I: Bienvenida al pueblo.
1
La luna resplandecía en el pueblo Esmeralda sur, situado en una zona al sur desde el ecuador, donde los inviernos eran de bajas temperaturas, con ambiente seco, pero los veranos eran de muy altas temperaturas y ambiente húmedo. Ese verano del año 2009, muy cerca del 2010, los días eran así de cálidos y húmedos, tanto así, que aumenta la considerablemente la tasa de visitas al hospital por golpes de calor y deshidratación severa. Gente que va temblando llena de dolor, otros inconscientes, llenando las salas, con una espera mínima de 7 horas a quienes llegaban a atenderse. En las calles de ese día de Diciembre veraniego, la gente iba en ropa demasiado descubierta, con dos o hasta tres botellas de agua en la mano, esperando las vísperas de navidad con mucho júbilo.
La ola de calor que se desató en ese momento causó algunos estragos, pero también hizo que la gente decida salir de su escondite, y vaya a los parques a pasar el rato, fue una de las peores olas de calor de aquél pueblo, y hace años no hubo una igual. Las aerolíneas estaban sobrecargadas de tanta gente que iba a otras partes a pasar sus vacaciones, mientras que otras personas se quedaban en su casa con el aire prendido. Mucho se esperaba de aquél verano, pero algo qué la gente no podía dejar de esperar, era la llegada de "La feria Santa Alegría del pueblo", la feria qué iba a ese pueblo, todos los años, en el mes de Enero, justo después de la navidad y del año nuevo. Era una feria colorida, una feria que mayor parte del pueblo habría visitado alguna vez, con un escenario donde por la noche tocaban algunas bandas, y aunque en el día solía abundar la presencia de niños, a la noche se llenaba de adolescentes, alcohol, y música a todo volumen.
Las noches en esa feria solía tener un ambiente lleno de vicio, adolescentes rebeldes que decidían ir con bebidas, así para luego llenarse de ebriedad. En las mañanas, la feria cerraba unas horas para limpiar un poco el vómito y la mugre qué había en aquél lugar, y volvía a abrir, volviendo a poner los juegos en funcionamiento para la diversión de la tarde. La feria es un evento totalmente esperado, pero, no aparecería hasta Enero, aunque al llegar, se quedaría durante todo ese mes.
El intendente del pueblo declaró ese verano, el más caluroso desde 1995, logrando superar a los 43˚C de aquella noventera.
—¡Gente del pueblo!, estamos ante el año más caluroso que hubo, desde 1995! —exclamó el intendente algo exaltado. La gente lo aplaudía por debajo del escenario, algunos hasta tocándole el zapato al señor. El señor Enrique Conall, intendente del pueblo, acusado en una ocasión por corrupción. Según se decía, el señor Conall había participado en lavado de dinero, enviando el dinero al extranjero, pero, la gente se arrodillaba ante él, pues, les daba entretenimiento deportivo gratis, y era el que permitía a aquella feria establecerse en el pueblo durante todo el mes de Enero. Ha agregado impuestos, y para cualquier cosa, como si quisiese que la gente deba conformarse.
Cómo se dijo, al menos todo en esa feria parecía ir en orden, o eso hasta que en 2008, el lugar donde se realizaría fue cambiado.
2
Ella era Jacqueline (Jaqueline) Samanta Di Torino, una joven de 15 años, oriunda de "Ciudad Celeste", hija de Deborah González Di Torino y el Señor Juan Di Torino. Su madre era asesora inmobiliaria, trabajaba en una oficina asesorando a personas que querían comerciar con bienes inmuebles, como casas o departamentos. El padre de Jackie (El apodo que le ponían sus allegadas), era corredor de bolsa, pues, su familia gozaba de algún que otro lujo. Jaqueline vivía en una calle llamada "San Roque" en Ciudad Celeste, podría parecer una vida digna, con un lujo deslumbrante, pero, a diferencia de lo que decía la gente que la conocía, ella tenía que sufrir cada noche, a la hora de dormir, pues se pasaba pelándose la piel de las mano en el fregadero de su cocina a base de productos de limpieza, intentando evitar pensar en las cosas a las que ella temía, como arañas, o a la misma muerte. "Una, Dos, Tres" se escuchaba a la pobre chica contar de manera desenfrenada la cantidad de veces qué pisaba el límite que había entre la cocina y la sala, sala que tenía la escalera que la llevaría más tarde a su habitación. Entre ese límite, estaba aquello a lo que ella llamaba "La zona de resguardo" debía mantenerse de pie en ese lugar para no verse afectada por sus propios pensamientos, qué cada vez más la hundían en un pozo difícil de escapar.
