Capítulo 24


Se abre la puerta del piso de Sergio. Entran el propietario y Rocío, riendo a gran volumen. Él está terminando de convencerla para tomar otra copa. Ella, terminando de aceptar.

Vienen de la cena con los integrantes del Partido social republicano, y de escuchar mil discursos, inclusive el de Sergio. El más destacado ha sido sin duda el de Lara Benítez. Casi no había sabido decir una palabra sin mirar al papel. Resulta que Benítez es, casualmente, la ministra de educación.

Sergio abre el mueble bar mientras confiesa su intención de echarla. Saca dos botellas; una de ron y otra de vodka. Rocío señala la primera.

-Lo hemos hablado. No es buen momento.-Rocío camina lentamente hacia él mientras prepara las copas.-La gente nos vería como un partido inestable. Y no tienes sustituto para el cargo.

-En realidad.-Levanta el dedo índice para corregirla.-Sí lo tengo.

-Sergio...Inés nunca... ¡Para! Te has pasado tres pueblos.-El político aparta la botella, pero es tarde. Ha llenado casi la mitad del vaso. No parece arrepentido.

-Un día es un día.-Le guiña el ojo. Mezclados el ron y la coca cola, alzan los vasos-. Brindemos. Porque Inés nunca aceptará mi propuesta.

-Por lo poco disimuladamente que intentas emborracharme.-Responde ella. Chocan cristal con cristal y beben un buen sorbo.

Rocío, no sabe si por el vino, empieza a tener calor. Deja la chaqueta en el respaldo del sillón y sus ojos viajan solos hasta el cuadro que Sergio tiene en la pared del salón; una copia de Las hilanderas, de Velázquez. Se acerca a él, como atraída por un resorte.

-Te he oído decir que ibas a quitarlo unas cuarenta veces.

No exagera. Sergio encontró ese cuadro cuando compró su piso, entre unos trastos viejos que dejó el anterior propietario. Tenía un marco muy cuidado, y a Sergio le dio pena tirarlo. Le limpió el polvo y lo colgó temporalmente en el salón hasta que hiciera la reforma. Hizo la reforma hace ya unos seis años.

-He decidido que no voy a quitarlo.-Confiesa.-Parecerá una tontería, pero le he cogido cariño. Y a la gente le llama la atención cuando viene.

-A mí me gusta. ¿Recuerdas a Pedro, nuestro profesor de historia del instituto?-Sergio asiente con la cabeza. Camina hasta colocarse justo detrás de ella.- Nos insistía mucho con eso de que Velázquez sabía pintar el aire. Tenía razón.

Rocío sigue las líneas del cuadro con el dedo índice, sin llegar a tocarlo. Sergio la mira embobado detrás de ella. Aspira fuerte el aroma de su pelo y se aventura a intentar tocarlo. Atrapa entre sus dedos un mechón y lo acaricia con dulzura. Rocío, sin embargo, pega un salto y se da la vuelta asustada.

-¿Qué pasa? ¿No tendré un bicho?

-No, tranquila. Era un hilo de la camisa.-Sergio se maldice por su cobardía. Como siempre cuando se pone nervioso, respira hondo y vuelve a intentarlo.-No. Rocío, yo...quiero decirte algo.

Rocío siente una vibración en su entrepierna. Se siente tentada de ignorarlo, pero al final saca el móvil de sus vaqueros. Se disculpa por cortar a Sergio para leer el mensaje de whatssap.

Es Samuel. Le escribe un párrafo lleno de caritas y corazones diciendo que está genial y le encantaría tomar algo con ella. Rocío sonríe. Hizo bien en escribirle unos días atrás. Ahora sabe que también él quiere algo con ella.

Vuelve al mundo real y se da cuenta de que Sergio sigue en frente. Durante los próximos segundos, mira alternativamente a Sergio y al móvil. Otra vez a Sergio. Otra vez al móvil. Y finalmente a Sergio.

-Es Vicky.- Sergio no ha preguntado, pero ella lo dice igual. Incluso le enseña la pantalla del móvil. Lo más rápido posible para que no descubra la mentira.

