1
El sonido monótono del televisor llena la habitación, compitiendo con el zumbido de las luces fluorescentes. Una niña rubia está sentada en el sofá mirando la pantalla con desinterés. En sus pequeñas manos sostiene un viejo osito de peluche desgastado. De repente, un anuncio publicitario interrumpe el programa, pero la niña no aparta la mirada. Sus ojos azules parecen perdidos en un mundo lejano, ajeno a la bulliciosa realidad que la rodea.
De pronto percibe un poder increíblemente grande y monstruoso. Sin mostrar emoción alguna en su rostro, deja su peluche en el sofá, se levanta lentamente y se acerca a la ventana. Un brillo en sus ojos denota un interés inusual mientras observa a lo lejos de dónde proviene ese poder. Desde pequeña, ha podido sentir el poder de las personas y, aunque piensa que es normal, sabe que no es algo común.
—Señorita Stella, ¿se encuentra bien? —Una voz la saca de sus pensamientos. Al girarse, ve a un joven de unos 25 años, con cabello castaño y ojos del mismo color. De estatura media, lleva un traje de mayordomo impecable. Su sonrisa amable y su mirada curiosa contrastan con su postura formal.
El joven se llama Edward. Siempre ha estado a su lado. Es una persona seria con sus responsabilidades, aunque a veces dice cosas sin sentido. A pesar de ello, Stella lo considera parte de su familia. Sus padres fallecieron cuando ella tenía apenas dos años, por lo que no tiene recuerdos de ellos.
Con la misma serenidad en su voz, Stella responde afirmativamente. Sin embargo, en su interior algo le dice que debe investigar el origen de ese poder tan monstruoso que siente. De repente, la imagen del televisor cambia nuevamente, atrayendo su atención.
—Lamentamos interrumpir esta programación para informar los últimos acontecimientos —anuncia el presentador de noticias con urgencia—. Hace aproximadamente una hora que perdimos toda comunicación con el pueblo Ginger, una ciudad cerca de la capital del oeste. Enviamos un grupo de investigadores, quienes descubrieron que todos los habitantes del pueblo han desaparecido repentinamente.
Stella se mantiene impasible, pero su mirada se intensifica. Edward se acerca a ella con expresión seria. Ambos no apartan la mirada de la televisión.
—No quedan señales de vida y aún no se sabe con certeza el origen de esta terrible tragedia —continúa el presentador—. Esperen un momento; nos acaban de llegar nuevos acontecimientos. De acuerdo con nuestro reportero en el lugar de los hechos, los únicos rastros de las víctimas son sus ropas.
Stella frunce el ceño mientras sigue mirando la pantalla. ¿Cómo era posible que tanta gente desapareciera sin dejar rastros? Y lo más inquietante, ¿qué había pasado con los cuerpos?
Se cruza de brazos, sin apartar la mirada de la televisión, puede sentir la leve tensión de Edward a su lado. —Tenemos en este momento enlace directo.
"No me gusta hacia dónde se dirige esto." Escucha a su lado, bueno, a ella tampoco le gustaba esto.
El reportero aparece en pantalla. Un hombre con traje amarillo habla con seriedad:
—¡Buen día! Nos encontramos en el pueblo de Ginger, donde sus 15,000 habitantes han desaparecido misteriosamente. Esto es lo que queda de las personas. Como pueden observar, hay ropa y objetos personales en el suelo, incluyendo un rifle que evidencia que estuvieron luchando contra algo... o alguien.
La cámara muestra escenas desoladoras: ropa esparcida y un rifle abandonado. Stella siente un escalofrío al imaginar la lucha que debió haber tenido lugar.
—¡Ah! ¿Qué pasa? —El reportero parece confundido y alarmado. En ese momento comienzan a escucharse disparos y gritos. La cámara se sacude mientras el reportero intenta resguardarse.
—¡Son disparos! Estamos en medio de una balacera. No cabe duda de que algo está ocurriendo con los policías e investigadores.
—Todo esto es muy extraño, ahora vuelve el silencio. —La cámara hace zoom mostrando de dónde provienen los disparos. —Nos acercaremos para ver qué está pasando."
—Eso no es muy inteligente, —murmuras para si misma.
La cámara del reportero comienza a sacudirse y a moverse de manera errática, como si el reportero estuviera corriendo o escondiéndose. Los gritos se escuchan cada vez más fuertes y más cercanos.
—Auxilio! —exclama el reportero, su voz llena de pánico.
El caos llena la transmisión. Stella observa todo con una inexpresividad que contrasta con la tensión evidente de Edward. Finalmente, la imagen se congela y la voz del presentador de noticias vuelve a escucharse.
