso de apagón nos será muy útil para encender fuego.

Los siguientes en pasar fueron Sara, Natalia y Vlad, que llevaba a su hija Raquel en brazos. Todos le dieron dos besos, excepto Sara, que le acarició la mejilla con una sonrisa pícara en los labios. Después llegaron Lydia, Inés, Cristian y Victoria.

Alba acaba de saludar a Victoria y de hacerse a la idea de que la persona que esperaba con ansías, y con miedo, y con euforia, ha decidido tomar el segundo camino y no ir. Tiene que hacer un doble esfuerzo para convencerse de que es lo mejor, cerrar la puerta y empezar a disfrutar de la tarde que le espera con sus mejores amigos. Sin embargo, cuando está a punto de cerrar, escucha un carraspeo al otro lado. Despacio, vuelve a abrir la puerta de par en par y mira nerviosa.

Sí que ha venido. Laura ha venido, y además está preciosa.

Lleva puesto un vestido negro cruzado por la espalda, acompañado de unos tacones de plataforma color beige, que resaltan y alargan sus piernas. Ahora se mantiene erguida en una pose muy formal, con los brazos detrás de la espalda.

—Imagino que no querrás verme ni en pintura.

—Tampoco te creas...— Admite con su habitual espontaneidad. Pone una mueca incómoda cuando se da cuenta de que ha hablado demasiado rápido. "Aquí está Alba, siempre metiendo la pata":

Laura, sin embargo no puede evitar reírse. "Aquí está Alba, siempre haciendo las cosas tan fáciles". Vuelve a ponerse seria antes de continuar hablando, pero ahora mucho más tranquila.

—Te quiero, Alba. —Apreta los labios al ver a Alba estremecerse. —Eso es lo que intentaba decirte ese día en mi casa, antes de que llegara Nacho, y antes de que empezara a ser tan injusta contigo. He sido una cobarde, y una hipócrita, y te he hecho daño. Y lo siento por todo ello. Sé que esto no va a arreglarlo pero...

Alba al fin descubre el porqué de la estático posición de Laura, sus manos tenían sujeto algo que pretendía esconder tras de sí. Cuando el objeto queda al descubierto y se lo enseña a Alba, lo reconoce al instante. Caja cuadrada de pocos centímetros de grosos, de terciopelo negro y con las iniciales "J.L" grabadas en el lomo. "Joyería Lumier". La misma donde Alex compró aquel anillo de pedida.

Y también donde ella vio lo que ahora Laura le está regalando; una fina cadena de plata y un colgante con su nombre grabado. Alba lo observa sin disimular su emoción.

—Sara me aconsejó que fuera a esa joyería porque sabía que te iba a encantar. — Alba se giró hacia su amiga Sara, sentada en su sillón con el resto. Menuda chivata. Aunque tenía razón, le ha encantado. — Y de paso me dijo que le dejara cuatro cosas claras a esa dependienta que te tiró los trastos.

El tono que usa Laura es tan evocador, que Alba piensa que se ha molestado de verdad. Agacha la cabeza, afectada, y sin saber bien que contestar.

—Alba, sé que esto no soluciona nada. Pero si lo he hecho es para pedirte que disfrutes muchísimo de tu beca en la residencia. Yo seguiré aquí cuando vuelvas, y seré para ti lo que quieras que sea.

Aquellas palabras parecen tranquilizar a Alba, que alarga la mano hasta la melena de Laura y la acaricia suavemente. La bailarina cierra los ojos y se deja llevar por la caricia. Ve como Alba se acerca lentamente para abrazarla, y ella empieza a hacer lo mismo.

—¿Entonces vais a salir juntas o no? Que me tenéis en ascuas. — Grita Sara desde una silla del comedor, que ha acercado al lado del sofá para hacer corro con el resto. Alba y Laura detienen su abrazo unos segundos, hasta que Laura coge de la mano a su amiga y la lleva con los demás miembros de la generación del 15.

—Lo único seguro ahora es que Alba es la chica más inteligente del mundo y le han dado una beca de investigación. Y que yo la quiero un montón. —Exclama Laura, informando a todos de lo que han hablado. Y de paso, informando a Alba de que no tiene miedo y de que no va a volver a esconder nada a sus seres queridos.

Sin necesidad de decir nada, Belén y Alex se apretujan en el puf que Alba tiene en el salón, y ellas se sientan en el espacio que queda libre. Brindan varias veces, con tequila para que no haya discusiones, y hablan de cómo les ha ido la semana, de la vuelta al curro de muchos, de la boda de Rocío y Sergio y lo locos que se han vuelto, y de su proyecto teatral.

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