Capítulo 5: Giro de tuerca.

Te quedaste mirando la pizarra, aunque no estabas prestando mucha atención a lo que había escrito en ella. En cambio, estabas pensando en cómo te ibas a organizar para preparar el cumpleaños de Law, entre otras cosas porque tendrías que ir en coche, y si era una sorpresa no podías dejar que él os llevase. Entonces viste algo obstruyendo tu vista en la pizarra y te diste cuenta, algo horrorizada, que se trataba del cuerpo de tu profesor. Le miraste a la cara avergonzada, él tenía una expresión enfadada en el rostro.

"Señorita (tu apellido), ¿se puede saber en qué está pensando? Por favor, responda a la pregunta que le he hecho como unas cinco veces" Tu cara se iluminó de un rojo intenso mientras intentabas mantener la mirada en los ojos de tu profesor.

"L-Lo siento, no estaba atendiendo. ¿Podría repetirla otra vez? Si no es molestia" Dijiste lo más educada que pudiste. El profesor suspiró y volvió a repetir la pregunta, la cual contestaste fácilmente. No te podías permitir esas faltas de atención.


"Hey, (tu nombre). Esta tarde vamos a salir" Arqueaste una ceja ante la sospechosa propuesta de tu amiga. Ella suspiró y te miró con cara de No tienes remedio. "Vamos a hacer la reserva en el hotel, ¿ya no te acuerdas?"

"Ah, es verdad. ¿A qué hora?" (Mejor amiga se quedó pensativa antes de chasquear los dedos como si hubiese dado con la solución que, en este caso, era muy simple.

"A las cinco estará bien. No levantes sospechas si quieres que siga siendo una sorpresa para Law" Asentiste y acabaste separándote de (mejor amiga) para ir al apartamento.


"Ya he llegado" Lo primero que te recibió cuando entraste por la puerta fue el aroma de carne a la brasa. Dejaste tus cosas sobre el sofá y entraste en la cocina, casi olvidando que esa tarde -antes de salir con tu amiga- tendrías que estudiar para los, ya muchos, exámenes que tenías.

"¿Qué tal el día, gatita?" Preguntó Law de espaldas a ti, estaba centrado en el plato cocinándose delante de él. Sonreíste, aunque sabías que no podía verte, y te sentaste en una silla, observando fijamente su espalda.

"Bastante bien. ¿Qué tal tú en el hospital?" Law suspiró mientras sacaba la carne del fuego y la colocó en un plato que luego puso sobre la mesa.

"Agotador, casi quiero irme a dormir" Se desplomó sobre la silla y tomó su trozo de carne con el tenedor, ni molestándose en partirla se la comió a mordiscos. Tú sonreíste de nuevo. Perfecto, si él duerme, no tendré problemas para salir a hacer la reserva...

"Nada te lo impide" Dijiste tomando tú un bocado de tu plato, conservando tus modales. De todos modos no le podías culpar, era a causa del cansancio. Law terminó su comida rápidamente y te miró antes de levantarse de la silla y estirarse, de modo que levantó un poco su camisa dejando ver algo de piel expuesta. Te sonrojaste y esta vez fue Law quien sonrió, pero esta mueca fue cortada por un repentino bostezo.

"¿Estás segura de que lo quieres hacer tú todo? Luego dices que no te ayudo" Replicó este burlón. Le sacaste la lengua y empezaste a quitar platos de la mesa para, acto seguido, fregarlos. Law salió de la cocina y se metió en la habitación, dejándote sola con una sonrisa en los labios.


Estabas examinando concienzudamente los apuntes que tenías en mano -bueno, más bien sobre la mesa- intentando memorizar cada complejo apartado. Este tiempo que habías estado en la facultad, Law te había ayudado a estudiar felizmente, pero sabías que en ese momento estaría en la fase del sueño REM, así que pedirle ayuda para comprender mejor los temas no era una opción. De todos modos, antes de conocer a Law, ya tenías pensado que te las arreglarías para pasar la universidad, por difícil que fuese el camino.

