Amistad marina

La odio, la odio con todo mi ser, esa mujer dejó de ser mi madre desde mi nacimiento, y sé que si, tal vez, solo tal vez, me hubiera querido aunque fuera un poco se abría disculpado, o si quiera despedido, antes de irse y arrojarme sin mas todos sus problemas.

- Caillin, ¿están bien? ¿qué pasó con Denali?

- Nos deshicimos de sus arenas por ahora, necesitamos alejarnos cuanto antes de su reino. Entre mas lejos, mejor

- Espera, primero toma algo de agua 

Estaban ambas sentadas frente a un lago en el claro del bosque, donde no había tantos arboles y convivían cómodamente con la naturaleza. Se levantaron tranquilas y volvieron con la liebre y Collin, quien estaba caminando en círculos muy molesto, se detuvo nada mas verla con esa mirada rabiosa.

- ¡Idiota, ¿por qué no me despertaste! -gritó histérico, esta se quedó callada recordando otra vez las mismas palabras y negó.

- Tenia prisa y no estabas cooperando mucho -el otro farfulló entre dientes y calló sus alegos, atravesaron el bosque a pie con un tenso silencio encima, Collin era demasiado gruñón y eso resultaba desesperante, pero no podía cambiarlo, era así.

Por fin llegaron al final del bosque, y de la gigantesca isla en la que se encontraban. Había arena mojada y fresca, un viento gratificante, muchas piedras y marea baja.

Collin descansó en una de las piedras mientras que Curllin se derretía rápidamente en la arena en señal de cansancio. Caillin se sentó cerca de la otra mientras intentaba dibujar una fogata, estaba anocheciendo demasiado rápido. Terminó la fogata y antes de poder lanzarla observó como la luna asedia lentamente en el cielo azul oscuro. Sopló su boceto con cuidado transportándolo a la arena mientras iluminaba el alrededor con timidez.

Quedó en silencio viendo a sus hermanos dormir y fue entonces cuando entró en cuenta de lo rápido que se había pasado el día, y el hambre tan enorme que tenia.

No podía dibujar comida porque sabría a papel (como el fuego que había hecho, que solo iluminaba) así que hizo una antorcha y se dirigió al bosque a buscar frutos en los árboles o algo similar.
...

Llegaba nuevamente a la costa, no había hallado nada, estaba que se caía de sueño y tenia más hambre, y ahora sed. Se dejó caer a la arena agotada y se disponía a dormir cuando de repente oyó una conversación peculiar.

- ¡Por favor estrella de mar, morimos de hambre!

- ¡No!

Volteó enfadada al mar y casi le saltaron chispas de los ojos, esa estrella de mar era enorme, una sola de sus extremidades duraría para todo el día, pero al parecer era obstinada.

- ¡Escuchen, no hago tratos con moluscos de tierra como ustedes, ahora largo, trato de pensar, déjenme solo!

- Por favor estrella de mar, solo necesitamos aunque sea media extremidad tuya, hagamos un acuerdo -dijo Caillin uniéndose a sus hermanos, la estrella de mar no habló más y la ojo naranjas suspiró rendida.

- Está bien -calló al silencio de repente, los hermanos se acercaron aliviados-. Pero solo contigo lo haré

Miró a sus hermanos preocupada y estos retrocedieron, se hincó ante la estrella de mar mojando sus piernas.

- Te daré una de mis partes para que puedan comer, pero tu vendrás conmigo

- ¿Ir contigo..?

- Por 24 horas

Vio alrededor con inquietud haciendo una mueca, más finalmente accedió:

- Bien -dibujó una daga en su cuaderno y la estrella cerró los ojos sin más, permitiendole cortarla. Le sonrió a la estrella y entregó el pedazo a su hermano para que lo cociera, este la miró serio.

- ¿Crees que debamos seguirlos?

- No, yo puedo arreglármelas sola, además, parece de fiar -Collin se retiró y volvió la vista a la estrella-. Listo, iré contigo

La estrella empezó a deformarse de modo repentino hasta optar la forma de un adolescente bastante... alegre.

- Perfecto -besó su frente y la arrojó al mar sin más, ella lanzó su cuaderno a tierra firme como si su vida dependiera de ello y aguantó la respiración hundiéndose en el mar (ese mar solía ser un barranco por lo que la tierra firme acababa repentinamente). El chico estrella de mar se zambulló en el agua también y rió al ver sus mejillas infladas-. Te compartí mi dote de respirar bajo el agua, no tienes que hacer eso -sacó el aire de sus pulmones algo desconfiada y respiró extrañada-. ¿Qué? Bueno, sé que no es muy normal que un chico te de una de sus piernas a cambio de pasar tiempo contigo pero tengo mis razones -vio la pierna del chico asustada y el otro rió al ver su cara-. Tranquila, tranquila, no te di mi pierna humana, esa si no vuelve -comentó sonriente-. No hablas mucho ¿verdad?

- No bajo el agua -dijo divertida esbozando una sonrisa, la del otro aumentó.

- Ven, quiero mostrarte algo -gruñó cuando lo vio nadar con completa facilidad hacia abajo, ella nadaba como rana y era incómodo moverse con la ropa mojada, el chico volvió y la jaló del brazo para ayudarla.