"Lo sentimos, pero hemos perdido la señal de nuestro reportero en el pueblo de Ginger. No sabemos qué está pasando allí, pero parece que la situación es cada vez más grave. Estamos tratando de obtener más información y la proporcionaremos tan pronto como sea posible."
Stella se mantiene en silencio, con su mirada fija en la pantalla del televisor. Edward, a su lado, parece estar cada vez más tenso. —Señorita Stella, ¿deberíamos tomar medidas de seguridad?
Ella lo mira con calma.
—No es necesario, Edward. Estoy segura de que no corremos peligro aquí. Por ahora.
El joven asiente, aunque con duda.
—Muy bien, señorita Stella. Pero recuerde que usted siempre será mi prioridad.
Stella asiente y apaga el televisor. —Voy a entrenar —dice, acomodándose el cabello.
Edward suspira. —Está bien, pero recuerde: solo dos horas. Luego debe estudiar.
La rubia asiente sin discutir. Sabe que los estudios son importantes para Edward. Camina hacia su habitación, mientras Edward se dirige al jardín. Stella sabe que él está preocupado y probablemente planeando medidas en caso de que ese ser monstruoso se acerque a ellos.
Edward es un hombre fuerte y capaz, que también se entrena regularmente para mantenerse en forma. Aunque Stella es más fuerte que él, Edward tiene una gran cantidad de experiencia y siempre está dispuesto a ayudarla a mejorar sus habilidades.
Al llegar a su cuarto, se cambia rápidamente, eligiendo su dōgi blanco con detalles azules. Es su ropa favorita para entrenar. Se cambia rápida y cuidadosamente, ajustando el dōgi a su cuerpo para asegurarse de que esté cómodo.
Luego baja al sótano, donde Edward y una amiga experta en tecnología han creado una cámara de gravedad para que pueda entrenar en condiciones más intensas. La cámara es capaz de simular diferentes niveles de gravedad, lo que le permite a Stella entrenar en condiciones más realistas.
Nunca podía olvidar la primera vez que había ingresado, la gravedad había aumentado apenas poner un pie dentro, haciendo que la pequeña rubia se sintiera como si estuviera cargando todo el peso del mundo sobre sus hombros. Con el paso de los días se esforzó al límite de sus capacidades, enfrentando la gravedad aumentada con cada paso y cada movimiento. A pesar del cansancio y el dolor, nunca se rindió. Aunque hubo ocasiones en las que terminaba desmayada y su joven mayordomo la obligaba a descasar por dias.
Se coloca en el centro de la habitación, cierra los ojos y respira profundamente. Puede sentir la energía de la cámara de gravedad, ajustada para simular una gravedad más intensa que la normal. Su rostro no muestra emoción alguna. Sabe que debe esforzarse más para ser más fuerte y tiene un mal presentimiento sobre ese ser que acabó con 15.000 vidas en cuestión de una hora.
"¡Vamos a empezar!", dice Stella, abriendo los ojos y comenzando a entrenar. Su cuerpo se mueve con rapidez y precisión, ejecutando una serie de movimientos de artes marciales con facilidad y gracia. Cada vez que se acostumbra a una gravedad, la cámara la aumenta, haciéndola trabajar más duro para mantener su equilibrio y ritmo. Pero Stella no se rinde, sigue adelante con determinación y concentración. Si ese ser se acerca a ellos, ella tiene que proteger a Edward, así como él la protege a ella.
Además, no siempre puede confiar en esas personas que en varias ocasiones han salvado el planeta. Aunque no muchos saben de ese hecho.
Ella sigue entrenando, su cuerpo sudando y su respiración agitada. Pero no se rinde, sabiendo que debe ser más fuerte si quiere proteger a Edward y a sí misma de lo que está sucediendo.
Finalmente, después de lo que parece una eternidad, Stella se detiene y se apoya en la pared de la cámara de gravedad. Está exhausta, pero se siente un poco más fuerte. Respira profundamente y cierra los ojos por un instante, dejando que la sensación de logro se filtre lentamente por su cuerpo fatigado.
Después de un entrenamiento extenuante, Edward la espera afuera, con una expresión mezcla de preocupación y ternura. —Se lo he dicho, señorita: no debe sobrepasarse —le dice mientras le pasa una toalla.
Stella acepta la toalla agradecida, sintiendo el apoyo silencioso que Edward siempre le brinda. —Gracias. Pero no puedo desperdiciar estas horas de entrenamiento, considerando la situación..
