~G~
—No mames Rukia, es medianoche.—Aquellas palabras fueron lo primero que salió de sus labios terminado su baño.
A pesar de que el reloj marcaba las doce, el de cabellos naranjos se encontraba con el cabello húmedo y el cuerpo cubierto solo por unos boxers. La falta de ropa dejaba expuesta su piel de color melocotón, la cual adornaba el cuerpo alto y musculoso que se erguía en sus ciento setenta y cinco centímetros.
Sus hombros no eran muy anchos, pero tampoco eran estrechos, hacían el contraste perfecto con su pequeña cintura, formando un triángulo invertido. La única prenda del joven se ceñía a su parte inferior, resaltando su trasero firme y voluminoso, el cual se unía a sus muslos los que, al igual que el resto del cuerpo, eran un deleite a la vista, pues eran gruesos y musculosos. Muchas personas podían considerarlo esculpido por dioses, tenía una proporción perfecta, y a pesar de no tener las curvas de muerte que su amiga pelirroja poseía, su estrecha cintura con aquellos suculentos muslos formaban una figura ligeramente curvilínea.
—Tienes suerte que no sea más tarde. Además, estoy segura de que acabas de salir de bañarte.—Dejó su celular sobre su escritorio después de ponerlo en altavoz, todavía secando su pelo con una toalla. Podía escuchar música y una gran cantidad de voces, lo que le daba una gran idea del lugar en el que la azabache se encontraba.—Sabías que aunque te hubieras negado ibas a terminar viniendo— el tono burlesco le hizo suspirar, no había servido de nada el intentar huir de las garras de sus mayores.
Cuando Rangiku le había mandado un mensaje en la mañana, invitándolo a salir a comer con ellos, se imaginó que lo más probable era que aquella salida terminaría alargándose y como consecuencia, habría tenido que lidiar con culos borrachos, por lo que optó por negarse, le salvaría de tener que vigilarlos.
O eso pensó, no importaba que hubiera rechazado la invitación con la escusa de que ya tenía otros planes, en estos momentos se dirigía a su closet en busca de ropa para ir a ayudarlos.
—La verdad es que no planeaba en llamarte, pero Rangiku logró persuadir a todos en que tomaran más de lo normal, el lugar al que venimos es de un conocido de ella, dijo que tenía descuento en bebidas.— Arqueó una ceja al escucharlo, preguntándose si aquel conocido era quien parecía haber estado ligando con su amiga.—Orihime cayó en las garras de Rangiku, por lo que sólo tengo al imbécil para que me ayude. No, tranquilo, no hablo de ti, Renji.—La última mentira fue dirigida a su otro amigo, seguramente él tampoco había tomado mucho.
Hubo una pausa en su conversación, ya que en ese momento Rukia parecía estar hablando con alguien que se encontraba del otro lado de la línea. Aprovechó ese momento para elegir sus prendas, no le dio mucha importancia, por lo que se decidió por unos jeans rasgados y un hoodie negro, le dio flojera ponerse una playera por debajo de la ropa, pues no le tomaría más de una hora.
—Tengo que colgar, Rangiku esta insitando a Kira y Hisagi a quitarse la ropa, tengo que detenerlos. No tardes, ya te envié la ubicación.
No le dio tiempo de despedirse, pues le colgó de inmediato. Le encantaba el que ni siquiera se le había pasado por la cabeza a su amiga la posibilidad de que se negara. Sacudió su cabello una última vez y salió de su cuarto.
Cuando bajó, se encontró con sus hermanas viendo una película animada, su padre estaba golpeado y tirado en una esquina de la sala, seguramente porque las había estado molestando.
—Voy a salir, regreso en unas horas—. Ni bien terminó de hablar, ya tenía encima a su padre, con los brazos rodeándole el cuello, tratando de derribarlo.
—No creas que porque ya tienes dieciocho años puedes hacer lo que se te pegue la gana, no me puedes salir de esta casa después de las ocho.
—¡Silencio!— Karin ni si quiera se preocupó por los deseos de su hermano de salir a esas horas, si hubiera vivido dieciocho años con Isshin, igual querría escaparse a medianoche.
—Karin, ¿Cómo puedes estar tranquila?—Yuzu, por el contrario, estaba preocupada por su hermano—. ¿A dónde vas tan tarde?— Ichigo se hizo para adelante con la fuerza suficiente para cargar a su padre, provocando que aporreara su trasero con el suelo y soltara el cuello de su hijo.
