ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 20 ༒ 𝔏𝔞 𝔳𝔦𝔢𝔧𝔞 𝔤𝔯𝔞𝔫𝔧𝔞
Me despierta un rico olor. Abro los pesados párpados poco a poco ¿dónde estoy? Esto no es mi habitación.
En cuanto veo la pizarra escrita y el viejo diario sobre la mesa mi mente se enciende de nuevo. Me quedé dormida leyendolo y Ulysses me ha echado una manta por encima. Miro hacia la cocina abierta al salón tan solo separadas por una isla y veo a mi profesor de latin preparando el desayuno. Huele a café y a algo dulce.
Me levanto y me acerco restregandome los ojos.
-Buenos días.
-¡Buenos días! Te has despertado justo a tiempo, ya están las tortitas, sientate.
Antes de sentarme en la isla cojo mi móvil de la pequeña mochila y al pulsar el botón me alivia saber que ya funciona.
-Los móviles ya se encienden -digo al sentarme y ver cómo me sirve el desayuno.
-Sí, tus padres te llamaron pero no lo cogí por si pensaban algo raro al ver que yo respondía.
Los llamo mientras como y le indico a Ulysses que no me heche leche, sino café solo. El café negro me ayuda a despejarme.
-Hola mamá... sí, me quedé a dormir con Sam... ¿me puedo quedar hasta esta tarde con ella?...gracias mamá...sí, dile que no se preocupe, que no os llamé porque se me olvidó, lo siento....sí -ruedo los ojos-culpa mia... bueno, adiós.
-¡Cómo han cambiado los tiempos! A mi se me olvidaba decirle a mis padres que pasaba la noche con un amigo y llamaban hasta al FBI para encontrarme-rie Ulysses.
-Mi padre lo haría -rio un poco- pero no está en casa, está en la ciudad desde ayer para firmar sus libros, mi madre en cambio no se preocupa mucho en dónde estoy ni con quien.
-Confía más en ti.
-No, es que simplemente no le importo- sigo comiendo.
Parece que el comentario lo ha descolodado un poco y no dice nada más.
Termino y le pregunto dónde está el baño.
-Al final del pasillo a la izquierda,hay toallas en el armarito azul-me indica mientras recoje los platos.
Me doy una rápida ducha y me vuelvo a poner la misma ropa de ayer, camiseta azul y vaqueros cortos, me peino y me recojo el mojado pelo en una trenza.
Saco de mi mochilita el frasco de perfume que siempre llevo y me lo hecho. Al guardarlo mis dedos tocan la rugosa superficie del libro rojo del fondo del estanque. Me lo llevé para la casa de Sam para que me ayudara a encontrarle una explicación, una de las principales cosas que nos unió fue nuestra pasión por los misterios asi que pensé que sabría en qué idioma está escrito. Pero no averiguamos nada.
Saco el mediano libro y lo abro. Paso las páginas con suavidad y mis ojos siempre se centran en el mismo dibujo, cada vez que lo hojeo siempre me centro en él.
Es un bello ángel besando de forma pasional a la mujer de ondulado cabello de las primeras páginas. Samantha me dijo que podría ser una representación del demonio de la lujuria, Asmodeo, que se llama como mi gatito negro.
Pienso si enseñarselo a Ulysses, pero justo está llamando a la puerta y lo guardo en la mochila.
-Lilith cuando salgas me gustaria hablarte de una cosa.
-Claro, en seguida salgo.
Siento sus pasos alejandose y me miro al espejo, noto que he cambiado desde que empezó el año. Antes mi rostro era un poco más redondeado, más infantil, parecía una hadita del bosque y poco a poco me estoy convirtiendo en una elfa del Señor de los Anillos. Tengo la barbilla algo más afilada, menos mofletes y los pómulos altos, la expresión más madura y mi cuerpo se está desarrollando descubriendo el cuerpo de una ya mujer. El cabello se me está aclarando, siempre lo tuve color miel pero desde hace unos meses se está volviendo más rubio. Ya casi mido lo mismo que Samantha, cosa que me alegra porque no quería ser bajita toda mi vida, dentro de cinco meses cumpliré los dieciocho, ya era hora de medir lo mismo que una chica de esa edad.
Un movimiento detrás de mí me hace desviar la atención de mis ojos verdes a otros ojos que me miran desde la ducha. Trago saliva y aprieto la mandíbula. Tras la cortina de la ducha veo la mitad del cuerpo de Lilith Colman mirandome fijamente.
-¿Qué quieres de mí? -pregunto recelosa.
No me responde. Me giro rapidamente pero ya no está, corro la cortina de un tirón pero la ducha está vacia. Miro de nuevo al espejo pero solo veo mi reflejo. Me hecho la mochila al hombro y salgo del baño.
Ulysses está guardando en su maletín el diario de ella y unos papeles.
-Hola -intento aparentar normalidad.
-Lilith, anoche encontré una vieja granja alejada de Frenswins que está cerca de un pequeño lago. Pensaba ir ahora a verlo, te vas a venir ¿verdad?
-Claro-asiento decidida.
Si la he visto en el baño es porque hoy encontraremos algo sobre ella.
-Estupendo-sonrie- pues si has cogido todas tus cosas podemos irnos ahora mismo.
-Antes.. ¿podemos recojer a alguien de camino?
La carretera que va hacia Frenswins siempre está casi desierta. La mañana es fresca y el sol no molesta mucho, hay nubes que lo cubren durante unos segundos.
Ulysses conduce, yo de copiloto y Samantha en los asientos traseros.