-¿Vicky te pone todos esos emoticonos?

Mierda. No había caído en eso.

-Es que está emocionada por no sé qué libro que han publicado.-Guarda el móvil y carraspea, quitándole importancia.-En fin. ¿Qué querías decirme?

Sergio, que por un momento se había sentido valiente y atrevido, vuelve a ponerse nervioso. Saca de su bolsillo trasero la caja con el anillo y acaricia el terciopelo del que está recubierta.

Otra vibración, melodía incluida. Proviene de la habitación, donde Sergio tiene la tablet. Le está entrando una video llamada. Se siente tentado de ignorarla, pero tras ocho tonos va a contestar. Rocío vuelve a la mesa a por su copa.

Es Belén. Nada más verle le echa la bronca por no contestar el móvil. Sergio recuerda que no tiene batería. Con los nervios, ha olvidado ponerlo a cargar al llegar a casa. Belén se pasa la mano por el pelo. Parece estresada.

-Adrián no podía contactar contigo y me ha dejado un recado. Tienes que ir al plató de su programa para que te entreviste.

-¿Para qué quiere entrevistarme?

-Ni idea, pero parecía desesperado.

Sergio mira por el resquicio de la puerta. Rocío sigue entretenida con su ron cola. Aun así, la cierra y baja el tono de voz para decir lo siguiente.

-¿Tiene que ser ahora, que estoy pidiendo matrimonio al amor de mi vida?

-¿No hablarás de Rocío?-Quien grita no es Belén, sino Alex. Aparece en la pantalla de la tablet de sopetón. Sergio le hace una señal para que se calle mientras se pone los cascos. Belén y Alex empiezan a pisarse el uno al otro, luchando por ponerse en primer plano. Sergio logra entender algo del batiburrillo-: ¿Para eso me has comprado el anillo?

Sergio intenta explicarse, pero sus amigos vuelven a discutir, y en el fondo la pregunta de Alex se responde sola, así que atiende a su conversación. Belén sigue emperrada en que vaya a la entrevista. Alex vocifera algo sobre amistad y sinceridad. De repente, le arrebata el aparato y se mete en el baño. Cierra la puerta con cerrojo, ignorando que Belén vocifera al otro lado.

-Sergio, te digo esto porque soy tu amigo y no quiero que te estampes. ¡Rocío está enamorada de Samuel! Tu solo eres su amigo. Ni se te ocurra darle el anillo. ¡Te devuelvo el dinero!

Sergio frunce el ceño. Jamás se lo habría imaginado. Ni si quiera había escuchado a Rocío hablar de Samuel más de lo que hablan el resto de las chicas. Así que le pilla totalmente desprevenido. Permanece en estado de shock cuando Alex sale del baño y le devuelve Belén la tablet, haciendo mutis por la izquierda.

-Lo siento, no he podido hacer nada.- Se excusa. Sergio se mantiene inexpresivo-. ¿Estás bien?- Tras largo rato, responde un escueto sí- Adrián te necesita, Sergio. Deberías ir.

-Claro. Iré. Ponme un whatssap con la dirección del plató. No me acuerdo.

Belén promete hacerlo y cuelgan sin apenas despedirse. Sergio sale de la habitación. Ya no es el mismo que entró, y Rocío lo nota nada más verle. Le pregunta si ha pasado algo fuera de lo normal.

-Me tengo que ir a que Adrián me entreviste.-Dice a modo de respuesta.

-¿Para qué quiere entrevistarte?- Sergio se encoge de hombros. Coge su chaqueta con una mano y las llaves del coche con la otra.-¿Quieres que vaya contigo?-Le dice. A Sergio no parece gustarle la idea. Como una losa más en su tumba recién cavada.

-No hace falta. Me las apaño.- Rocío propone entonces esperarle en su casa mientras hace la entrevista. Él vuelve a negarse, cortante. Antes de salir, se arrepiente de su actitud.- Pero puedes quedarte un rato y terminar la copa tranquila, si quieres.

No da tiempo a que Rocío responda. Se marcha. Más que dirigirse a un sitio, parece que está huyendo de otro.

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