La flor que floreció en el infierno
Una sonrisa perversa relució en su rostro, mientras veía lo que sucedía en tierra.
Los humanos simplemente estaban locos, desquiciados y no tenían ni una pequeña pizca de simpatía hacia sus iguales.
Una carcajada resonó en aquel lugar de lamentos y rechinar de dientes, y lo disfrutaba.
Todas y cada una de aquellas almas se merecía el castigo que estaban pagando y las que estaban en tierra no se salvarian de los años que estarían bajo su enorme poder.
—Emperador —le llamó uno de sus subordinados mas confiables.
En la oscuridad, por sobre todas aquellas almas sufriendo, satanás emperador y señor del infierno no podía dejar de reír con verdadera gracia al presenciar todo el panorama.
Belcebú, uno de sus hermanos llegó con algo interesante que reportar.
Lo sabia.
Despues de todo, el infierno era su hogar, su dominio y estaba en su poder el saber que tipo de almas entrarían a su territorio y con ello, todos sus pecados, por los cuales, él también había sido participe de alguna u otra forma.
—Lo sé, hermano mío —comentó con calma —. Quiero conocer a esa brillante cosita.
Belcebú lo guio por un camino hasta llegar a ese lugar:
El primer giro del séptimo circulo de la violencia.
En donde sus subordinados mas leales, los centauros que portaban sus arcos y grandes flechas de color negro, no sabían que hacer con la única alma que parecia, brillaba intensamente entre toda la podredumbre de la sangre hirviente en la que sufrían las almas que en vida se dedicaron a arrebatar la vida de sus iguales con violencia.
Cada que una de esas almas intentaba salir del rio de sangre, sus subordinados se encargarían de regresarlo a su estado anterior con sus largas flechas, entonces, ¿Qué hacia aquella alma en ese lugar?
—Se hunde, eleva, sufre, las flechas de los centauros como puede ver, mi señor, caen en su cuerpo, sufre mucho y aun asi sigue brillando —Belcebu se mostraba muy sorprendido al hablar y lo entendia, él también no cabia en su asombro.
—Un alma como la tuya, debería estar en el cielo —dijo satanas pensativo —. Este no es lugar para almas puras y sin mancha. ¡¿Quién eres?!
El alma se retorcio, lloro, grito, sus dientes rechinaron y su piel ardió bajo el fuego del rio Flegetonte y aun asi no perdió su hermoso brillo.
—Mi señor te ha hecho una pregunta. ¡Responde! —exigió Belcebú.
—So-soy Jimin... en vida fui Park Jimin.
Satanas lo noto entonces, Park Jimin era un niño al que aun le faltaba muchos años por delante. Se acerco lo suficiente y con solo sentir un poco de su aroma entrar por su nariz, vio lentamente pasar la vida de aquel tierno muchacho.
Los ojos color chocolate vivaces y provocativos pero no hacia la lujuria, sino a la mas clara de las inocencias en donde todos a su alrededor se sumergian.
Podía sentir el latir y el brillo del alma y por un momento quiso, deseo corromperlo, pero al acercar su mano lo que obtuvo fue un fuerte dolor.
—Interesante.
Comprendió que la luz pura del alma le impidió tocarlo, eso y que ese muchacho ya estaba muerto, por mas que deseara hacerlo caer en tentación no mas nacer... era imposible.
Escuchó las primeras palabras y vio los primeros pasos del muchacho, por un momento se sintió orgulloso.
Park Jimin era un ángel incluso si en la tierra fue un humano como los demás que se quemaban en las llamas de su imperio.
—¿Por qué estas aquí? —susurró para si mismo viendo como si se tratase de una película, la vida de Park Jimin.
Ese niñito realmente era un chico inocente, podía verlo y sentirlo, Park Jimin no pertenecía al infierno.
Jimin ayudaba a su madre con las compras, cuando una viejita queria pasar la calle y las carretas pasaban sin parar, él corría y las ayudaba.
Aunque el alimento no sobrara en su pequeña mesa, siempre veía porque su vecina enferma que no podía caminar, tuviera tan siquiera un bocado para tener fuerzas y sobrevivir el día.
Cuando sus 3 hermanitos enfermaban, él trabajaba como burro en el mercado haciendo cuantos trueques pudiera para conseguir comida y medicinas para ellos.
Su madre, una omega era una mujer sencilla que inculcaba buenos valores a sus 4 hijos y su padre beta, este murió en una batalla por territorios.
Jimin era un omega recien presentado, que jugaba, trabajaba y bailaba muy feliz en su tribu.
En su tribu era muy querido por todos y ¿como no quererlo?
Cuando sonreía sus ojos se cerraban en una bella sonrisa y sus pómulos se alzaban alegres dandole una imagen muy tierna a todos los que se ganaran su hermosa sonrisa.
