Capítulo 25
Al día siguiente, Sergio y Vega están leyendo en una mesa de la biblioteca. Vega estaba hablando con Vicky cuando Sergio ha llegado, y ha tenido la extraña sensación de que se ha desilusionado al verla. Seguramente él también recurría a Vicky en busca de consuelo. Al final cada uno ha cogido un libro y, sentados uno frente a otro, se han dejado llevar por la tranquilidad de la biblioteca.
Tranquilidad que termina nada más llegar Rocío. Asusta por detrás a Sergio y este pega un bote. Vega no le da mayor importancia, hasta que Sergio se gira y, al ver que es Rocío, se pone pálido. Hace un gesto con la cabeza a modo de saludo y vuelve a su posición. Intrigada, Vega empieza a prestarles atención.
Sara se sienta al lado del chico, notablemente desilusionada.
-Ayer vi la entrevista.- Susurra.- Estuviste bien.
-Gracias.- Responde él, rascándose la nuca. Solo pasan un par de segundos cuando empieza a recoger sus cosas y se levanta.- Chicas, me voy ya. Acabo de recordar que tengo una reunión.- De repente recuerda que Rocío trabaja con él y está al tanto de todas las reuniones.- De última hora.
Vega asiente y se despide con la mano. Rocío hace lo mismo. Le ve marcharse y espera a que esté lo suficientemente lejos.
-Tía, ¿tú sabes que le pasa?- Le dice a Vega.- Está rarísimo desde ayer.
Pensándolo bien, puede deducirlo. Evitar a Rocío puede significar un 99 por ciento seguro que se ha enterado de que está enamorada de Samuel. Eso también explicaría porque necesitaba hablar con Vicky. Pero delante de su amiga, solo se encoge de hombros. Si Sergio lo sabe y no le ha dicho nada, ella no es nadie para hacerlo.
-Por otro lado, no es el único que está raro. ¿Has visto a Samuel últimamente? Es la personificación de la alegría. Ha vuelto a diseñar en su taller y a hacer deporte. ¡Envía emoticonos!
»Hasta yo estoy rara. No sé si será la contaminación o que empieza a pasarnos factura el alcohol, pero ni si quiera he dormido. Mira que ojeras.
Rocío acerca su rostro a los ojos de Vega y señala sus supuestas ojeras. La pregunta preocupada si se está volviendo loca. Vega apreta los labios para no soltar prenda.
-Yo creo que las personas tenemos rachas.- Acaba contestando.
-Supongo que será eso.- Rocío frunce el ceño. Vega está segura de lo que rondará por su cabeza: "No recordaba que fuera tan mala consejera. Si es que donde esté Vicky..."
Esos pensamientos la hacen sentirse aún más mala persona, así que saca un paquete de tabaco de liar y avisa a su amiga de que sale a fumar. Le vendrá bien despejarse. Ya fuera, se lía el cigarro con total tranquilidad, y envidia un poco a Sergio por no tener que volver a entrar. Aunque, si su razonamiento de antes de correcto, el pobre no lo debe estar pasando nada bien. Sigue paseando cerca de la puerta mientras fuma su cigarrillo.
-¿Piensas que te robé la entrevista? ¿Me crees capaz de algo así? -La voz que escucha a lo lejos se asemeja a la de Sergio, pero no vuelve a escucharla y piensa que ha sido invención suya por estar pensando en él. Cuando dobla la esquina, se percata de que no es una invención. Es realmente Sergio.
No está solo. Inés está con él, y no tienen una conversación demasiado amistosa. Vega agudiza el oído
-Cuando dijiste que no estabas enfadado y que respetabas mi decisión te creí. Y luego me entero de que me estás boicoteando. ¿Qué quieres que piense? -Inés pasa de hacer aspavientos con las manos a encoger los hombros, abatida.- Iba a entrevistarme Adrián y eso era importante para mí.
-No soy yo quien te lo ha arrebatado, Inés. Adrián no quiere contártelo, pero me da igual. Me entrevistó porque una hora antes le llamaron de tu partido para decirle que no irías. Necesitaba rellenar tu tiempo y yo solo le hice un favor.
Inés se queda petrificada en el sitio, Vega imagina que echa un mar de dudas por lo que acaba de oír. Decide intervenir para evitarles a ambos el momento incómodo. Y porque empieza a sentirse un poco voyeur, también.
