Capítulo 38

Desde la barra libre llegan los acordes de la canción que suena en la carpa; "The only excepción", de Paramore. Y Cristian la escucha apoyado en la barra, bebiéndose un ron cola en soledad y esperando a un príncipe azul que llegue a lomos de un corcel para salvarle.

—¿Se puede saber qué haces aquí solo? — Pero no caerá esa breva, porque quien le dice eso es Rubén. Sin ni siquiera girarse, Cris lo soluciona dando un trago a su copa.

—Esstoy ahogggando miss penass. — Su voz suena tomada por el alcohol. — Hoy me he quedado ssoltero. Ottra vez.

—¿Y qué tiene de malo? Estás mejor así. Imagínate una fiesta sin poder ligar, te quitaría todo el rollo. —Por primera vez, Cristian se gira hacia Rubén. Reflexiona un par de segundos.

—Puess tammbién ess verddad. —Sin embargo, termina su copa de otro sorbo. Cuando vuelve a girarse, encuentra a Rubén con la mano extendida hacia él. ¿Es eso lo que cree que es?

—Venga, deja de compadecerte y baila conmigo.

—Ruba, ya te has reído suficiente de mi hoy.

—¡No es broma! Pero si no quieres, tendré que bailar solo...—Rubén se pone a bailar twerking delante de Cristian. Intenta menearse igual de lento que el ritmo de la música, pero no le sale muy bien.

—Perrear no es la solución a todo, Ruba. Además, sabes que lo hago mejor tu. —Rubén niega con la cabeza, mientras sigue perreando como le da la gana. Al final sí que va a ser un príncipe azul. Cristian sonríe de lado, dándose por vencido, y le coge la mano—.Está bien. Es hora de darte esa clasecita que te faltó en el instituto. Por cierto, ¿Cómo es que no te importa que nos vea Eric? Qué raro en ti.

—Tengo que aprovechar que se le han llevado unos cuantos a despelotarle. Pero aunque nos vea me da igual, haré lo que quiera, y él que diga lo que quiera. Mi vida privada solo me incumbe a mí. Y esto solo nos incumbe a nosotros, ¿o no?

—¡Ah! Ya veo por dónde vas ¿Haces esto porque intentas convencerme de que no cuente lo de navidades? —Menudo príncipe azul más interesado.

—Y dale con lo de navidades...— Rubén suspira hastiado. Luego, mira fijamente a Cristian y se pone muy serio. —Como digas algo te mato.

Con la misma canción, pero al pie del escenario, es Belén quien saca a bailar a Alex. No es que sea la actividad favorita del chico, pero sabe que a su amiga la hace ilusión, así que acepta. Coloca las manos en su cintura, y ella en su cuello. Tras unos minutos en silencio, al fin Belén encuentra las palabras:

—Has sido muy valiente defendiendo a Laura. —Él parece tener muy clara su respuesta.

—Lo habrías hecho tú.

—Ya, pero lo has hecho tu.

—Eso es porque me inspiras. Admiro cómo te preocupas por nuestros amigos. Haces cualquier cosa por ellos. —Tuerce el gesto un segundo. —Aunque reconozco que no estaría mal poner algún límite. —Alex ladea la cabeza y Belén se sonroja.

—Yo admiro la paciencia que tienes conmigo. No sé como aguantas las ideas tan absurdas que he tenido últimamente.

Alex no responde, se centra en seguir el ritmo a Belén con sus pasos de baile. La hace dar una vuelta y la pega más a él.

—Me gusta lo que tenemos, Belén. No lo cambiaría por nada. Espero que lo tengas presente. —Belén asiente, emocionada. Ahora es ella la que le obliga a dar una vuelta a él. —No obstante, si algún día te apetece, no sé, que tomemos un batido los dos...

—Lo estás estropeando.

—Vale, me callo. —Cada uno se apoya en el hombro del otro. Y una vez que saben que el otro no mira, sonríen para sí mismos.

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