—Un chico tan bello —murmuró sin comprender.
A su imperio solo llegaban almas que cometieron delitos muy graves y se dividian en 7 círculos, no comprendía porque Park Jimin estaba en la circulo en donde estaban aquellos que mataron y fueron violentos en vida si él era lo mas cercano a un ángel en la tierra.
Quizo seguir investigando, pero la turbulencia lo tomó desprevenido; al chico le daba mucha tristeza y vergüenza lo que hizo en vida, se sentía usado y culpable, entonces, por primera vez en su vida sintió el imperioso deseo de no atormentar a nadie.
—Eres tan puro que me sangran los ojos de solo ver lo brillante que eres —dijo con su pontente voz que hizo temblar cada rincón del averno y las almas rechinaron con temor sus dientes retorciendose de dolor cuando el fuego comenzó a hacerse mas intenso.
—Due-duele —Satanás fue testigo de como Park Jimin era consumido por la caliente sangre del rio flegetonte, luego como este comenzaba a flotar hasta el punto de salir volando, hasta que uno de sus fieles centauros apuntó y lanzó una flecha que cayó en la cabeza del chiquillo, volviendolo a hundir.
—Este es tu castigo —le dijo con una lúgubre sonrisa —100,000 años cociendote en este río por haber asesinado.
Satanás sonrió al ver como el chico lloraba, le parecía muy divertido el sufrimiento de todos aquellos malhechores, despues de todo, él mismo se habia encargado de pullar con su tridente el sucio trasero de todas esas almas.
—Duele.
Ese era el coro que se escuchaba por siempre en el infierno y aunque le satisfacía escucharlo, que esa alma deslumbrante sufriera, le causaba cierto malestar.
—Park Jimin vendra conmigo —dijo extendiendo sus brazos para que el chico pudiera tomarlos y subir —. Serás mi sirviente.
Tras decir eso, nadie objeto a su señor y ambos, amo y sirviente, se dirigieron a los aposentos de Satanás.
1000 años despues.
S
atanás sonrió al ver como Jimin llegaba a su habitación con una pequeña llama entre sus manos, se veía tan adorable como siempre en el tiempo en el que lo vio por primera vez y aunque hallan pasado mil años, el muchacho no habia perdido ni un poco de su brillo.
—Señor —le llamó con respeto, inclinando levemente su cabeza —. Le he traído un pequeño bocadillo —le sonrió.
—Muy bien —le dijo, porque el decir gracias no estaba en su vocabulario —. Ven y comamoslo juntos.
Jimin se acercó y su dulce aroma llenó la habitación, un poco de nervios recorrió el cuerpo de Satanás, era la primera vez en milenios que sentía un malestar como ese y que el muchacho estuviera tan cerca lo empeoraba.
—Señor —le llamó la dulce voz de Jimin.
—¿Si?
—¿Usted es mi amigo? —preguntó con dulzura y él no supo que contestar.
¿Amigo?
Él nunca había tenido nada parecido a un amigo o al menos no lo recordaba muy bien.
Cuando era un subordinado de Dios todos vivían en armonía o eso era lo único que podía recordar, nada mas.
—No.
Eso hizo que Park Jimin pusiera en su adorable rostro una desagradable mueca de tristeza.
—Ha pasado mucho tiempo y estoy muy agradecido con usted, mi señor —habló Jimin despues de un corto período en silencio —. Me ha acogido con los brazos abiertos y me brindo un nuevo hogar al cuál amar.
¿Hogar?
¿Amar?
¿Ese niño estaba loco?
El infierno no era un hogar ni mucho menos un lugar que destilara amor por todas partes.
El infierno era un lugar de mucho sufrimiento para aquellas almas que causaron mal y sufrimiento a otros.
¿Por qué Park Jimin decia que le brindo un hogar para amar?
Entonces, volteo a ver a su alrededor y se asombró de lo mucho que habia hecho por un alma tan peculiar como la de ese niño.
Había mandado a un puñado de sus subordinados a la tierra de los vivos a recoger madera y con esfuerzo de días convirtió esos tablones en una pequeña cabaña.
Hizo que sus demonios prepararan la tierra y los mando de nuevo a la superficie para conseguir un puñado de semillas y el muchacho con sus ágiles manitas hizo florecer un jardín con muchas flores que nunca había visto en milenios de existir.
Las llamas que quemaban como castigo incluso a los demonios, eran menos fuertes alrededor del niño.
E incluso el muchacho domó a Cerbero y jugaba con él a atrapar el palo y su mascota infernal muy feliz corría, movía su cola y lengüeteaba la carita adorable de Jimin.
Entonces, ¿era correcto pensar que podían ser amigos?
—No somos amigos.
Recordó a medias cuando traicionó a Dios y el miedo a que el chiquillo le pagara con la misma moneda le envolvió.
