Capítulo 14: Año Nuevo inolvidable.

Suspiraste al llegar a un semáforo por fin. Llevabas un par de días dando clases prácticas en la autoescuela, pero eso no quitaba los nervios que sentías. Observaste el semáforo y lanzaste una breve mirada al señor Smoker, sentado en el asiento de copiloto, examinando cada uno de tus movimientos. El semáforo se volvió a poner en verde y arrancaste de nuevo. Las primeras veces que habías cogido el coche se te había calado al arrancar, incluso ahora pasaba lo mismo pero lo ibas mejorando poco a poco.

"Aumenta la velocidad gradualmente, no te pases pero tampoco vayas muy lenta. Al llegar a aquel cruce pon el intermitente de la derecha y gira en esa dirección" Ordenó Smoker señalando el lugar que había dicho. Asentiste suavemente e hiciste lo que te dijeron, esta vez sin tener que frenar mucho tiempo para poder girar el volante. Lanzaste otra mirada a tu instructor antes de volver a posarla en la carretera. Dios, este tío intimida... "Los ojos siempre en la carretera" Te regañó. Pero si ni siquiera te había visto mirarle. Deseabas que se terminasen ya los cuarenta y cinco largos minutos de la clase.


¡Libertad, por fin! Exclamaste mentalmente saliendo del coche. Smoker ya había salido hace unos segundos. Fuiste a despedirte y poder irte a casa de una vez. Entonces localizaste a cierto moreno hiperactivo saliendo del edificio dando saltos de felicidad. Le ofreciste una cálida sonrisa.

"Hola, Luffy, ¿qué tal?" Él te dirigió una de sus amplias sonrisas.

"¡He aprobado el examen, (tu nombre)! ¡Gracias a ti!" Te sonrojaste un poco cuando te abrazó repentinamente, pero devolviste el gesto lo más cariñosamente posible.

"No ha sido nada Luffy, pero ha sido por que le has puesto empeño" Dijiste con un puño levemente elevado en el aire. Luffy rió esa extraña risa y se despidió de ti con una mano.

"Nos vemos, (tu nombre)" Ibas a avanzar por tu camino cuando escuchaste al chico, que había salido corriendo, frenar repentinamente y girarse hacia ti. "Casi se me olvida" Le miraste confusamente hasta que por fin se decidió a continuar. "Nami y (mejor amiga) me pidieron que os dijese a Torao y a ti que vinieseis al Baratie esta tarde"

"¿Para qué?" Él se rió de nuevo y salió corriendo mientras gritaba, atrayendo la atención de la gente de la calle.

"¡Sorpresa!" Ya empezamos con las sorpresas... Desde luego, tras la última sorpresa que tuviste en Noche Buena ya no te podías fiar de ellos en absoluto, por bien que acabase la cosa.


"Ya estoy en-" Y nada más entrar por la puerta te recibió una bola de pelo blanco más que crecida, tirándote al suelo. Ya estabas más que acostumbrada a esto, pero el susto te lo llevas aunque no quieras. "B-Bepo, bájate, por favor" El perro te miró con curiosidad antes de cumplir obedientemente con tus deseos. Suspiraste poniéndote en pie y dejando tus cosas sobre la mesa. Miraste a tu alrededor y entonces a Bepo. "Bepo, ¿dónde está Law?" Él dirigió su oscura mirada a la puerta principal y supusiste que estaría en el hospital. "Ya veo... Bueno, vamos a preparar la comida"

Mientras hacías el almuerzo, posibilidades de la dicha sorpresa de tus amigos rondaron tu mente. A diferencia de las sorpresas/sustos habituales, esta implicaba a Law, así que quizá no fuera nada... Piensa, (tu nombre), son tus amigos, seguro que debe de haber un plan maligno detrás. Sí, definitivamente habría un plan o no, con o sin Law.


Al rato escuchaste la puerta abrirse, además de los ladridos de Bepo. Sonreíste a la cebolla que estabas pelando -extraño-, y dejaste al vegetal, pronto sin capas, sobre la encimera para recibir al seguramente cansado doctor.

Como habías pensado, lo que tardaste en asomar la cabeza al salón viste a Law desplomarse sobre el sofá, soltando un suspiro. Últimamente había vuelto a tener casos de insomnio, lo cual te preocupaba mucho. Él no quería molestarte, así que repetía una y otra vez que está en su naturaleza, la falta de sueño. Te acercaste a él y te sentaste a su lado, viste una sonrisa aparecer en sus labios y abrió uno de los ojos que había cerrado para mirarte.

"Siento no haberte avisado, (tu nombre), pero no quería pillarte conduciendo" Negaste con la cabeza y le diste un pico en los labios antes de levantarte de nuevo y dirigirte a la cocina. Entonces te acordaste de lo que Luffy te había dicho y te aclaraste la garganta para que tu voz sonase clara para Law desde la cocina.