Miraste el reloj, las cuatro y media. Habías estado estudiando tan profundamente que casi habías perdido la noción del tiempo. Guardaste los libros y hojas de papel en sus lugares correspondientes y entraste en la habitación, con cuidado de no despertar a Law. Viste, como si fuera la escena más adorable del mundo, a Law tapado por las sábanas hasta las orejas, y Bepo durmiendo entre las piernas de Law. No pudiste reprimir una suave risa, ya te preguntabas dónde estaba el pequeño animal. Te acercaste al armario y sacaste una sudadera de Law -porque eras libre de cogerlas cuando quisieras, y lo hacías por dos razones: primera, son extremadamente cómodas y calentitas; y segundo, incluso después de lavarlas seguían manteniendo ese aroma tan característico de tu moreno-, y unos pantalones vaqueros, estos tuyos. Te pusiste la ropa sin hacer ruido, y saliste cerrando la puerta detrás de ti, suavemente.

Sacaste papel y un bolígrafo y escribiste una nota, en caso de que Law se despertara. Obviamente, no pusiste que la razón de tu ausencia era porque ibas a preparar su regalo de cumpleaños. No. Escribiste que, simplemente ibas a salir con (mejor amiga). Así dejaste la nota encima de la mesa del salón y cogiste las llaves y el móvil antes de salir del apartamento.

Esperaste fuera, a la entrada del edificio, hasta que viste un coche doblar la esquina. Este era un coche ordinario, rojo, uno que tú conocías muy bien. Te acordabas que el verano pasado tu amiga se sacó el carné de conducir. Tal vez debería hacer yo lo mismo Pensaste con una gotita en la frente. Tu amiga aparcó el coche delante de ti y esperó a que subieses.

"¿Has logrado convencerle?" (Mejor amiga) arrancó una vez te habías puesto el cinturón y soltaste una pequeña risa.

"No me ha hecho falta. Creo que le aburro, porque ha caído rendido lo que tardé en entrar a casa" Tu amiga se rió y, repentinamente, cambió la emisora de la radio a una con música más movida.


Al cabo de un rato largo llegasteis al hotel. Afortunadamente, el camino no duró más de una hora y ya eran las seis cuando los blancos picos de la montaña vinieron a una vista más cercana. Sonreíste casi sin saber por qué, y esperaste casi emocionada a que tu amiga aparcase. Entraste en el vestíbulo con (mejor amiga) a tu lado. Tras el mostrador había una mujer de pelo color azabache largo. Una vez os habíais acercado más, te fijaste en que tenía unos preciosos ojos azules. Todo con todo, era una mujer realmente bella. Os atendió con una sonrisa.

"Hola, bienvenidas al Hotel Amazon Lily. Me llamo Boa Hancock. ¿Puedo saber en qué puedo ayudaros?" Tu sonrisa no dejaba tu rostro ni por un segundo, pero antes de que pudieses contestar (mejor amiga) lo hizo por ti.

"Bueno, nos gustaría tomar reserva para el día 6 de octubre, dos personas" La mujer sacó una agenda y la observó. Esto te recordaba a cuando fuisteis a las termas, donde os trataron muy bien. Además, traía recuerdos muy... acalorados, por así decirlo.

"Estáis de suerte, hay habitaciones" Sin que ninguna de las dos mujeres os lo esperaseis, (mejor amiga) se apoyó en el mostrador y pidió a Hancock que se acercase, cosa que ella hizo dudosa. Escuchaste tenues susurros, y te extrañó que la cara de la recepcionista parecía llenarse de oscuras intenciones a medida que escuchaba lo que tu amiga le estaba diciendo. Se separó y os miró con una mueca, en vez de una sonrisa. "Ya veo, no hay problema, nos encargaremos de eso. Sólo aseguraos de venir, no me gustaría tener que guardar una habitación para fantasmas" Dijo con una risa al final.

"Está bien" Contestaste arrastrando la 'e' de la última palabra y saliste del hotel con tu amiga al lado, la cual tenía una sonrisa triunfante en el rostro. "¿Qué le has dicho?" Su sonrisa creció, además, una risa salió de su garganta.

"Me lo agradecerás"


Abriste la puerta del apartamento. Ya era de noche, y rezabas a los cielos para que Law siguiese dormido. Aunque le hubieses avisado de tu ausencia con una nota, la hora a la que llegaste no iba a poder ser justificada de ninguna manera, no para Trafalgar Law.

