Capítulo 6
Capítulo VI
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.
Gustavo Adolfo Bécquer
La boda se fijó para el 25 de Abril, Miranda estaba a solo tres días de ser la condesa de Headfort, el organizar la boda se convirtió en un trabajo muy extenuante. Por suerte, la casamentera y su tía Martha fueron de gran ayuda, conforme la noticia se iba divulgando por Mayfair, comenzaron a importunarla con un montón de visitas. Mujeres a las que prácticamente no conocía aparecían como si fueran viejas amigas, solo para enterarse de los detalles de su boda y del noviazgo, empezó a ser invitada a muchísimos compromisos almuerzos, bailes, fiestas, y al cabo de un mes, estaba agotada, su padre le aseguraba que cuando se casara bajaría el ritmo.
Esa tarde Megan y ella fueron invitadas, a una reunión social en la casa de lady Clayton, desde su fiesta de compromiso, no había vuelto a ver a Gabriel, ese hecho la desanimaba, pero tenía la esperanza que cuando se casaran las cosas fueran diferentes.
Había muchas cosas que no entendía acerca del matrimonio pero no sabía muy bien a quién preguntarle, le asaltaba la duda de lo que pasaba entre un hombre y una mujer en la intimidad una vez que estuvieran casados. El conocimiento que poseía era casi nulo, así que cuando su doncella estaba terminando de arreglarla, aprovechó la oportunidad para preguntarle.
_ ¿Ashly tienes algún conocimiento sobre lo que pasa entre los esposos cuando están solos?
La doncella miró con recelo.
_Eso no es tema del que yo pueda hablar con usted Milady, si su madre llega a enterarse se puede enojar.
_Pero yo no se lo voy a decir.
_ ¿Usted no sabe nada de nada?
_Mi conocimiento es muy ambiguo en ese tema y mis amigas o mejor dicho mi amiga Danielle sabe igual o menos que yo.
_Mejor pregúntele a su madre o a su tía... a mí me da mucha vergüenza hablar de esas cosas.
_Ashly mi madre no me va a explicar, por favor dímelo tú _dijo suplicando.
La doncella hizo caso omiso a sus suplicas y salió de la habitación antes de que Miranda siguiera preguntándole.
<<Tendré que buscar a alguien que me saque de esta bendita duda>> pensó ella divertida.
Miranda y Megan llegaron a la imponente mansión de los Clayton, era una bella construcción donde predominaban el blanco y el crema, perfectamente simétrica, de altas columnas griegas y una puerta ancha, que adornaba el frente y tenía resplandecientes ventanas al estilo clásico, el lacayo las ayudó a bajar del carruaje, entraron al enorme vestíbulo y el mayordomo las guió hacia un parque, al este de la casa, donde el tintineo de risas y copas llenaba el aire. Miranda observó con detenimiento a todos los presentes. Había mesas redondas adornadas con manteles de color lila, que el viento agitaba, algunas madres acompañantes se habían instalado a la sombra, las damas se ubicaban en círculos girando sus sombrillas a juego y cotilleaban sobre los últimos acontecimientos entre la élite de la sociedad. Miranda avanzó indecisa, totalmente convencida de que aquel no era su sitio.
Jamás le había gustado formar parte de aquella sociedad superficial, en cambio Megan era feliz en ese tipo de ambiente. Su padre la entendía, y la animaba a seguir los dictados de su cabeza, en cambio su madre siempre le criticaba su amor por la música. Dentro de tres días, su vida cambiaría y tenía que aceptar una vida más adecuada para una dama y ese mundo formaba parte de ese cambio. Miranda dejó a Megan con sus amigas y echó a caminar por la blanda y fresca hierba, una picante brisa hacía susurrar las hojas de los árboles, caminó en silencio, ante una hilera de ciruelos florecidos. Se detuvo para admirar el paisaje y un rosal que bordeaban el sendero. La dulce fragancia se elevaba lánguidamente por el aire limpio, las rosas eran sus flores favoritas solía pasar horas en su jardín, cuidándolas. Le gustaba porque eran hermosas, en particular las rojas, se inclinó sobre una de ellas para inhalar su perfume embriagador.
