Amores trágicos
No importa cuánto les importe, cuánto signifique para ellas, cuánto me necesiten, todos sus sentimientos hacia mi se convertirán en miedo cuando lo sepan, por eso me aseguraré de que no descubran jamás a la especie más parecida a la humana: a mi.
Collin suspiraba resignado sosteniendo su gorra entre sus manos mientras Caillin giraba en círculos esperando a que su ojo espía le notificara de Curllin, pero nada. Estaba acostado en el tronco del árbol buscando desesperado el maldito ojo volador de Caillin para poder irse al bosque de Barnabus, estaban tan lejos... Vio alerta a la extraño que intentaba acercarse a la desprevenida Caillin, se levantó lentamente mientras la otra se acercaba a Caillin pero disminuyó todas sus defensas cuando vio su expresión afable, sin embargo no se fiaba por completo.
- Hey, ese dibujo se ve precioso, qué bien dibujas -se ahogó inmediatamente con su saliva al oír su voz, ¡esa cosa tenía pezones y voz de hombre, ¿qué era! Controló las ganas de bajarle los pantalones para comprobar su género cuando se convenció a sí mismo de que los hombres no tenían los pezones tan inflados y el paquete plano.
Era una chica de cabellera larga blanca, piel nívea y ojos azules, tenia cuerpo sumamente atlético y una postura imponente aunque aún conservaba un poco de feminidad, tal vez.
- Ah, gracias, soy algo novata en esto, pero me esfuerzo
- ¿Hace cuánto dibujas?
- Uno o dos años ¿por qué? ¿tu también dibujas? -preguntó amigable.
- Algo, ¿puedo..? -preguntó refiriéndose al cuaderno, Caillin asintió sin duda y le entregó el artilugio como si fuera NADA siendo que en verdad era un cuaderno mágico capaz de hacer realidad cualquier línea o boceto y en las manos equivocadas puede causar la destrucción global o un calambre de dedos, UN CALAMBRE DE DEDOS.
La chica varonil dibujó una chica super realista en los 35 segundos que utilizó el cuaderno.
- Oh por Dios, es hermosa -dijo Caillin atónita viendo a la chica de pecas y risos sombreados a lápiz con un gorro y cara sucia, como con indescriptible agujeros diminutos, detallaba una expresión seria y petrificada, como la más trágica estatua.
- Gracias, es mi ex novia -Caillin se sintió un poco mal por oír eso, porque su tono de voz se oía seco y vulnerable.
- ¿Y por qué está tan triste?
- Porque su madre le prohibió estar con la chica más asombrosa del mundo, obviamente -dijo cambiando su cara a una sonrisa narcisista, luego rió sin ganas y suspiró-. Nah, no es eso, es una historia de amor muy rara y triste, y no tendrás tiempo ni ganas para escuchar a una extra-
- Quiero oírla -sentenció suavemente, la otra sonrió un poquito y vio a la nada afligida con Collin al tanto del jugoso chisme.
- Bueno, yo pertenezco a la Corte del reino de Quetzalatlh, que se conforma mayormente por aves tropicales, yo soy un cisne, y nunca lo he sentido como mi hogar, pero ella giró todo mi mundo y lo hizo... diferente. Yo solo era una guardia custodiando la torre más abandonada del palacio, y ella era la princesa a la que debía defender. No había un dragón escupe fuego, ni un hechizo, ni un reino en peligro, simplemente era una princesa caprichosa que decidió encerrarse en su torre llena de lujos porque su papi falleció. Supondré que tu también eres huérfana y voy a continuar. La princesa un día se dignó a salir de su torre de cristal y retomar sus deberes reales por lo que ahora debía obedecer también a sus ordenes, era insoportable. Día y noche parloteando que tenia calor, y luego frío, tenia sed pero no podía tomar el vaso de agua que le di porque no estaba a temperatura ambiente, y debía enfriar la habitación inmediatamente porque ya casi llegaba su hora de dormir y no quería tener calor, estaba harta de ella, y luego un día la vi llorar en su habitación de lujos y riquezas por sus desgracias -suspiró resignada-. A veces me pregunto que hubiera pasado si la hubiese ignorado esa noche y ya, así tal vez no hubiera tenido que conocerla, ni haberle mostrado el mundo cruzando los muros de su prisión adornada, ni hubiéramos pasado esos momentos tan únicos, ni sentiría el dolor que siento ahora mismo... Pero cambié por instantes su vida, y ella cambió la mía, así que no me arrepiento de nada -la vio a los ojos con una positividad extraordinaria, Caillin sonrió inevitablemente.
- Eso es muy noble, ¿su madre las separó? -preguntó intrigada.
- La convirtió en una estatua de piedra por su pecado de amarme. Las fresas que había comido antes de ser congelada florecieron en su interior y destrozaron la escultura fatalicamente, pero nunca su rostro, esa expresión de tristeza infinita, el recordatorio eterno de su madre sobre lo que le había hecho, y mi recordatorio de que no debo meterme con extraños, adiós -se despidió con simpleza de la extraña pero esta la detuvo sorprendida.
- Espera, ni me has dicho tu nombre
- Mi nombre es Darveline, escritora, estoy promocionando mi libro "La princesa triste", muy cliché, yo sé, pero cada ilustración es a mano y su historia está basada en hechos reales así que aquí tienes mi tarjeta por si alguna vez requieres de una guardia que custodie algún castillo o una historia atrapante, buena tarde -vio confundida la tarjeta con letras extravagantes y lujosas "Darveline Servicios" y luego su figura segura de sí misma perdiéndose entre los árboles.
- Pero qué mujer -dijo Collin impactado colocándose la gorra, Caillin sonrió.
- Si, así es -sopló el papel que había sido ilustrado apareciendo en el aire la misma escultura de su relato, solo que de pura cabeza y adherida al suelo, por fin el ojo espía regresó con cierta niña de ojos verdes montada en él.
- ¡Curllin!
- ¡Alguien viene, me ha estado siguiendo todo el camino y no va sola, tenemos que irnos! -y un ejército de insectos la empujaron inmediatamente contra ellos mientras se dirigían a una velocidad impresionante hacia el horizonte.
Caillin dibujó agilmente una libélula gigante y la apareció, subió a Collin rápidamente y siguieron al ejército de hormigas con alas que capturaba a su pequeña hermana mientras pensaba con qué atacarlos, pues lamentablemente su cuaderno estaba obsesionado con la creatividad y no le permitía ilustrar lo mismo dos veces. Necesitaba atacarlas sin lastimar a Curllin.
Se decidió por fin por una nube de humo y la lanzó sobre ellas, despistandolas lo suficiente como para tomar la mano de su hermana y dar la vuelta, el ojo las estaba siguiendo porque si. Abrazó a Curllin feliz y angustiada mientras Collin hacia una burbuja de invisibilidad sobre ellos, Caillin se preocupó un poco.
- ¿Podrás resistir mucho tiempo ese hechizo?
- No me desconcentres -murmuró con el ceño fruncido y los ojos cerrados, eso era un no. Vio el amanecer sin gesto alguno y Curllin suspiró llamando la atención de su hermana.
- Caillin, ¿es normal que me guste un chico mucho menor que yo?
- Tendría que ser muy maduro para gustarte siendo menor de 7 años, ¿qué edad tiene?
- 3, y muere este año
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