Capítulo 3

A las once y media ya ha llegado casi todo el mundo. Incluidas Inés y Lydia, a las cuales Rubén ha ido a buscar con el coche. Todos dan besos y abrazos a las recién llegadas, y escuchan algunas anécdotas de su estancia en Estambul. También felicitan a Inés por su nuevo ascenso político. Incluso Sergio la felicita, aunque tan tímidamente como ella se lo agradece.

Las últimas en llegar son Alba, como siempre con una sonrisa en los labios, y unos pocos minutos después Laura, la bailarina del grupo junto con Belén. Además de bailarinas, las dos son mejores amigas, y Belén incluso tuvo que llamar a Laura porque se estaba retrasando más de lo esperado. Por ser la última, le toca la mejor parte, pasar por el burguer y traer menús para todos.

Adrián es el encargado de repartir a cada quien la hamburguesa, patatas y bebida correspondientes, mientras Inés grita indignada que no puede creer cómo nadie del grupo más que ella ha leído el artículo que se ha publicado sobre ellos en el periódico de hoy. Después, charlan sobre la idea que tienen preparada para su próximo proyecto; una obra de teatro. A todos les encanta la idea, pero no quieren que sea una obra de teatro cualquiera, sino una en la que también intervenga el espectador, con técnicas circenses y propuestas innovadoras.

A Adrián le cuesta lo suyo que todos vuelvan a centrarse en el proyecto, pues no pasa un minuto cuando ya están entrecortándose unos a otros, y no acaba de hablar Cristian cuando Rubén ya le está contradiciendo, en la guerra constante que mantienen a todas horas. Menos mal que están acostumbrados, y por suerte Lydia se levanta y sustituye a Adrián en su objetivo de poner orden. No se sabe cómo, pero Lydia siempre consigue que todos le hagan caso y se mantengan en silencio mientras ella organiza.

Laura y Belén se ocuparán de la coreografía, porque todos están de acuerdo en que la obra tendrá número musical. Vega y Natalia serán las encargadas de la escenografía, y Rocío y Rubén, ya que una era publicista y el otro psicólogo, tendrán que estudiar las técnicas para que el espectador participe en la historia. Y el resto, Alba, Inés, Sergio, Vicky, Cristian, Vlad, Alex y la propia Lydia, se encargarán de idear la historia y escribir el guión.

-¿Y yo?- Pregunta Adrián, una vez Lydia ha terminado.- A mí no me has nombrado.

-¡Ah!- Hace un gesto para restarle importancia.- Porque eres multiusos, Adrián. Tu...un poco a todo, como siempre.

-¡Y a su nuevo libro!- Grita Alba.

Adrián se tensa un poco al escucharlo. Inés le implora que lea algo, pero él duda un poco antes de responder.

-No, de eso nada. Primera nos lees tú ese artículo del que has hablado.

A Inés parece gustarle la idea, porque corre hacia su maleta y saca el periódico de uno de los bolsillos pequeños. Vuelve contenta como unas castañuelas al ver a todos sus amigos humanistas juntando las sillas delante de ella, realmente interesados. Incluso Lydia parece querer escucharlo. Coloca el periódico en la hoja apropiada.

-Por lo menos, a mí, me ha encantado.- Va a comenzar, pero parece arrepentirse y añade algo más.- Y la chica escribe genial.- Vuelve a hacer lo mismo de antes.- Que empiezo ya, ¿eh?

-¡Que sí!- Le gritan todos.

***

Al final, la mañana se pasa para todos increíblemente rápido. En cuanto se quieren dar cuenta son ya las tres y media y muchos tienen que volver a sus labores diarias, así que tras media hora de más besos y abrazos y felicitaciones para despedirse, el grupo se divide y cada uno toma su propio camino.

Rubén y Sara son de los pocos que se van andando, puesto que ella vive cerca y él tiene el coche aparcado unas calles más adelante. En realidad, el camino por el que va ahora con Sara le pilla un poco mal, pero lo prefiere así para poder acompañarla hasta su casa. Últimamente, con los preparativos de la boda, la pobre no encuentra un rato libre para que puedan verse y hablar tranquilamente.

Por eso, en cuanto se quedan los dos solos, el chico aprovecha para cogerla en volandas. Puede perfectamente con ella, pues, al igual que Natalia, no es muy alta. Ella se ríe y pide que la suelte. Él, a regañadientes, le hace caso.

-¿Pero no te das cuenta, Sara? ¡Solo quedan tres semanas! En tres semanas serás una mujer casada. ¿Cómo te sientes?- Cierra la mano en un puño y la coloca de la boca de Sara, a modo de micrófono.

La chica tarda más de la cuenta en contestar.

-Como si me estuviera hundiendo en arenas movedizas.- A Rubén se le escapa la risa.

