PARTE III

PARTE III

La noche siguiente llegó y la casa de Josie se volvió una algarabía, en una celebración que aparte de festejar la Navidad también era en sí una fiesta de graduación. Toda la escuela por ello, estuvo invitada y por ende los señores Pye permitieron que como buena anfitriona, ella misma se encargara de dirigirla. Una forma que consideraron contribuía para enseñarle responsabilidad en la vida. Con aquello los jóvenes invitados se sintieron en libertad de ser ellos mismos desde el primer momento.

Por otra parte, Diana pasó a recogerla a Anne con su cochero, tal como acordaran, y en el camino tuvieron suficiente tiempo para platicar más sobre Gilbert, a quien a esas alturas debían estarle ardiendo las orejas por a la recurrente mención de su nombre. Con todo, dicha conversa sirvió para ayudarle a Anne a calmar un poco sus nervios, los mismos que casi no le habían dejado dormir la noche anterior al pensar y repensar sobre su situación, tanto que en las pocas horas que consiguió conciliar el sueño él se le apareció para colmo como flamante protagonista.

-Anne, tan solo tranquilízate y recuerda: "No debes dejarle saber a un hombre por nada del mundo el nerviosismo que te causa". Se lo escuché decir a Tía Josephine alguna vez- la chica pelinegra le compartió a manera de consejo una vez que descendieron del carruaje para encaminarse a la casa del festejo.

-Muchas gracias Diana, lo tendré en cuenta- Anne expresó apreciando su ayuda y suspirando se recargó de valentía para soltarse de su brazo, lista para entrar.

El ambiente con toda la decoración y música propia de la temporada era maravilloso, y ellas como dos muñequitas navideñas, una de vestido rojo a juego con su cabellera y la otra de verde; pudieron apreciarlo a simple vista aún antes de cruzar la puerta... Solo que en el umbral de ésta, un camarero apurado que iba de salida casi arruinó toda la magia al chocarse sin querer con Diana.

-¡Epa, tenga más cuidado, por favor!- Anne protestó, más al punto lo reconoció asombrada, admitiendo en su interior lo bien que le quedaba un uniforme de etiqueta -¡Jerry!- exclamó y entonces volvió los ojos a su amiga para ver su reacción, quien pareció pasar en un instante de la palidez por la impresión de encontrárselo a ponerse roja como tomate.

-Jerry... ¿Qué estás haciendo aquí?- le preguntó así de modo hermético y con los ojos abiertos de la estupefacción como platos

-Ann..., Diagna...- él también apenas pudo pronunciarse en un primer momento de la sorpresa, más enseguida les explicó –Egstoy aguí pogque me contragtagon jungto a mis hegmanos paga ayudag hoy-

-Ya veo- Diana sin quitarle la vista de encima, turbada, susurró.

Anne por lo tanto consideró que era tiempo de retirarse para dejarle espacio a ambos puesto que tenían mucho también de qué hablar.

-Bueno, esperando de corazón que puedan arreglar sus diferencias porque los quiero mucho a los dos, los dejo para que conversen tranquilos- les confesó así palmeándoles las espaldas a ambos, deseándoles buena suerte y acto seguido pidió permiso y se alejó.

Lo último que alcanzó a oírles antes de que se lo impidiera la polca que en esos momentos tocada por un pianista profesional comenzó a sonar, fue que el muchacho francés le explicaba a su mejor amiga que antes de que tropezaran iba de camino a esperar un pedido de dulces que les llevarían desde la cafetería del pueblo, y le invitaba por ello a que lo acompañara, ofreciéndose a conseguirle varios ni bien el encargado llegara.

Anne solo sonrió mientras se alejaba, sabiendo que eran incorregibles pero al final de cuentas el uno para el otro, aun por encima de cualquier diferencia o posición social. Pensando aquello dio con la mesa de los bocaditos, donde se entretuvo por su cuenta unos minutos en vista de que no había restricciones para servírselos, hasta que alguien del grupo de los chicos de la escuela, que estaba reunido cerca, alrededor de una mesa de billar, pareció notarla; con lo que la pequeña congregación que conformaban no tardó en abrirse, para salir de allí Gilbert Blythe.

Lucía realmente apuesto, con un elegante frac que le hacía ver un poco mayor, ya como un joven caballero. Anne maravillada no pudo dejar de notarlo. Algo que le fascinó y a la vez le enterneció. Pero lo mejor fue que al verla caminó de inmediato hacia ella, sin importarle dejar el juego en que estaba participando a medio talle así como tampoco las protestas de sus compañeros... Solo por estar a su lado... y percatarse de ello le resultó increíble.

-Gilbert- pronunció su nombre embelesada, a manera de saludo

-Anne...- expresó él por su parte sin dejar de contemplarla de una forma muy dulce –Estás preciosa- le halagó además observando su hermoso vestido de mangas elevadas (diseño que Marilla le confeccionara de regalo a sabiendas de cuánto esa moda le gustaba); derritiéndole con eso aún más el corazón.

