XII: Los verdaderos.

1

Frederick, un muchacho que iba vestido de traje, derrochaba una gran elegancia en su caminar, recto y con delicadeza. Se podía observar a aquel hombre entrar a la cafetería del pueblo, ubicada en Divina, con un letrero que indicaba «Café Armonía», bajo este se llegaba a ver una pizarra que tenía el dibujo de una taza blanca de porcelana, junto al menú de aquel día. Frederick posó su mano en la puerta de vidrio que tenía y entró a la cafetería.

Dentro de aquella cafetería había una suave música que se podía oír por todo aquel lugar, "J.S Bach - Minuet in G", tocada por un violín de una manera muy armoniosa, aunque realmente salía de los parlantes del local. Dentro de este había mesas donde se reunían algunas personas a charlar, en una de estas mesas se encontraban otras personas con traje al igual que Frederick.

Frederick con tal elegancia se acercó a aquella mesa con los otros hombres trajeados.

—Hola Señor Lawrence, ¿qué tal ha estado su día? —preguntó uno de los señores de la mesa, un hombre canoso, algo robusto y con parte de la cabeza calva, sin embargo, se notaba la elegancia en él— ¿Acaso usted es el nuevo?

Si señor, soy el nuevo, mi nombre es Frederick J Lawrence.

—Encantado de conocerlo señor. —dijo el hombre trajeado mientras extendía su mano con firmeza hacia Frederick. - Yo me llamo Charles Von Scheiderman, hijo de Iv Scheiderman II (Segundo).

—Es un gusto haber conocido a una familia tan conocida como la suya, señor. —contestó Frederick.

El señor Scheiderman miró con asombro al muchacho, y se levantó de su silla.

Sabe cuál es el motivo por el que nuestra agrupación existe, ¿verdad?

Sí, lo sé.

¿Y estás dispuesto a ayudarnos a cumplir nuestro objetivo de revelar la verdad?

Sí, lo estoy.

Muy bien, ahora, aprovechemos este momento para degustar un delicioso café mientras nos hablas de ti.

—De acuerdo señor. —dijo Frederick y tomó asiento junto a los hombres que estaban en aquella mesa.

—Cuéntanos un poco de ti.

Antes de que pueda siquiera pronunciar alguna palabra, la mesera llega a buscar el pedido, a lo que Frederick pide un café expreso. Al cabo de un rato se reanuda la charla.

—Bueno, yo tengo 25 años, soy de Pueblo Esperanza. —dijo Fred.

¿Y a qué edad viniste a este pueblo?

Vine a mis 15 años por cuestiones de trabajo de mis padres.

¿De qué trabajaban?

Mi padre era ejecutivo, y mi madre diseñadora.

Bien, eso es muy interesante, la verdad.

Gracias.

En ese punto llega la mesera con los café, y se va sonriendo.

Bien, la verdad que estoy muy acalorado. -Dijo Frederick

—Sí, este verano fue un poco más cálido que el de 2007 la verdad —contestó el señor Scheiderman.

En el traje de Sir Scheiderman se podía ver un prendedor con la imagen de una paloma, al igual que en el traje del resto de los miembros.

Sigue contando sobre tu vida.

Bien, después de los 15 me anoté en el instituto "María Nereida I".

—¿Cuántos institutos de esos hay? —preguntó Sir Scheiderman.

—Hay 4 en este pueblo. —contestó Frederick.

Está bien, cerca de mi hogar hay uno de esos institutos, María Nereida III.

Entonces supongo que usted debe de vivir en Zona norte, ¿me equivoco?

—Está en lo correcto.

En ese momento comenzó a haber silencio, Las melodías de J.S Bach cambiaron a "Canon en re - Pachelbel", que desprendía un aire de belleza en toda la cafetería. Esa tarde, 15:30hs, se encontraban los hombres con traje reunidos en aquella mesa de la cafetería, bebiendo el café sorbo a sorbo mientras escuchaban las bellas melodías que ofrecía el altavoz del lugar.