_Si no tiene cuidado puede hacerse daño _dijo un desconocido con voz ronca.
Miranda se asustó y sin querer perdió el equilibrio al ver que ella iba a caer al rosal, el desconocido la sujeto por la cintura con su poderoso brazo, le dio la vuelta para que lo mirará, con la mano que tenía libre, le levantó la cara y ella se encontró con esos hermosos ojos azules como el mar que tenían el poder de desarmarla en un instante, era Gabriel, quién la estaba mirando fijamente.
Esa tarde Gabriel había asistido a la casa del Vizconde de Clayton para afinar los detalles de la propuesta presentada en la cámara de los Lores, el vizconde era uno de sus colaboradores, al llegar se encontró que la vizcondesa realizaba una reunión con sus amigas y la principal invitada era su prometida, no le quedó más alternativa que volver a ver Lady Miranda y hacer su papel de novio feliz, no tenía el menor interés en hacerlo, mas si no lo hacía ese hecho se prestaría para habladurías, le indicaron que ella estaba en el jardín, cuando la vio solo pensaba darle un cordial saludo, pero ella tropezó, él trató de ayudarla para que no se hiciera daño, pero cuando la rodeó con sus brazos, pudo sentir sus sensuales curvas contra su cuerpo instintivamente la acercó mucho más hasta arrugar la seda, algo cambio entre ellos, por primera vez vio sus hermosos ojos color esmeralda, aspiró el suave y limpio aroma a rosas que ella desprendía, casi gimió de placer.
Miranda no quería moverse, disfrutaba de la sensación de estar en sus brazos, no podía apartar los ojos de su rostro, ese instante le pareció eterno.
Gabriel bajó la vista hasta su boca y le rozó los labios con el pulgar eso provocó en ella una apremiante necesidad que él la besara, el corazón le retumbaba en el pecho y casi le dolía respirar.
La cabeza del conde descendió, cada uno de los sentidos de Miranda estaban vivos, anhelaba aquel momento desde la primera vez que lo vio, ella entreabrió los labios y empezó a cerrar los ojos, sintió una explosión de calor en su interior cuando él le posó los labios en los suyos aniquilando cualquier otro pensamiento que no fuera lo que Gabriel le estaba haciendo en ese momento. Era un beso lento y arrebatador, él la estrechó aún más contra los duros y planos músculos de su torso. Ella sintió sus labios cálidos, firmes y exigentes. Él movió la lengua por la abertura de su boca y, cuando esta se abrió, la introdujo para saborear la dulzura que había más allá de los labios. Abrumada por el contacto íntimo y la increíble sensación de la caricia en el interior de la boca, Miranda tembló con pasión y se rindió a ese beso consumidor. Resultaba tan agradable, tan natural y excitante estar en sus brazos. Era un beso devastador, ella sentía todo el cuerpo acalorado.
_ ¿Miranda estás ahí?
La voz femenina los sacó del mágico momento, como si le hubiesen echado un balde de agua helada, Gabriel la soltó con desgana pero sin dejar de mirarla. Mientras que Miranda estaba como hipnotizada por su penetrante mirada azul
_ Estoy aquí Danielle _Contestó al fin Miranda.
Al llegar a donde estaba su amiga, Danielle se sorprendió al verla con el Conde.
_Amiga estaba preocupada por ti, pensé que te había ocurrido algo.
_Solo estaba contemplando el jardín cuando el Conde me encontró, estábamos charlando un poco _Mintió.
_Milord _dijo Danielle al tiempo que se inclinaba en una reverencia.
_Lady Danielle _dijo él con una entonación formal.
