XXI: El rescate.
1
—Lo descubriste, ¿verdad? —preguntó Estefanía.
—Sí.
El rostro de Katherine denotaba sorpresa cuando Estefanía apareció por detrás de ella, pero esa sorpresa poco a poco se transformó en vergüenza y desesperación, la curiosidad había quizás matado al gato. Katherine sentía escalofríos, ¿acaso su amiga se habrá molestado?
—¡Al fin no tendré que esconder esto contigo! —exclamó Estefanía.
—¿No te molesta? —preguntó Katherine con curiosidad.
—¡Para nada!
—¿Y por qué me lo escondías? —preguntó.
—Bueno... —dijo Estefanía —. Es que, no quería que nadie supiese mi verdadera identidad. —agregó. Para Katherine, una cosa llevaba a algo peor, ella era su mejor amiga, ¿por qué ocultaría eso?, podía ser que Estefanía no confiaba en ella del todo, o confiara más en las nuevas amigas que ambas hicieron. En ese momento, Estefanía le abrazó.
—Tranquila, yo confío que no le dirás a nadie, y te lo confiaré a tí.
Después de ese momento, Katherine se ofreció a ayudar a Estefanía con el asunto de Evelyn, aunque le parecía algo que aún no podía asimilar, Su mejor amiga era su ídolo de toda la vida.
—Juntas mantendremos el secreto, y juntas haremos de este sueño una realidad. —dijo Estefanía. Estefanía solía tener habilidades innatas de escritora, y era algo que le gustaba, aún más le gustaba el romance y los finales felices, contrastando con la cruel realidad que la esperaba ahí fuera.
«Evelyn, una ídolo adolescente que está haciendo furor en los colegios» Dijo un noticiero local, gran parte del pueblo las conocía como Evelyn, sin embargo, nadie sabía nada sobre las chicas que estaban detrás de todo eso.
2
Durante su regreso a casa, Katherine pasó por la misma calle en la que vive Samila, a lo que comenzó a recorrerla, a ver si encontraba la vivienda de esta. Los números de las casas iban aumentando a medida que esta caminaba por ahí, sin embargo, aún faltaba para llegar a su casa, unas cuadras quizás.
Luego de cruzar un par de calles logró ubicar la vivienda, en el jardín de esta se encontraba una señora podando el pasto, al parecer era la señora Suarez, la madre de Samila.
—Hola señora Suarez.
La mujer se dió la vuelta hasta que la línea recta que formaría de sus ojos se fijó en Katy.
—No me digas señora por favor. —contestó la mujer.
—Lo siento.
—Mi nombre es Erica, tesoro.
Katherine se sonrojó, sentía un poco de pena por la situación, sin embargo, prosiguió.
—Está bien, Erica. ¿Cómo se encuentra Samila?
—Bueno, es que aún no sabemos dónde está.
Katherine tuvo una sensación de sorpresa y al rato dijo con algo de preocupación.
—¿A-Acaso me dice que desapareció?
—Sí, quisiera poder encontrarla.
Katherine llevó aquella sorpresa a su casa, pues, al día siguiente tenía que avisarles a sus amigas, pero, no sabía cómo hacerlo para que no se desesperen...
Para Katherine las noches solían ser bastante aterradoras, siempre solía revisar si había alguien a escondidas por el cuarto, incluso en el techo, sin embargo no había ningún extraño dentro de la casa, sino más bien, ella comenzó a sentir una presencia fuera, alguien la observaba de fuera, a lo que lo único que se le ocurrió hacer es cerrar su ventana e ir a dormir. El proceso fue difícil, pues, no sabía si al dormirse en cualquier momento podía entrar algo y hacerle daño, o si simplemente aparecería aquel ser de la feria, el cual por alguna razón se la ensañó con ellas. Para todas las chicas, el proceso de dormir se hacía tedioso sabiendo que aquello podía ocurrir, y sus despertares nocturnos les hacía cansarse más durante el día. Sentían que pronto enloquecerían.
Al día siguiente, Katherine se encontró con sus amigas en el colegio, preparada a dar la noticia.
—Oye, tengo algo que decirte... —dijo Katherine.
—¿Qué pasa Katy? —dijo Estefanía
—Samila no está enferma, si no que desapareció. —repuso Katherine
—¿Cómo es eso? —preguntó Estefanía mientras su rostro se volvía uno sorprendido.
Katherine dio un suspiro mientras se intentaba explicar.
—Ayer fui al hogar de Samila, me encontré con su madre y me dijo que hace días que no aparece.
—Pero, ella nos envió un mensaje que decía que había enfermado.
—Tal vez se escapó, y no quiso que sepamos.
Estefanía se acercó a Katherine, parecía decidida, tenía algo en mente.