2

-Frederick, muchacho, esta noche nos encontraremos en el hangar 90, aquel que se encuentra en la zona oeste del pueblo, la base abandonada. -Dijo el señor Scheiderman antes de llevarse la taza de porcelana a la boca.

—Está bien, ahí estaré. —contestó Frederick.

La cafetería estaba muy tranquila esa tarde, era un lugar donde se podía ir para calmar la tensión y los nervios de un día de trabajo, donde pasaban música clásica, con piano, violín, etc, durante todo el día. A la noche normalmente solían ir bandas de Jazz y el ambiente era un poco más nocturno, sin embargo, en ese lugar solía ir gente con dinero, a escuchar bandas y pagar la mejor comida que podía ofrecer la casa.

Frederick en ese momento se levantó y miró para todos lados.

Bueno, señor Scheiderman, nos vemos esta noche.

Recuerdas donde es, ¿verdad?

Sí, en el Hangar 90 de la base abandonada en la Zona norte.

De acuerdo, te esperamos.

3

Frederick se encontraba dentro de su habitación en su motel, sentado en su cama, su perro lo había acompañado hasta ahí, aunque no estaban permitidos, sin embargo, él lo sabía ocultar muy bien. Frederick sacó una pastilla de un envase viejo que tenía, "Relax", y se la tragó junto con un vaso de agua. «Relax: La pastilla para calmar los problemas de nervios» él recordaba aquella propaganda pasar por la televisión cuando era sólo un crio de unos 6 años, la música que pasaban le agradaba, pero, no sabía el significado real de esa propaganda, y no lo supo hasta haber crecido.

En la adolescencia, se echa de menos el cuerpo infantil, el adolescente "Adolece", entra en duelo, y debe comprender que la vida no es lo que uno piensa. La adultez sin embargo, es cuando te enfrentas a la vida tal como viene, te golpeará muy fuerte, no es bonita.

Frederick recordó en ese entonces el hecho de que debía madurar, y aceptar que debía tener un papel importante en la sociedad en la que vive. «¿Papel importante?, esta vida horrible en la que nos tocó aparecer, y nosotros tendremos que desenmascarar la verdad, mis ideas y mi brillante mente me hicieron ser socio de aquella agrupación "Asamblea de la verdad", donde a los miembros se les considera como "Los verdaderos", buscan descubrir la verdad de todo, de lo que está hecha el alma realmente, de la realidad tras este mundo de ficción. ¿Quién nos creó?, ¿Quién puso esta falsa realidad delante de nuestras narices?, no lo sé realmente, lo único que tengo por seguro, es que esta realidad es la mejor historia de ficción de todas, y la más realista. »

En ese entonces, Fred ya vestido se levanta de su cama y le deja un poco de comida a su perro "Fido", mientras que este lo mira un tanto extrañado, ladeando su cabeza y bajando sus orejas.

—Tranquilo, mañana quizás esté aquí nuevamente. —dijo Frederick mientras acariciaba a Fido, y este movía su cola como si fuera un látigo —, Nos vemos mañana amigo.

En ese entonces Fred se lleva su galera a la cabeza y sale. Lo último que se pudo escuchar dentro de la habitación es el ruido de las llaves cerrando la puerta.

4

Frederick cruzó las calles de su zona caminando, había una parada de taxis cerca, donde se sentaban los taxistas a tomar café y jugar al ajedrez por las noches. Con la cabeza gacha, Fred caminó por aquellas calles del pueblo cuadra por cuadra, hasta llegar a un punto donde se encontró con la estación de ferrocarriles "Nueva vida", y girando hacia su izquierda, unos metros más se encontraban los taxistas jugando.

—Jaque, estás en Jaque, ¡es al descubierto! -?—dijo un taxista entusiasmado.

—Ya, de acuerdo, horrenda jugada la mía. —contestó el otro taxista.

