UNIDOS POR UN HILO ROJO

ADVERTENCIAS: 

· Este capitulo puede que sea largo, pero la autora (que soy yo) así lo considero necesario, por lo que se les pide comprensión y paciencia.

· Este capitulo puede contener escenas subidas de tono dependiendo del punto de vista del lector. 

¡FELIZ LECTURA!







Apenas abrir los ojos ella huyo lejos de él y se instaló a las afueras de la cabaña intentado romper la barrera protectora que los mantenía a salvo. Esta barrera era de un alto nivel espiritual y entre sus atributos se incluían hacerlos invisibles no solo a los ojos mortales, si no también para cualquier inmortal, así como ocultar cualquier clase de poder mágico. Dicho de otra forma, los volvía invisibles en todos los sentidos.

La noche estaba a punto de caer y ella aun intentaba poder escapar.

Convoco su espada y paso horas intentando hacer un agujero por el cual escapar, luego intento ataques empleando sus poderes mágicos, después comenzó a rasguñar la barrera, recorrió el perímetro entero buscando alguna salida, arrojo rocas y palos, pero nada funcionaba.

Sentado tranquilamente en las escaleras de piedra de la entrada a la cabaña, observaba como desde poco más del medio día ella intentaba cavar un túnel en el suelo para salir del otro lado de la barrera. Había escarbado tanto que para ese momento solo podían verse sus pies moviéndose fuera. Dong Hua sonrió un poco divertido ante la escena, pero no iba a permitirle más berrinches.

Sin soltar la taza de té, agito su otra mano en dirección a la chica, y esta de inmediato fue elevada por una fuerza invisible que la atraía hacia él.

- ¡¿Qué estás haciendo?! – grito entre pataleos - ¡Bájame Dijun! – él sacudió nuevamente su mano y de inmediato el túnel que ella había escarbado con tanto esfuerzo, fue sellado. La barrera brillo; él había redoblado su fuerza haciéndola aún más irrompible.

- No es correcto que una reina juegue con tierra. Además, te has estropeado ya el vestido. – le respondió él calmadamente. Ella entrecerró los ojos de ira.

- ¡Quiero que me bajes! – grito moviéndose berrinchudamente en el aire.

- Si así lo deseas... - y en medio de un grito Fengjiu fue liberada, cayendo justamente sobre las piernas de Dong Hua. Por unos instantes ella lo miro conmocionada, mientras que él solo esbozo una levísima sonrisa pícara y un brillo en sus ojos apareció. Se puso en pie y sacudió sus ropas.

- Exijo ser liberada. – dijo determinante. Fue tan formal su petición que él intento no reírse – no tienes derecho a tenerme aquí encerrada. Además, ¿Cómo pudiste arruinar mi boda? Esto es algo infantil, vulgar, bochornoso, poco ético, reprobable, señalable por la sociedad, carente de sentido...

- Veo que tu léxico se ha ampliado en los últimos siglos. Me alegra saber que Qing Qiu tiene una reina versada... - la interrumpió. Ella se quedó con la palabra en la boca mientras una furia descomunal le crecía dentro.

- ¡Basta! – grito furiosa - ¿Por qué lo hiciste? ¿con que derecho arruinaste mi boda?

- ¡Oh! ¿estabas en tu boda? – pregunto con fingida incredulidad – no me di cuenta de eso. Con tatos años encima, quizá me he vuelto poco observador... - lleno su taza con más té e intento llevársela a los labios, pero ella se lo arrebato groseramente y la arrojó al suelo para luego pisarla y quebrarla, luego tomo la tetera y también la rompió dejándola caer al suelo y derramando el líquido.

- No lo volveré a decir... L-I-B-E-R-A-M-E... - deletreo. El suspiro molesto. Aquella pataleta se estaba excediendo.

- No lo haré. Lamento haber arruinado tu preciosa boda, pero la restauración de la paz depende de esto. Acostúmbrate, no saldrás de aquí hasta que todo se solucione. – le dio la espalda para regresar dentro de la cabaña, ella lo siguió. – la barrera está conectada a mi alma, nadie puede entrar o salir de ella sin mi consentimiento. Puedes usar toda la magia que quieras, no podrás dañarla...

Fengjiu se sintió impotente. No le creía cuando decía que eso era por la restauración de la paz, más bien sentía que había sido un capricho para incitar la furia de Wen Chang.

