Orgullo.

Ella llegó a su casa algo rota y desecha, pero ni su madre, ni su hermana notaron aquello, la chica no pensaba hacerse notar, solo pasó a su cuarto y abrió la ducha con agua caliente, con deseos de limpiarse aquella vergüenza.

Se deshizo de la ropa y se metió bajo el chorro de agua, sintiendo sus rodillas arder ferozmente y las palmas de sus manos raspadas chirriar.

Ignoró el ardor que le habían causado las heridas y empezó a pensar, justo como hacía cada vez que se bañaba, quizá era un cliché, pero ahí era donde le gustaba limpiarse las penas.

Pensó y pensó y pensó, lo hacía mientras tallaba con fuerza su cuerpo hasta dejar su piel roja, hasta que tuvo que morderse con fuerza los labios para no dejar salir las lágrimas; se estaba derrumbando.

Deshaciéndose de la espuma pensó en la sonrisa burlona que le había dado aquel risueño y estúpido chico que la había hecho pasar esa gran vergüenza. No era él, no había nada en especial en su persona, era simplemente a quien le recordaba esa sonrisa lo que la ponía de nervios.

Una vez terminó de quitar toda la espuma se talló la cara y desechó cualquier rastro de lágrimas que podía haber en sus ojos, cerró la ducha, se envolvió en su toalla y salió a su cuarto.

Algo que realmente le gustaba de su habitación era que podía verse perfectamente el atardecer desde su ventana, no hizo más que ponerse ropa interior para volver a envolverse en su toalla e ir a ver aquel frío atardecer, aquello era parte de su rutina, en cuanto veía que empezaba a anochecer, se sentaba en su ventana y en completo silencio admiraba la obra de arte que era el cielo.

Se quedó unos minutos de más allí, solo sentada mirando el cielo, sin pensar en nada, y eso era justo lo que necesitaba en este momento; no pensar. Pero como todo lo bueno y hermoso, ese pequeño momento de paz acabó.

Se puso el pijama y sus dedos la llevaron al computador, si se iba a torturar ahora, lo mejor sería hacerlo en letras grandes. Abrió whatsapp en la web y abrió la dichosa conversación, la leyó de principio a fin, de pies a cabeza, de izquierda a derecha y de cualquier forma que se pudieran imaginar.

Al llegar al final de la charla se topó con el principio de lo que la atormentaba. Para ese entonces ya tenía un rato que había empezado a llorar. No era ruidosa, no eran muchas lágrimas, solo un par que se le salían cuando los sentimientos le invadían demasiado, pero al final, llorando.

Contempló las últimas palabras que Él le había escrito, y las características palomas azules dignas del enojo de cualquiera, pero no era ese el motivo por el que ya no hablaban, no era esa la razón de su dolor.

No se hablaban porque ella ya se había cansado de ser opción. No se hablaban porque ella lo quería con toda su alma, y para Él, ella era solo una más, ni siquiera fue un ligue, ni siquiera hubo un beso, pero para ella era todo lo que la había hecho sentir bien alguna vez.

Es interesante, él logró quitarle todos los miedos y devolverle la sonrisa, ella le dio el corazón a cambio, pero él se lo devolvió más roto de lo que se lo había entregado.

Pensó en escribirle, pero llegó a la pregunta que siempre llegaba cada vez que quería arreglar las cosas con el muchacho, ¿Realmente quería perder su dignidad de nuevo por él? Pero dime, ¿Puede alguien merecer un amor tan tóxico? Y siempre llegaba a la misma respuesta; "Cuando te vayas como siempre haces, mi dignidad y los pedazos de mi corazón roto será lo único que quede, y nadie, por horrible persona que sea, merece mendigarle amor a alguien con sentimientos tan helados".

Tecleo un "te extraño" que borró después de contemplar la pantalla unos segundos, era hora; iba a olvidarse de él. Miles de veces intento borrar esa conversación, pero a pesar de lo roto que le había dejado el corazón, ese muchacho de sonrisa burlona, alta estatura y eterno sarcasmo era su amigo, y no quería echar eso a la basura.

Pero esta no iba a ser una de esas veces en las que se rendía, se planteó otra pregunta "¿Es realmente tú amigo alguien que sabe que lo quieres y te sigue haciendo daño?" No. Quizá ese chico fue su amigo en un no muy lejano pasado, pero ya no lo era, su amistad se había roto hace tiempo.

Con dedos temblorosos borró la conversación con el miedo golpeteando en su corazón, latía tan fuerte que podía verse por encima de la toalla si prestabas atención, pero el miedo no haría que se arrepintiera, no se haría para atrás. Estaba segura que quería deshacerse de esa situación tóxica en la que se había quedado atorada su vida; y lo hizo. Toda evidencia de alguna conexión entre ellos había sido borrada de su vida.

Ahora solo restaba borrarla de su mente.

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