Hola, busco un taxi.

—Acá estamos ocupados. —dijo uno de los taxistas que jugaba al ajedrez.

—Yo te llevo. —Un taxista que parecía de unos 35 años se estaba ofreciendo.

—Muchas gracias. —respondió Frederick.

El taxista se acercó a su vehículo y abrió la puerta trasera para permitir el paso de Frederick.

Muchas gracias señor.

No hay de qué caballero.

El taxista cerró la puerta y subió por el lado delantero. Frederick miraba la parada de Taxis, y miraba la acalorada partida de ajedrez que estaban viviendo los taxistas esa noche. En ese momento el taxista cerró la puerta y puso en marcha su vehículo.

¿A dónde vamos?

Vamos a Zona Norte, Calle "La cruz azul".

¿La calle que anda cerca de la base abandonada?

Exactamente, esa misma.

El taxista volvió su mirada hacia el volante, puso los cambios y pisó el acelerador.

-Enseguida lo llevo señor, tardará casi 2 horas en llegar.

—No importa, tengo tiempo.

—Muy bien —dijo el conductor- Por cierto, me llamo Juan.

El coche comenzó a andar.

Un gusto, yo me llamo Frederick.

Bien, a todo esto, ¿qué le trae a ese destino?

Bueno, me espera un grupo de amigos, vamos a comer un asado.

—Me gusta el asado. —contestó Juan.

Sí, uno de ellos vive ahí, y es un buen cocinero, hizo un curso intensivo. -Dijo Frederick.

Frederick miró hacia los lados y volvió a voltear la vista hacia Juan.

—Yo tengo un amigo que es el mejor cocinero de su ciudad, "Ciudad celeste", un buen lugar para vivir. —dijo Juan, quien mientras conducía con una mano comenzó a fumar un cigarro con la que apoyaba en la ventana —, aunque el año pasado hubo una lluvia torrencial que inundó las calles.

-Oí de eso en las noticias, eso hizo que el gobierno se preocupase un poco sobre ese asunto. —dijo Frederick.

Sí, fue algo trágico, hubo 100 muertes, al menos hubo grupos que ayudaron, y el mismo gobierno se empezó a preocupar, eso que nunca lo hace, por algo los precios a veces suben en exceso.

—Sí, conozco varios amigos que vivieron ahí, y dicen que estaba fatal la cosa.

—Che, y ¿de qué trabajas?

Yo ando siguiendo una carrera en Física.

—Veo, yo trabajo en esta empresa hace 5 años, me llevo bien con mis compañeros, pero a veces son tan vagos que siempre me dejan el trabajo a mi.

—Suelen pasar esas cosas. —contestó Frederick.

Bueno, la verdad que las cosas en mi hogar están fatal, a penas llego a fin de mes, y el Amp está perdiendo valor. —repuso Juan— Lo peor es que las empresas te cobran lo que quieren, más no lo que deberían cobrarte.

—Veo. —dijo Frederick.

—Bueno muchacho, encantado de haber hablado contigo, pero ya llegamos. —dijo Juan— Toma, acá tienes mi número, si precisas algo me llamas.

—Muy bien, gracias. —dijo Frederick.

150&

—Muy bien. —dijo Frederick, y enseguida sacó un manojo de billetes de su billetera para dárselo a Juan.

5

Una suave brisa golpeó la galera de Frederick, quien se encontraba por el "Parque aéreo-militar", donde se podían visualizar aviones desarmados y varios hangares.

«Hangar 90>» —pensó Frederick. En su mente pasaban los momentos de su vida, el señor Scheiderman hablándole era uno de estos -«Hangar 90» - se repetía a sí mismo en su interior. El ambiente de aquel lugar no era tan cálido como lo fue por la tarde, la noche estaba algo más fresca, como siempre, sin embargo Fred llevó en una mochila una botella de agua, junto a otras cosas que probablemente necesite.

