XIX: Desaparición.


1

Los transeúntes que caminaban frente a la puerta de aquel lugar se embriagaban por el olor a café y a chocolate que provenía de aquel lugar. El sonido de las moledoras de granos se podía oír hasta en las mesas más alejadas del mostrador, y los pedidos de café poco a poco aumentaban.

En una de las mesas al fondo del lugar se encontraba Scheiderman, quien estaba revolviendo una taza de café que tenía a mano. En la puerta que se encontraba a una distancia considerable de la mesa de Scheiderman, entró Frederick. Al parecer Scheiderman había elegido una mesa alejada de la entrada para guardar más discreción, sin embargo, el hecho de que algunas reuniones se hagan en cafeterías podría llegar a ser bastante llamativo, sólo que no le parece a nadie llamar la atención realmente, como si fuesen invisibles ante los ojos de la gente.

-¡Fred, muchacho! -Exclamó el señor Scheiderman mientras entrelazaba sus manos y cruzaba las piernas.

-Hola señor. -Dijo Frederick, y se sentó.

-Fred, últimamente nuestro grupo ha estado activo, hemos encontrado actividad.

-¿Actividad?

Scheiderman se llevó el café a la boca y luego lo dejó en su plato.

-Sí Fred, actividad. -Replicó Scheiderman. -Al parecer hay sospechas de que la hija de unos verdaderos está acechada por entidades, su alma está corrupta por una.

-Parece que estamos acercándonos a solucionar el problema de la feria.

-Muchacho, para ello aún falta bastante.

-Una pregunta señor, ¿no cree que llamaríamos la atención hablando por aquí?

-Bueno, creo la gente de este lugar tiene cosas que hacer como para oír nuestra charla, además, nuestro objetivo es despejar la mente de la humanidad, algún día nuestros descubrimientos saldrán a la luz.

-Entiendo.

El señor Scheiderman dejó en la mesa la taza de café vacía que tenía en su mano, e inmediatamente sacó un pequeño teléfono celular. Marcó a cierto número.

2

-¿Estás segura Estefi?

-Completamete Sami.

-¡Bien!, ten coraje, y declarate.

Si bien, Estefanía luchaba por declararse, soñaba con un amor junto a él, pero siempre que intentaba acercarse terminaba por sólo saludarlo e irse.

-Es que, me cuesta mucho.

-No debería. -Contesta Samila.

-Pero lo hace, ¿y si me rechaza?

-Creo que estás pensando demasiado.

-Puede ser.

Estefanía miró hacia sus manos, hasta que pensó en algo, un obsequio la ayudaría a acercarse más a él, pero, debe ser un obsequio discreto.

-Sami, creo que le regalaré algo, de esa forma me acercaré más a él.

-Es buena idea, puedes regalarle un chocolate.

-Está bien Sami, pero ayúdame a comprarlo.

La tienda del colegio estaba repleta de gente, pero a medida que el tiempo avanzaba se iba vaciando. Estefanía pidió un par de chocolates con los cuales iba a conquistarlo, pero de camino a donde él, sus brazos estaban abrazando a una chica, cabello negro y gafas, sus labios pegados a ella.

3

Jacqueline había regresado de la biblioteca del colegio con un libro, tenía la intención de estudiar para su próximo examen de biología, hasta que se topa con Samila.

-¡Sami!

-¡Jackie bonita! -Dijo Samila dirigiéndose hacia Jacqueline. -¿en qué andas?

-Bueno, estoy llevando estos libros a la clase para estudiar por el examen.

Samila quitó del bolsillo una de sus manos, y fijó su vista en Jacqueline.

-Bien, ¿puedo ayudarte?- Preguntó Samila.

-Está bien. -Replicó Jacqueline.

Samila tomó la mitad superior del pilón y lo sostuvo contra su cuerpo para evitar que se caiga.

-Muchas gracias Sami.

-No hay de qué.

Al terminar de recorrer el largo pasillo entraron al salón, donde Jacqueline observó a Estefanía llorando. Al dejar los libros en una mesa, ambas fueron con Estefanía. A su alrededor estaba Celina, Helen y Katy.

-¿Qué pasó? -Preguntó Jacqueline

-Vio a Jonatan besando a la nueva chica de su curso. -Contestó Celina.

Katy estaba abrazando a Estefanía, mientras Celina estaba explicando. Samila se acercó a Estefanía.

-Tranquila, pronto encontrarás a alguien.

-Pero a nadie como él, él era perfecto para mí.

-Yo creo que habrá alguien más que sea de tu tipo, sólo debes de buscar.

4

Para Jacqueline parecía que el sufrimiento había terminado, sin embargo, aquello que se fue, regresa para volverse más fuerte. En su vida, sus pensamientos le han traído mucho dolor a su vida, y cuando ella creía haberlos combatido, estos regresan.

Al parecer el hecho de abusar de algo que sólo se usaba en caso de emergencia, ha hecho que perdiese su valor, y por ende, dejó de funcionar. Jacqueline por más que intentó no pensar en nada, el vacío de su estómago se extendió dentro de ella, un frío recorría su cuerpo, mientras que su incomodidad le impedía no pensar en nada, ya que tarde o temprano su mente llenaba el vacío de su interior con un pensamiento.

Jacqueline parecía no tener caso, no podía hacer nada, no podía escaparse de aquel agujero que había cavado. Al salir del baño, después de horas, a la joven le tocó la hora de ir a dormir, para así al día siguiente ir al colegio.

Jacqueline esa mañana apenas había desayunado, y salió a las apuradas cargando su mochila en su espalda, mientras corría hacia el colegio. Al llegar al colegio, Jacqueline se encontraba exhausta, y lo primero que hizo al llegar fue tomar una botella fría de agua mientras se encontraba sentada en una silla que había en el pasillo.

Al llegar a su salón se encontró con Estefanía, quien se dirigió a ella. Su cara parecía seria, su expresión estaba algo angustiada.

-Jacqueline, ¿has visto a Samila?.

(...)



5

-¿Acaso no la viste? -Preguntó Jacqueline.

-Ayer a la noche dijo por MSN que iba a estar, pero no apareció, ¿crees que está enferma?

-No lo está, si fuese así, ya me lo hubiese dicho a la mañana por teléfono o algo.

-Tal vez no estaba con ganas de decírtelo.

-No lo sé...

...

...

...

Un lugar desconocido, parecía bastante oscuro, una habitación en bastante mal estado, Samila estaba sentada en una silla, detrás de una pared de vidro. Samila, extrañada que su despertador no había sonado, miró a su alrededor, y sintió un escalofrío grande al darse cuenta que no se encontraba en su casa, estaba encerrada.

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