Deborah, la madre de Jackie, tanto como Juancho (El apodo de Juan, a sus amigos) su padre, sólo se limitaban a criticar ese estilo de vida. "No quiero que la gente piense qué estás chiflada", se limitaban a decirle. La única que no criticaba su desgracia era Nina, su hermana pequeña de tan solo unos 7 años, niña qué iba a la primara que estaba al lado del instituto al que iba Jackie, y siempre sus padres iban a retirarlas a ambas con su vehículo, un Toyota qué iba a toda velocidad por la carretera, o así conocían la calle donde se situaba el instituto donde ellas estudiaban. En los últimos días Marzo del año 2008, su familia tuvo que realizar una mudanza a un pueblo que estaba a horas de donde vivían.
—Jackie, ayuda a llevar las cajas al vehículo— dijo Deborah mientras cargaba caja tras caja para después llevarlas al vehículo de la familia. —¿Acaso tengo que realizar todo el trabajo yo sola?— Agregó la señora, de unos 50 años de edad. En eso se presenta Jackie, luciendo su larga cabellera castaño claro, y sus pecas qué de lejos a duras penas se notaban, pero de cerca resplandecían en sus mejillas. En su bolsillo llevaba un celular, de esos "Nokia" que parecían indestructibles, y al que su batería duraba demasiado. Jackie llevaba unos pantalones vaqueros color azul, una remera/ playera llamativa, y su peinado bastante lacio, suave y sedoso, qué parecía un gran manto en su cabeza.
—¡Ahí va!— contestó Jackie con voz algo agotada.
—Te cansas de no hacer nada— replicó la madre con cierto enojo en su tonalidad.
—Me la paso las mañanas haciendo tareas. —dijo Jackie— no por nada tengo el mejor promedio del colegio.
—Eso de levantarte demasiado temprano te hará mal. contesta Deborah.
—Ese es mi estilo de vida. —continúa Jackie.
—¡Vamos!— dijo la pequeña Nina, parecía entusiasmada a diferencia de Jackie, qué tenía un lazo muy grande con sus amistades de la ciudad, y no sentía el placer de tener que dejar todo eso a un lado. — ¡Tantos momentos qué perderé! — pensó Jackie con un desasosiego qué le llenaba el interior del pecho a esa joven muchacha, que en ese 2008 tenía tan solo 15 años, sin embargo su hermanita parecía bastante entusiasmada por salir de aquél lugar, pues, ella no había encontrado muchos amigos en esa zona, pues ella a veces solía decir cosas que parecían no tener un sentido, como si hablara en un idioma alienígena, algo del otro mundo.
Ya para entonces la madre había terminado de empacar, mientras el padre atendía llamadas de asuntos, esos asuntos adultos en los que los niños no deben de meterse. Tristemente, para Jackie, debía dejar su colegio en la ciudad, e iría a uno sea donde sea que vayan, pero, el lado bueno era qué tenía en su agenda los números de sus amistades de la Ciudad Celeste, cosa qué podía aprovecharse para enviarse mensajes de texto en las noches. Aun así, no sería lo mismo no poder convivir con ellas en el mismo colegio, y perderse de pasar tantas aventuras.
3
El vehículo familiar dobló por la calle San Fernando, y siguió hacia una rotonda, para luego meterse dentro de una ruta. En los asientos traseros se encontraba Jackie junto a su hermanita Nina, Jackie se la pasaba mirando por la ventana, la ruta moviéndose hacia atrás, mientras ella sentía el vacío dentro de su ser. La hermanita de Jackie, se la pasaba jugando con su dedo, pasándolo por la textura de la silla, probablemente fingiendo que su textura cuadriculada eran manzanas, las líneas hundidas eran las calles, y su dedo, a parecer de Jackie, podía llegar a ser un coche andando por las cuadras. Es curioso que a una niña de tal edad le interese contar las cuadras cuando iban caminando hacia un lado. Además en la calle donde vivían, se encontraban muchas manzanas con puras casas pequeñas, pero eso sí, lujosas, y en el fondo se veía un tanque de agua con una marca azul algo borroneada qué decía "Aquans" al que su hermanita le gustaba ir a ver, se entretenía mirando el cambio de perspectiva qué tenía esa torre, desde su punto de vista, y soñaba con tocarla algún día, cosa que una vez pudo, ya que esa torre se encontraba en una pequeña sección de césped cerca de un parque al que ella iba a jugar los fines de semana.
