La otra cara del Dolor.

Narra él.

Leer con Lies - Marina and the diamonds y idfc - Blackbear.

Estoy parado frente al espejo, me pongo perfume en el cuello y repaso toda mi apariencia. Suspiro con un sentimiento de pesadez por todo el pecho, me regaño a mi mismo; hoy debo divertirme. Es el punto, beber hasta olvidar toda la mierda que estoy sintiendo, hasta no poder más.

Salgo de mi casa con las llaves del coche en la mano, me subo y conduzco hasta el club con el que he quedado con mis amigos, el olor a alcohol se respira por todas partes, las luces de color le dan vida al lugar y diviso a mis amigos en la barra.

Camino entre la multitud hasta ellos y me reciben con sonrisas y palmadas en la espalda, una sonrisa forzada sale y uno de los muchachos suspira con decepción, me empuja hacia uno de los asientos y antes de darme cuenta ya llevo 6 tragos diferentes.

Me arrastran a la pista de baile donde cada quien busca alguien con quien bailar, beber, y si tienen suerte, llevarse a casa. Yo nunca he sido bueno para estas cosas, y hoy mi ánimo está más bajo de lo normal, claramente dormiré solo esta noche, pero no podría importarme menos.

Camino hacia el baño mientras dejo a los míos haciendo de las suyas, mi vista ve de reojo a una chica de vestido rojo con un peinado demasiado similar al suyo, debo pasar por la mesa en la que está sentada para ir al baño.

¿Será ella? No, no puede ser, jamás usaría un vestido ceñido, menos rojo, lo suyo no es usar cosas que llamen la atención. ¿Y si habrá hecho lo mismo que yo? ¿Se habrá arreglado y ha salido para olvidar las penas? Camino más lento, intentando verla por más tiempo, no puedo parar de mirarla, por mucho que intente, no veo nada más interesante por ningún lado.

Nuestros ojos conectan en el momento exacto, y la chica sorbe de su bebida con delicadeza. Tengo que hablarle. Sigo mi rumbo, pero cambio el destino parandome frente a su mesa.

— ¿Quieres bailar? — Susurro cerca de su rostro para que logre oírme sobre la música, sigo prendado, es demasiado parecida a mi amiga. Me mira a los ojos analizandome y apenas mueve la cabeza en un asentimiento. Le tiendo mi mano y ella la toma, es suave y pequeña, justo como las de la chica en la que pienso mientras la veo.

Nos deslizamos entre la gente hasta un punto con espacio en la pista, le melodía es lenta y rítmica tal como el movimiento de sus caderas contra las mías, tomo su cintura intentando tenerla lo más cerca posible y mi nariz se cuela en su cuello. Me sorprendo gratamente al no toparme con un perfume barato con olor dulce.

Debo detener mi impulso de querer acariciar su cabello como hacia con ella, son tan parecidas, es una versión más sensual y femenina de mi preciosa amiga, con la cual voy a conformarme esta noche. Me importa una mierda que no sean la misma. La bella muchacha se da la vuelta y cruza sus brazos por mi cuello y se acerca más a mi, nos movemos lento y sin decir una palabra.

— ¿Vendrás conmigo esta noche? — Pido pausadamente en su oído, oyendo como la canción casi acaba.

— Sabes que lo haré. — Dice y me da una pequeña sonrisa de burla. Su voz es baja y sensual, como todo en ella al parecer.

Dejo que su brazo se enganche en el mío y caminamos hacia el más cercano de mi grupo de amigos, le digo que me voy y que los veré luego mientras recibo una sonrisa de complicidad de su parte.

Llegamos rápido a mi casa, considerando que no hay tráfico a estas horas y vivo más o menos cerca. La llevo de la cintura hasta mi cuarto y enciendo la luz tenue de la lámpara en la mesa de noche junto a mi cama. La castaña me obliga a sentarme sobre esta y se sienta a horcajadas sobre mi, me besa con lentitud, me pasa los dedos por el cuello y yo me ahogo por las ganas de acariciarla despacio.

Me lleno de deseo poco a poco, quiero tocarla como nunca pude tocarla a ella, acariciar cada centímetro y besar cada lunar. Pongo mis manos en su cintura y me pierdo en el beso, no puedo dejar de pensar en ella, en sus labios delgados y rosados, en sus ojos marrones casi negros y la sonrisa que me dedicaba antes de volverme un idiota.

Nos separamos lentamente y me veo pronunciando su nombre con la voz rota. Un suspiro me devuelve a la realidad, las pequeñas manos de la chica se posan en mi pecho para terminar de separarnos, se levanta y se apoya en la pared cruzada de brazos.

— No está bien intentar olvidar a una persona estando con alguien más. — Sonríe y niega con la cabeza.

— Lo lamento. Es que eres... — Se me rompe la voz. — Tan parecida a ella.

— No soy de hacer dramas. No debes preocuparte por eso, pero sí no te molesta, esperaré aquí mi taxi, sería peligroso estar sola allí afuera a esta hora.

— Sí, sí. No hay problema. Puedes ver televisión en la sala si quieres. — Ofrecí, me sentía demasiado avergonzado con la muchacha. — ¿Quieres tomar o comer algo?

— No, estoy bien, pero gracias. — Me da una pequeña sonrisa y sale de la habitación sin prisa.

Me quedo sentado en la cama pensando en ella, preguntandome si está acostada mirando al techo sin dormir pensando en lo que la estoy haciendo pasar o sí se habrá dormido entre lágrimas.

Fui tan idiota que cometí la locura de enamorarme de mi mejor amiga, y luego la dañe para que se alejara.
Porque estoy malditamente asustado, porque la quiero demasiado, y porque ella es demasiado buena para mi.

El sentimiento de amargura me invade y abro nuestra conversación, tecleo dos palabras "maldito miedo" y las borro de inmediato, quiero llamarla, quiero decirle cuanto la quiero y que deseo que todo sea como antes entre nosotros.

Quiero decirle cuanto deseo abrazarla de nuevo, lo mucho que quiero enredar mis dedos en su cabello y que quiero sus besos en toda la cara como cuando estaba tan cansado de todo y ella me traía a la vida. Quiero todo eso, la quiero. Estoy profundamente enamorado de ella aunque nunca lo haya demostrado.

No lo pienso mucho, tengo alcohol en la sangre y demasiados sentimientos acumulados en el pecho; voy a llamarla.

Con la respiración irregular, el labio inferior atorado entre los dientes y el corazón roto, pongo toda mi esperanza en que va a contestar mientras escucho cada timbrazo, y creo que no va a contestar, pero lo hace.

— ¿Hola?

Se me escapa un sollozo, pero trato de calmarme, tengo que decir algo importante.

— ¿Estás bien? — Suena preocupada, como siempre que algo parece ocurrirme.

— Yo... Coño, te amo. Te amo pero soy una basura, y tengo que dejarte ir si realmente quiero que seas feliz. Sólo espero que algún día me perdones por hacerlo.

Durante varios minutos, todo es silencio, ella no corta, ni yo lo haré.

— Si me amaras como dices hacerlo, no me abandonarías con la excusa de ser una basura, si me amaras, te esforzarías asquerosamente mucho por ser mejor para mí, para darme lo que merezco. Pero es obvio que tú no vas a cambiar. Que tengas buenas noches y una buena vida sin mí en ella.

Entonces cortó. En ese momento supe que había acabado todo.

Yo había acabado con todo.

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