-Gracias, tú también te ves espectacular...- ella respondió sintiendo que se quedaba sin palabras de nuevo, como le ocurría muy pocas veces. Debido a ello, en su preocupación porque no durara tanto el silencio cargado de emociones que apareciera de vuelta súbitamente entre los dos, se apresuró en sacar a la luz por sí misma el tema que les había quedado pendiente a la salida de la escuela –...Y entonces... ¿querías hablar conmigo sobre algo?...- luego, por supuesto, se arrepintió de su osadía y de ser siempre tan impulsiva, avezada e imprudente.

A Gilbert, sin embargo, no le importó nada de eso y tampoco le desagradó que fuese de lleno al asunto; al contrario, con una sonrisa conforme le ofreció el brazo para que los dos pudiesen apartarse de la multitud e ir a conversar tranquilos al sofá.

Mas ni bien alcanzaron a sentarse, una risa burlona resonó detrás de ellos. Era Billy, quien no desaprovechó la oportunidad de verlos juntos para acercarse a molestarlos.

-¡Vaya, vaya!, pero miren nomás lo que tenemos aquí. ¡Si es la nueva parejita!- proclamó a viva voz, incomodándolos y haciendo que a Anne se le subieran los colores al rostro –Al parecer lo suyo sí va en serio- y con infamia agregó después de atraer la atención de todos como había sido desde el principio su propósito –Pero saben, hay algo que no me cierra...Tú Gilbert, ¿no estabas ya por dar el gran paso hacia el grupo de los serios, resolviendo los últimos detalles para tu compromiso? ¿Qué pasó con la guapa rubia de ciudad? ¡Ya dinos!- increpó al final para terminar de fastidiar

La alusión de Winifred fue un claro intento de hacer sentir mal a Anne y para Gilbert que estaba conteniendo a esas alturas la rabia, no pasó desapercibido.

-...O no, ¡ya sé!, ¡quieres pegarte el último polvo con Anne antes de colocarte la soga al cuello con el matrimonio!- riéndose a forma de burla el rubio para rematar agregó, lo que provocó un gran "¡¡¡Oh!!!" por parte de todos los concentrados alrededor, y fue además la gota que derramó el vaso, que hizo que Gilbert enfurecido se levantara a encararlo.

­-¡De acuerdo, ya fue suficiente! ¡¿Qué te interesan a ti mis asuntos y por qué quieres hacer sentir siempre mal a Anne?!- tomándolo por la solapa de su traje sin miramientos entonces le increpó, y aparte le advirtió –No voy a permitir que nos vuelvas a faltar el respeto a ella y a mí-

Y las cosas ya iban a pasar a mayores de no ser por la organizadora de la fiesta que al oír sobre el problema alcanzó a intervenir, no queriendo que nada ni nadie arruinara su velada especial.

-¡Un momento chicos, nada de peleas aquí!- medió -Además es Navidad, se supone que debemos mantener la paz y la unidad- les hizo ver y luego cruzándose de brazos y llevándose un dedo a la barbilla en una expresión sabionda, exclamó -¡Ya lo tengo!, si hay dudas amorosas, eso se resuelve de manera sencilla- con lo que presa de un repentino entusiasmo, a sabiendas de que siendo sus invitados no podrían negarse a las actividades que se les designara por cortesía; les tomó de las muñecas a Anne y a Gilbert frente a la expectativa de todos, para conducirlos de inmediato a un rincón de la sala donde había un gran armario que ella misma se encargó de abrir.

-Muy bien, entonces la penitencia para ustedes dos por "revoltosos" será...- y al llamarles así de broma les hizo un guiño a los demás presentes con complicidad -¡Siete minutos en el cielo!- abriendo los brazos con alegría, decretó

-¿Qué?-/-¿Qué es eso?-

Anne y Gilbert que efectivamente le habían seguido la corriente solo por amabilidad, extrañados requirieron saber al unísono, mas Josie en lugar de explicarles aprovechó su mutuo desconcierto para halarles enseguida de las manos hacia el interior del guardarropa, y para sorpresa de ellos, se vieron empujados también por Tillie y el resto de las chicas, quienes brindando apoyo a la anfitriona parecían muy contentas así mismo con la cuestión.

-Listo, tienen siete minutos en privilegiada privacidad para arreglar sus cosas. ¡Disfrútenlo!- muy amenamente después de conseguir encerrarlos, Josie Pye les indicó desde afuera sin complicarse y sus palabras fueron precedidas por un montón de risillas pícaras.

De tal manera, el castaño muchacho y la chica pelirroja sin poder hacer nada, se vieron de repente forzados a interactuar de un modo que no lo esperaban, en un lugar oscuro y no muy amplio que les obligaba a estar muy cerca el uno del otro.

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Continuará...

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