_Creo que los he interrumpido, mejor me voy para que sigan charlando.
_Ya nosotros hemos terminado nuestra charla de los más interesante ¿No es cierto Lady Miranda? _dijo Gabriel con picardía.
_Así es Milord _afirmó Miranda sonrojada por la vergüenza.
_Si me disculpan debo retirarme tengo una reunión con el Vizconde _ capturó la mano de Miranda y se inclinó sobre ella para depositar un breve beso sobre los nudillos.
Headfort les hizo una reverencia a Danielle, giró sobre sus talones y abandonó el lugar.
Miranda se quedó embobada viéndolo marchar.
_ ¿No me digas amiga que he interrumpido un momento importante entre el Conde y tú?
_ Si Danielle hoy fuiste muy inoportuna _dijo tocándose los labios _me besó... él me beso _Dijo emocionada.
_Oh Miranda _dijo su amiga tapándose la boca para no gritar_ que torpe soy.
_No digas eso tú no sabías nada de lo que estaba pasando.
_ ¿Y cómo fue el beso?
_Mágico, fue mi primer beso... Gabri... el Conde es maravilloso.
Megan llegó en ese momento por lo que Miranda interrumpió su relato.
_Hermanita te espero en el salón verde, Lady Clayton quiere que comencemos a tomar el té.
_Ve adelantándote, ya te alcanzamos.
_Está bien como quieras.
Danielle y Miranda esperaron a que Megan estuviera a una distancia considerable y comenzaron hablar.
_ ¿Y ese derroche de amabilidad de Megan?
_Hemos decidido hacer las paces.
_ ¿Megan haciendo las pases contigo?... Esa no me lo creo.
_Es verdad _afirmó con vehemencia _ ha estado tranquila y muy colaboradora conmigo, creo que está cambiando.
_ ¿Cambiando?... Tú me vas a disculpar amiga pero hace minutos he visto a tu hermana con sus amistades y es la misma, coqueta, altanera y narcisista de siempre, debes cuidarte de ella, no creo que tenga buenas intenciones.
_ ¿Qué tratas de decirme?
_ No confíes en Megan, ella es mala Miranda y lo sabes.
_Lo sé, pero creo que todos tenemos derecho a una segunda oportunidad, pero no desestimaré tu consejo.
La tarde había culminado sin ningún otro sobresalto, Miranda se encontraba en su cama tratando de leer el Mercader de Venecia de William Shakespeare, pero no había podido avanzar en la lectura, su mente no dejaba de rememorar el mágico momento que había compartido con Gabriel.
La puerta de su habitación se abrió con un crujido, era su hermana Megan que entraba con una bandeja.
_Como ya estas a punto de casarte, y nunca hemos compartido nada, he querido dormir esta noche aquí contigo ¿Qué te parece?
_Me parece fantástico.
_Hazme un lado entonces he traído galletas y leche para celebrar.
_¡Piensas en todo!_Exclamó Miranda.
Esa noche hablaron de las travesuras de la tía Martha, de la modista, del vestido de novia, de los invitados y llegó el turno de hablar del novio.
_ ¿Estás emocionada con la boda?
_Estoy contenta.
_ ¿Y estás preparada para la vida de casada?
_Creo que si _dijo suspirando.
_Esta tarde cuando estuve con mis amigas, me enteré de muchas cosas del Conde de Headfort.
_ ¿Qué tipo de cosas?
_No sé si deba contarte algo así.
_Claro que debes hacerlo, voy a hacer su esposa pasado mañana, debo saber todo de él
_Pero son cosas que no te agradará saber.
_Por favor dímelo.
_Está bien... Me dijeron que es un hombre acostumbrado a la vida disoluta incapaz de serle fiel a ninguna mujer.
_La gente dice muchas cosas que no son ciertas.
_Es posible, también me contaron que tiene una amante y él está muy enamorado de ella.