"Luffy me ha pedido que vayamos hoy al Baratie, por la tarde. ¿Tienes algo que hacer?" Una pausa. Lo único que se escuchaba era el agua hirviendo en la olla, además del cuchillo que tenías en mano cortando las verduras para la improvisada sopa.

"No, ¿te ha dicho para qué?" Te encogiste de hombros, pero caíste en que no podía verte así que te abofeteaste mentalmente por tu estupidez y contestaste.

"No, era una sorpresa" Hiciste énfasis en la última palabra como si te sonase ridícula y Law no pudo evitar soltar una apagada risa, sabía lo mal que te llevabas con las sorpresas.


"¡Chicos, ya han llegado (tu nombre) y Law!" Anunció Nami llevándoos al salón donde siempre os reuníais en el conocido restaurante. Te sentaste junto a (mejor amiga), Law a tu otro lado y comenzó una especie de reunión. Nami se aclaró la garganta y empezó a hablar, dirigiéndose en principio a Law y a ti. "Bueno, esta Navidad tuvisteis vuestra privacidad" Os guiñó un ojo y te sonrojaste mientras que Law solo esbozó una mueca. Lo que te preocupó es que dicha mueca parecía mucho más cansada de lo normal. "Mañana es Noche Vieja y quiero celebrar el Año Nuevo con todos vosotros, chicos" Dijo con una sonrisa amplia. Los demás contestaron con una fanfarria de gritos y silbidos que Nami calló al dar un puñetazo sobre la mesa.

"Nami-swan es tan linda cuando se enfada" Sanji se quedó solo.

"Como decía, vamos a celebrar la fiesta en casa de Luffy" Señaló al pobre moreno que no sabía ni de que estabais hablando, la única palabra que había entrado en su dura mollera: fiesta.

"¿Ehhh? ¡Ace y Sabo no me dejarán!" Replicó el pequeño, de una manera molesta y adorable a la vez. Nami le lanzó una mirada asesina que le hizo estremecerse. "Vale, les convenceré..." Aceptó resignado, pero Nami no cesaba la mirada asesina y Luffy levantó un brazo casi flojo al aire. "¡Fiesta!..." Era cómico la manera en que lo dijo, por no decir otra cosa. La verdad es que la idea no te parecía mala, solo pobre de Luffy, la que se iba a llevar de sus hermanos. Entonces notaste la intensa mirada de Nami, Robin y (mejo amiga), esa que sabías perfectamente lo que significaba: nada bueno.

"Oh, no. No, no, no, no. Me niego a ir de compras" Sus ojos se volvieron resplandores rojos, más aterradores de lo que deberían y te viste arrastrada, sin remedio, fuera del restaurante. Law te miraba con una expresión divertida, pero de repente se llevó la mano a la boca y empezó a toser. Frunciste el ceño, pero dejaste pasar esos pequeños detalles que te hacían preocuparte por la salud de tu novio... aunque sabías que no podrías dejar de pensar en ellos.


"¿Qué te parece este, Robin?" Nami levantó un bonito vestido azul de manga larga y longitud más corta de lo que la temperatura actual podría hacerte soportar. Ella negó con la cabeza, entendiendo que no querías sufrir una hipotermia. Mientras las chicas seguían buscando vestidos, te rascaste la nuca extrañamente, riendo un poco.

"¿Vamos a quedarnos mucho rato aquí? Tengo cosas que..." Sin ni siquiera dejarte terminar te empujaron dentro de un probador con una pila de ropa. No faltó tu suspiro, por supuesto. Empezaste a probarte ropa, un conjunto tras otro hasta que encontraste uno decente: una camisa azul marino con una chaqueta vaquera, además de pantalones vaqueros azul oscuro. Te decantaste por esto porque no estabas para buscar algo complicado, siempre te había gustado la ropa sencilla.

Saliste del probador para pedir -más bien suplicar- a Dios la aprobación de tus amigas. Y, afortunadamente, dieron su visto bueno. Con eso salisteis de la tienda, un peso cansino fuera de tu espalda.


Al día siguiente te preparaste para la fiesta en casa de Luffy, el cual había conseguido convencer a sus hermanos para montarla. Te pusiste el conjunto recién comprado -en serio, no tenías ni idea de qué gusto le veían a comprar sin control, con lo bueno que es ahorrar-. Saliste del baño para ver a Law sentado sobre la cama, su ropa de siempre -era casi tan sencillo como tú- y ese suave sombrero. Te sonrió al verte, pero tú te acercaste a él con el ceño fruncido, habiéndote dado cuenta de algo. Te sentaste a su lado en la cama y acercaste tu cara a la suya. Law esperaba un beso, pero desafortunadamente eso no era lo que tu pretendías. Agradeció no haber dado el primer paso y haber quedado así como un idiota cuando presionaste tu frente contra la suya. Tal y como pensabas: estaba caliente. Sus ojeras eran más oscuras, esa noche tampoco había dormido. Su expresión era más cansada que de costumbre, a pesar de que su trabajo no había aumentado en intensidad. Entonces te preguntabas, ¿qué demonios podía estar causando su estado? ¿Un resfriado? Hacía mucho tiempo que Law se había enfermado por última vez, era extraño que todo viniese de golpe tan de repente. Aunque era posible.

