Capítulo XLII
Fioret corrió rápidamente hasta llegar al jardín, tras secar las lágrimas que se derramaban por sus mejillas comenzó a reflexionar sobre sus recientes actos. No tenía pensado golpear a aquélla mujer y mucho menos esperaba que ella fuese la bruja a quien había invitado al festival, sus pensamientos por unos segundos se corrompieron con la rabia desatando un enojo irracional.
Sí el joven rey no le hubiese detenido, estaba segura de que el daño sería mayor pero sabía bien que ésa mujer había intervenido con sus emociones y le enojaba recordar la manera en que podía jugar con el pensamiento de otras personas, ella podía desatar una guerra con sólo deformar el corazón mediante sentimientos negativos.
La bruja no hablaría y eso lo había dejado claro al manipularla e insitarla con odio para agredirla, para hacerla sentir frustrada pero sobre todo ver aquélla mirada dolorosa en los azules ojos de Daryuth.
Su preciado rey se veía bastante sorprendido pero más que todo notaba una pizca de decepción albergada en lo profundo de su amable alma.
Sí, estaba segura de que fue manipulada pero jamás se perdonaría el ser controlada por sus hirientes emociones. Se había dejado llevar por la rabia, pues escuchar esas crueles palabras desestabilizaban cada parte de ella, le dolía como si mil agujas perforaron una y otra vez su corazón.
—Señorita, ¡Por fin le alcanzo! — exclamó el joven rey sin aliento.
La mirada de Fioret se marcó por la tristeza y la vergüenza, no se sentía capaz de verlo a los ojos. A esos tormentosos ojos que le nublaban la razón y le hacían latir a gran velocidad su desamparado corazón.
—Su alteza, disculpeme. Lo siento tanto... por favor perdóneme —comentó ella mientras tapaba su rostro.
Daryuth la observó durante unos segundos y sin importarle nada más que proteger el fuerte corazón de su amada se acercó a ella para después envolverla con cuidado en sus brazos.
—Señorita, perdóneme usted a mí. Jamás debí decir algo así, es sólo que me hallaba sorprendido. Ya te has disculpado, por favor no llores —pronunció el joven rey con preocupación.
—Es mi culpa su alteza, la bruja vino por mi culpa —dijo ella con dolor.
El ceño de Daryuth se frunció extrañado nuevamente por sus palabras, sabía que Fioret ocultaba algo desde el día anterior pero no tenía idea de que estuviese relacionado con la mujer que maldijo a su madre y a él.
—¿A qué te refieres? —preguntó el joven rey con curiosidad.
—Quería hablar con ella para buscar un modo de romper la maldición —pronunció Fioret mientras observaba el suelo.
El corazón de Daryuth dolió por unos segundos y a la vez se llenó de una inmensa alegría, la manera en la que ella se preocupaba por él le hacía estremecer el alma con felicidad, le hacía amarla mucho más pero no deseaba verla infeliz a causa de sus problemas.
—Fioret—llamó él mientras acariciaba la mejilla de ella—. No debes preocuparte por mi maldición, ya no es importante. No deseo que la bruja la retire sino romperla por mi mismo, yo se que con mi esfuerzo las personas algún día me aceptarán y mientras te tenga a mi lado, mientras tu corazón lata como uno junto al mío no temeré, no deseo recuperar la mitad de mi rostro. Por primera vez en mi vida puedo decir que soy feliz así como estoy.
La mirada de Fioret se llenó de lágrimas, una sonrisa se asomó de sus labios y no pudo evitar abrazar con mayor fuerza al soberano de Thevur. Definitivamente no se había equivocado al enamorarse de aquél hombre, él tenía razón deseaba que aquélla maldición por la cual le odiaban desapareciera pero lo que más deseaba era verlo feliz y si ésto generaba todo lo contrario rompería la promesa que se había hecho a si misma.
—Gracias, su alteza —respondió ella con calidez.
—Hay algo que quiero escuchar desde hace tiempo, ¿Podrías llamarme por mi nombre? —interrogó el joven rey algo apenado por sus palabras.
Las mejillas de ella se sonrojaron por unos segundos, pues recordó que no había llamado por el nombre a su amado en voz alta ni una sola vez.
—Daryuth —balbuceó Fioret en su oído mientras el corazón se le oprimía.
Un escalofrío recorrió al joven rey provocando que sus latidos se aceleraran pues tan sólo unas palabras de ella eran suficientes para estremecer toda su alma.
—¿Si señorita? —preguntó él con una sonrisa.
—Daryuth —volvió a llamar ella mientras sonreía—. Te amo.
Sus almas habían conectado nuevamente mientras el joven rey tomaba impulso hacia el rostro de ella y depositaba un casto pero apasionado beso en sus labios. Unos minutos después Fioret comenzó a contarle sobre todo lo que había hecho junto a Levi y de las sospechas que tenía de la bruja manipulando las emociones de las personas, no sólo de ella sino también de los habitantes del reino.
—No esperaré nada de aquélla anciana mujer. Con mi determinación haré que las personas me reconozcan, así como los pequeños del orfanato — pronunció Daryuth mientras caminaban hacia el exterior.
Los espectadores del festival los observaban con el ceño fruncido, algo apenada Fioret visualizó a lo lejos a las mujeres que hace unos momentos acompañaban a la bruja y sin dudarlo se acercó a ellas para disculparse.
—Señoritas, lo siento tanto si las asusté —habló ella mirándolas fijamente.
Pero las mujeres sólo fruncieron el ceño repletas de enojo y con una actitud cortante la miraron de abajo hacia arriba.
—¿Quién eres? ¿Y con qué derecho nos hablas? No te conocemos ¿o sí? —preguntó una de ellas en voz alta casi a gritos.
Daryuth comprendió en ése momento los métodos que usaba la bruja y a paso rápido se acercó a Fioret respaldandola con una mirada seria, las mujeres nobles al verlo comenzaron a sudar frío y sin decir palabra alguna se alejaron de allí.
—¡Su alteza! —el grito de varios niños llamaron la atención de ambos.
Acompañados de la hermana, los pequeños se acercaban con sonrisas de oreja a oreja en sus rostros, el mayor de ellos llegó al lado de Daryuth y sin pensarlo se envolvió en su pierna con cariño.
—Señorita, la vimos correr a lo lejos. ¿Se siente mal?—preguntó la hermana algo preocupada acercándose a Fioret.
—Si, sólo tenía una sensación horrible en mí —respondió ella recordando la situación.
—Oh, entiendo. Cuando eso ataca a una mujer es mejor tener cuidado y no moverse mucho — comentó la hermana dejando a Fioret pensando sin tener idea a lo que se refería.
Levi junto a Trinity se acercaron a ellos poseídos por un aura infausta, tras sentarse a disfrutar del espectáculo musical el segundo príncipe recibió un pequeño regaño de parte del joven rey por mantener en secreto algo tan importante como lo eran sus planes de dialogar con la bruja.
El resto del día transcurrió con tranquilidad hasta caer la profunda y oscura noche. Los habitantes seguían observando con un poco de horror al joven rey mientras él reía junto a los pequeños del orfanato sin embargo ningun capitalino pronunció más palabras cubiertas por el odio o rencor.
Fioret recordó las crueles acciones de la bruja llenándose de determinación, ya no le pediría ayuda ni mucho menos trataría de hablar con ella pues entendía que sólo buscaba dañar a su preciado rey y eso no lo permitiría, su nueva promesa sería defenderlo del mal que amenazaba con robarle su felicidad.
Pd: Aquí les dejo otro fanart que me gustó uwu. Aunque Daryuth posee el cabello más largo y desordenado :3
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