—Rukia y los demás salieron, pero parece que todos tomaron de más, quiere que la ayude para regresar a todos a casa.— A la mención de su mejor amiga, su padre se levantó de inmediato.
—Me acuerdo cuando salía a tomar con su madre, ella igual me cuidaba cuando me emborrachaba, así como Rukia-chan hace—. Su rostro pasó de ser de ensoñación a ser serio en cuestión de segundos—. No me importa, no sales.
—Ajá.
A pesar del respeto que le tenía a su padre sus palabras no imponían autoridad, pues ya hacía años que se manejaba y movía solo, sin pedirle permiso a su padre. Eso no significaba que tuvieran mala relación, algo que muchos podrían llegar a pensar si consideraban que el mayor se pasaba gran parte de su tiempo libre atacando a su hijo.
En realidad, la temprana autonomía que Ichigo había desarrollado fue detonada por la culpa y tristeza de haber perdido a su madre. En ese entonces, solo tenía nueve años, y era un niño de mami por completo. Para él y toda su familia su madre era el núcleo, la mujer más hermosa, dulce y cálida que habían conocido.
La tragedia ocurrió un 17 de junio, regresando de sus clases en el dojo. Su madre y él caminaban por la calle, hablando y comentando todo lo que había sucedido durante la clase; Ichigo se había distraído con una flor que había encontrado tirada en la acera, deteniéndose a recogerla con la intención de regalársela a su madre, lo que no le dio tiempo de reaccionar ante la aproximación de un carro conducido por un borracho. Su madre reaccionó justo a tiempo para poder salvarlo, pero al hacerlo, recibió el impacto del auto. Las personas se acercaron al lugar del incidente, siendo recibidos por los llantos de un pequeño niño que se aferraba al cuerpo de su madre. Para cuando llegó la ambulancia, la mujer ya había dejado de respirar.
El accidente cambió por completo a Ichigo, desde temprana edad se había comprometido a no ser una molestia para nadie, por lo que empezó a tratar de manejarse por si mismo e incluso se dedicó a proteger y cuidar de sus hermanas. Su padre no pudo evitarlo, aceptó el cambio de su hijo, pero nunca dejó de velar por él. El tiempo provocó que Isshin se enfocara mayormente en sus hijas, aumentando la rapidez de la madurez de Ichigo. Para sus 15 años ya se encargaba de varios problemas que la familia pudiera presentar y a los 17 años ya tenía trabajo para no depender tanto económicamente de su padre.
Se dirigió al comedor, acercandose a la repisa donde había dejado su mochila, para agarrar las llaves que se encontraban en uno de los bolsillos. Su padre trato de taclearlo en su camino a la puerta, pero pudo esquivarlo.
—No me tomará más de una hora, no está muy lejos. Cualquier cosa les llamo, esten pendientes de su celular.— No se detuvo ni aunque su padre lo amenazó con dejarlo dormir en la calle.
Las calles estaban llenas de gente a pesar de la hora, caminaban de un lado a otro en parejas o grupos, haciendo contraste con el joven que andaba solo. Checó su celular para verificar la ubicación del club, volviéndolo a guardar en su bolsillo al confirmar que iba en la dirección correcta. Sus pasos lo llevaron a lo que dedujo que era la calle que daba a la parte trasera del club, pues a pesar de que a lo lejos escuchaba música y muchas voces, del lado en el que estaba no veía a mucha gente.
—¡He dicho que te quites, imbécil!— Aquel grito llamó su atención, paró y observó a su alrededor sin encontrar signo de quién lo había emitido
—. ¿Y tú preciosa, no querrás venir a divertirte un rato?—La última frase fue suficiente para alertarlo y por fin pudo descifrar de donde venía, pues las risas de varias personas siguieron a aquel comentario.
Metió sus manos en el bolsillo de la sudadera, dirigiéndose al lugar donde escuchaba las voz, llegando a dar a un estrecho entre una tienda de conveniencia y lo que parecía ser un pequeño restauraunte cerrado. No estaba oculto, pero la zona no era muy concurrida por las noches, además de que no habían muchas casas a los alrededores, un lugar perfecto para que ese tipo de situaciones dieran lugar.
