Capítulo XV

Fioret observaba con cariño las vivaces flores del jardín, con dedicación les había regado agua y disfrutaba estar junto al aire fresco alrededor de ellas.

La pequeña y pálida flor que adoraba el rey resaltaba sobre las otras. Pese a su sencilla belleza,en poco tiempo se había convertido en su favorita.

—Fioret ¿verdad? —preguntó una voz conocida a sus espaldas.

Segundos después, Kael se sentó a su lado mientras observaba el bello paisaje.

—Señor Kael, buenos días —dijo ella con cortesía.

Él sentía curiosidad, aquélla chica a su lado había sido capaz de insentivar al joven rey a salir del castillo en donde se había encerrado. Ella había logrado en poco tiempo lo que él no pudo hacer.

—Le quiero dar gracias por apoyar a su alteza —dijo Kael con agradecimiento.

Él se levantó de inmediato y se marchó dejando a Fioret sin poder responderle.

Una sonrisa apareció en su rostro al pensar en las magníficas personas que rodeaban al rey, él no estaba sólo pues a su lado tenía a quienes más le guardaban aprecio.

Ella se llenó de ánimos al recordar lo mucho que estaba esforzándose Daryuth así que decidió ejercitar su pierna. El día anterior se había dado cuenta que ya podía caminar un poco y con su esfuerzo estaba segura de que lograría moverse a mayores distancias.

Desde la mañana había usado una sola muleta, la otra ya no era necesaria. Así que comenzó a recorrer con cuidado el camino apoyándose un poco se la pared, su pierna temblaba levemente al apoyarla sobre el suelo pero ya no dolía.

—Señorita ¿Qué hace? —preguntó una voz a sus espaldas sobresaltandola.

Su pie resbaló un poco pero con rapidez logró mantenerse en pie.

Daryuth corrió hacia ella para ayudarla pero Fioret pudo estabilizarse por sí misma sin necesidad de rescatarla. Las comisuras de sus labios se levantaron en una sonrisa al observar la determinación y la energía que ella poseía.

Sus fuertes ganas de luchar le animaban a no decaer y poder mantenerse firme en los problemas que amenazaban con derrumbarlo.

—¡Su alteza! ¡Casi me matas del susto! —reprochó ella tras fruncir el ceño.

Una carcajada se escapó de su boca al ver como ella sin darse cuenta se mantenía de pie y colocaba sus brazos al igual que una jarra.

—¡No es gracioso! —exclamó Fioret avergonzada.

Pero segundos después una  carcajada también se escapó de ella y comenzaron a reír al unísono.

Después ambos se sentaron en el sillón dispuestos a observar las hermosas flores del jardín con un calmado y cómodo silencio.

—Hoy abriré las puertas del castillo para una reunión y me gustaría que me acompañaras—hablo Daryuth mirándola fijamente.

—Me alegra que cuente conmigo, su alteza —respondió ella alegre.

—Gracias por apoyarme y admirarme, Fioret —comentó él sonriendo y segundos después algo apenado se alejó de allí.

Ella colocó las manos sobre su rostro pues no podía apartar la vergüenza que sentía, él la había llamado por su nombre y ésto le causaba un nivel superior de entusiasmo que no creía poder sentir.

El eco de su voz pronunciando su nombre resonaba en su cabeza nublandole el juicio.

—Jovencita, es hora de ir a cambiarse —dijo Odeth llegando a su lado.

Fioret salió de su trance, el joven rey le había pedido que le acompañará y no podía faltar. Ser reconocida por una persona a la cual admiraba la dejaba sin aliento pero debía controlar sus impulsos.

Ambas se dirigieron hacia la habitación en la que se hospedaba y un delicado vestido azul se encontraba colgado junto al espejo. El joven rey le había regalado ropa que jamás creyó llegar a usar pero no podía abusar de su amabilidad y por ésto se había jurado así misma pagarle pos sus bellas acciones.

Sabía que él no le recibiría nada pero hallaría la manera de que aceptara.

Rápidamente se vistió y Odeth comenzó a peinar su cabello en una larga trenza. Fioret había quedado encantada con tal peinado y le había pedido que le enseñara para mostrarle a sus hermanitas como se hacía.

Tan pronto terminaron se dirigió al salón real, Daryuth le esperaba junto al trono. De lejos, se le notaba que estaba nervioso y Jing intentaba tranquilizarlo.

Pero a la vez podía sentir la determinación que siempre desbordaba cuando se proponía realizar algo y cumplirlo.

—Su alteza —llamó ella llegando a su lado.

—Señorita, bienvenida —dijo él sin despegar la mirada de sus ojos.

No dejaba de sorprenderle lo hermosa que se veía usando distintos tipos de ropa. El azul resaltaba su blanca piel y el oscuro color de su cabello, parecía una delicada flor pero él sabía la fuerza que aquélla chica poseía.

El fuerte ruido de una puerta abriéndose interrumpió su conversación haciendo que todos se colocaran serios de inmediato.

Kael apareció y a su lado, el segundo príncipe de Thevur estaba acompañado de los principales nobles del reino. Todos ellos poseían miradas llenas de prepotencia y a la vez de curiosidad, pero uno de ellos observaba al joven rey con entusiasmo.

Daryuth les observaba en silencio y ellos hacían lo mismo mientras analizaban el lugar con detenimiento en busca de las  imperfecciones que ellos creían que tendría el lugar.

—Bienvenidos al castillo, ahora procedamos con la reunión en el salón de juntas —habló el joven rey con seriedad.

Algunos nobles comenzaron a murmurar nimiedades en voz baja y segundos después  atravesaron la puerta hacia el lugar donde se efectuaban las conversaciones importantes sobre el reino.

El segundo príncipe observó por última vez a Daryuth antes de caminar y a la vez notó la presencia de Fioret, pero no le tomó mucha importancia al verle allí.

Levi siguió su camino pero ella al verlo fijamente recordó algo que no había notado el primer día del festival. Su rostro se parecía  al de una persona a la que había conocido tiempo atrás pero no podían ser los mismos, era algo imposible.

Dejó aquél pensamiento de lado y siguió su camino junto al joven rey. El ambiente estaba marcado por una fuerte tensión pero la pregunta era ¿Por qué les había citado?

Todos se sentaron en la gran mesa redonda y sus punzantes miradas no dejaban de observar a Daryuth a excepción del noble al que él había citado el día anterior.

Pues al parecer era el único de todos ellos que lo veía de otra forma, sus ojos estaban llenos de admiración y eso le daba algo de esperanza a Fioret sobre la reunión.

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