Edward la mira con ternura, comprendiendo la determinación que la impulsa. —Lo sé, pero siempre me preocuparé por usted. Más que mi ama, es mi hermana pequeña. —Aunque la expresión de la niña no cambia, sus ojos brillan con gratitud al escuchar esas palabras de Edward, que resuenan en lo profundo de su corazón.
...
La tarde transcurre tranquila, pero la tensión en el ambiente persiste. Stella se sienta a la mesa para estudiar bajo la supervisión de Edward. El joven mayordomo prepara un conjunto de ejercicios matemáticos, explicándolos con paciencia mientras ella asiente y toma notas. Sin embargo, su mente sigue distraída por lo que vio en las noticias.
Siempre ha preferido que estudie desde casa, un arreglo que agradezco, pues me permite evitar multitudes y avanzar a mi propio ritmo, gracias a él. No me gusta tener que seguir el ritmo de los demás, ya que estoy más adelantada gracias a las enseñanzas de Edward.
A medida que estudia, no puedo evitar pensar en los diferentes poderes que sintio cuando estaba entrenando y aunque experimentar una sensación de familiarizada, sabia que no eran ellos. Me pregunto cómo puede ser posible que otra persona tenga el mismo poder que otra.
Edward, notando su distracción, le pregunta si estaba bien. Asiento, intentando concentrarme de nuevo en mis estudios. Pero mi mente sigue vagando, intentando encontrar respuestas a las preguntas que me acosan.
Después de una hora y media, Edward cierra los libros y me dice que ya es suficiente por ese día. Me levanto, estirándome y bostezando. Me siento un poco más relajada después de estudiar, pero aún tengo la sensación de que algo no está bien.
"Voya tomar un baño", dice la rubia, mientras camina hacia las escaleras de arriba; ya ha descansado lo suficiente.
"Claro, señorita", responde Edward, sonriendo. "Mientras yo iré a preparar la cena".
Asiente mientras sube las escaleras, el mayordomo la mira con preocupación y seriedad. Lo último que quiere es que me involucre en esa pelea. Camina hacia la cocina, aún con pensamientos conflictivos, solo rogando que esos guerreros puedan evitar otra vez la destrucción de la tierra, como siempre lo hacen, protegiéndola.
—Ahora, ¿qué debo preparar para la cena? —Dice Edward, con un dedo en su labio pensativo. —Oh, lo tengo —exclama, mientras se desliza por la cocina, escogiendo los ingredientes necesarios para preparar un delicioso plato. Su eficiencia y habilidad en la cocina son impresionantes, y yo siempre me maravillo de cómo puede crear comidas tan deliciosas con tanta facilidad.
Mientras Edward trabaja en la cena, Stellase dirigió a su habitación, sabiendo que el castaño se tomará su tiempo en preparar la cena. Se sentó en su cama, mirando por la ventana hacia el jardín, donde las luces del atardecer iluminan los árboles y las flores. La escena es pacífica y serena, y se siento agradecida por la tranquilidad que reina en mi hogar.
Se toma unos minutos asi, tomando un suspiro, se levanta de su cama con algo de pereza, y se dirige hacia el baño. Se quita el dogi y se mete en la ducha. El agua caliente la envuelve y la calma, pero su expresión facial sigue siendo inexpresiva.
Mientras se baña, piensa en lo que sucede en el pueblo de Ginger. Mientras el agua caliente cae sobre su cuerpo, no puede evitar pensar en la desaparición de las personas en Ginger y el poder monstruoso que sintió antes. Algo en su interior le dice que esto es solo el principio. —Debo dejar de pensar en eso.
Se enjuaga el cabello y sale de la ducha, envolviéndose en una toalla cálida. Camina hacia su armario y elige un conjunto de pijama de felpa, suave y cálido. El conjunto es de color rosa claro con estampado de estrellas azules y pequeños triángulos blancos distribuidos de manera uniforme. La parte superior es una chaqueta de manga larga con cuello tipo camisero, botones al frente de estilo clásico y dos bolsillos cuadrados a los lados. La parte inferior del conjunto es un pantalón largo que combina perfectamente con la parte superior.
Stella toma su peine y se cepilla su cabello rubio con suavidad, desenredando los mechones con cuidado. Luego, se mira en el espejo con tranquilidad, evaluando su reflejo con una expresión neutra. Sin embargo, un ligero destello de satisfacción cruza por sus ojos al colocarse la diadema negra decorada con dos figuras de peluche en forma de ositos blancos con detalles rosados. La diadema le añade un toque de dulzura y elegancia a su apariencia.