Tu segunda estrella de mar favorita (porque la primera obviamente es Patricio Estrella) era un pelirrojo de piel marrón de ojos azul oscuro y cuerpo pequeño y moderado. Tenia un bañador rojo con blanco de manga larga y una sonrisa que parecía imborrable, bajaron hasta tocar el fondo del mar y caminaron con tranquilidad hasta una cueva de coral, Caillin estaba pensando en la última conversación con Collin, había mirado a la estrella de mar con muy mala espina, y había sido muy grosero cuando le pidieron una de sus piernas.

- Bueno, bienvenida a mi humilde morada, hay algas con flores de mar recién frescas para que puedas comer y creo que guardo comida terrestre también, vamos, debes estar muriendo de hambre. Ah, y esto es un regalo -le dio un coral marino bastante peculiar, era naranja con rojo y rosa y estaba enroscado. Vio el alrededor sin mucha importancia, había todo tipo de flora marina a su alrededor, un arco iris de flores, algas y corales ante sus ojos. Nada que no hubiera visto antes, lo único inquietante era lo pesado que se sentía moverse en ese lugar y lo arrugados que estaban sus dedos, era incómodo sentir agua en todas partes y tener burbujas siguiendo cada movimiento tuyo, tenia agua hasta en las orejas, ¿como es que podía oír?

- ¿Impresionada?

- La verdad no, ya he vivido bajo las aguas un tiempo -confesó tranquila.

- Chica difícil ¿eh? Me agradas, ahora pasa

Entró extrañada por lo hogareña que se veía la composición rocosa y abrió lo que parecía ser una alacena comprobando las palabras de...

- Cierto, ¿cómo es que te llamabas? 

- Ustin -dijo con calidez sentándose en una de las rocas de la cueva

- Lindo nombre, yo soy Caillin

- Pues si mi nombre es lindo entonces el tuyo es precioso, Caillin -pareció saborear cada letra con delicia, la mencionada sonrió halagada.

- Gracias Ustin -sacó un extraño emparedado de la alacena y se sentó en la otra esquina de la cueva, quedando frente a frente.

- Y bien, ¿cuánto tiempo ha pasado? -la alegría de Ustin se apagó poco a poco como una fogata siendo mojada.

- Una hora, creo

- Ah, perdón, no quería ser grosera, es que-

- Estás a cargo de tu familia, lo sé, te vi buscar frutas en los ganzalos del bosque -se avergonzó de inmediato, los ganzalos no tenían frutas, y ella de idiota creyó que eran manzanos.

- Oh, bueno -dio un mordisco a su emparedado-. Mmm, esto sabe muy rico, ¿lo hiciste tu? -no era el emparedado más delicioso que había probado en la vida o algo así, solo quería sacarle un tema de conversación, pero en cambio solo lo dejó aún más callado, y también perplejo

- No, yo... espera aquí -se adentró alerta a la caverna y la otra esperó, y esperó, y esperó...

Ese emparedado había acabado con su hambre más pronto de lo que había pensado,  y se sentía simplemente empachada. Se asomó a la caverna a ver porque Ustin tardaba tanto, se tapó la boca en seguida y se alejó de la taberna, un Ustin ensangrentado flotaba en el techo, muerto, mientras un humano comía sus sesos a gran velocidad, sabía que era humano porque tenia en la espalda de su camisa el escudo de protegido de las anguilas. Se escondió tras unas rocas al verlo salir y cuando finalmente abandonó la cueva fue con Ustin, pero solo era un cadáver despellejado sin más. Decidió enterrarlo en un lugar oculto de la casa y dejar su coral como condolencias, salió realmente mal de la cueva y sus ojos simplemente no lloraron, no podía llorar bajo el mar.

Nadó, nadó y nadó como una absurda rana hasta la superficie, donde Collin y Curllin ya estaban cerca de la arena esperándola con paciencia y un fuerte abrazo.

- DESGRACIADA, TARDASTE DEMASIADO -regañó Curllin sin preocupaciones de estrenar su repertorio de insultos, tenia unos nuevos muy geniales.

- Lo siento, es que... es que Ustin -empezaron a salirsele las lágrimas de los ojos pero no llegó a más, se tranquilizó y lo intentó nuevamente-. Nos estábamos llevando muy bien pero un humano salvaje lo asesinó en su propia casa y tuve que irme

- ¿Te llevó a su casa? ¿y no te dio un coral también?

- Si, si, me dio un coral antes de entrar -Collin sonrió satisfecho cruzándose de brazos.

- Era un coral de disculpas, quería ofrecerte como cena a ese humano salvaje, suerte que las estrellas de mar son demasiado crédulas, se le acercó demasiado a esa cosa y pasó lo que tuvo que pasar

- No, Ustin jamás haría eso, me llevó a su cueva a comer y-

- Las cuevas no son habitables según las criaturas marinas, por eso las usan para encerrar a sus prisioneros y dejar que fallezcan ahí. De seguro el humano le perdonó la vida a Ustin a cambio de un manjar más apetitoso y-

- ¿Por qué estás tan desesperado por hacerlo quedar mal! -gritó colmada, el otro sonrió aún más socarrón.

- Porque es gratificante ver como todo tu mundo se derrumba cuando yo tengo la razón -una cachetada lo hizo impactarse contra la arena con su mejilla completamente sonrojada, se levantó furioso dispuesto a devolverle el golpe aún más fuerte pero Caillin lo volvió a dejar en el suelo con otro golpe.

- ¡Te odio! -lo volvió a patear en el suelo y tomó su cuaderno dispuesta a desahogarse cuando de repente la nada le jaló el cabello y la tiró de sentón-. Escucha Collin, no quiero pelear contigo

Otro jalón.

- Tu lo buscaste...

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