Una desagradable sensación se alojó en el estómago de Miranda, el pinchazo de celos la recorrió por dentro, no obstante decidió no creer en habladurías.
_Eso no es cierto, tiene que ser una mentira.
_Eso fue lo que yo les dije a esas envidiosas, que el Conde es un hombre honorable _dijo Megan con una falsa sonrisa _Mejor hablemos de otra cosa Miranda.
_Es lo mejor _musitó y se quedó pensativa _ ¿Megan tú sabes lo que pasa entre los esposos en la intimidad?
<<Miranda eres tan inocente y torpe... Todo me lo pones tan fácil>> pensó Megan.
_En el internado, algunas de las chicas contaba cosas, pero no es propio de señoritas decentes hablar de eso.
_Megan confía en mí, ¿Que escuchaste?... dímelo por favor _dijo juntando las dos manos suplicando.
_Está bien te lo diré... Ellas decían que la época del compromiso era la más hermosa pero luego las cosas cambian y no son tan agradables, que la vida de casada tiene cosas bastante feas.
_ ¿Qué tipos de cosas?
_Cosas que pasan cuando un hombre y una mujer están solos en una cama, es algo horrible, es como si te rompieran por dentro, hay mucho dolor y sangre.
_Oh Dios mío Megan eso no puede ser cierto _dijo con voz trémula.
_ Las mujeres solo soportan eso para poder tener a sus hijos, pero una vez que lo logran jamás vuelven a tener intimidad con sus esposos.
Miranda sintió que todo le daba vuelta.
_Ves porque no quería contarte nada mira cómo te has puesto.
_No me pasa nada.
_ Mira como estás, te has puesto muy pálida.
_Estoy perfectamente, solo estoy un poco cansada, me gustaría dormir.
_Está bien hermanita.
Megan se dio la vuelta, colocándose de espalda a Miranda, sonriendo porque había logrado sembrar la duda en su tonta hermana.
A la mañana siguiente Miranda no se sentía bien, no había probado bocado y perdió todo el entusiasmo por la boda, canceló la prueba con la modista, para afinar los últimos detalles del vestido de novia, su tía Martha se dio cuenta del ánimo de su sobrina
Miranda estaba en la sala de música tocando una melancólica melodía, Pastorella de Bach; su tía esperó a que terminara y se sentó a su lado.
_ ¿Te encuentras bien Miranda? _Preguntó
_Si tía, solo un poco cansada por los preparativos y nerviosa mañana es el gran día _ respondió.
_Es normal que estés nerviosa, yo también lo estaba cuando me casé con Peter.
_Es que no sé si quiera casarme.
_ ¿Miranda pero que dices, estamos a un día de tu matrimonio? _preguntó preocupada.
_ Tengo mucho miedo _dice llorando.
_Es normal que sientas miedo, yo también lo sentí el día de mi boda y como tú en algún momento pensé en no casarme, pero doy gracias al Cielo que no me deje llevar por mis miedos y temores, porque casarme con tu tío Peter fue lo más maravilloso que pudo haberme pasado.
_ ¿Me estás diciendo la verdad? _preguntó recelosa.
_Por supuesto Peter fue un hombre maravilloso que me amó hasta los últimos días de su vida.
_ ¡No puedo más con esta duda! _exclamó nerviosa _necesito hacerte una pregunta.
_Soy toda oídos mi niña _dijo Martha con ternura.
_ ¿Cómo fue tu noche de boda, ya sabes cómo es eso?
_Fue muy hermoso.
_ ¿Hermoso? _Preguntó incrédula _por favor explícame porque no entiendo.
Su tía le explicó en términos vagos lo que podía esperar de la noche de bodas. Miranda se escandalizó pero no se asustó. Aunque le resultaba difícil entenderlo bien porque su tía era muy ambigua en los términos, pero tuvo la impresión que no era algo tan desagradable como le había dicho su hermana, entendió que Megan le había mentido, que ella seguía siendo perversa y mala, solo fingió ser su amiga para atormentarla con sus falsedades.
