Capítulo XI
Un fuerte ruido lleno de alegría invadía el exterior del castillo, hoy se celebraría el segundo día del festival.
Las personas se encontraban animadas, pero a la vez se mantenían intrigadas, pues la aparición de aquélla joven y ver como el rey al que tanto temían la había protegido les dejó una pequeña espina en sus corazones.
Fioret observaba como los rayos del sol golpeaban la ventana, el recuerdo de la noche interior no abandonaba sus pensamientos. Tan sólo recordar la sonrisa del rey la hacía estremecer, pero también pensar en las crueles palabras de Caín le provocaban emociones negativas.
Aquél hombre no tenía piedad al hablar o actuar, para ella ese tipo de personas eran peor que una plaga.
—Fioret —llamó Odeth.
La líder de las criadas se asomó por la puerta regalándole una sonrisa a la joven, en el poco tiempo que llevaba en el castillo le había tomado aprecio por sus bellas acciones con el joven rey.
—Enseguida voy —respondió Fioret terminando de arreglarse el cabello.
Ella tomó las muletas y se acercó a la cocina, se había prometido a si misma ayudar en todo lo que le fuese posible así que le exigió a Odeth que la aceptara para cortar los vegetales y demás.
—¿Será que podrías contarme la verdadera historia del rey? —preguntó ella mirando fijamente a Odeth.
Su cabeza no dejaba de dar vueltas sobre la historia que los terribles nobles habían contado. Sabía que una parte de ella era cierta, pero deseaba escuchar la verdad y no aquéllas mentiras.
Odeth suspiró mientras mezclaba el contenido que preparaba en las ollas, ella dejo el cucharón a un lado y se dirigió hacia Fioret.
—Ya has escuchado la historia ¿verdad? —preguntó con una triste sonrisa.
—Quiero conocer la verdadera historia —comentó ella con firmeza.
Fioret estaba segura que, sin importar el contexto de ésta, el joven rey seguía siendo aquél amable hombre que la había ayudado sin esperar algo a cambio. La amabilidad que el poseía, merecía ser valorada por los habitantes de su reino y no despreciaba basándose en ese tipo de cosas.
—La reina fue visitada por una bruja durante su embarazo y a causa de ello, le implantaron una maldición. Una horrible marca que pasó al joven rey —habló Odeth con nostalgia, le dolía recordar aquellos desesperantes momentos.
Pero en el fondo, una profunda alegría y admiración por la soberana de Thevur le invadían. Pues la reina había hecho todo lo que estuvo en sus manos para criar a su hijo como una gran persona que valoraba lo que tenía.
—Gracias por contármelo —dijo la joven regalándole una sonrisa.
Tan pronto terminaron los preparativos de la comida, la líder de las criadas salió en busca de todos los habitantes del castillo.
—Señorita, lamento hacerla ocuparse de éstas cosas —dijo el joven rey asomándose a la cocina.
Ella sintió un pequeño susto al escuchar su voz tan de repente, por alguna razón se sentía avergonzada tras los sucesos de la noche anterior y su acción de recordarlos repetidamente.
—Debo ayudar en algo o me sentiré como una inútil —refunfuñó con determinación.
Daryuth sonrió al ver la expresión que poseía el rostro de la chica, ella tomó sus muletas y se levantó para acercarse a la cocina.
—Señorita, ¿le gustaría acompañarme a un lugar después de comer? —preguntó el joven rey.
Por unos momentos dudó de lo que su boca había pronunciado, pero a la vez no se arrepentía de ello. Quería enseñarle aquél lugar a ella, la voz de su corazón le indicaba el deseo de verla sonreír al observar el bello paisaje que tanto ansiaba ver.
Fioret sonrió, una ola de emoción se albergó en ella, pero a la vez un plan se formaba en su cabeza. Conocer al joven rey le había hecho cambiar su perspectiva sobre la realeza y los nobles.
Así como ella tenía la dicha de notar a tan maravillosa persona, deseaba que otros tuvieran la oportunidad de reconocer al rey que tenían protegiendo su reino.
—Es un honor para mí, aceptar tal invitación —respondió Fioret haciendo una corta reverencia.
Daryuth sonrió internamente, se sentía alegre como un pequeño niño tras ser invitado por primera vez a una fiesta. Aunque para él quien nunca había sido tomado en cuenta para ellas, era algo que merecía una gran celebración.
—Oh, su alteza. Espero que vengas a comer hoy —advirtió Odeth entrando en el lugar.
Una escrupulosa risa se escapó de Fioret mientras observaba como aquélla buena mujer arrastraba al joven rey hasta el comedor.
Todos se dispusieron a comer, el ambiente estaba marcado por el silencio, pero éste era cómodo y tranquilo.
Kael observaba fijamente a la invitada del castillo y al joven rey, ambos intercambiaban miradas pese a estar el uno frente al otro. Era la primera vez que veía a su alteza interesado por otra persona, él se había encerrado en sí mismo al igual que el castillo.
Pero había una cosa que no había cambiado en él a pesar de ésto: su amabilidad, Daryuth poseía la naturaleza de la reina y le agradecía a ella por haberle entregado su amor sin dudar.
El antiguo rey no había sido capaz de ésto, le apenaba ver a su hijo y no tener la valentía de ofrecerle el cariño que merecía. Lo apartó de los demás e incluso de sí mismo, pero aquello sólo hirió al pequeño príncipe quien esperaba el amor de su padre.
—Jing, ¿Podrías alistar el carruaje? —preguntó el joven rey observando al mayordomo.
El noble con sorpresa se estremeció en su asiento, la sola idea de que él propusiera salir por sí mismo era algo que pensó imposible.
—Su alteza, el festival no ha terminado y es mejor que tengas cuidado— señaló Kael.
—Estaré bien, no debes preocuparte —dijo Daryuth levantándose de la mesa.
—Éso sólo hace que me preocupe más —dijo el noble suspirando.
Una sonrisa se escapó en el rostro del joven rey mientras caminaba, tan pronto se acercó a la puerta se detuvo.
—Señorita, la espero en la entrada —comentó él abandonando el lugar.
Fioret se quedó como una piedra en su asiento, él le había invitado a visitar un lugar pero jamás pensó que éste se encontrara en el exterior.
¿A dónde la llevaría?
Se preguntaba a si misma mientras caminaba con emoción hacia su habitación.
Pero ésto le convenía mucho puesto que su plan era lograr que el reino de Thevur se interesara por el joven rey y llegaran a apreciarlo tal como ella lo hacía.
Si, se había dado cuenta de algo que no había notado hasta ahora. Ella le apreciaba y mucho más de lo que sus palabras podían llegar a transmitir.
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