Tenía que traerla, ella sabe todo lo que me está pasando y lo que intentamos descubrir. Sabe más de espiritismo que yo asi que nos servirá de mucho, se ha traido en su mochila negra sus "juguetitos".
Y además, me siento segura a su lado.
Sam está en silencio todo el camino porque está ocupada leyendo el diario de Lilith Colman, asi que sólo yo y Ulysses hablamos.
-Una vez que encontremos el lugar ¿qué hacemos?
-Sam me ha dicho que hay que purificar ese sitio para que su alma no vague más y hacerle una especie de funeral, a veces los fantasmas aparecen porque no fueron enterrados como debían.
-Espero que vosotras sepais hacer eso porque yo no tengo ni idea.
-nosotras nos encargamos -sonrio un poco. Con Sam a mi lado siento que puedo hacerlo todo.
-Me siento como unos de los Cazafantasmas-rie nervioso.
-Me pido Peter Venkman -suena Sam desde detrás. Ruedo los ojos y rio.
Acabamos de salir de Bermore, rumbo a Frenswins. Mantenemos una animada conversación sobre películas clásicas de ciencia ficción que nos ayuda a sobrellevar la idea de lo que venimos a hacer.
Pasan unos 45 minutos y llegamos a las afueras de Frenswins, aqui tenemos que dejar el coche porque la granja abandonada está dentro del bosque.
Aparca varios metros antes de llegar a la zona donde está el bloque destruido de sus tios y nos apeamos. Ahora toca andar. Menos mal que Samantha me ha prestado unos botines, porque no podía andar con los sencillos zapatos que llevaba ayer.
Al pasar delante de las ruinas del edificio no puedo evitar pensar en ella. Tiene que ser muy duro y doloroso ser un espíritu que no puede descansar en paz y tener que pedir ayuda a gente que no conoce para poder liberarse.
Nos adentramos en el bosque, a pesar de ser mediodía las espesas copas de los árboles no dejan pasar la luz, haciendolo más lúgubre y sombrío.
Caminamos largo rato siguiendo el mapa que se ha imprimido Ulysses esta mañana, Sam tiene en la mano un pequeño aparato que nos ha dicho que es para detectar campos magnéticos.
Media hora después llegamos a la granja, es alta, en algún tiempo fue roja pero ahora es una mezcla entre rosa desgastado y verde de moho en algunas partes, al lado hay una casa de dos plantas sencilla con el techo hundido en la parte izquierda y las ventanas rotas.
Al acercarnos a la casa vemos que en las escaleras del ruinoso porche hay una muñeca de trapo gastada y juraria que hasta pegada al escalón. Ulysses se agacha a cogerla pero está tan vieja que el bracito se le desprende del cuerpo.
-Ups-dice y vuelve a dejar la extremidad de tela sobre la muñeca.
Entramos en la casa sin ningun problema ya que la puerta está medio caida. El interior está conquistado por la mala hierba, telarañas y un enorme árbol ha crecido justo en medio, que es el causante de que el techo se hundiera a un lado.
-Como el mito de Ulysses-dice mi profesor de latin.
-Construir la casa en torno al árbol -digo acariciando la rugosa corteza.
-El campo magnetico aquí está muy activo.
-Esta es seguro la casa de Lilith Colman-en cuanto pronuncio su nombre en la planta de arriba se oye un golpe.
-Ella está aqui-dice Sam y sube con cuidado las escaleras. La seguimos, esta zona de la casa está más maltratada, el árbol al hundir el techo ha dejado una buena parte descubierta y sin duda la lluvia, el calor y el viento se han encargado de deteriorarlo todo.
Andamos por el pasillo que tiene techo y parece estar mejor hasta que Samantha para delante de una puerta.
-Aquí los niveles de disparan, esta debe ser la habitación de ella.
Ulysses abre lentamente el pomo oxidado, el dormitorio a pesar de llevar cien años abandonado está todo lo bien conservado que puede estar. Una gran ventana deja entrar el sol alegrando la estancia, la cama sin colchon a un lado, un sencillo escritorio, un ropero sin puertas con ropa apolillada dentro, las paredes que antes fueron rosas ahora son blancas con alguna grieta. Sam y yo entramos , ella camina en círculos mirando el aparatito y yo hojeo lo que hay en las estanterias al lado de su escritorio, pero no hay mucho que ver ya que todo está casi desintegrado.
Sobre su escritorio hay una foto con una espesa capa de polvo, la limpio con los dedos y los ojos de Lilith Colman me miran alegres, la foto está en blanco y negro, ella tiene el pelo ondulado sobre los hombros y una diadema con un lazo en la cabeza. Se la ve feliz, ese día tuvo que estar muy contenta. En su diario leímos que llevaba una despreocupada vida de chica adolescente, tenía un chico que le gustaba, una mejor amiga con la que contar secretos, clases de piano... y no se podía imaginar ni en mil años que moriría a manos de una secta satánica.
Me guardo la foto en la mochila. Ulysses tiene en las manos un folio mohoso.
-¿Qué es eso? -me acerco.
-Tú escribiste esto también ¿cierto?-me enseña el papel.
"20,120,220,320,420,520,620,720,820,920,1020,1120,1220,1320,1420,1520,1620,1720,1820,1920,2020"
-Sí, también escribí eso. Tuve un sueño en el que estos números aparecian escritos en un folio. Y cuando me desperté, no sé porqué pero tenía ganas de escribirlos.
-Osea, más señales.
-Chicos, mirad -Sam nos señala algo atraves de la ventana y nos acercamos. Lilith Colman está entre los árboles, observandonos.
-quiere que vayamos -digo -ya es hora de dejarla descansar.
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