Después de vestirse con ropa cómoda, Stella baja a la cocina, donde Edward ha preparado una deliciosa cena. El aroma de la comida la hace sentir hambre y se sienta a la mesa, sin mostrar ninguna emoción en su rostro.
—Señorita... —comienza a decir Edward, pero se detiene al verla con la diadema y el conjunto. Sus ojos se abren de par en par, y una sonrisa de admiración se extiende por su rostro. —Señorita, se ve... se ve absolutamente encantadora —dice, su voz llena de emoción. —Yo sabía que ese conjunto le quedaría perfecto, pero no imaginaba que se vería tan... tan radiante.
Sin poder contenerse, Edward se acerca y la abraza con ternura. —Señorita, usted es una verdadera princesa —dice, besando su frente con cariño. —Me siento tan afortunado de poder cuidar de usted y verla crecer. —Aunque Stella no muestra ninguna emoción en su rostro, se siente cómoda en los brazos de Edward, y se permite disfrutar del momento de ternura y afecto.
—Gracias —murmuras en sus brazos, con voz suave. —Yo también estoy feliz de tenerte a mi lado. —Aunque sus palabras no suenan tan emotivas, el castaño no puede evitar que su sonrisa crezca, iluminando su rostro con calidez y felicidad genuinas.
Edward te aprieta un poco más fuerte, disfrutando del momento de familiar contigo. —Eso significa mucho para mí, Stella —dice, su voz llena de emoción. —Señorita Stella, no se preocupe. Pase lo que pase, estaré aquí para protegerla.
La sonrisa de Edward se mantiene en su rostro, y sus ojos brillan con calidez y devoción que te hacen sentir segura y protegida. Aunque no siempre muestras emociones, Edward sabe que eres una niña especial.
Se separa con una sonrisa, —Muy bien, ya es hora de cenar. No queremos que la comida se enfríe. —Asientes suavemente. "Además, nos merecemos una rica cena después de todas esas emociones del día de hoy".
Vuelves a asentir suavemente, aceptando la invitación a cenar. Edward sonríe y se dirige a la cocina, sirviendo los platos con gracia y elegancia. La mesa está puesta con un mantel blanco, creando un ambiente cálido y acogedor.
Edward coloca un plato delante de ti, lleno de deliciosos alimentos que ha preparado especialmente para ti. Hay pollo asado, puré de papas, zanahorias al vapor y una ensalada fresca. El aroma de la comida es increíble y tu estómago comienza a rugir de hambre.
—¿Te gusta? —pregunta Edward, sonriendo mientras te mira.
Asentiste de nuevo, esta vez con un ligero destello de entusiasmo en tus ojos. Edward se rió y se sentó en su silla. Ambos disfrutan su comida en un silencio cómodo, los platos estaban completamente deliciosos.
Comienzas a comer, saboreando cada bocado de la deliciosa comida que Edward ha preparado. La conversación durante la cena es ligera y agradable, con él hablando sobre sus planes si ese ser se llega a presentar aquí y Stella escuchando atentamente.
Después de terminar la cena, Edward se levanta para recoger los platos y llevarlos a la cocina. Te levantas también, estirándote un poco después de la larga cena, y poco después lo sigues a la cocina, mientras él organiza la cocina, tú lavas los platos, ninguno de los dos habla, concentrados en sus tareas.
Te secas las manos al terminar, y te diriges a la sala a ver un poco de televisión, mientras él sube a su cuarto a tomar una ducha. Te recuestas en el sofá, buscas algo interesante que una película te llama la atención y te acomodas mejor. La película es de fantasía, aventura y romance.
Un rato después, Edward se acomoda en el sofá del al lado. No despega la mirada del televisor, la película a medida que avanza se pone más emocionante, aunque al final te duele un poco al ver que los protagonistas no terminan juntos como querías. Bostezas un poco y te paras del sofá.
—Buenas noches —murmuras con cansancio.
Edward te responde con una sonrisa, —Buenas noches. Que tengas dulces sueños.
Asientes y te diriges hacia la escalera, lista para subir a la habitación y acostarte. Stella se acuesta temprano, pero le cuesta dormir. Mientras abraza su viejo osito de peluche, promete que hará todo lo posible por ser lo suficientemente fuerte para enfrentar lo que sea que esté por venir. La determinación brilla en sus ojos antes de que finalmente se rinda al sueño.
Stella
Edward
Más adelante puede que cambie el título este no me convence, y si tiene se les ocurre alguno por cuál se puede cambiar lo escriben en los comentarios.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top