Aquél coche comenzó a alejarse de la ciudad y se empezó a notar el verde de las afueras, el césped, las vacas, etc. El vehículo se detuvo a eso del mediodía a un restaurante que había al lado de una gasolinera que se encontraba en aquella zona desierta, y siguió su marcha hasta visualizar poco a poco aquél pueblo. A lo lejos se veía su destino, un pueblo que lucía algo tranquilo, y probablemente haga qué esas jóvenes se adapten fácilmente. A lo mejor ella lograba encontrar amistades nuevas, aunque temía un poco la idea de que sus viejas amistades se decepcionasen de ella al verla hablando con otras personas, bueno, era otra obsesión que le carcomía la cabeza lentamente, sentir como si les estuviese traicionando.
El vehículo se detuvo delante de una casa bastante lujosa, en eso no se diferenciaba de la anterior, pero esta tenía un jardín que daba hacia un pequeño valle. Estacionaron el vehículo en la cochera, y comenzaron a desempacar sus pertenencias, colocando cada objeto en lugares donde se supondría que deberían estar, mientras pasaba el tiempo del día. Nina sin embargo, ya se encontraba exhausta en su habitación, durmiendo un plácido y suave sueño de color rosa, mientras su hermana estaba desempacando junto al resto de la familia, pues, la niña tenía 7 años, podría llevar sus juguetes a su habitación, pero, tampoco nada del otro mundo.
Pronto terminaron, y ya uno a uno caían en la cama los miembros de esa familia, era demasiado agotador y arduo el trabajo qué hicieron, y contar qué estuvieron horas al volante, sin despegar los ojos. El día pasó rápido para esa familia, ya que se pasaron todo el resto del día durmiendo, hasta la mañana del día siguiente. La primera en levantarse fue Jackie, y estaba lista para proseguir con sus tareas ordinarias de siempre, y luchando contra las ganas de repetir sus mismas acciones una y otra vez.
Tan pronto llegaron, Jackie tanto como su hermana, Nina, ya estaban inscriptas en un instituto del lugar, se tenía por seguro que iban a recuperar su vida normal, aunque Jackie seguía echando de menos a sus compañeras de la ciudad, y sintiendo esa sensación rara que llevaba sintiendo desde que se enteró de que se iban a mudar. Eso ocurrió dos semanas después de la mudanza, ya se prepararon, y tanto Jackie como Nina debían seguir estudiando, así que ese mismo día iba a ser el primero en ir al instituto local.
La madre había llamado a sus niñas a desayunar, pues luego de la ducha mañanera, y el cepillado de dientes tocaba esa preciada hora en la que se la pasaban tomando café o leche, y comiendo cereales, "Muy nutritivos para comenzar el día" daba a entender el slogan de la caja, era bastante eficaz para combatir la pachorra mañanera qué se olía a distancia. Nina solía tener un vaso de chocolatada en su lado de la mesa, Deborah bebía la leche natural, Jackie bebía capucchino y Juan bebía el café a solas, y tan siquiera le ponía un poco de azúcar, ya que según él, lo prefería "Amargos como la vida misma", pues aunque le iba bien en el trabajo, en su vida cotidiana sufría un terrible estrés, uno tan grande que ni pasaría por la puerta.
—¡Primer día!— exclamó Deborah, estaba alegre por el nuevo inicio de clases. Jackie se limitó a simplemente beber el capucchino, y comer sus cereales. Nina se notaba algo alegre. Su padre simplemente les miraba.
—Estaban Haisenberg, Schroedinger y Ohm en un vehículo, el policía les para—dijo el padre, y comenzó a hacer una voz grave— ¿Qué hacen yendo a tanta velocidad? Dijo el policía. Haisenberg contesta "Ahora no sé dónde estoy. El policía saca un gato muerto en el maletero y Schroedinger le contesta "Es su culpa, lo mató".—prosiguió— El policía los arresta, Ohm se resiste.—agregó y en ese instante suelta una carcajada, pues aunque era corredor de bolsa, en su infancia también amaba la Física, pero era para él un simple pasatiempo, además de la comedia con sus malos chistes. Él era el único qué se reía de su chiste, en la mesa dominaba el silencio y el sonido de los tazones.
—Bueno, yo ayer me la pasé haciendo un Kepder —dijo Nina, mencionando una palabra qué ni se entendía, pero Deborah asintió y la felicitó, sin saber qué había dicho. Jackie se veía a sí misma, en una esquina sin hablar con nadie, la gente riéndose de ella, sus sentimientos de ansiedad subían, provocando entre su habla, unos gruñidos, gruñidos que al no realizar le hacía sentir una sensación de vacío en el pecho.