—Por favor... No queremos problemas.— La voz provenía de un tipo de complexión delgada y pelo castaño, Ichigo notó que parecía más grande que él, seguramente se encontraba en sus últimos años de universidad, sin embargo, no parecía ser muy fuerte a pesar de ser un poco más alto que Ichigo. Tras él estaba una muchacha, ella tenía un rostro más joven, parecía de al menos 16 años; pudo apreciar que compartían ciertos rasgos físicos, como el cabellos castaño, lo que indicaba una relación sanguínea.
La razón de su miedo, se encontraba frente a ellos, cuatro hombres de aspecto tosco y desagradable estaban plantados en su camino y eso no era todo, pues a unos metros, cercanos a Ichigo, se encontraban dos hombres más, con una postura que dejaba a entender que no estaban de acuerdo con lo que pasaba, pero no les importaba lo suficiente como para intervenir.
—Apurense imbéciles, el jefe nos espera, solo les estoy aguantando su chiste porque no dejaban de joder, pero si no se apuran, me largo con Edrad.— Uno de los que estaban apartados habló, señalando a la mole que estaba a su lado.— Y tú Di Roy, recuerda que Grimmjow no estaba muy feliz con la última mamada que hiciste.
—Cierra la puta boca un rato Shawlong, no vamos a tardar.
—¿Por qué no mejor se van a con su Grinch?— El ser sigiloso no era algo que le importara mucho a Ichigo, para él era mejor terminar con aquel problema lo antes posible para poder ir con sus amigos y regresar a la comodidad de su cama.— Es mejor que lo hagan, no queremos que su jefe se moleste—. Se acercó lo suficiente para poder meterse entre ambas partes, quedando entre los sirvientes del Grinch y los dos castaños. No le dio importancia a que probablemente intentaran matarlo, les dio la espalda a los ogros de la navidad y dirigió su mirada a los dos que se aferraban temblorosos—. Venga, siganme, vamos a salir de aquí.
Ambos dudaron de hacerle caso, pero el de cabello naranja se volteó para quedar frente a frente con quienes los habían amenazado, empezando a recorrer el espacio libre que habían dejado. Hizo una señal con su mano para que los dos lo siguieran, y aunque por un momento se le pasó por la mente el agarrarle la mano al mayor de los dos, ambos decidieron confiar en aquel joven que decía poder ayudarlos.
La situación hizo que los demás presentes se quedaran de piedra, incrédulos a lo que estaba pasando. No duró mucho, pues justo cuando la joven estaba por terminar de cruzar uno de cabellos rubios trató de jalarla del brazo, algo que no pudo lograr pues Ichigo sostuvo su mano milímetros antes de que la tocara. Los familiares salieron corriendo a toda velocidad, gritando un "gracias" al de ojos color ocre.
—La verdad creo que sería mejor si dejan las cosas así y cada quien se va por su lado— a pesar de que hablaba de forma calmada, la presión que ejerció en la muñeca del rubio, el supuesto Dino, fue suficiente para hacerlo gritar.
—Maldito...—Uno de los amigos de Dado trató de ayudarlo, pero lo único que recibió fue un golpe en la cara.
—¿No sabes si quiera con quien te estas metiendo? Somos...—Los ojos del rubio demostraban la furia que acumulaba.
—¿Idiotas? No lo tienes que decir, lo tienen escrito en la cara.— Agarró impulso para darle una patada en el rostro a Jiro echándolo unos metros atrás. —Claro que en letras más pequeñas que "Rompeme la cara".
No pasó mucho para que los cuatro sujetos quedarán tirados en la calle, inconscientes, con moretones y con sangre escurriendo de su cara.
La escena causó molestia en los dos que se habían permanecido apartados, lo que provocó que finalmente tuvieran intención de intervenir, algo que realmente no hizo mucha diferencia a pesar de que parecían mucho más fuertes que Ichigo. Intercambió golpes con ellos, dando patadas y puñetazos a ambos cuerpos, aprovechando la diferencia de altura y la torpeza que demostraban, debía admitir que sabían pelear, pero él era mucho mejor. Finalmente, los agarró del collar de la ropa y juntó sus cabezas en un golpe con un sonido sordo, tan fuerte como el del cuerpo de ambos cayendo inconscientes, rezó por no haberlos matado.