—Sería raro que Samila decida hacer eso, yo creo que la secuestraron.
A Katherine no le quedaron palabras en la boca, esa deducción era excelente, su amiga mostró una gran inteligencia, sin embargo, Katherine temía que aunque se esfuercen mucho, no poder encontrarla. Sin embargo, Estefanía se veía decidida, era de ese tipo de personas valientes y optimistas, las cuales en una situación similar buscarían ellas mismas a los responsables. Katherine sin embargo, seguía algo dudosa, ¿Quién secuestraría a Samila?, ¿Qué motivos tendría?
—Pero, ¿por qué alguien la secuestraría?
—Tal vez, pueda ser aquella figura enmascarada.
—Pero, si fue la figura, ¿qué le diremos a la policía?, ¿Qué un ser sobrenatural secuestró a nuestra amiga?
Estefanía puso una mano en el hombro de Katherine.
—La buscaremos por nuestra cuenta.
Tal cual, ese tipo de persona, Estefanía cuando se proponía algo nunca se rendía hasta conseguirlo.
3
Estefanía inmediatamente invocó al grupo del salón para darle la noticia, sin embargo, tenían que realizar un plan para recuperar a Samila, que quien sabía dónde se encontraba, y todo el grupo accedió a reunirse al día siguiente en la casa de Estefanía.
Esa tarde, sin embargo, Jacqueline se encontraba en el salón, cuando la profesora Mina la llama.
—Jacqueline.
—¿Sí?
Jacqueline se dirigió a la puerta del salón donde estaba Mina.
—Sé dónde está Samila, sé lo ocurrido en la feria, y lo de la entidad que les sigue. —susurró Mina. —Llama a tus amigas a que vengan a mi casa para planear todo, yo ayudaré a rescatarla.
Jacqueline asintió y regresó a su silla.
Jacqueline se encontraba sentada, luego de haberle dicho a las chicas lo de Mina, pero, ¿cómo confiarían en ella?, al parecer no quedaba otra más que hacerle caso.
4
Jacqueline se encontraba caminando, saltaba de acera y calle, hasta llegar a una casa con un diseño agradable. Al parecer sus amigas se le habían adelantado.
—¡Jacqueline!, te tardaste un poco. —dijo Estefanía.
—Bueno, es que tuve que cuidar a mi hermanita. —replicó Jacqueline.
Estefanía se acercó a Jacqueline lentamente.
—Te entiendo. —dijo Estefanía.
Katherine comenzó a impacientarse y a moverse de un lado a otros, esperando a tocar el timbre.
—Si están todas podremos entrar ya, ¿no? —Dijo Katherine
—¡Por supuesto! —Exclamó Estefanía.
«Ding Dong»
La puerta se abrió al rato, se encontraba Mina con un vestido totalmente elegante, derrochaba pulcritud y majestuosidad.
—Chicas, pasen.
Las chicas entraron a la casa de Mina, por dentro el lugar era muy similar a un palacio, los suelos eran de un color blanco, mientras que se podían ver escaleras, candelabros, y mesas cubiertas con manteles blancos en la zona del comedor. Las niñas alzaron la cabeza para deslumbrarse con la imagen de los candelabros, mientras Mina cruzaba el salón, hasta llegar al comedor.
—Niñas, pasen, hablaremos mientras cenamos...
5
Mina se encontraba con los platos de manjares en sus manos, deslizándolos sobre la mesa para que las chicas comiencen a disfrutarlo. En medio de la cena no se hizo esperar una charla, donde comenzaron a hablar sobre el tema en cuestión.
—Chicas , les explicaré el tema de Samila, pues, soy parte de un grupo llamado "La sociedad de la verdad", donde investigamos lo que compone el alma, y entre nuestras investigaciones se encuentra el fenómeno de "La feria". —Dijo Mina.
—¿Y por qué tienen a Samila?
—Ella tiene información importante, es una de las pocas sobrevivientes que conservan su alma, y aun así están corruptas.
—¿Y qué planeas que hagamos?
—Bueno, mi idea es que yo liberase a Samila y ustedes la escoltan por los conductos hasta salir del lugar.
Las chicas se miraron entre ellas y asintieron, los días restantes continuaron yendo por la noche a la casa de Mina con la intención de planificarlo todo, así hasta que llegue el momento.
6
Las chicas se encontraron en la puerta de una fundación, la cual supuestamente tenía en ocultas a Samila, sin embargo, Mina les dio la clara orden de no moverse de ahí hasta que ella les diga, y ahí liberar a Samila, a menos que sea totalmente necesario moverse. Las chicas se sintieron algo aterradas, parecía algo riesgoso hacer eso, pero debían de rescatar a Samila.
Mina entró al lugar, y caminó por el pasillo principia, siguió los conductos hasta unas escaleras, y la primera parada era en una habitación del primer piso.