—Min Yoongi —susurró el chico.
—¿Qué? —le preguntó sin comprender a que se refería el niño.
—Ese será tu nombre —le dijo con una bella sonrisa, que hizo latir algo en lo profundo de su pecho.
—Ya tengo un nombre, pequeño —le replicó con una inconsciente amabilidad.
—Pero, yo quiero darte un nuevo nombre —puchereo el niño —. Este es mucho mas bonito que Satanás.
Satanás lo pensó, nunca nadie le habia puesto un nombre tan cálido como ese, y se sintió bien, como si unas fuertes llamas lo quemaran por dentro, pero esto era diferente porqué no dolía.
—Min Yoongi —saboreo el nombre que su niño le dio y con una media sonrisa le dijo —. Es bonito.
Jimin sonrió cerrando sus ojitos y abultando sus lindas mejillas, incluso parecía que su brillo natural se incrementaba a medida que sus labios se iban estirando en la mas hermosas de las sonrisas que hubiera visto en su existencia.
—Sabía que le gustaría mucho, señor Yoongi.
Año 2022
—¡Yoongi! —gritó Jimin con mucha confianza y alegria —. ¡Ven a ver!
Yoongi estaba recibiendo las almas que habian pasado el filtro del purgatorio cuando escuchó la dulce voz alegre de su niño gritar por él.
—Hazte cargo por mi, Belce...
—Me llamo Namjoon, mi señor —le dijo su mano derecha.
—Namjoon.
—Claro.
Entonces, se apareció en el lugar de su chico y lo vio mas lindo que nunca observando algo en el piso con una expresión de inmensa alegría.
—¿Que observas, mi niño? —preguntó maravillado por la linda luz que se había robado su existencia.
—¡Mira Yoongi! —señaló al jardín seco
—Son campanitas.
Yoongi se acercó y vio hacia donde el muchacho le señalaba y ahi entre medio de espigas marchitas y feas, se encontraban unas pequeñas flores bellas con la forma de una campaña y el hermoso color de los ojos de su niño.
—Son casi hermosas —murmuro con una sonrisa.
—¿Por qué casi? —preguntó inocente su niño.
—Porque tu eres la unica flor mas hermosa en este infierno.
Yoongi antes llamado Satanás el Dios y señor del infierno, no se reconocía para nada.
Él era malo, era lo maldito en el mundo y aun así estaba sonriendo mientras se acercaba a su lindo niño inocente que se encontraba tan sonrojado como las llamas mas fuertes y puras del infierno.
—Yo siempre seré tu bella flor que floreció en el infierno.
Yoongi vio como su niño se acercaba a él lentamente, no quería acortar el espacio entre ambos por un miedo que sentía en su pecho, pero a la vez, deseaba que su chico terminara con todo espacio y poe fin sentir su hermosa piel entre la suya.
—Te quiero —le dijo cuando unos centímetros quedaban aun entre sus labios.
—Yo te quiero muchísimo mas.
Y entonces, el miedo a que su lindo niño fuera a desaparecer se fue y a la vez se hizo realidad.
Mientras disfrutaba de su primer beso con su lindo chiquillo, este lo abrazaba temiendo de todo lo que estaba sintiendo.
Yoongi abrazó a su chico con todas sus fuerzas cuando lo sintió desfallecer.
Cuando se separaron y Yoongi vio esos ojos violetas, lo supo.
Jimin era un ángel caído que conservaba la belleza y la pureza de Dios aun en él.
Su madre, padre y hermanos fueron creados por el creador en su mente.
Y él, Park Jimin, se había convertido en su mayor bendición y castigo.
—¿Por qué...
—Porque siempre te quise y era prohibido —le dijo con lágrimas escurriendo por sus ojitos violetas.
—Mi niño, al final si fuiste un castigo.
—No —le dijo Jimin —. Yo fui tu mas bella flor.
Y lo recordó, mas claro que nunca.
Un bello angel de la guarda recien nacido que siempre le observaba a lo lejos.
—Mi niño —lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas a la vez que Jimin desaparecia por completo, no sin antes dejarle sus últimas palabras:
—Llámalo Seungjin del Génesis, el fruto de nuestro gran amor.
Y cuando su niño desapareció, de las campanitas que Jimin logró que florecieran en el jardin del infierno, un pequeño bebé delicado y hermoso como su angelito nació.
El infierno entero lloró la perdida de Jimin y la de Yoongi, pues al morir el pequeño niño preferido de Satanás, este murió con él congelado en el tiempo y el espacio por el inmenso dolor de perder a quien fue:
La flor que floreció en el infierno.
Dejando ambos atras a un pequeño que juró por todo lo que sus padres le habian dejado, encontrar la forma de volverlos a unir, aun si tuviera que hacer tanto daño como fuese posible.
Fin.
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