Capítulo XIX
Una ola de alivio invadió a Fioret al observar que el joven rey se encontraba bien, los habitantes del reino permanecían llenos de temor sin despegar la mirada de lo que sucedía.
Daryuth veía con asombro la conocida silueta del segundo príncipe, éste sostenía con fuerza en su mano una larga espada y a varios metros se hallaba Caín quien al levantar la mirada comenzó a temblar.
—Su alteza —habló el noble con miedo.
Los ojos esmeralda de Levi le observaban con frialdad y a vez con desprecio, la rabia se había apoderado de él y no sólo por las acciones de quien había sido su seguidor sino también por las suyas.
En el fondo de su alma marcada por la agonía, aún se mantenían vivos aquéllos recuerdos. Los bellos pero también nostálgicos momentos que vivió en el castillo principal de Thevur.
—Caín, ¿Tienes una explicación para tus acciones? —preguntó Levi acercándose a él sin rechistar.
El noble tenía miedo, su cuerpo temblaba con cada paso que el príncipe daba pues no tenía una excusa verdadera sino la que él había creado en su cabeza. Tras la noche del festival, el segundo príncipe se había dado cuenta de todas las acciones que éste había llevado a cabo y como castigo fue expulsado de su corte noble. No toleraría el uso de aquellas malas acciones bajo su nombre.
Caín culpaba al joven rey, él no perdonaría a Daryuth y para tomar venganza, utilizaría su latente debilidad.
—Él es un monstruo señor, no entiendo porque me castiga —gritó el noble con desesperación.
Fioret se levantó algo adolorida y manteniendo el equilibrio, se acercó al joven rey quien aún parecía no procesar los recientes hechos.
—Su alteza, ¿Se encuentra bien? —preguntó ella desatando sus manos.
—Lo estoy, así que por favor no llores —dijo Daryuth limpiando unas cuantas lágrimas de su rostro.
Fioret pasó su manos por sus mejillas y se detuvo por un momento, no se había dado cuenta en que momento sus ojos se pusieron llorosos pero si del sentimiento que albergaba en su pecho.
Ella agradecía el hecho de que el joven rey estuviese bien pero a la vez estaba enojada.
—Discúlpeme por lo que diré alteza pero usted es un idiota —habló Fioret mientras golpeaba el pecho del joven rey.
Él se sintió como un pequeño niño siendo regañado por su madre durante esos segundos pero después al notar el leve temblor en su cuerpo, la envolvió entre sus brazos para calmar su llanto.
—Gracias por protegerme —pronunció el con agradecimiento en su oído.
Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras con nerviosismo sus latidos se aceleraba, una ola de vergüenza la invadió al darse cuenta de lo que sucedía.
Segundos después Daryuth se levantó ayudándola a ella a ponerse de pieal y con cuidado la guió hacia la multitud junto a Trinity.
—Alteza —habló su prima exigiéndole poder luchar.
—Protegela —dijo él alejándose sin decir más palabras.
Trinity suspiró en decepción pero él era su rey, y jamás haría algo como traicionar su confianza.
El joven rey se acercó al segundo príncipe quien apuntaba sin piedad al noble, Daryuth sabía muy bien que él no le haría nada pero ambos debían elegir un castigo para aquél hombre.
Sus acciones habían sobrepasado los límites de lo que su bondad podía perdonar, no dudaría en darle un castigo así eso indicara sacar una parte del monstruo que todos creían que era.
—Un ser despreciable es aquél cobarde que coloca sus manos sobre un niño indefenso, Caín —habló el segundo príncipe con furia.
—Levi —pronunció el joven rey posandose a su lado.
—Si me permites, yo elegiré su castigo —dijo él guardado su arma.
—Debemos decidirlo en el castillo —indicó Daryuth observando a su alrededor.
Todos los habitantes de la capital se mantenían observando, sus rostros estaban marcados por la confusión y el asombro. Ellos no podían dejar de recordar las acciones del rey, él había puesto sus vida en peligro a cambio de salvar a los pequeños.
Levi observó a su alrededor, él cerró sus ojos por un momento intentando tranquilizarse y tras soltar un suspiro, se dirigió en dirección al castillo.