—Hija, no actúes así en el colegio, o se burlarán de ti.—dijo su madre.
—Está bien... —contestó Jackie.
Después de la comida, Jaqueline se lavó las manos, era algo que siempre hacía antes de ir al colegio, pues, no quería salir de la casa con las manos sucias.
—Mamá, ¡Ya vamos! —exclamó Jacqueline a su madre—, se me hará tarde, ya tengo que ir —agregó.
—Bien, suban al auto.contesta su madre. Su hermana Nina subió primero, y al final subió Jaqueline. Jaqueline ya tenía ganas de llegar al colegio, y no tener que soportar a su familia. El coche arrancó, dobló por la calle ViaNeutra, y pasó por la calle "Rayo", hasta llegar, unos diez minutos más tarde, al colegio.
—Bien, espero que este día te vaya bien. —dijo Deborah.
—Eso espero. —contestó Jaqueline.
4
Jaqueline entró en el colegio, algo anonadada por su gran tamaño, tenía dos pisos, comedor, y contaba no sólo con escaleras, sino que también con un ascensor. A penas entró, algunas personas la miraban, y no reconocía a absolutamente nadie, cosa que le incomodó.
—No te asustes. —pensó.— no tengas miedo, o te verán rara. Jaqueline comenzaba a tener ansiedad, aunque en el colegio la controlaba más qué en su casa. En aquel momento le invadía una sensación de ansiedad tremenda, una sensación de vacío que la ahogaba en sus profundos miedos más terribles. A ella le daba bastante miedo el quedar en ridículo, también temía mucho a los lugares demasiado cerrados, ya que le hacían pensar que se quedaría sin oxígeno.
Jaqueline caminaba a pasos tímidos por los pasillos de su nueva preparatoria, hasta que pronto se topó con alguien. Era una chica alta de cabellos rubios y tez blanca.
—¡Más cuidado donde caminas, zorra!— dijo la chica, empujando a Jackie y marchándose. Jaqueline miraba a su alrededor para saber si alguien la había visto caerse, y al ver que nadie parecía mirarla, se volvió a levantar. Jaqueline seguía mirando hacia los lados, mientras aumentaba la velocidad con la que caminaba, y así llegó al salón, un salón bullicioso a más no poder.
En ese entonces, aún no había llegado nadie a enseñar, a lo que Jaqueline simplemente tomó asiento, estaba sentada a una silla de distancia de donde se sentarían sus profesores. En ese momento el salón seguía en pleno bullicio, al igual que antes.
—Nadie me habla. —pensó Jackie— seguramente les caigo mal.—En el fondo podía verse a la chica que le dijo "Zorra", estaba con la cabeza gacha, parecía no importarle nada.
«¡Hola!»—Jackie escuchó una voz en su espalda que parecía saludarle. Al darse vuelta vio a una chica un poco más pequeña que ella, lucía cabello negro con puntas rubias, corto y algo despeinado. También llevaba lentes redondos como los de Harry Potter, y llevaba una remera de "The Strokes", y una camisa a cuadros, estilo grunge de los 90's—. ¿Chica nueva?, yo, chiquilla, me llamo Samila, la gente cuando estornudo me llama a veces "Jesús", aunque me puedes llamar Sami.—dijo de forma simpática, y esbozó una sonrisa. cuando Jacquelin dio la vuelta, vio su banco, el cual estaba totalmente desordenado.
—Oh, veo, hola Sami.—contestó Jackie algo nerviosa—. Yo me llamo Jaqueline, aunque la gente me dice Jackie.
—Hola Jackie,—replicó luego de mi comentario— Veo que te gusta mucho el "Anime"—dijo al ver la cartuchera de "Death Note" que Jackie tenía.
—Sí, me gusta, ¿a ti? —respondió Jackie.
—Sí, y mucho, ¿te viste Evangelion? —preguntó Samila.
—Es muy buena serie —contestó Jaqueline.
Samila sonrió aún más fuerte de la emoción que sentía, y se sentó al lado de Jackie.
—Espero que no te moleste.—dijo Samila.
—No, no me importa realmente.—contestó Jackie, sonriendo.
—Me agradas, ¡seamos amigas!—dijo Samila. Para Jaqueline era algo apresurado, pero ya le agradaba la chica, así que pactaron.
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