Ella se había encerrado en la que parecía su habitación, ya que estaba preparada con ropas de mujer, esencias corporales, flores frescas y un espejo. Estuvo ahí hasta que el canto de los grillos se intensifico. Cuando salió, la cabaña estaba sola, no había rastro de Dong Hua.

Salió a inspeccionar y con decepción comprobó que la barrera seguía tan firme como la había dejado. La cabaña estaba en lo alto de un cerro, rodeada de árboles de fresno y algunos bambúes. En la parte trasera estaba un manantial de aguas termales. Pareciera que aquella guarida había sido construida pensando en todas las necesidades que se pudiesen tener.

Dong Hua tenía razón, su vestido de novia se había arruinado. Tenía lodo, partes rotas y se sentía incomoda llevándolo puesto. Cediendo a la tentación del agua y jabón, bajo al agua termal a darse un baño. Con el agua hasta la barbilla, no dejaba de pensar en la desesperación que debía tener Wen Chang y su familia. Seguramente estaban buscándola. ¿Qué dirán los invitados? Fengjiu se sintió desolada.

Regreso adentro pasada la media noche y seguía sin haber rastros de Dong Hua.

Por cinco días y sus noches Fengjiu estuvo completamente sola.

Su enojo y rencor contra su captor se transformó en preocupación cuando a la tercera noche no lo vio aparecer. Constantemente salía a las afueras con la esperanza de verlo llegar sano y salvo.

¿Por qué la había secuestrado si no iba a quedarse con ella? – pensó. Y de repente sintió un inexplicable dejo de tristeza.





***

A la quinta noche Dong Hua descendió de los aires y entro a la barrera.

Lo primero que vio fue a una Fengjiu acurrucada junto a la puerta de entrada con una manta de piel de borrego caída. Por su respiración lenta y su semblante, dedujo que estaba profundamente dormida. La noche era fresca y ella era demasiado frágil como estar expuesta a aquella temperatura. La tomo en brazos y la llevo adentro.

Sonidos que parecían lejanos y movimiento en la cabaña la hicieron despertar.

Ni siquiera se preguntó cómo había llegado a su cama, la barrera estaba puesta y solo podía tratarse obra de Dijun.

Abrió la puerta. La figura blanca de él sentada de espaldas a ella estaba ahí. Había vuelto.

Se sintió aliviada de verlo, pero al darse cuenta de unos detalles comenzó a temblar.

La espada Chángé relucía bajo la luz de las lámparas de vela sobre la mesa de madera y en medio de una mancha de sangre. El cabello de él plateado estaba revuelto y algunas gotas rojizas estaban esparcidas por las hebras. Sin advertir la presencia de ella, Dijun se deshizo de la parte de arriba de su túnica, dejando ver la perfecta espalda que poseía, pero también una herida en la parte superior del hombro izquierdo.

- ¡Dijun! – exclamo ella acercándose rápidamente. - ¡¿pero qué paso?!

- Nada importante. Solo... baje la guardia... - aunque intento hacerlo parecer menor, no solo la voz de él denotaba cansancio, si no también su rostro ojeroso. Rápidamente ella tomo paños y agua. – No es necesario, puedo hacerlo yo. Además, necesito sacar algo que está ahí dentro...

- Estás loco si piensas que voy a dejarte para ir a dormir tranquila. – le respondió ella sin mirarlo ya que su atención estaba en la herida.

Tuvo la intención de usar magia para recuperar lo que había perforado el cuerpo de él, pero fue advertida que no debía usar ese método, que debía hacerlo manual. A su pesar, Fengjiu tomo un cuchillo y hurgo en la herida de Dong Hua. Él no emitió quejido alguno, pero de vez en cuando apretaba los ojos y fruncía el ceño.

Un colmillo blanco apareció tras ser lavado en el agua del cuenco. Dijun lo observaba sosteniéndolo entre sus dedos, mientras Fengjiu trabajaba afanosamente en curar la herida y borrar todo rastro de sangre.

- ¿Dónde has estado Dijun? – susurro.

- Debía hacer algunas cosas.

- ¿Regresar herido y ensangrentado era parte de esas cosas?

- No como tal, pero era parte del riesgo. – sus palabras eras distantes, realmente parecía no darle importancia.