-Perdonad, chicos. He salido un momento y...- Dice mientras se acerca. Inés intenta disimular su estado de shock. - ¿Estáis bien?
-No lo sé. - Responde Sergio. Tras un silencio sepulcral.
-Estamos bien. - Le interrumpe ella. Intenta sonreír, pero es obvio que fuerza el gesto. - No tiene importancia.
Sergio comenta que debe marcharse, y esta vez parece decirlo en serio. Da unas palmaditas a Inés en el cuello y le promete que hablarán más adelante.
Cuando se ha ido, Vega vuelve a preguntar a Inés cómo está, pero ella parece no querer profundizar en el tema. Mira su reloj de muñeca y empieza a soltar una retahíla de palabrotas.
-Encima tengo el juicio de Lydia en media hora. Ya llego tarde. Del uno al diez, ¿Cuán difícil consideras que es robar una avioneta?
Con gran esfuerzo, Vega aparta de su mente la idea de la avioneta. Inés agacha la cabeza. Intenta decir algo, pero Vega ni le deja empezar. Viendo sus pucheritos, imagina exactamente qué va a pedirle.
-De acuerdo, te llevaré en mi coche. - Inés abre mucho los ojos.
-Iba a pedirte una calada. - Vega se da cuenta de que aún tiene el cigarro en la mano. Se lo ofrece a Inés, que aspira con fuerza y echa el humo lentamente. - Aunque, ya que has dicho lo de tu coche...
Vega asiente. Qué remedio. Se ponen en marcha y consiguen llegar a tiempo a los juzgados. Aun así, Lydia ya les está esperando en la puerta.
-Ya era hora. - Se queja. Ve a Vega salir del coche por la parte del conductor. Achina los ojos y mira a Inés- ¿Qué hace ella aquí?
-Soy la amiga sacrificada que la ha traído. Gracias a mí ha sido puntual. -Cierra la puerta del coche y se pone las gafas de sol con chulería.
-Vega tiene razón. Era eso o robar la avioneta.
-¿Qué avioneta? - Pregunta Lydia, confundida. No recibe respuesta. Vega e Inés terminan de llegar hasta ella y emprenden el camino hasta la sala donde se celebra el juicio.
-¿Dónde está Vanesa?-Pregunta Inés durante el camino. Vanesa es una abogada amiga de Inés. Lydia la informa de que ha entrado hace rato.- Es muy buena. Ganamos fijo.
-Claro que sí.-Responde Lydia, sonriendo falsamente.- Excepto por el hecho de que la cámara del banco nos grabó golpeando el coche, y un testigo apuntó nuestra matrícula. ¿O ya no te acuerdas?
-Yo sigo sin saber qué pasó exactamente.-Inés intenta explicárselo a Vega. El coche estaba aparcado cuando le golpearon, nada más poner en marcha la moto de Lydia. Salían del banco, se pusieron el casco y se montaron. Lydia la interrumpe y no la deja continuar, con la excusa de que han llegado.
Frente a la puerta, Inés suspira con nostalgia.
-Os confieso que lo echo de menos. Me gustaban las trifulcas judiciales.
-¿Trifulcas?-Lydia se gira hacia Inés.- En serio, deja de ver telenovelas históricas. No te hacen ningún bien.
Lydia e Inés empiezan a pelear fervientemente. Vega pone los ojos en blanco, aburrida de la misma discusión de siempre que no lleva a ningún sitio. Inspecciona el lugar con la mirada, y sus ojos se detienen en un punto muy concreto del pasillo.
Pega un fuerte grito de emoción, que a Inés más bien le asusta. Vega echa a correr hacia aquello que ha visto mientras Inés se gira para preguntar qué ocurre. En seguida ve lo mismo que ella y pega otro grito de emoción
-¿Podéis dejar de avergonzarme?- Lydia habla más para sí misma que otra cosa, porque Inés también sale corriendo. Inmediatamente después de decirlo,dirige su mirada hacia eso tan emocionante. Ni siquiera Lydia puede contener otro grito de emoción, antes de correr junto a sus amigas.
Lo que han visto no es algo, sino alguien. Alguien que las tres conocen y hace tiempo que no veían. Tiene el pelo rubio y gafas de pasta color carmín con lunares blancos, y también grita de emoción al verlas.
-¡María Luisa, que sorpresa!- Vega la abraza fuertemente. Saca el móvil y empieza a teclear- Voy a decírselo al resto.
