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Las risas en los aposentos reales se hicieron escuchar, Murad disfrutaba de su cena con su favorita, sentada en sus piernas hablando de su país natal, contándole fabulas del mismo, entreteniéndole con su voz de ángel.
—Querida Semsperi, haz venido desde muy lejos para estar conmigo.—Acarició su mejilla.—Le agradezco a Allah traer este bello rostro a mi.
—Moriría por usted majestad, mi destino era estar aquí...—Llevó su mano hacia la muñeca del hombre, bajó la mano que reposaba en su mejilla dejándola en su pecho.—Este corazón solo late por usted.
Un beso entre los amantes inició su noche, ahora sus cuerpos estaban en la inmensa y cómoda cama del padisha, el cuerpo masculino de colocó entre las suaves piernas de su concubina haciéndole sentir aquella dureza rozar con su intimidad provocándole espasmos de placer.
Sus bocas se encontraban entre suspiros, jadeos de impaciencia por ser uno solo, los labios del hombre recorrieron momentáneamente el cuello de Semsperi repartiendo besos junto a ligeros mordiscos que la hacían soltar pequeños gritos de placer mezclados con dolor.
—Eres mía, Semsperi.—Murmuró en su oído.—Mía.
Sus labios eran lo mejor que alguna vez pudo probar, con una mano sobre su cadera se impulso para ingresar lentamente en su intimidad, ella se contrajo sintiendo aquella electricidad que la hacía querer más el.
—Soy suya, mi sultán.
Dijo mientas iniciaba aquel movimiento que la hacía gemir y suplicar por más, solo el podía hacerla sentir de aquella manera, el primer hombre con el que había estado, y al único que se entregaría.
Se desconoce la fecha exacta del nacimiento del primer hijo de Semsperi con el sultán, pero se sabe que cuando nació, todo Estambul lo celebró, otro varón para la dinastía, era conocido como "El hijo favorito del sultán" pues su padre no llamó a ninguna otra mujer mientras esperaba su llegada.
—¡Llamen a la doctora! ¡La favorita del sultán está por tener al príncipe!
Gritos de dolor emanaban de la boca de Semsperi, tan pronto como inicio el parto las criadas fueron a acompañarlo mientras la familia real esperaba a fuera.
—¿Crees que de verdad tenga un varón?—Una celosa Farya le preguntó a su fiel nana.
—Tranquila sultana, el amor que el sultán siente por usted no cambiará por el hijo de esa mujer.
Varios minutos después de gritos finalmente pararon y escucharon el llanto de un bebé.
—Muchas felicidades.—La Doctora que atendió el parto salió de la habitación.
—¿Es un niño?—Kosem preguntó.
—Un hermoso príncipe.—Aseguró,
—Allah bendito.—La madre sultana sonrió entusiasmada.—Que repartan oro en el harem.
Algunos eunucos retirados del palacio aseguraron que la celebración por el nacimiento del príncipe había durado casi 1 mes, no había persona en el harem que no bailara de alegría o que felicitara a la nueva madre cuyo destino se vio reflejado en su hijo, un pequeño al que el sultán amaría hasta el fin de sus días.
—Tu nombre es Hasan, tu nombre es Hasan, tu nombre es Hasan.—Murad arrulló a su hijo dándole su nombre.—Tiene el rostro tan hermoso con el de su madre.
Una cansada Semsperi sonrió, agotada por el parto unas lagrimas se le escaparon pues estaba incrédula de aquella bendición, un hermoso niño.
—Felicidades Semsperi, haz tenido un saludable varón.—Kosem felicitó.—Que Allan te siga llenando de bendiciones.
—Amén.—Habló mientras Murad lo dejaba en brazos de su madre.
Un cálido beso en la cabeza de su favorita fue su regalo, Semsperi llevó su mirada a Ayse y Farya quienes observaban cada movimiento que hiciera, la nana de la anterior princesa le regaló unas hermosas medias que ella misma había bordado para acto seguido acompañar a Farya fuera de los aposentos.
—Muchas felicidades Semsperi.—Ayse habló.—Espero que nuestros hijos sean muy unidos.
Falsamente se acercó a darle un abrazo, en murmullos la atormentó asegurándose de estar cerca de su oído.
—Recuerda que Ahmed será el siguiente en el trono... No sabemos que pueda pasar cuando sea el sultán, así que reza por tu hijo.
Semsperi le arrojó una mala mirada mientras arrullaba a su hijo de forma protectora.
Ahmed, nombrado igual que su abuelo era conocido por ser el siguiente en la línea de sucesión... Pero realmente esas cosas eran obra del destino.
—¿Donde lo han llevado?—Se quejó Semsperi con el sultán.
—Todavía estás débil.—Habló con una sonrisa.—Nuestro hijo será atendido por una nodriza mientras te recuperas.
—Mi sultán.—Aún así se escuchaba angustiada.—No podré dormir hasta tenerlo en mis brazos.
—Haré que lo traigan cuando esté alimentado, ¿Está bien?
Ella asintió antes de aferrarse al cuello del padisha, estaban contentos pues fruto de su amor un bello príncipe era festejado en cada parte del imperio.
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