«Hangar 75»... «Hangar 80»... «Hangar 90» -Fred halló el lugar donde debía entrar, y luego de observar un rato las paredes de acero algo oxidadas, se aproximó a este y entró por una pequeña puerta del lado.

Dentro del hangar estaban ellos, "Los verdaderos", aquellos miembros de la Asamblea de la verdad, sentados en una enorme mesa cuadrada que alguno habrá puesto ahí. Frederick cerró la puerta y visualizó su entorno, paredes de un tono grisáceo, un portal donde se suponía que entraban los aviones, estaba cerrado debido al abandono de la base, sin embargo, parecía muy curioso que en el portal haya una puerta con un hueco muy similar a la cola de un avión, ese hueco estaba cubierto con un vidrio que al parecer el grupo había puesto.

-Los aviones pequeños entraban perfectamente, pero los más grandes no llegaban a entrar -Dijo el señor Scheiderman. - Por lo que los ingenieros decidieron hacer un hueco con forma de la cola de los aviones, así podían pasar y dejar sólo la cara de estos mismos.

—Algo un poco inusual. —replicó Frederick.

—Toma asiento. —dijo Scheiderman. —, desde ahora, el señor y la mujer que están allá serán quien te guíen, yo simplemente me dedico a manejar enteramente todo esto. —agregó Scheiderman.

Frederick observó al señor y a la mujer del que Scheiderman hablaba, entre todo el grupo, se había sentado en el fondo de la mesa.

—Te los presento, el señor del Monte, y la señora Suarez.

—Un gusto. —dijeron al unísono.

-El señor del Monte se encarga de transmitir ideas, y la señora Suarez se encarga de idealizarlas, hacen el equipo perfecto.

—Entiendo. —contestó Frederick— También estoy encantado de conocerles.

—El gusto es nuestro. —dicen al unísono.

-Pequeño, a partir de ahora te volverás un verdadero, y nos ayudarás con un caso en particular. -Dijo Scheiderman. -Dejaré que la señora Suarez te lo explique.

-Gracias Sir, resulta que el gobierno nos ha quitado nuestro lugar de investigación, "La boca del diablo", era una fuente de "Almas" inestables y corruptas, por alguna razón eran atraídas hacia ese lugar. -Dijo la señora Suarez. - El gobernante decidió que la feria "La santa alegría del pueblo", se realice este año ahí, hace ya unos días que está.

-Bien, eso puede ser peligroso, ¿no? -Dijo un miembro.

-Exactamente, pues nuestro grupo tenía el control de aquellas almas, así que no nos hicieron nada, sin embargo, la gente que va a ese lugar no sabe nada, quien sabe si las "Corruptas", elegirán a alguien para impurificarle el alma también.

-¿Qué puede pasar si se impurifica el alma de alguien?.

-La esencia de esa persona se sentirá diferente, y puede que comiencen a ver sombras, alucinar, desvariar mentalmente.

-¡Eso es horrible! -Grita uno de los miembros.

-Lo sabemos, pero al gobernante le importa un pepino, el traía la feria anualmente con intenciones de conseguir votos, para tapar sus fraudes y su lavado de dinero. El superintendente Enrique Conall, exportaba más de 200000& hacia el extranjero, supuestamente era de una empresa a la que se le hace llamar "FINANCIAL SEAL" donde todo el dinero que le daban -Dijo la señora Suarez. - Era en realidad robado por él mismo. Ahora él tuvo la idea de hacer un establecimiento del gobierno en la ubicación antigua de la feria, así que lo cambió.

-Está bien, creo que hay que actuar, ¡Suarez, idealiza un plan! -Ordenó Scheiderman. -Y tú, joven.

Scheiderman se acercó lentamente a Frederick y le colocó un prendedor de paloma, similar al suyo.

-Ahora estarás para encontrar la verdad. -Dijo Scheiderman.

Frederick esbozó una sonrisa.

-Lo haré.

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