- Deberías lavarte. La sangre de tu cabello se ha secado. – fue y tomo algunas prendas de la habitación continua. Los días de soledad le habían permitido explorar cada rincón del lugar y había descubierto ropas de él.

Unos pasos atrás, lo siguió hasta el agua termal, cargando un cesto con todo lo necesario para el aseo de él.

Dijun estaba silencioso y ensimismado en pensamientos que ella desconocía, pero que parecían graves, por el ceño fruncido que él había implantado en su rostro.

Fengjiu habia instalado lámparas alrededor de la terma para estar iluminada en sus baños nocturnos. El reflejo de la luz de velas parecía incendiar el agua.

Sin tomar en cuenta que ella aún estaba presente, él comenzó a desvestirse. De inmediato las mejillas de la joven se ruborizaron.

Los movimientos de él al deshacer los nudos de la túnica y apartarla de su cuerpo eran lentos, bien porque la herida le dolía o porque quizá estaba dándole una lección a ella por fisgona. Consciente de este último pensamiento, ella sabía que debía retirarse, pero su cuerpo no respondió cuando le ordeno dar media vuelta, en cambio, sus ojos estaban clavados en la figura alta y esbelta. El cabello plateado cubría lo suficiente, pero la imaginación de Fengjiu hizo lo suyo y logro ponerle el rostro completamente rojo.

- Si vas a mirar, al menos deberías compensarme ayudándome a asearme... - escucho que él le dijo mientras entraba al agua. Esto la hizo reaccionar.

Era demasiado tarde para irse, pero también era peligroso quedarse. Viéndose sin salida, avanzo.

Se recogió la túnica hasta las rodillas y se sentó a la orilla de la terma, hundiendo sus pies en el agua tras de Dijun. Intento que sus manos no temblaran cuando llego la hora de frotar el jabón por el cuerpo de él.

Con suavidad, comenzó en la base del cuello y se deslizo por los hombros, luego los brazos...

Él se había retirado de la vida bélica hacia mucho, pero era evidente, por la firmeza de sus músculos que aun procuraba están en forma. Tomo espuma entre sus manos y ambas se deslizaron como serpientes por el pecho de él, cubriéndolo todo... bajando lentamente. El agua sus manos fueron adentrándose poco a poco al agua.

¿Qué tanto debo bajar? – pensó ella nerviosa.

La respiración de ella se hizo cortada, trago saliva, sentía que el rostro le ardía. Su cuerpo se había pegado a la espalda de él para que sus manos fuesen más haya. El contacto caliente de ese cuerpo masculino le acelero el corazón.

De repente, cuando el agua estaba pasando de sus muñecas él se las tomo con fuerza evitando que bajaran aún más.

- Suficiente. Puedo continuar solo. Ve a dormir. – ella se quedó aturdida y ligeramente decepcionada, aunque no entendía por qué. Carraspeo un poco y aunque le no la vio, por inercia hizo una reverencia antes de regresar a la cabaña.

A medio camino, regreso la mirada. Dijun se hundió completamente en el agua y luego emergió de ella, aparto su cabello plateado y la espalda blanca, fraccionada en músculos definidos quedo a su vista...





***

Fengjiu se paseaba de un lado a otro tronándose los dedos y mordiéndose el labio.

Llevaba rato intentando sacar de su mente la visión de él, incluso había limpiado su espada para mantener su mente entretenida, pero ni siquiera el horror de la sangre pudo reemplazar la sensación que su cuerpo mantenía.

Dio un brinco de susto al escuchar la puerta trasera cerrarse.

Dijun apareció envuelto en una bata blanca, con el cabello puesto a un lado y escurriendo aguada. A su alrededor aún se elevaba cierto vapor de la terma.

- Pensé que dormías. – su tono era indiferente.

- No... no tengo sueño. – su voz apenas salió de su garganta. Carraspeo para aclararla.

Él avanzo hacia ella, y por instinto Fengjiu retrocedió un paso. Los ojos de él la examinaron y ella se puso aún más nerviosa.

- Gracias. Ha quedado reluciente. – dijo tomando su espada y examinándola a la luz de la vela.

- ¡Oh!... no tienes por qué. – ella intento sonreír y serenarse, pero cuando continúo hablando sus palabras salieron atropelladamente de sus labios. – debes dormir. Descansar hará cerrar tu herida. – y como si fuese un ciclón, comenzó a caminar por la habitación fungiendo acomodar y limpiar cualquier resto de sangre – anda, vete ya. Yo no tengo sueño así que limpiare un poco... ¡mira! Aquí aún hay sangre... esto no puede quedarse...

