Prefacio
—Lo más preciado que poseas se convertirá en algo aborrecido por todos —sentenció la bruja con rabia.
La reina de Thevur, soltó varias lágrimas al ver como aquella mujer desaparecía entre las sombras.
Jamás había pensado que los actos de su pueblo le darían una condena de tal grado. La bruja estaba molesta, pues los bosques habían sido quemados, los animales maltratados y todo ésto sin una pizca de piedad por parte de los habitantes.
El rey evadió las peticiones de la mujer y ella en venganza actuó conforme a sus planes. En el fondo sabía muy bien que la culpa recaía sobre ellos pero no podía evitar sentirse triste.
Con un nudo de dolor en su corazón tocó su crecido vientre y se fue a su habitación para descansar sin decir palabra alguna.
Meses más tarde el día del parto había llegado, la algarabía dominaba cada rincón ya que todos los habitantes del reino celebraban el nacimiento del pequeño príncipe y próximo gobernante.
Pero nadie sabía lo que les esperaba, los médicos recibieron al recién nacido con horror pues en su rostro había una marca extraña que lo hacía ver como un ser deforme. La reina entendió lo que la bruja le había dicho aquél día, su pequeño hijo cargaba con una maldición pero ella no veía a su bebé como un ser aborrecible, sino mas bien como un fruto de su amor.
Aunque no todos pensaban así, el rey odiaba ver el rostro de su hijo y a causa de ésto cayó en una enfermedad. Los habitantes exigían un nuevo heredero pues no querían ser gobernados por lo que ellos denominaban un monstruo.
La tensión reinaba en Thevur pues la enfermedad del rey avanzaba con lentitud pero a paso firme.
El príncipe cumplió su mayoría de edad, a los veintiún años tomó el trono tras la muerte de su padre pero los insultos y las protestas no paraban, en cambio aumentaron.
—Recuerda que eres hermoso sin importar lo que digan —le repetía la reina.
Pero esas palabras cayeron en el olvido para Daryuth pues unos meses después también perdió a su madre y la mayor parte de la servidumbre le abandonó con su muerte. Él se sentía solo y dolido, cada vez que se veía en un espejo sólo notaba la fealdad que tenía su rostro así que tomó la dura decisión de cerrar las puertas del castillo.
Y ese mismo día, también se encerró a si mismo en una burbuja para no ser lastimado pues nadie a excepción de su madre sería capaz de amar a un monstruo.
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