Capítulo XVI
—¿Para qué nos citaron a éste lugar? —preguntó uno de los nobles con superioridad.
Ellos comenzaron a murmurar de inmediato sobre las posibles razones, después de todo era la primera vez que el soberano de Thevur había hecho uso de autoridad para hacer una reunión pero con calma Daryuth aún permanecía en silencio.
—Sobre la mesa están los documentos sobre el incremento de recursos en los últimos dos años —habló el joven rey tomando una de las hojas.
Con arrogancia los miembros de la nobleza comenzaron a leer el contenido. Sus rostros se encontraban asombrados por el aumento de las ganancias en el reino pero jamás admitirían las buenas acciones que había hecho el actual rey.
—¿Y ésto que tiene que ver con nosotros? —preguntó otro noble tirando el documento a la mesa nuevamente.
Fioret podía sentir la tensión que se acumulaba cada vez más en el aire y la presión que la invadía estando allí, una ola de rabia la invadió. Le sobraban las ganas para quitarle de un golpe la mala actitud a esos hombres pero no podía hacer quedar mal al joven rey.
—Quiero recalcar que pretendo aumentar el empleo a los habitantes en sus industrias —dijo Daryuth con seriedad.
El silencio invadió por unos segundos la sala y después fuertes exclamaciones escaparon de la boca de aquellos poderosos hombres.
—Su alteza, yo comencé junto a mi hijo un proyecto para dar beneficios a los orfanatos y a las familias de escasos recursos —la voz del señor St. Clairware sobresalió al igual que las crueles miradas de los otros hacia él.
—¿Le acabas de llamar su alteza?—preguntó otro noble con ironía—. Nosotros no lo reconocemos como nuestro rey.
Daryuth observaba en silencio la discusión de aquellos hombres, él esperaba algo así pero la actitud del noble junto a su hijo le provocaban una inmensa alegría.
Pues para el joven rey, la nobleza y la realeza debían usar su poder para proteger a quienes no podían hacerlo por sí mismos.
—Tal vez ustedes no me quieran como el rey de Thevur pero es mi deber proteger éste reino —comentó él con firmeza.
Los ojos de Levi le observaron por un segundo con asombro, aquél sentimiento con el que siempre lo veía cuando eran niños y él superaba las crueles palabras de otros.
La rabia le invadía, él poseía una maldición pero aún así había sido bendecido con personas que le entregaban su amor sin dudar. Algo que Levi nunca había recibido por más que se esforzara, todo lo que le quedaba era recuperar el honor y el agradecimiento de su familia.
—Un rey no se esconde y se acobarda de su propia gente como tú lo hiciste —señaló el segundo príncipe con seriedad.
Daryuth sintió la fría verdad por unos segundos, su primo tenía razón. Él había escapado de las crueles palabras para no ser más herido, se escondió y no enfrentó los problemas de frente sino desde las sombras pero no era tarde para empezar de nuevo, seguiría protegiendo a Thevur pero ahora lo haría con honor.
—Tienes razón Levi, pero no fallaré otra vez —respondió él con una sonrisa llena de ánimos.
Fioret miraba fijamente al joven rey, él sin rechistar admitía sus errores e intentaba superarlos para mejorar. Los seres humanos odiaban aceptar que estaban equivocados pero aquél hombre frente a ella era el ejemplo perfecto para admirar.
Los nobles permanecían en silencio mientras intentaban buscar una respuesta a las palabras de Daryuth pero el único respaldo que ellos tenían contra el rey de Thevur era su aspecto.
—Aún así no te aceptamos como rey —insistió otro noble cruzandose de brazos.
—Les demostraré que soy de confianza, tal vez esté maldito pero eso no es una atadura para hacer las cosas mal —pronunció el joven rey sin despegar la mirada de ellos.
Unos segundos después Jing se acercó, en sus manos traía una gran cantidad de papeleo y con cuidado lo depositó sobre la gran mesa.
Sus oscuros ojos pasaron sobre los rostros de los presentes, les odiaba y no importaban las veces que su alteza le decía que no lo hiciera pues en el fondo jamás podría perdonar las actitudes de los nobles.
Varias horas pasaron mientras discutían la economía, política y estabilidad del reino. Aquéllos hombres no apoyaban las sugerencias del rey pero varios podían ver las oportunidades que éstas traían. El ambiente no era el mejor pues la actitud arrogante y odiosa de los nobles sobresalía con cada palabra que pronunciaban pero Daryuth aún así mantenía la calma.
—Ahora pasaremos a otro tema importante, recientemente Kadarl ha hecho amenazas a los reinos cercanos —dijo el joven rey mostrando la nota a los demás.
En éste momento pondría sus cartas sobre la mesa. Él sabía muy bien que su primo junto a varios nobles presentes se daban el derecho de reclutar personas para sus revueltas pero el reino de Kadarl tenía conocimiento de la división de Thevur y lo había hecho saber mediante la carta de amenaza.
—¡¿Crees que somos traidores del reino?! —exclamó un noble con rabia.
—No digo eso, pero los demás reyes conocen la situación de nuestro reino —respondió Daryuth con firmeza—. Lo mejor es actuar unidos por el momento.
El rostro de los nobles se llenó de seriedad, la sola de idea de trabajar en conjunto con aquél joven rey al que tanto habían aborrecido les llenaba de pánico pero no podían dejar que su orgulloso apellido se manchara de cobardía por honor a su sangre.
—Sólo será por el reino, a ti no te reconocemos como rey aún —dijeron varios de ellos a la vez.
—Bueno, de ahora en adelante el castillo permanecerá abierto —comentó el joven rey dando fin a la reunión.
Ellos se levantaron sin siquiera despedirse y salieron del salón de juntas bajo la guía de Kael hasta la salida. Aquéllos hombres murmuraban a medida que se alejaban pero para Fioret fue una sorpresa ver la figura del segundo príncipe quedarse y acercarse a Daryuth.
Él le veía con desafío y a la vez albergaba un sentimiento desconocido. Sus alturas eran iguales, uno frente al otro se observaban sin hablar pero una extraña sensación invadía a Fioret al ver nuevamente al segundo principe.
—Así que te saliste con la tuya esta vez —dijo Levi mirando fijamente al joven rey.
—De pequeños tú siempre me ganabas en todo —respondió Daryuth recordando aquéllos antiguos tiempos.
—No te hagas el inocente que no sabe nada, frente a ti juré que le devolvería el honor a mi familia así eso signifique odiarte.
Aquéllas tristes y dolorosas palabras resonaron en el lugar, segundos después el segundo príncipe se alejó dejando al joven rey con una parte de su corazón hecha pedazos.
Daryuth apretó sus puños con fuerza, odiaba la impotencia que poseía de pequeño y el no poder haber hecho algo para salvar a su único amigo del horrible destino.
Fioret observó la desolada figura del joven rey pero comprendía bien el aura que desprendía a su alrededor. Su alma gritaba en voz alta un ¡Necesito estar solo!
Pero aquéllas palabras no las escucharía, pues ella con rapidez se acercó a él y lo envolvió entre sus brazos con sumo cuidado.
Una persona no merecía sufrir sola en silencio sí al menos podía acompañarle en su dolor.
Daryuth se llenó de un latente asombro pero la calidez que Fioret le brindaba lo hizo liberar el llanto que atormentaba con inundar su bondadoso corazón.
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