María Luisa Castañeda es la profesora de lengua que la generación del 15 tuvo en bachillerato, y una de las personas a las que deben su gusto por las humanidades, la literatura, la poesía. La última vez que la vieron fue en el entierro de Melissa,así que las abraza y las hace partícipes de cuanto echa de menos a todos. Felicita a Inés por su cargo. Inés lo agradece, pero no con la alegría que es de esperar.
-Estoy muy orgullosa de todos y todas.- Dice sonriente.- Sabía que mis humanistas llegarían lejos.
-¿Cómo están los demás profes?- Pregunta Lydia, y las otras lo secundan.-Rufi, Pedro, Victoria...
Responde que todos están bien, y les pone al día de la situación en su antiguo instituto. Hace mucho tiempo que nadie del grupo pasa a hacer una visita, y también les regaña por ello.
-A propósito, María Luisa, ¿qué estás haciendo aquí?-Pregunta Vega en un momento dado. A la profesora le cambia la cara, y antes de que responda, Lydia ya se teme lo peor.
-Le dieron un golpe a mi coche hace unas semanas. ¡Si vierais como está el capó! Menos mal que lo grabó la cámara de un banco y el dueño de una floristería lo vio todo. Eran dos chicas que iban en moto.-Lydia se tapa la cara con las manos, e Inés la da un codazo para que disimule. Al final, María Luisa se percata.- Vaya por dios.
-¡Conducía ella, profe!- Grita Inés, señalando a Lydia con el dedo índice.
-¡No me eches el muerto!- Lydia mira a María Luisa.- Conducía yo, pero la culpa fue suya. Hizo algo horrible.
-¿Qué hizo?- Pregunta, curiosa.
Inés mira a Vega. Más bien mira la tira de su sujetador, que se deja entrever debajo de su camiseta de tirantes. De repente, tira de ella y suelta de golpe. Vega se queja y se lleva la mano allí donde la tira le ha golpeado.
-¿A que duele?- Dice Lydia, a la defensiva.
-¿Habláis en serio? ¿Así golpeasteis el capó de un coche?- Vega suspira, desesperada.- Profe, por favor, cántalas las cuarenta.
-María Luisa, explícala que el término "cantar las cuarenta" está pasado de moda.
Inés sale en defensa de Vega y Lydia y ella continúan la discusión que tenían antes de encontrarse con María Luisa. Vega se rinde y vuelve a prestar atención al whatssap. Tiene un montón de mensajes del grupo de la generación del 15. María Luisa decide poner orden y manda callar a las chicas.
-Oye, no podéis pelearos así. Sois grandes amigas, y aunque aún no lo sabéis, os necesitáis mutuamente. Eso sí, tenéis que empezar a tener cuidado y responsabilidad en la carretera.- Les advierte, con tono firme.- Y Lydia, ¡no me seas tiquismiquis, hija mía! Cada uno habla como le sale de la punta de la imaginación. ¿Queda claro?
Las chicas asienten a las palabras de su profesora. Escuchan un sonido desde el móvil de Vega.
-¡Audio, audio!- Grita Vega, con el móvil en la mano. Lo coloca en medio de las cuatro.- María Luisa, Sara quiere decirte algo.
Nada más dar al play, la voz de una Sara muy emocionada resuena por el altavoz. Grita con todas sus fuerzas durante siete segundos, para luego seguir gritando a María Luisa cuánto la echa de menos. La informa de que se casa con Eric y la invita al enlace, confesando que cómo siga invitando gente a última hora tendrá que alquilar una carpa más grande. María Luisa responde con otro audio aceptando la invitación y saludando a todos. Lydia, como no, rompe el momento al avisarlas de que ya es la hora y deben entrar a la sala.
-Oye, profe.- Inés se detiene, y todas con ella.-Estoy pensando que cómo el golpe nos ha ayudado a reencontrarnos, y al fin y al cabo tampoco era tan grave...podíamos negociar un poco la indemnización.
-¿No me digas que ahora te has vuelto tacaña? ¡Que eres ministra!- Exclama María Luisa.
-Ya, pero una ministra honrada.
-No, no.- Termina de decir, convencidísima.- Estoy muy feliz de veros, pero alguien me tiene que pagar los desperfectos.
-Había que intentarlo.- Inés se encoge de hombros ante la atenta mirada de Lydia. ¿Qué había querido decir María Luisa con eso de que se necesitaban? Estaría de coña.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top