-¿Seguro que no te casas de penalti? Estas muy hormonal últimamente.

Sara le da un empujoncito con la cadera.

-A lo mejor tienes razón, estoy un poco estresada. - Confiesa después.- Es que me quedan un montón de cosas que hacer antes de la boda. Si lo sé no me caso.

-Bueno, pues por otra parte...tampoco pasaría nada.- Dice Rubén.- Porque para con el que te vas a casar...

-¡Rubén!

Sin embargo, ambos saben que lo piensa de verdad. No es ningún misterio que Rubén y Eric, el prometido de Sara, no se llevan especialmente bien. Y menos aún para Sara, que conoce a Rubén a la perfección. Más que su amigo, es casi como un hermano para ella, y viceversa.

-Lo digo en serio. La culpa la tiene él, que lleva riéndose de mí desde los doce años. Me creó trauma y todo.

Eric siempre ha aprovechado cualquier excusa para meterse con Rubén: que si está en la acera de en frente, que si le sobran unos kilos...Lo cierto es que eso más bien le favorece, pero a Eric le divierte fastidiarle. Y aunque a Rubén ya no le afecta lo más mínimo, le sigue poniendo de los nervios.

-Ya lo sé, Ruba. Pero te pidió perdón por eso, y me ha prometido que en la cena del domingo se va a controlar.

-¿Qué cena?- Pregunta Rubén, abriendo los ojos como platos. De repente se relaja y respira hondo.- ¡Ah! Sí, Me lo dijiste. También te dije que no iría.

-Venga, haz un esfuerzo. Va a ser la última vez que coincidamos los tres antes de la boda. Nati y Vlad también irán.

-Menudo planazo- dice de forma exagerada, como si le apasionara la idea-dos parejitas cenando juntas y yo de sujeta velas.

-Te dije que invitaras a alguien del grupo para que te acompañara, pero como no me escuchas.

-Bueno, ya veré.- Da por finiquitada la conversación y cambia rápidamente de tema.- ¿Qué planes tienes para mañana?

-¡Ay! Mañana estoy ocupada, hemos quedado por la mañana con Samuel, que nos va a enseñar sus nuevos diseños. Dicen las chicas que así se inspiran para la obra.

Samuel Álvarez es, o al menos era, el marido de Melissa, la periodista de la generación del 15 que falleció en Cuba. Tras su muerte, Samuel, que la quería muchísimo, se sumió en una gran depresión de la que poco a poco parece ir saliendo. Y las chicas no paran de preocuparse por él para que mejore. Bueno, alguna que otra tiene intenciones un poco diferentes.

-Ya...inspirarse. No sé qué tendrá ese chico que os vuelve locas a todas.

-No nos vuelve locas.- Niega ella.- Nos gusta quedar con él porque es un chico agradable, ya está. Cuando se enteró de que me casaba le faltó tiempo para llamarme y felicitarme. Me gustaría invitarle a la boda, la verdad, pero no me he atrevido porque como está tan sensible con el tema de Melissa...

-Han pasado ya dos años.

-Pues él sigue sensible, ¿vale?- Rubén asiente, y siguen caminando. Hablan de Samuel, de la boda y de Eric, hasta que al fin llegan al portal de Sara.

Ella le invita a subir, pero Rubén alega que hoy quiere descansar un rato. Tiene una consulta propia en el centro de Madrid, en la que a veces también hace terapias de grupo, y hoy le esperan varios pacientes por la tarde. Se dan dos besos y un abrazo.

-Por cierto, Rubén.- Dice ella, separándose.- Muchas gracias por hacerme el favor de ir a recoger el vestido de novia por mí. Es que no me daba tiempo y como cerraban la tienda por vacaciones...-Vuelve a abrazarle una vez más.- A lo mejor estoy abusando mucho de ti, pero me gustaría pedirte que le guardaras tú hasta el día de la boda. Cómo Eric no puede verlo, y aprovechando que está en tu casa.-Duda un poco antes de seguir.- Además, me gustaría que fueras el primero en verme vestida de novia.

Los dos sonríen, aunque Rubén fuerza un poco el gesto. Se despide a duras penas de Sara y fija la mirada en ella mientras entra en el portal. Es cierto que Sara le pidió que recogiera el vestido. Le dijo que lo hiciera antes del día 10, cuando la tienda cerraba por vacaciones. Es cierto que él dijo que lo haría.

Pero lo verdaderamente cierto es que no lo ha hecho. Lo fue dejando para los días posteriores y al final se le acabó pasando ¿Cómo ha podido pasar tan rápido el tiempo?

Y lo más importante, ¿cómo ha podido ser tan idiota?

-Mierda.- No puede evitar decir, mientras se pasa las manos por su pelo corto.

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