Quebrando esperanzas

A veces parece que no tengo sentimientos, pero es por un buen motivo: los sentimientos te hacen débil cuando quien los provoca se va, y todos siempre, en algún momento, se van.

- Oh por Dios, lo está haciendo -gritó Solveil atónito viendo como Yade apoyaba sus temblorosas piernas en el suelo-. ¡Lo estás haciendo genial Yade, tu puedes!

- Apoyate en mi hombro, lo estás logrando -el adolescente acató su orden tan impactado como su amigo mientras intentaba dar un paso, y lo logró-. Asombroso, otro paso, tu puedes

Había tomado la forma de una persona más fuerte y alta para que se apoyara Yade, y sus dos horas de esfuerzo estaban dando frutos, el chico vio a Curllin con una eterna sonrisa de agradecimiento (una sonrisa muy linda) y Curllin se preguntó que tan ilegal era que una niña de siete años saliera con uno de 14. Yade dio otro paso y otro más preso de la emoción, pero fue demasiado rápido y acabó cayendo tragicamente al piso.

- ¡Yade! -el chico vio al techo respirando agitado, le dolían las piernas horrible, vio a sus amigos con mirada suplicante requiriendo su ayuda. Por fin volvió a su silla de ruedas mientras Solveil analizaba la situación.

- Entonces tus piernas todavía son funcionales pero no lo suficiente como para caminar -Yade dio afirmativa-. A penas llevábamos 2 horas y ya avanzaste tres pasos casi sin ayuda, aún hay esperanzas Yade, te lo aseguro -el mencionado sonrió otra vez desde su asiento, no caminaba desde hacía un año, y extrañaba salir de su cuarto.

- Chicos, es hora de cenar -dijo una joven vampira de pelo rubio dejando un plato en la cama de Yade y yéndose en silencio.

- Oh bueno, vamos Curllin -dijo el lobezno haciendo una señal con su cabeza mientras el otro agarraba su plato cansino, Curllin los vio confundida.

- ¿Por qué Yade come en el cuarto? -el mencionado le hizo una mueca a Solveil para que explicara, y lo hizo con algo de culpa.

- Porque no puedo empujar su silla y nadie más desea hacerlo

- Yo puedo hacerlo si quiere -a Yade casi le salían chispitas por los ojos, asintió emocionado mientras la pequeña optaba una forma más adecuada (y alta) para impulsarlo hacia el comedor.

El comedor era una enorme sala repleta de niños revoltosos devorando sus platos cuales cerdos, casi todo era vegetales. Se sentaron en unas cubetas que hacían llamar sillas e hicieron un espacio para Yade, quien solo alcanzaba a asomar su cabeza por lo baja que era su silla de ruedas, pero no se quejaba, era muy emocionante poder comer ahí, miró a la pelo ocre completamente agradecido pero ya no estaba.

La oreja de Curllin por fin fue liberada en una habitación desconocida del orfanato.

- ¿Por qué rayos hiciste eso! ¡Eres importante para nuestro escape, no debiste irte así! ¡Vas a ir con la señora esa y le pedirás que te cambie a nuestra habitación ahora! -regañó Collin.

- ¿Qué? No haré eso -dijo enfadada por el comportamiento de su hermano.

- ¿Por qué! ¡Esa señora jamás nos dejará ir si se lo pedimos, tenemos que irnos, y la única forma de hacerlo es contigo de transporte, ya lo sabes!

- ¿Y si no quiero irme? ¿y si en verdad me agrada este lugar como un hogar? ¿y si quisiera que nos quedáramos aquí?

Hubo un acostumbrado silencio incómodo luego de eso, Collin miró al comedor furioso buscando algo aparentemente importante, volvió la vista a Curllin hecho una rabia.

- Es uno de esos chicos ¿cierto? ¿uno de ellos te gusta? -preguntó con los ojos entrecerrados apuntándola.

- ¿Qué? -dijeron las dos hermanas al unísono, aunque una más ofendida y avergonzada que la otra.

- Son tus hormonas de pubertad las causantes de esto ¿verdad? Es el lobezno ¿no? El otro se ve demasiado sumiso para tus gustos, o quien sabe, aunque ninguno me gusta para ti a decir verdad ¿qué edad tienen? Agh, no importa, me aseguraré de que no los vuelvas a ver ¿oíste? Nadie le echa ojos se borrego encandilado a mi hermana... Eso va también para ti Caillin, nada de noviecitos hasta los 40

- ¿Qué! ¡No sé de qué rayos estás hablando! Solo digo que este es el primer lugar del que no nos han corrido, y nos tratan bien ¿por qué huir entonces?

- ¡Porque la señorita Premacie es enemiga de nuestros padres! Solo es cuestión de tiempo antes de que se entere de quienes somos y ponga a todo el orfanato en nuestra contra, por eso Curllin. Tenemos que estar al otro lado de la ciudad para mañana, es obvio que no cambiarás de habitación así que te veremos a media noche en el huerto, ni se te ocurra faltar ¿entendido? -la niña asintió seria y se dispuso a ir a comer con sus amigos, pero se quedó petrificada y sus demás hermanos también cuando vieron al de silla de ruedas y el lobezno tras la pared escuchándolos.

- ¿SON HIJOS DE CHOP NOWN! -preguntó tembloroso mientras el resto del comedor los veía con mirada inquietante.

- Gracias por abrir la bocota Solveil -gritó molesta transformándose en un ave gigante mientras abandonaba el edificio al lado de sus hermanos, ni siquiera se atrevió a ver el rostro de Yade por última vez porque sabia que sería de decepción y dolor, un reclamo silencioso. Ella solo quería tener amigos, hacerlo feliz, pero no sería posible nunca por su culpa, porque a donde quiera que fuera la seguiría una ola de mala suerte eterna. Tal vez así eran mejor las cosas.

Abandonaron el lugar en un silencio muy extraño, Collin suspiró callando al silencio como solo él sabía hacerlo.

- Conozco un bosque, está algo abandonado y tardaremos uno o dos días en llegar, creo que podemos vivir ahí un tiempo, es muy poco conocido

- Si... tal vez

Quería ver atrás, observar el orfanato una ultima vez y tatuarlo en su mente porque era el único lugar donde no se sentía rechazada, pero no lo hizo, porque sería el acto más masoquista de todos.

Suspiró cansada, Yade era lindo pero no funcionaria de todos modos. Se veía de unos 10 a 14 años y ella solo tenia 7; era demasiado madura para su edad pero no la tomaban en serio de todos modos.

Ya 5 horas habían pasado, tal vez más, no podía saberlo. Collin se había quedado dormido en el hombro de Caillin como era su rara costumbre, Caillin había quedado derrotada a mitad de un boceto de un fénix y ella, bueno, se sentía sobreexplotada, no podía dormir hasta que encontrara una cueva, y no había ninguna. La luna ya había absorbido la luz en el cielo conquistando la oscuridad mientras una helada brisa se apoderaba de su alma con lamentos espectrales. Tenia sueño, cerró los ojos un momento todavía volando, pero todo su mundo se le movió cuando una ráfaga violenta pasó volando a su lado.

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