Él la observo. Su rostro era indescifrable. Ella tampoco deseaba precisamente descubrir lo que pensaba, así que tomo un paño y agua y comenzó a frotar las paredes.

Solo tuvo tiempo de dar un grito corto de sorpresa cuando sintió que su espalda estaba contra la pared y su cuerpo era aprisionado por el de Dijun.

Los rostros de ambos estaban a centímetros.

- ¿Por qué no dejas de fingir que hay sangre que limpiar? Tu y yo sabemos que la sangre no pudo llegar hasta las paredes... - la voz de él estaba irreconocible, era profunda y ronca. Esto la puso aún más nerviosa.

Sus ojos temblaban, pero los de él estaban fijos, recorriéndole el rostro desde la barbilla hasta las cejas. Ella se movió intentando zafarse, pero él se acercó aún más, aprisionándola por completo. Ella gimió en un suspiro. Tal vez si ella no hubiese hecho eso, él se abría detenido, pero aquello, fue la chispa necesaria para que ardiera la leña que llevaba tiempo colocando para iniciar una hoguera.

En cuestión de segundos Fengjiu sintió la lengua de él invadiéndole la boca, absorbiéndole cualquier suspiro que ella liberaba.

Se separó cuando sintió que a ambos les faltaba el aliento, cuando los labios les ardían, y luego volvió a besarla.

Fengjiu estaba aturdida, su razón solo oscilaba entre seguir respirando y corresponder los besos de él, tanto así, que no se dio cuenta en que momento él la había conducido entre ese ataque de besos a la habitación de él.

Sus piernas se toparon con un obstáculo, y la presión que el ejerció sobre ella la hicieron caer, era la cama.

Dijun eligió como nuevo objetivo el cuello femenino, mientras una de sus manos deshacía el nudo de la ropa de ella y la otra escalaba desde la rodilla hasta el muslo. Fengjiu tuvo un atisbo de razón...

- Dijun... - susurro intentando protestar, pero él ya había aflojado la ropa de ella y liberado uno de los senos blancos y delicados para cubrirlo de besos y lamidas que volvieron a nublar la razón de ella.

Fengjiu se perdió completamente. Entre ratos la lucidez le llegaba solo para descubrir como sus piernas estaban enroscadas alrededor de la cadera de él mientras era envestida con fuerza, o como sus manos se sujetaban a la espalda de él como si deseara que no le permitiera caer a un vacío. También fue consciente de la fusión de los gemidos de ambos, de algunas palabras que él le decía al oído, de los brazos que rodeaban su cintura con fuerza, o de como su cadera era levanta un poco para que él pudiese llegar al centro de su feminidad...








Cuando Fengjiu despertó, el sol estaba en lo alto.

Se observó, estaba cubierta por un cobertor y aún continuaba desnuda.

A su lado, dormido apaciblemente estaba Dijun.

El cabello de ambos estaba desparramado sobre la almohada, fusionados entre si creando un contraste agradable a la vista de plata y negro, como si fuese luz y sombra, el yin y yan.

Cuando jalo el cobertor para cubrirse y acomodarse para poder observarlo mientras dormía, noto que el anular de su mano izquierda tenia amarrado el hilo rojo que Si Ming le había apadrinado para su boda y que ella había guardado en una bolsita de seda sobre la mesa con el espejo.

Aparto la manta que cubría a Dijun y vio la mano izquierda reposando sobre su pecho. El otro extremo del hilo estaba atado a su dedo anular.

Oficialmente podría decirse que se habían casado.

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HOLA MIS QUERIDAS LECTORAS.

COMO LES COMENTÉ, ESTE CAPITULO ERA PROMETEDOR, ESPERO SINCERAMENTE HABER CUMPLIDO SUS EXPECTATIVAS Y LES HAYA GUSTADO.

DEJEN SUS COMENTARIOS AL RESPECTO, SUS ESTRELLITAS Y POR SUPUESTO... RECOMIENDEN LA HISTORIA PARA QUE LA COMUNIDAD DE FANS DE ESTA PAREJA CRESCA MUCHO.

NOS ESTAMOS LEYENDO PRONTO.

WRITERROSSES

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