—Este lugar es totalmente seguro, vayan hasta el primer piso. —dijo Mina a un Walkie Talkie.
Las chicas fueron por el conducto, pero se encontraron caminos diferentes, a lo que tuvieron que pensar.
—¿Ahora?—dijo Katherine.
Estefanía sacó el Walkie Talkie y se dirigió a Mina.
—Hay dos caminos, ¿por dónde pasamos?
Mina no tardó en responder.
—Dividanse.
Las chicas obedecieron, pero al rato de dividirse, ambos grupos cayeron en lugares diferentes del edificio. Celina junto a Helen cayeron en un lugar lleno de peluches, para suerte de ambas no en el suelo precisamente. Katherine y Estefanía cayeron en un lugar oscuro, y Jacqueline en lo que parecía ser un lugar lleno de desechos biológicos; los Walkie Talkies de las chicas se dañaron.
Estefanía no dudó en sostener a Katherine de la mano, así esta se calmaba, ya que le temía a la oscuridad.
—Tranquila Katy. —Le susurró.
Katy caminó junto a Estefanía hasta la puerta del lugar.
—¿Ves?, no fue para tanto.
Estefanía abrió la puerta y tras esta había un pasillo que entrelazaba con otro, Katherine comenzó a sentir más miedo al pensar que se habían perdido y no quería demostrarlo, pero sus temblorosas manos la delataban.
Jacqueline se encontraba en otra habitación, parecía algo sucia, lo que a Jacqueline le desagradaba mucho, pero nada fue tanto, cómo ver lo que había por delante, un cadáver humano... Jacqueline corrió fuera del salón ese, y cruzó unos pasillos hasta detenerse, al parecer estaba algo lejos, pero por esa zona se lograban oír pasos...
Helen y Celina simplemente salieron de la habitación, pero, tras ellas había algo, un ser raro y humanoide había salido de entre los peluches, era alto, delgado y todo su cuerpo era negro a excepción de su cara. Sus ojos eran dos cuencas, y no tenía nariz ni boca. Ellas al presenciar eso con mucho horror, cerraron de un golpe la puerta...
7
Jacqueline dejó de oír los pasos, y de pronto sintió una mano que le tocaba el hombro, a lo que lentamente, un tanto aterrada se dio la vuelta, revelando que eran Estefanía y Katherine.
—¡Jackie!, ¿hay señales de Samila? —preguntó Estefanía.
—No, no la hay. —contestó Jacqueline mientras bajaba la cabeza, algo decepcionada y a la vez nerviosa.
—Debe de estar por aquí.
Helen siguió caminando junto a Celina, ellas habían cerrado la puerta, pero pensaban, ¿y si el ser podía abrirla?, sus siguientes pensamientos fueron un tanto más positivos, «Seguramente no podrán», con un poco de esperanza de no tener problemas durante el resto del camino, aunque realmente no podía creerlo, en cierto momento logró sentir una puerta abrirse y cerrarse.
Después de una caminata por los pasillos encontraron un ascensor, al cual Celina intentó llamar, sin embargo, Helen miraba el pasillo de atrás, con la sensación de que el ser se encontraría por ahí en cualquier momento.
—Listo, ¡sube pronto!
Helen subió al ascensor junto a Celina, y lo programaron para ir al último piso.
—Al menos nos hemos salvado, acá no creo que entre nadie. —dijo Celina.
—¡Claro! —contestó Helen.
La puerta se abrió delante de ellas, dejando el paso a un pasillo lleno de ventanas al que recorrían. Aunque hayan salido del ascensor, las chicas se sentían más tranquilas en aquel lugar, como si nadie fuese a hallarlas, tanto el ser extraño que les seguía, como algún guardia. Helen miró una de las ventanas, y a su sorpresa, esta se rompió, haciéndola retroceder junto a Celina. Del lado de la ventana se encontraba el peluche, tamaño real, con un cuchillo en mano.
Tanto Helen como Celina se echaron a correr, la adrenalina les subía a ambas, y el horror de aquella escena era demasiado. ¿Por qué alguien tendría algo así?, ¿qué estaban tratando de investigar ahí?, sin embargo, una cosa les estaba persiguiendo. Celina tiró de la camisa de Helen, llevándola a una habitación que se encontraba vacía en aquel lugar.
Tras la habitación se encontraba una puerta, la cual llevaba a un pasillo totalmente distinto. Al pasar Helen, Celina la cerró con mucha fuerza, y continuaron con el camino. Al parecer en ese lugar no había nadie, algo que causó algo de tranquilidad a las chicas, tranquilidad que se esfumó al oír unos pasos a lo lejos. Un grupo de personas iban al fondo, eran tres.
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