Hadas supersticiosas
Tantos hechizos y maldiciones arrojadas por mi mismo empiezan a cobrar factura, creo que la bestia saldrá mas pronto de lo que pienso. Debo estar lejos de ellas antes de que eso pase.
Curllin había tomado la forma de un dragón para verse mas discreta ante los extraños. Caillin había soltado su coleta baja para cubrir por completo lo que quedaba de sus alas y se salía de la parte de la espalda en su suéter. Collin se estaba abanicando con su gorra porque tenía mucho calor y ya se había remangado las mangas, de verdad que las hadas eran muy friolentas. De repente una mujer con un gorro de policía hizo sonar su silbato y los detuvo.
- Disculpe, al menos uno solo de ustedes tiene que ser un hada para que estén los tres aquí -dijo la mujer molesta y Collin y Curllin vieron a la de ojos naranjas insistentemente, la chica no tuvo mas opción que pararse, explicarle su deficiencia en voz baja, mostrar sus alas y mentir sobre visitar a un familiar lejano. Se sentó nuevamente en el lomo de Curllin cubriendo su cara totalmente avergonzada mientras esta continuaba, había algunas haditas chismosas riéndose, incluso la oficial empezó a reír cuando se fueron. Quería que la tierra se la tragara en ese instante.
Collin a su lado palmó su hombro y le lanzó una mirada severa, esta abrió los espacios entre sus dedos para verlo.
- ¿Por qué te importa tanto lo que piensen esas estúpidas hipócritas?
- Porque son hadas, como yo, y quiero encajar porque se supone que aquí pertenezco pero... no, ellas no me aceptan como soy y eso me hace sentir... impotente -confesó apoyando las manos en el suelo verde palpitante aun arrodillada en la espalda de su hermana.
- Bueno, tal vez si ellas no te quieren como eres... no valga la pena tratar de cambiarlo -la otra volteó a verlo confundida-. Digo, sería muy irritante tratar con personas tan... ellas, si fueran tus amigas o algo así, yo me doy un tiro si una de ellas alguna vez me llega a dirigir la palabra, o sea, no vale la pena hablarles si no te aceptan porque, hay muchas personas allá afuera que si te conocieran, te amarían en seguida. No tienes porque seguir frustrandote por querer encajar en el rompecabezas equivocado, no funciona, y si encajas vas a arruinar el paisaje del rompecabezas; mejor búscate el rompecabezas al que le haces falta y encajate, nadie tiene que hacerte menos Caillin, mucho menos ellas.
- Vaya... gracias Collin -dijo algo aturdida-. Eres la ultima persona de la que esperaba palabras tan sabias ¿sabes?
- Uno que intenta de ayudar y lo insultan ¡no pues qué padre! -dijo sarcástico con una sonrisa seca, la de cabellos chocolate rodó los ojos.
- Perdóneme Señor Ofendido por mi cruda honestidad
- Nop -dijo cruzándose de brazos dramáticamente indignado, y la de cabellos chocolate sonrió.
Hadattia era gobernada, por el momento, por un humano que la antigua reina acogió desesperada por dejar un heredero porque estaba al borde de la muerte, así que se alejaron del territorio lo mas posible temiendo por sus vidas. Grave error, porque el rey era muy humilde para ser rey, y bueno, el siguiente reino no contaba con la misma suerte.
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Nieve con sutiles manchas de cereza inundaba el pasillo del palacio por otro capricho de la reina. La albina se relajaba sumergida en una bañera de lo mas fina con leche en ella para mantener blanca y humectada su perfecta piel, hasta que uno de sus guardias abrió estruendosamente las puertas del palacio.
- ¡Majestad Samellí, este pueblerino dice haber visto a la hija de la arpía de Roselva!
Roselva, sí, ese era el nombre de la madre de Caillin, una de las mayores traidoras de todos los gobernantes de Hadattia, pero por sobre todo de la reina Samellí. La mujer abrió los ojos cínica y volteó hacia el guardia que aun sostenía a la debilucha hada en harapos.
- ¿Que has visto a la primogenita de Roselva me dices? -murmuró con un tono tentador.