—No creas que ésto lo estoy haciendo por ti —reprochó él alejándose.
Una sonrisa se asomó en el rostro del joven rey al ver la actitud poco honesta que mantenía su primo, después de todo él aún seguía siendo el mismo en su interior pero la realidad era que su familia lo estaba convirtiendo en alguien que tarde o temprano dejaría de conocer.
Y como rey de Thevur no podía dejar que ésto sucediese.
Trinity llamó a los guardias tras darles una dura reprimenda por no hacer su trabajo como les correspondía y a la vez les ayudó a poder atar al noble para después llevarlo a la prisión.
Fioret se aseguró que los niños del orfanato se encontraran bien y al sentirse mejor volvió al castillo, sabía que el joven rey se encontraba en éstos momentos hablando con el segundo príncipe pero el vago recuerdo de aquél cabello dorado portando una espada la hacían rememorar algo que desconocía.
Con ayuda nuevamente de la muleta, caminó hacia la cocina en busca de Odeth pero antes de llegar a ésta, las voces de la sala de reuniones la hicieron cambiar su rumbo.
—Caín ha cometido un terrible delito, lo mejor es la pena de muerte o mutilación por partes en zona publica —habló el segundo príncipe enojado.
Para él éste tipo de acciones eran imperdonables, no las dejaría pasar pues sin importar cuales fueran los planes de su padre quería proteger al reino.
—No quiero convertir a Thevur en un río de sangre, menos dar una muerte pública —refutó Daryuth.
Los recuerdos de las acciones que el antiguo rey una vez llevó a cabo le atormentaban, no quería que la paz del reino se viese invadida por el horror y la crueldad.
—¿Qué sugieres entonces? —preguntó Levi con seriedad.
Al segundo príncipe el estar ambos allí solos le provocaba incomodidad, no sabía como le tomaría a su padre la noticia de que había salvado a su primo cuando este quería deshacerse de él. Levi había jurado restaurar el honor de su familia frente a la tumba de su madre y de su pequeña hermana, no podía romper aquélla promesa pero sabía muy bien que jamás sería capaz de quebrantar la unión que había entre ellos dos.
—Será despojado de su apellido y de sus riquezas, además de que trabajará como un agricultor bajo vigilancia —habló el joven rey pensando.
Daryuth entendía bien a los nobles y aquél castigo destruiría a ese hombre, no sólo su orgullo sino también su moral pero él debía pagar por sus brutales acciones. No lo dejaría salir impune de ésta.
Fioret sonrió al escuchar el veredicto del joven rey, él era una persona digna de admirar pues los pensamientos de venganza no se adentraban en su amable corazón.
—Daryuth—llamó el segundo príncipe captando la atención del rey.
—Levi, deberíamos hablar. Tú sabes que aquí siempre habrá lugar para ti —comentó el joven rey algo desesperado.
—Cuídate de mi familia, no puedo traicionarlos. Lo siento, tal vez en otra vida podamos jugar con tranquilidad —pronunció el segundo príncipe con una triste sonrisa en su rostro.
Y así, Levi partió del castillo dejando los pensamientos del joven rey hechos un desastre pues la sola idea de ver que en el fondo su primo todavía existía le llenaba el alma de una latente esperanza pero a la vez de una inmensa duda.
—Señorita —pronunció el joven rey mirando hacia el suelo.
Tras salir de la habitación observó a Fioret con la cabeza apoyada entre sus rodillas, ella al verlo se levantó de golpe y sin pena clavó sus ojos sobre los de él.
Aquél profundo color azul lleno de tormentas la tranquilizaba pero a la vez era la causa de inexplicables emociones.
—Su alteza, prometame que no hará algo tan peligroso otra vez—habló ella preocupada.
—Señorita, no puedo prometer algo que no podré cumplir y tú estás en el mismo bando que yo así que somos igual de culpables.
Una risa escapó de Fioret al darse cuenta que ambos eran igual de necios y actuaban sin importarle las consecuencias pero también porque se alegraba de oir esa respuesta.
El rey de Thevur era el tipo de persona que defendía aquello que era importante para él sin temor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top