"(Tu nombre), ¿ocurre algo?" Preguntó con una suave sonrisa, la cual te hizo sonrojarte un poco, pero agitaste la cabeza y te pusiste más seria.

"Eso me gustaría saber" Law arqueó una ceja curiosa. "No estás bien, está claro. ¿Qué te pasa?" Llevaste la mano a su mejilla y la acariciaste lenta y delicadamente antes de traer tus labios a los suyos, en busca de un beso.

"No es nada, no te preocupes" Dijo cuando se separó, esbozando su típica mueca. Hundió la cabeza en tu hombro y dejó que su cálido aliento calentase la piel expuesta, mandando escalofríos por toda tu columna. "¿Vamos a la fiesta?" Asentiste, aceptando derrotada que Law era demasiado testarudo para admitir que estaba enfermo. Eso no quitaba que estuvieses aún preocupada.


"(Tu nombre), Law, ya estáis aquí" Nami os invitó a entrar a una casa ajena. Sí, dicho así suena mal, pero era verdad. Pasaste con Law siguiéndote poco después y viste a todos en el salón. Se parecía bastante a la fiesta de Halloween, a diferencia de que nadie iba disfrazado y que ahora estaban Ace y Sabo también. Llevaste a Law al sofá y te sentaste con él después de haber saludado a todos. Fue bastante divertido la cara de celos que puso Law cuando Sabo se hizo un desastre balbuceante al verte, eran tan adorables, tan infantiles. Ojalá Law no se enterase nunca del accidente con Sabo...


Pasaron las horas y más platos siguieron apareciendo sobre la mesa, todos cortesía de cierto cocinero rubio. Y, como era de esperar, estaban todos deliciosos. Law, para aumentar más tu preocupación, no había comido casi nada, a excepción de algún entrante que tú, amablemente, le habías alimentado, avergonzándote inmensamente por ello.


Eran las once y media y Sanji ya había aparecido en el salón con una gran fuente a rebosar de uvas verdes. Tenían una pinta deliciosa, no cabía duda de que Sanji era también un gran crítico en cuanto a ingredientes se refiere. Todos preparasteis una tanda con doce uvas para cada uno, colocándola en un plato. Además, Ace tuvo la amabilidad de sacar una botella de champán, lo cual no podía suponer nada bueno. Empezaron a sonar los cuartos y ya teníais todos las uvas en la mano. Te acordaste entonces de tu madre y tu hermana. Tendrías que llamarlas en año nuevo.


Doce.

Law se comió la primera uva desganado.


Once.

Empezó a sentirse mareado, pero siguió comiendo para no levantar sospechas.


Diez.

Los síntomas se volvían más insoportables.


Nueve.

Empezaste a notar el estado de Law, preocupándote por momentos.


Ocho.

Law empezó a luchar con su subconsciente para mantenerse despierto.


Siete.

La cabeza le daba vueltas y tuvo que llevarse una mano a la frente.


Seis.

El estómago empezó a retorcerse, se negó a comer más uvas.


Cinco.

Náuseas, dolor de cabeza, desorientación, pero se negaba a mostrarlo.


Cuatro.

Quizá empezó a mostrarlo un poco demasiado.


Tres.

Tuvo que echarse en el sofá, observando la cegadora luz de la lámpara.


Dos.

Su respiración se había vuelto inestable, aunque solo tú te diste cuenta.


Uno.

Law no podía soportarlo más...


"¡Feliz Año Nuevo!" Exclamó todo el grupo, a excepción de Law y tú. Law tenía los ojos cerrados firmemente, su respiración estable y tranquila. Te acercaste a él y notaste la respiración en los labios, pero su presencia no estaba. Estaba inconsciente. Tu ojos se llenaron de lágrimas inmediatamente y empezaste a zarandearle, atrayendo la atención del resto de los presentes con un grito desgarrador.


"¡¡¡LAW!!!"



Siento muchísimo el suspense, pero para la lectora que quiera saberlo, no tengo intención de hacer un final triste, no lo soportaría ni yo. Y hablando de finales, me pesa decirlo, pero este es el penúltimo capítulo de la secuela. ¡Por favor, no me odiéis! Pero quiero ponerle un bonito punto y final a esta historia, y veo que ahora es el mejor momento. Bajad, por favor, vuestras horcas y antorchas y esperad el último capítulo. Espero que dé la talla. Muchas gracias por leer.

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