- ¡S-si, si! ¡A comienzos del reino, se dirigen al otro extremo de este y probablemente pronto entren en territorio vecino! -gritó lo mas rápido que pudo con los nervios a flor de piel, la mujer se sentó repentinamente en la bañera y se rió, estaba desnuda.
- ¡Caballeros, vamos por la hija de Roselva! -gritó victoriosa y energética al tiempo que sus hombres daban un entusiasta grito de guerra, todos en ese castillo eran unos sádicos sedientos de muerte. El guardia finalmente pudo romperle el cuello al engendro torciendo este cruelmente y dejando el cadáver y la bañera a mitad de la sala del trono se dirigieron hacia la chica de ojos anaranjados.
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- Este reino parece un pueblo fantasma -susurró la menor viendo el otro lado del gran muro cubierto de trampas que rodeaba el susodicho. El sol brillaba en todo su esplendor y sin embargo el abandono y la destrucción de los alrededores no podía verse bonito. Collin pilló a una que otra persona escondida entre los escombros verlos con la esperanza y el miedo perfectamente equilibrados en la expresión de sus rostros. Cerró los ojos y negó ignorando a los mugrientos y famélicos habitantes de aquel páramo.
Caillin conocía bien ese reino, era de donde provenía ella, recordaba que su mamá le había cortado las alas porque intentó escapar varias veces de casa, y que pese a que muchas hadas de ese pueblo tenían cicatrices de lo mas crueles en ellas por motivos extremadamente salvajes y heroicos ella no tenía nada por un pequeño capricho de libertad. Pero en fin, el reino estaba irreconocible, al otro lado de las paredes del muro había esqueletos y sangre que la hicieron temblar hasta querer llorar, ni muro había cuando había escapado de ahí ¿qué rayos había pasado?
El silencio fue roto misteriosamente por varias entidades detrás de ellos, Collin a penas reaccionó al ver a la manada de piratas salvajes cuando fue tomado del cuello cruelmente y arrojado al otro extremo de la calle como, como si fuera nada, y eso es lo que era: nada.
Curllin se hizo un imponente dragón que los pateó a todos con su cola y tomando a Caillin con uno de sus diminutos brazos corrió al callejón donde habían aventado a Collin mientras era perseguida por los numerosos piratas, aprovechando así para despegar, pero antes de poder hacerlo una semidesnuda y salvaje Samellí se trepó al reptil y rasguñó rápida y horriblemente la espalda de Caillin.
- AAAH -la herida recorría su espalda de un extremo a otro sin piedad, y había cortado en el proceso su sueter, y su cabello, y causó un desangrado irrefutable. El hada de atrás rió estruendosamente viendo su obra maestra, y sonrió aún más cuando vio las diminutas ranuras transparentes de la espalda.
- ¡Eres la descendiente de Roselva! ¡Y no tienes alas! JAJAJAJAJA -esa risa, la había oído infinidad de veces alrededor de su vida, y seguía doliendo como la primera vez, pero ella también debía reírse, reírse de sus prejuicios, de sus burlas, de su indiferencia, y lo haría. Ante las carcajadas de los piratas sacó su cuaderno aprovechando la distracción de la capitana y con la destreza mas envidiable dibujó la mas brutal espada, la trajo a la vida, y de un solo tirón rebanó las alas de la extraña.
- ¡Pues tu tampoco! -la empujó al vacío con la espada sin más al tiempo que era atrapada por uno de sus compañeros, y estos los perseguían rabiosos por el aire-. ¡Creo que ustedes también quieren quedarse sin alas! -dibujó una semilla sin mas y se arrojó con ella a la nada, volviendo parada sobre una colosal enredadera.
Fue acercándose intimidante a los piratas de gigantescas alas y fue rebanando sus alas a gran velocidad, cayendo y siendo atrapada por su liana una y otra vez mientras los oponentes caían uno a uno; he de confesar que una que otra vez se le pasó la mano rasguñandoles la cabeza o brazos pero eso era lo de menos. Pronto todos los soldados fueron derrotados y tranquilamente llamó a Curllin el dragón y Collin para que subieran a su creación, y arrugó la espada a su disposición hasta hacerla solo un arrugado papel y guardarla en su bolsillo, tal vez pudiera requerirla algún día, ya saben, para arrancarle la garganta a cualquiera que volviera a reírse de ella.
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