Afortunadamente, tus oraciones fueron escuchadas, y encontraste a un Law profundamente dormido en su cama, tal y como estaba antes de irte -en serio, incluso la misma postura: boca arriba con los brazos extendidos y las piernas levemente abiertas, entre las cuales se encontraba la bola de pelo blanca también conocida como Bepo. Te reíste un poco y avanzaste hacia la cama, quitándote los pantalones y dejando únicamente la sudadera. Estas sudaderas son multiusos Pensaste con una sonrisa. Te sentaste en un extremo de la cama y miraste a Law afectuosamente. Estiraste un brazo y empezaste a acariciar suavemente su pelo negro. De repente, una mano de lejos más grande y tatuada que la tuya agarró tu muñeca.

"¿L-Law?" Le miraste a la cara y, a pesar de la falta de luminosidad en la habitación, pudiste distinguir una sonrisa en su cara.

"(Tu nombre)..." No dijo nada más, se limitó a disfrutar de la manera en que tu nombre salía de su boca. Te sonrojaste profundamente y, por si fuera poco, dio un gentil tirón de tu brazo, atrayéndote a su pecho, tu cara de lleno en su tatuaje. Ibas a cuestionarle, pero notaste sus manos bajar por tu cuerpo sólo para volver a subir después y repetir el proceso varias veces, mandando corrientes eléctricas a tu cuerpo. "¿Vienes a dormir?" Por alguna razón, y por imposible que pareciese, su voz te pareció la de un cachorro perdido y triste. De todos modos habrías aceptado su deseo, así que te quitaste delicadamente de su pecho y te colocaste a su lado en la cama, con cuidado de no dar una patada a Bepo en el proceso. Law te volvió a atraer a su cuerpo y levantó vagamente tu barbilla para que le mirases a los ojos que, te parecía, acababa de abrir.

"Te has echado una buena siesta, ¿no?" Escuchaste una profunda, pero suave risa y después sentiste ese par de labios sobre los tuyos. Lo habías echado de menos, era casi adictivo. No, era adictivo: la manera en que sus labios se movían contra los tuyos, y su legua pidiendo acceso casi desesperadamente acto seguido; sus manos rondando tu cuerpo, acariciando y masajeando las zonas claves para conseguir suaves maullidos por tu parte; su cuerpo cálido e invitador pegado al tuyo... Era maravilloso. Se separó después de un buen rato y te miró a los ojos con los suyos llenos de pasión y afecto.

"Sí, pero sé que duermo mejor si estoy contigo" Te reíste y acabaste por abrazar su torso con fuerza.

"Pues no lo parece" Su sonrisa creció cuando, justo al terminar esa frase, diste un respingo. Sus manos había llegado a tus rodillas y estaban ahora acariciando como si fuesen plumas las parte de atrás. Y Law sabía de sobra que... "¡Law, tengo cosquillas!" Exclamaste revolviéndote en la cama de manera casi incontrolable. Pero Law no paró. Subió las manos a tus costados y siguió aplicando la presión necesaria para hacerte reír y gritar. "¡Para, por favor!"

"Convénceme, gatita" Te sonrojaste, aún revolviéndote en la cama. Bepo se había despertado hace rato y, a causa de los bruscos movimientos, tuvo que salir de la habitación para no ganarse una patada, el pobre...

Con una fuerza repentina, conseguiste colocarte encima de Law. Sus manos aún estaban acariciando tus costados, pero esta vez más suavemente. Tomaste una profunda inhalación y te inclinaste a su oído. Intentaste poner la voz más sensual que pudiste, por avergonzada que te sintieras al hacerlo.

"Law, seré buena... por favor, deja de torturarme así..." El inesperado cambio de actitud sorprendió a Law a más no poder, lo demostraban sus ojos bien abiertos, además de la manera en que tragó saliva, casi apresuradamente. No pudiste evitar esbozar una mueca, similar a las suyas, claramente motivada gracias al efecto que tenías sobre él. Llevaste tus labios a su boca, rozándolos hasta que Law no pudo aguantar más y te cogió por la nuca, estrellándote contra sus labios una vez más.

Te separaste de él cuando notaste sus manos en el extremo de la sudadera, obviamente estaba intentado quitártela. Saliste de la cama de un salto y entraste en el baño.

"Voy a ducharme, puedes ir a dormir ya, a menos que quieras cenar. Yo no tengo hambre, así que iré a dormir. Lo dejo a tu elección, Law" Cerraste la puerta con una última sonrisa y dejaste a Law sobre su cama. Sentía su cuerpo ardiendo, pero aún así se metió entre las sábanas después de reír un poco.

"A ti... te elijo a ti" Fue lo que murmuró antes de intentar quedarse dormido, otra vez.

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