Megan estaba furiosa la entrometida de su tía había desbaratado todos sus planes y Miranda seguía tan decidida como al principio a casarse, le quedaba un último recurso, así que esperó a que todos estuvieran durmiendo, buscó su capa y salió sigilosamente de su casa, por suerte la casa de Gabriel quedaba muy cerca de la suya.
Gabriel estaba en su habitación, sentado en un sillón cerca de la chimenea bebiendo una copa de brandy, tenía el presentimiento que su vida iba a cambiar mucho. La decisión que había tomado empezaba a parecerle irrevocable.
Él quería que todo siguiera igual, cosa que, se dio cuenta, era imposible debido a lo que pasó la otra tarde en casa de los Clayton, no dejaba de pensar en Miranda, en las sensaciones que sintió cuando la tuvo en sus brazos, en toda su vida nunca nadie lo habían mirado de ese modo; con esa ternura, mostrando tanta confianza en él. Como si fuese un maldito héroe, la intensidad que sintió con ella lo asustó.
La llamada de su mayordomo interrumpió las inquietantes reflexiones de Gabriel.
_Adelante.
_Milord tiene usa visita.
_ ¿Quién es?
_Es una a joven, dice llamarse Elisa.
_Gracias Carl, dile que enseguida bajo.
Megan lo estaba esperando en la biblioteca.
_ ¿Qué haces aquí? _le preguntó enojado.
_Te he echado mucho de menos, no puedo estar alejada tanto tiempo de ti _le dijo con voz seductora.
_Te dije que no podemos seguir viéndonos _le advirtió él
_Gabriel te necesito.
_ Estoy muy cansado... Ven que te llevo a tu casa.
_No quiero ir a ningún lado solo quiero que me ames, como tú solo sabes hacerlo.
_Tú me quieres volver loco, no podemos hacer esto mañana me caso con tu hermana.
_No me niegues esto, quizás sea nuestra última vez.
<<Megan siempre hambrienta de sexo>> pensó Gabriel.
Aunque sabía que era incorrecto, necesitaba olvidarse de todo y su cuerpo bramaba por recibir algún tipo de satisfacción y nada mejor que en los brazos de su linda y fogosa amante, así que le hizo el amor...
Gabriel estaba acostado en la cama con los brazos cruzados debajo de la cabeza mientras Megan se colocó a su lado, pegándose a él mientras le acariciaba el pecho.
_Gabriel no te cases yo te amo.
_ ¿Para eso viniste a tratar de convencerme seduciéndome en la cama?
_En cierto modo si, para hacerte entender de todos lo que te vas a perder, si te casas con esa tonta.
_Entonces has perdido tu tiempo y francamente me estás incordiando.
_Escúchame por favor, es una locura que te cases con ella, yo trataré de convencer a mi padre para que te devuelva todo lo que te quitó injustamente.
_Ya no es solo eso _ dijo levantándose de la cama.
_Por el motivo que sea, no lo debes hacer, tú no la quieres y no la querrás nunca, tú me quieres es a mi Gabriel.
_No quiero hablar más de esto, vístete que te llevo a tu casa.
Gabriel la oyó levantarse de la cama y caminar hacia él.
_Gabriel tú no puedes hacerme eso, si te casas con ella te olvidas de mí para siempre.
_Entonces Lady Megan fue un placer haberla conocido.
_Estás muy equivocado si piensas que voy a dejar que tú te cases _gritó furiosa.
Gabriel cerró la mano en torno a su muñeca con la fuerza suficiente como para hacerle escapar un quejido.
_No intentes impedir que me case con tu hermana, porque te juro que no te lo voy a perdonar _dijo en tono absolutamente serio.
Megan comenzó a llorar de rabia mientras vestía, viendo como su última carta también fallaba.
Y llego el día de la boda...
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