Capítulo 14

—Está claro que te has metido en un buen lío.— Dice Vicky, mientras camina por uno de los pasillos de la biblioteca. Está colocando una pila de libros que lleva en la mano. Sostiene a duras penas el teléfono, entre el hombro y la oreja.

—¿No me digas?— En la otra línea, Laura también sujeta a duras penas el móvil, sentada en el sofá mientras come helado de vainilla directamente de la tarrina.— Necesito consejo, Vicky. Se supone que hemos quedado el sábado para cenar aquí.— Con "aquí" se refiere a su casa.— Nacho, su novia modelo, mi novio inexistente, y yo.

—Podrías probar algo drástico, como por ejemplo...— Vicky apila el último libro en la balda correspondiente.— Decir la verdad.

—¡Claro! Oye Nacho, no hay ningún novio. Es más, lo que hay es novia. Alba. Llevamos tres meses saliendo. Sí, ahora me gustan las tías. Así de perdida estoy.—Come otra cucharada de helado.— No Vicky. Inténtalo otra vez.

—¿Y por qué yo? ¡Anda que no hay gente!

—Pero tú lees mucho y tienes más imaginación.

Vicky ya no tenía libros que colocar. Aun así,se paró en medio del pasillo, apoyándose en su pierna derecha. Suspiró, con una media sonrisa en el rostro.

—¿Sabes que creo?— No recibe respuesta, así que continúa.— Creo que en realidad solo has mentido porque te da miedo salir del armario.

—¡No me da miedo! Te lo he dicho a ti.

—Yo no cuento. A mí me da igual todo.

—Vicky, no me estás ayudando. ¿Tú qué tipo de confidente eres?

—Uno de mierda. No me llames nunca más.— Victoria intenta poner fin a la conversación. Pero, cuando está a punto de colgar, la voz urgente de Laura hace que se detenga.

—¡Espera! Antes dime donde encuentro un novio de pega para el sábado. ¿Habrá alguna página web?

—Sí.— Dice la bibliotecaria, muy convencida. Laura levanta las cejas.— noviosdepegaparalesbianasreprimidas.com.

Laura tarda unos segundos en contestar.

—Te lo estás inventando, ¿no?— Vicky pone los ojos en blanco y sigue andando.

—Adiós, Laura.— Antes de que ella pueda impedírselo, cuelga el teléfono.

Laura mira por última vez el móvil antes de dejarlo caer en el sofá. Deja la vista fija en él, y luego la dirige hacia el helado. Desde luego, están siendo unos días complicados. No solo se reencuentra con su ex marido, le miente sobre su estado sentimental y se mete en un lio del que no puede salir, sino que además Alba lleva días evitándole. Se ha tomado al pie de la letra eso de "marcharse".

Suena el timbre, pero Laura se levanta desganada, con la tarrina de helado en la mano. Lo único que le alegraría es que fuera Alba quien llamara. Y no tiene esperanzas de que eso vaya a ocurrir por el momento. Arrastra los pies hasta la puerta. Cuando la abre, frunce el ceño, sorprendida.

Alejandro está al otro lado de la puerta, ataviado con un traje negro muy elegante. Está farfullando algo para sí mismo, pero nada más ver a Laura se apoya en el resquicio de la puerta, con una pose más sugerente.

—Hola.— Dice con voz de galán de cine.

—¿Qué haces aquí?— Ella le mira de arriba abajo— ¿Y así? Si es una broma, aviso que no estoy teniendo un buen día.

Llegó la hora de la verdad. Alex carraspea, y al hablar tartamudea un poco por los nervios.

—¡Que vah! Laura, es que hace mucho que no hablamos, tú y yo solos, ya sabes. Y h—había p—pensado que podíamos ir a t—tomar algo por ahí...o al cine...— Se encoge de hombros y sonríe de forma tímida.— Lo que a ti te apetezca.

Laura no puede negar que al principio se sorprende. Después, se ríe, y el que pone cara de sorpresa es Alex.

—Ya lo entiendo. Belén te ha pedido que vengas, ¿no?— Ni siquiera espera a que el chico responda.— Dile que no necesito que te mande vestido de pingüino. Estoy bien.

—N—no es verdad.— Miente él.— He venido porque he querido. No puedes negar que últimamente estás un poco rara. ¿No puedo tener un detalle contigo?

—Aham...— Laura asiente unas cuantas veces, pero está claro que no se lo ha creído.— Insiste en que estoy bien, que luego se pone muy pesada y no me deja en paz. Ya hablaremos.

Empieza a cerrar la puerta, pero escucha a Alex susurrar entre dientes algo que llama su atención. La abre otra vez y pide que lo repita. Él parece ceder.

—He dicho que no me extraña que estés amargada si vas despreciando la ayuda de tus amigos.— Suspira, como pensando sí debería hablar o no.—Tienes razón, me ha enviado Belén. Pero lo ha hecho porque se preocupa por ti. Y he aceptado porque a mí también me importas. Pero si prefieres seguir compadeciéndote, allá tú...

La expresión de Laura ahora es de horror, como si estuviera a punto de llorar.

—Alejandro, de la frase "no estoy teniendo un buen día", ¿qué no has entendido exactamente?

—¡Estoy intentando animarte!

—Tenéis una extraña manera de animar en este grupo.

Alex suspira. Se rinde.

—Genial. Intento arreglarlo y la cago más, propio de mí. Mejor mevoy.— Levanta las manos como si aquello fuera un control policial y empieza a retroceder. Laura le ve llamar al ascensor. Intentar volver a cerrar la puerta, pero está bloqueada. Se muerde una uña, indecisa. Piensa otra vez en las palabras de su amigo y en la idea que le ha venido a la mente. Decide lanzarse.

—¡Alex, espera!— Sale al descansillo. Alex se gira hacia ella.— ¿De verdad te importo?

—Claro.— Dice él, sin dudarlo ni un segundo.

—Hay algo en lo que si podrías ayudarme.— Laura suelta el aire muy despacio. De repente hace un gesto para invitarle a pasar a su casa.— Mejor pasa, y te cuento.

Alex duda. No sabe que esperar, pero no puede faltar a su palabra de amigo, ni con Belén ni con Laura. Así que acaba entrando, con todas sus consecuencias.

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