Una vez terminado, se sacudió y arregló la ropa, limpiándose un poco de sangre de la cara, resultado de un golpe que le habían propinado, nada a comparación de los cuerpos tirados en la calle. Llamó a emergencias antes de emprender su camino a donde Rukia lo esperaba, no era un desalmado después de todo.
Cuando finalmente llego a la parte trasera del club, lo rodeó para poder dar con la entrada, desde ahí buscaría a sus amigos. Se detuvó un poco asombrado al ver la fachada del lugar, se veía bastante atractivo y lujoso, se imaginó que dentro la instalaciones debían estar bastante agradables. Frente a las grandes puertas habían cuatro hombres que medían al menos dos metros cada uno, quienes se encargaban de dejar pasar a las personas al lugar, no había mucha gente en la cola, pero Ichigo pudo presenciar como aquella revisión para acceder al club resultaba bastante rápida, no como en otros lugares dónde tardabas horas en poder entrar.
Sacó su celular con la intención de llamar a Rukia, pero se detuvo pues un grupo de personas captó su atención. Se encontraban a unos metros del lado derecho de la entrada, donde la acera colindaba con las calles. Notó que el grupo parecía reírse de dos cuerpos sentados en la acera, quienes daban señales de estar discutiendo entre ellos, los de su alrededor se tambaleaban un poco pero parecían más en sus sentidos que los que se encontraban gritando y revolcándose sentados. Entre ellos, pudo devisar a dos personas quienes a pesar de que se reían parecían mucho más cuerdas que todos los presentes, una enana de pelo color negro y un pelirrojo de cejas extrañas.
—Rukia— la nombró una vez estuvo lo suficientemente cerca para que pudieran escucharlo, llamando la atención de todos.
—¡Sí viniste! Ven, vamos a por unos traguitos.— Rangiku se levantó del suelo y se acercó al de pelo naranjo, abriéndose de brazos para rodear a su tierno amigo entre ellos.— Sabía que ibas a terminar viniendo. No te podrías resistir a divertirte un rato conmigo y las chicas—. La voz coqueta de su amiga no lo tomó por sorpresa, solía comportarse de esa manera cuando tomaba.
—¡Hola!— Ikkaku lo saludó casi gritando, a pesar de que el calvo tenía buena resitencia al alcohol, Rangiku debió haberlo saturado para que se encontrara en esas condiciones.
—¿A quién llevo?—A Ichigo no le importo seguir entre los brazos de la mayor ni el que sus pechos le cortaran la respiración, era algo a lo que ya estaba acostumbrado.
—Yo puedo llevarme a Hisagi y Kira—Renji fue el primero en hablar, de los tres, el que tomaba menos siempre tendía a quedarse con la responsabilidad de los que estaban más borrachos.— Ikkaku y Yumichika viven cerca y creo que están los suficientemente cuerdos para caminar a casa, el verdadero problema son ellos tres.
En la dirección a la que Renji señaló, estaban Orihime y Rangiku, quien finalmente había dejado ir a Ichigo, parecían enfrascadas en una discusión muy seria, asintiendo y moviendo mucho sus manos, pero la realidad era que hablaban de las diferentes ventajas y desventajas de tener pechos grandes. Un joven de piel bronceada y pelo castaño trataba de abrazar a Rukia mientras que ella lo esquivaba, gritando cosas sobre querer pasar el resto de su vida entre los brazos de la de menor estatura, con inútiles intentos de besarla.
—Es que como no se les ocurre venir en carros...—La queja fue expresada después de jalar a Kon hacía si, librando finalmente a Rukia.
—Fue de improvisto, solo ibamos a salir a comer pero Rangiku dijo que un amigo la había invitado a venir— la sonrisa traviesa que Rukia le dirigió confirmó las sospechas que había tenido—. Igual mi hermano no me hubiera prestado el carro, especialmente al saber que venía con ellos.— No lo culpaba, la última vez habían hecho un desastre en el carro de la cabeza Kuchiki.
—Como sea, ya estamos aquí—. Renji se despidió de ellos llevándose a sus amigos, Hisagi, el guapo sujeto que ahora andaba sin camisa, había llevado carro, por lo que Renji lo tomaría prestado para poder llevar a todos a su casa.—Vamos nosotros dos a dejar a estos, que Kon se quede a dormir conmigo y que ustedes se queden en casa de Orihime, no está muy lejos una de la otra, puedo ayudarte a dejarlas.
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